sábado, 21 de diciembre de 2019

Lecturas y Santoral 21/12/2019. Sábado de la tercera semana de Adviento

He aquí mi amado, llega saltando por los montes
Primera Lectura. Cantar de los cantares 2, 8-14

¡La voz de mi amado! Vedlo, aquí llega, saltando sobre los montes, brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo, parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca, mirando por la ventana, atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo, llega la estación de la poda, el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas, las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía, hermosa mía, vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 32, 2-3. 11-12. 20-21
Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.

Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.
El plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.

Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.

Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra de Dios.


San Pedro Canisio


Nació en Nimega, Holanda en 1521. Estudió en Lovaina y Colonia. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía.


En esta ciudad frecuentaba el monasterio de los cartujos, pero la lectura de los Ejercicios de san Ignacio y el practicarlos con el beato Pedro Fabra, que era compañero de San Ignacio, lo decidieron a entrar en la Compañía de Jesús en 1543. Fue ordenado de sacerdote el año 1546.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares

Publicó las obras de varios Santos Padres. Participó activamente en el Concilio de Trento como teólogo. San Ignacio lo llamó a Roma y luego lo envió a Mesina y a Bolonia. Destinado a Alemania, desarrolló durante treinta años una valiente labor de defensa de la fe católica con sus escritos y predicación, contra las entonces recientes doctrinas protestantes.

En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Su intensa y fructífera labor le valió el título de apóstol de Alemania. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. Se propuso formar una asociación de escritores católicos.

Este santo, llamado "el segundo evangelizador de Alemania", es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí esta. Ahí está". Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

Oración Señor, Dios nuestro, que fortaleciste a san Pedro Canisio con la virtud y la ciencia para salvaguardar la unidad de la fe, concede a la comunidad de creyentes perseverar en la confesión de tu nombre, y a todos los que buscan la verdad el gozo de encontrarte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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