Encontré el amor de mi alma
Primera Lectura. El Cantar
de los Cantares 3, 1-4
Así dice la esposa: "En mi cama, por la noche, buscaba el amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?". Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma."
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/nab/. You can get too Daily Scripture Readings at http://beingbob.wordpress.com/
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Salmo Responsorial Sal
62
Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
¡Como te contemplaba en el santuario Viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, Y mis labios te alabarán jubilosos. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con jubilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
¡Como te contemplaba en el santuario Viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, Y mis labios te alabarán jubilosos. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con jubilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
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Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 20,1.11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al
sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la
losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro,
estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al
sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado
el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué
lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi
Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media
vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era
Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién
buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
"Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has
puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella
se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa:
"¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he
subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: 'Subo
al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro.'" María Magdalena fue y anunció a los
discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
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Santa Maria Magdalena
En los Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Luc 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc 10, 38-42). La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.
El nombre de María Magdalena se deriva de Magdala, una población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca de Tiberíades, en la que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer. San Lucas hace notar que era una pecadora (aunque no afirma que haya sido una prostituta, como se supone comúnmente). Cristo cenaba en casa de un fariseo donde la pecadora se presentó y al momento se arrojó al suelo frente al Señor, se echó a llorar y le enjugó los pies con sus cabellos. Después le ungió el perfume que llevaba en un vaso de alabastro. El fariseo interpretó el silencio de Cristo como una especie de aprobación del pecado y murmuró en su corazón. Jesús le recriminó por sus pensamientos. Le preguntó en forma de parábola cuál de dos deudores debe mayor agradecimiento a su acreedor: aquél a quién se perdona una deuda mayor, o al que se perdona una suma menor. En el capítulo siguiente, San Lucas, habla de los viajes de Cristo por Galilea, dice que le acompañaban los apóstoles y que le servían varias mujeres.
Entre ellas figuraba María Magdalena, de la que había arrojado "siete demonios". También se recuerda a María Magdalena por otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena contemplaba la cruz a cierta distancia. Acompañada por "la otra María", descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia. La tradición oriental afirma que después de Pentecostés, fue a vivir a Efeso con la Virgen María y San Juan y que murió ahí. Pero, según la tradición francesa adoptada por el Martirologio Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena fue con Lázaro y Marta a evangelizar la Provenza y pasó los treinta años de su vida en los Alpes Marítimos, en la caverna de la Sainte Baume. Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.
Santoral confeccionado consultando: el preparado por aciprensa.com, catholic.net,oremosjuntos.com, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es