martes, 30 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 30/06/2020. Martes de la decimotercera semana de Tiempo Ordinario

El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?
Primera Lectura. Amós 3, 1-8; 4, 11-12
Escuchad la palabra que el Señor ha pronunciado contra vosotros, hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto: «Solo a vosotros he escogido, de entre todas las tribus de la tierra. Por eso os pediré cuentas de todas vuestras transgresiones». ¿Acaso dos caminan juntos sin haberse puesto de acuerdo ? ¿ Acaso ruge el león en la foresta sino tiene una presa? ¿Deja el cachorro oír su voz desde el cubil si no ha apresado nada? ¿Acaso cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay un lazo? ¿Salta la trampa del suelo si no tiene una presa? ¿Se toca el cuerno en una ciudad sin que ese estremezca la gente? ¿Sucede una desgracia en una ciudad sin que el Señor la haya causado? Ciertamente, nada hace el Señor Dios sin haber revelado su designio a sus servidores los profetas. Ha rugido el león, ¿quién no temerá? El Señor, Dios ha hablado ¿quién no profetizará? Os transformé como Dios transformó a Sodoma y Gomorra y quedasteis como tizón sacado del incendio. Pero no os convertisteis a mí - oráculo del Señor -. Por eso, así voy a tratarte, Israel. Sí, así voy a tratarte: prepárate al encuentro con tu Dios 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. SALMO RESPONSORIAL 5, 5-6. 7. 8
Señor, guíame con tu justicia. 
Tú no eres un Dios que ame la maldad, 
ni el malvado es tu huésped, 
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. 

Señor, guíame con tu justicia. 
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; 
al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. 

Señor, guíame con tu justicia. 
Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, 
me postraré ante tu templo santo en tu temor. 

Señor, guíame con tu justicia.
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?». 

Palabra de Dios


Santos Protomártires de la Iglesia Romana

Muchos cristianos sufrieron martirio en medio de indecibles tormentos con la persecución desencadenada por el emperador Nerón después del incendio de Roma, en el año 64.

Tanto el historiador pagano Tácito, en su obra Annales, como el Papa Clemente, en su Carta a los Corintios, testifican que un número indeterminado de cristianos, pertenecientes a la población residente en Roma, fueron quemados vivos, o echados como pasto a las fieras, a causa de su fe.

Algunos de ellos fueron quemados como antorchas humanas en los banquetes nocturnos, otros crucificados o echados como alimento de animales salvajes.

"Celebramos su fiesta el 30 de junio, al día siguiente de la memoria de los Santos Pedro y Pablo, porque ellos perecieron en la misma persecución, como primer fruto de la predicación de los Apóstoles y del Obispo de Roma, Pedro" (Juan Pablo II, 21-IV-85).

Oración: Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 28 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 28/06/2020. Domingo de la decimotercera semana de Tiempo Ordinario

Es un hombre santo de Dios; se retirará aquí
Primera Lectura. Segundo libro de los Reyes 4, 8-11. 14-16a
Pasó Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba. Ella dijo a su marido: «Estoy segura de que es un hombre santo de Dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse». Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí, y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó. Entonces se preguntó Eliseo: «¿Qué podemos hacer por ella?». Respondió Guejazi, su criado: «Por desgracia no tiene hijos, y su marido es ya anciano». Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada. Eliseo le dijo: «El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo». 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 88, 2-3. 16-17. 18-19
Cantaré eternamente las misericordias del Señor. 
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, 
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, 
más que el cielo has afianzado tu fidelidad." 

Cantaré eternamente las misericordias del Señor. 
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: 
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro; 
tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. 
Porque tú eres su honor y su fuerza, 
y con tu favor realzas nuestro poder. 
Porque el Señor es nuestro escudo, 
y el Santo de Israel nuestro rey. 

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Sepultados con él por el bautismo, andemos en una vida nueva
Segunda Lectura. Carta a los Romanos 6, 3-4. 8-11
Hermanos: Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. 

Palabra de Dios


El que no carga con la cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa». 

Palabra de Dios


San Ireneo de Lyon obispo(¿135?-202)

Nació en algún lugar de Asia Menor, o bien probablemente en Esmirna, en la actual Turquía; era griego, probablemente de una familia ya convertida al cristianismo.

San Ireneo se formó en Esmirna con San Policarpo, quien a su vez había sido discípulo de San Juan Apóstol. De ahí pasó a Roma, y tras una breve estancia marchó finalmente en 157 a las Galias, o sea Francia, donde de joven trabajó en una colonia de comerciantes de Asia Menor establecida en Lyon, que todavía era una ciudad romana.

Al pertenecer a la minoría de cristianos y de extranjeros, San Ireneo tuvo que enfrentar junto con su comunidad continuas persecuciones; recordemos que era la época en la que el cristianismo primitivo apenas se estaba comenzando a propagar.

En 177 viajó San Ireneo a Roma como representante del obispo de Lyon para entrevistarse con el papa San Eleuterio. Este viaje probablemente le haya salvado de morir junto con los numerosos mártires de Lyon, de su comunidad, que fueron ejecutados durante su ausencia.

Al regresar a Lyon, sus compañeros supervivientes lo eligieron obispo de la comunidad, y es aquí cuando San Ireneo comenzó propiamente su labor como misionero y como pacificador.

La política de San Ireneo era la concordia y el respeto, y procuró que hubiera labor de colaboración para lograr fines comunes. Al papa San Víctor I le aconsejó que no excomulgara a los obispos de Iglesias que preferían celebrar la Pascua de acuerdo con el rito hebreo, y no con el romano.

San Ireneo es uno de los fundadores de la teología cristiana. Para confrontar a las doctrinas gnósticas, redactó hacia 180 la polémica, que se convertiría en un texto clásico, Adversus Haereses, o Contra los herejes, que fue el primer compendio extenso de la fe cristiana.

Por éstos y otros planteamientos teológicos, a San Ireneo se le concedió el sobrenombre de Padre de la Dogmática.

San Gregorio de Tours menciona que San Ireneo murió martirizado durante el gobierno del emperador romano Lucio Séptimo Severo.

viernes, 26 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 26/06/2020. Viernes de la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario

Fue deportado Judá lejos de su tierra
Primera Lectura. Segundo libro de los Reyes 25, 1-12
El año noveno del reinado de Sedecías, el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó contra ella y la cercaron con una empalizada. Y la ciudad estuvo sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías. El mes cuarto, el día noveno del mes, cuando arreció el hambre dentro de la ciudad y no había pan para la gente del pueblo, abrieron una brecha en la ciudad; todos los hombres de guerra huyeron durante la noche por el camino de la puerta, entre las dos muros que están sobre el parque del rey, mientras los caldeos estaban apostados alrededor de la ciudad; y se fueron por el camino de la Arabá. Las tropas caldeas persiguieron al rey, dándole alcance en los llanos de Jericó. Entonces todo el ejército se dispersó abandonándolo. Capturaron al rey Sedecias y se lo subieron a Riblá, adonde estaba el rey de Babilonia, y que lo sometió a juicio. Sus hijos fueron degollados a su vista, y a Sedecias le sacó los ojos. Luego lo encadenaron con doble cadena de bronce y lo condujeron a Babilonia. En el mes quinto, el día séptimo del mes, el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabusardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, vino a Jerusalén. E incendió el templo del Señor y el palacio real y la totalidad de las casas de Jerusalén. Todas las tropas caldeas que estaban con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban a Jerusalén. En cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la gente, los deportó Nabuzardán, jefe de la guardia. El jefe de la guardia dejó algunos de los pobres del país para viñadores y labradores. 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 136, 1-2. 3. 4-5. 6
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. 
Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; 
en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. 

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. 
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; 
nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión».

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. 
¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! 
Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. 

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. 
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. 

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Si quieres, puedes limpiarme
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 8, 1-4
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio». Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

Palabra de Dios


San Jose María Escrivá de Balaguer

Josemaría Escrivá de Balaguer es uno de los más populares fundadores y apóstoles del siglo XX. Nació en Barbastro Aragón, España, de un hogar sumamente creyente y ejemplar. Fundó en 1928 el Opus Dei, que fue hasta noviembre de 1982 un instituto secular. En esa fecha, fue denominada por Juan Pablo II como Prelatura Personal.

Josemaría tuvo desde muy pequeño una gran cualidad: su espíritu de servicio a los demás, y se propuso imitar el espíritu de servicio de Jesús, y dedicar su vida entera a lograr hacer el mayor bien posible a toda clase de gentes. Después de obtener su doctorado en la universidad, fue ordenado sacerdote en 1925 y se dedicó al apostolado. Con su espíritu alegre y jovial, se ganó el corazón de todos, convirtiendo a muchas almas pecadoras y ganando cada vez más discípulos.

Josemaría fue un instrumento en las manos de Dios, por medio del cual la Iglesia Católica logró conseguir líderes apostólicos en todos los continentes y empezó nuevas obras de apostolado en muchas naciones.

El 2 de octubre de 1928 Josemaría concebió la idea de fundar una asociación en la cual cada persona, siguiendo sus labores ordinarias en el mundo, se dedicara a conseguir la santidad y a propagar el reino de Cristo. Fundó entonces la famosa organización llamada Opus Dei (Obra de Dios) que ahora está extendida por todos los países del mundo. Desde 1928 hasta su muerte en 1975, Josemaría Escrivá dedicó todas sus energías y sus grandes cualidades y todo su tiempo, a extender y a perfeccionar la obra maravillosa que Dios le había encomendado: El Opus Dei, una asociación para llevar hacia la santidad a las personas, pero permaneciendo cada cual en su propia profesión y oficio.

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II en Roma el 17 de mayo de 1992. Fue canonizado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002.

Oración: Señor y Dios nuestro, que elegiste a san Josemaría, presbítero, para anunciar en la Iglesia la vocación universal a la santidad y al apostolado: concédenos, por su intercesión y su ejemplo, que, realizando fielmente el trabajo cotidiano según el Espíritu de Cristo, seamos configurados a tu Hijo y, en unión con la Santísima Virgen María, sirvamos con ardiente amor a la obra de la Redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Pelayo (o Pelagio) niño

Mártir de la castidad en el umbral de la juventud. Nació el año 912 en Galicia (España), al parecer en Albeos, provincia de Pontevedra, no lejos de Tuy, donde era obispo su tío paterno, san Hermogio, quien cuidó de su formación cristiana.

El año 920 los árabes vencieron a los cristianos en Valdejunquera y se llevaron a Córdoba como rehenes a muchos cristianos, entre ellos al obispo de Tuy. Su hermano, el padre de Pelayo, fue a Córdoba con su hijo para rescatar a Hermogio. No fue posible llegar a un acuerdo con los árabes, y los dos hermanos volvieron a su tierra para reunir el rescate que se les pedía, mientras Pelayo quedaba en Córdoba como rehén.

No consiguieron los musulmanes que apostatara de su fe y abrazara la de ellos. El califa Abderramán III se sintió atraído por su figura y, al no poder doblegar su virtud, lo hizo martirizar, a los trece años de edad, el 26 de junio del año 925. Su cuerpo fue trasladado a León, y más tarde a Oviedo, donde se venera en el monasterio benedictino que lleva su nombre.

Oración: Señor, Padre nuestro, que prometiste a los limpios de corazón la recompensa de ver tu rostro, concédenos tu gracia y tu fuerza, para que, a ejemplo de san Pelayo, mártir, antepongamos tu amor a las seducciones del mundo y guardemos el corazón limpio de todo pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 24 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 24/06/2020. Miércoles la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario. Natividad de San Juan Bautista

Te hago luz de las naciones
Primera Lectura. Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré». Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 138, 1-3. 13-14. 15
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Señor, tú me sondeas y me conoces. 
Me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Tú has creado mis entrañas, 
me has tejido en el seno materno. 
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, 
porque son admirables tus obras. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Mi alma lo reconoce agradecida, 
no desconocías mis huesos. 
Cuando, en lo oculto, me iba formando, 
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Juan predicó antes de que llegara Cristo
Segunda Lectura. Hechos de los apóstoles 13, 22-26
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”. Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».

Palabra de Dios


Juan es su nombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡ No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Palabra de Dios


Nacimiento de San Juan Bautista

Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses – el 24 de diciembre – estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.


Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".

El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".

Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo".

"Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo".

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí".

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo".

Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".

Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.

Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio".

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista".

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".


Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir del rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".

Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.

martes, 23 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 23/06/2020. Martes de la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario

Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David
Primera Lectura. Segundo libro de los Reyes 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36
En aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para decirle: «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: “Que tu Dios, en el que confías, no te engañe diciendo: ‘Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiría.’ Tú mismo has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países entregándolos al anatema ¿y vas a librarte tú solo?”». Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Subió al templo del Señor y abrió la carta ante el Señor y elevó esta plegaria ante él: «Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: Tú solo eres el Dios para todos los reinos de la tierra. Tú formaste los cielos y la tierra. ¡Inclina tu oído, Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, Señor, y mira! Escucha las palabras de Senaquerib enviadas para insulto del Dios vivo. Es verdad, Señor, los reyes asirios han exterminado las naciones, ha arrojado sus dioses al fuego y los han destruido. Pero no eran dioses, sino hechura de mano humana, de piedra, de madera. Pero ahora, Señor, Dios nuestro, líbranos de sus manos, y sepan todos los reinos de la tierra que solo tú eres Señor Dios». Entonces Isaías, hijo de Amós, envío a Ezequías este mensaje: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiría”. Esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él: "Te desprecia, se burla de ti la doncella, hija de Sión, menea la cabeza a tu espalda la hija de Jerusalén. Ha de brotar de Jerusalén un resto, y supervivientes del monte Sión. El celo del Señor del universo lo realizará. Por eso, esto dice el Señor acerca del rey de Asiría: 'No entrará en esta ciudad, no disparará contra ella ni una flecha, no avanzará contra ella con escudos, ni levantará una rampa contra ella. Regresará por el camino por donde vino se volverá y no entrará en esta ciudad - palabra del Señor -. Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo '"». Aquella misma noche el ángel del Señor avanzó y golpeó en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, y regresó a Nínive, quedándose allí. 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 47, 2-3a. 3b-4. 10-11
Dios ha fundado su ciudad para siempre.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra. 

Dios ha fundado su ciudad para siempre. 
El monte Sión, confín del cielo, ciudad del gran rey; 
entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. 

Dios ha fundado su ciudad para siempre. 
Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: 
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra. 
Tu diestra está llena de justicia. 

Dios ha fundado su ciudad para siempre.
Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Palabra de Dios


San José Cafasso, Confesor (+ 1811 – 1860)

Este humilde sacerdote fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX. Nació el 15 de enero de 1811 en Castelnuovo de Asti en Italia, el mismo pueblo donde nació San Juan Bosco. Sus padres fueron Juan Cafasso y Ursula Beltramo, fue tercero de cuatro hijos. Una hermana suya fue la mamá de otro santo: San José Alamano, fundador de la comunidad de los Padres de la Consolata. Desde niño sobresalió por su gran inclinación a la piedad y a repartir ayudas a los pobres. En el año 1827, siendo Caffaso seminarista se encontró por primera vez con Juan Bosco. Cafasso era de familia acomodada del pueblo y Bosco provenía de una familia humilde y absolutamente pobre.

Estudió italiano en la escuela pública que dirigía su padrino, don Musso. En Chieri, estudió el latín, sus estudios primarios los hizo en el colegio Cívico. Ingreso al Seminario de Turín y el 1 de julio de 1827 vistió la sotana clerical en la Parroquia de Castelnuovo. Desde ese momento se propuso la santidad, según cuenta don Bosco, porque decía: "el hábito se recibe del mismo Jesucristo para ser luz del mundo". Este fue el plan de toda su vida.

Culminados sus estudios de filosofía, moral y teología, recibió la sagrada tonsura y el 21 de septiembre de 1833 fue ordenado sacerdote en la iglesia Arzobispal de Turín; al día siguiente celebró su primera misa en la iglesia parroquial de su pueblo natal. El joven sacerdote se postró a los pies de la cruz, y le dijo al Señor: ¡no solo quiero ser tuyo Dios mio! quiero ser santo y pronto.

Tras ordenarse como sacerdote, a la edad de 21 años, el santo viajó a Turín, a perfeccionar sus estudios en el instituto "El Convictorio". Sus habilidades estudiantiles fueron premiadas al ser nombrado como profesor de la institución académica, y luego como rector por doce años. San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos.

En Turín, que era la capital del reino de Saboya, las cárceles estaban llenas de terribles criminales, abandonados por todos. Sin embargo, San José Cafasso decidió evangelizar ese lugar, y con infinita paciencia y amabilidad se fue ganando los presos uno por uno, los hacía confesarse y empezar una vida santa. Logró admirables conversiones en personas que inclusive renegaban de su fe, porque su método era suave y de gran comprensión con los penitentes. Además, el santo acompañó hasta la horca a más de 68 condenados a muerte, y aunque habían sido terribles criminales, ni uno sólo murió sin confesarse y arrepentirse. Esto le valió el nombre del "padre de la horca".

Tenía gracias especiales de lo alto que le merecieron compararlo con el santo Cura de Ars. También fue director espiritual, con gran espíritu de discreción, sentido común y amabilidad, que lo hacía parecerse a san Francisco de Sales. Fue llamado la "Perla del Clero Italiano".La primera cualidad que todos notaban en este santo era "el don de consejo", cualidad que el Espíritu Santo le había dado para saber aconsejar lo que más le convenía a cada uno. Otra gran cualidad que lo hizo muy popular fue su calma y su serenidad.

El centro de su piedad fue el Adorable Sacramento del Altar, pasaba muchas horas postrado en su presencia. Su devoción especial fue a nuestra señora de la Consolata a quien llamaba la Madre de las Misericordias y al Santo Crucifijo el cual aconsejaba exponer en un lugar de honor en los hogares cristianos. También recomendaba la oración de jaculatorias, porque decía que su uso frecuente libera de la tentación a pecar. Todas sus obras fueron beneméritas, pero la mayor fue ser guía y maestro de san Juan Bosco, dedicado a la juventud.

Algo encorvado (desde joven) y pequeño de estatura, pero en el rostro siempre una sonrisa amable. Su voz sonora, y encantadora, y de su conversación irradiaba una alegría contagiosa.

Aunque no había llegado a los 50 años, su cuerpo estaba cansado, las fatigas y penitencias lo habían agotado y el divino amor lo había consumido, entonces comenzó a empeorar su salud. El día de la Ascensión, anunció que iba a morir pero que tenía todo preparado: lo material y lo espiritual.

El sábado 23 de junio de 1860, hacia las 10 de la mañana se le vio levantarse de la cama, extender los brazos y sonreír, volver a caer y expirar. La noticia de su muerte se extendió por toda la ciudad, suscitando un pesar general y profundo. Para Turín fue un día de verdadero luto. Sus exequias se celebraron el 25 de junio y fue enterrado en el Cementerio General.

Dos llamas ardientes salían de su corazón de sacerdote: El amor a Dios y la generosidad a las criaturas, por eso siempre decía: Nacimos para amar, vivimos para amar y morimos para amar más aun. Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco. Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María".

En 1895 comenzaron los procesos canónicos; el 23 de mayo de 1906, el papa Pío X le concedió el titulo de “venerable” y el papa Pío XII llevo a cabo su canonización, el 23 de junio de 1947.

lunes, 22 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 22/06/2020. Lunes de la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario

El Señor apartó a Israel de su presencia y solo quedó la tribu de Judá
Primera Lectura. Segundo libro de los Reyes 17, 5-8. 13-15a. 18
En aquellos días, avanzó Salmanasar, rey de Asiria, contra todo el país, comenzando por Samaria, a la que puso sitio durante tres años, hasta que, el año noveno de Oseas, el rey de Asiría la conquistó. Deportó a Israel a Asiria y lo estableció en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, así como en las ciudades de los medos, Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, sustrayéndolos a la mano del faraón, rey de Egipto; porque dieron culto a otros dioses y siguieron las costumbres de aquellas naciones que el Señor había expulsado ante ellos. Pues el Señor había advertido a Israel y a Judá, por boca de todos los profetas y videntes: «Convertíos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y decretos, conforme a la ley que prescribí a vuestros padres y que les transmití por mano de mis siervos a los profetas». Pero no hicieron caso, manteniendo dura la cerviz como habían hecho sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios. Despreciaron así sus leyes y la alianza que estableció con sus padres, tanto como las exigencias que les impuso. Y se encolerizó el Señor sobremanera contra Israel, apartándolos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 59, 3. 4-5. 12-13
Que tu mano salvadora, Señor, nos responda. 
Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas 
estabas airado, pero restáuranos. 

Que tu mano salvadora, Señor, nos responda. 
Has sacudido y agrietado el país: 
repara sus grietas, que se desmorona. 
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, 
dándole a beber un vino de vértigo. 

Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.
Tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas. 
Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. 
Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. 

Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.
Sácate primero la viga del ojo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 7,1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano» 

Palabra de Dios

San Paulino de Nola

Nació en Burdeos (Francia) el año 355 en el seno de una familia patricia. Siguió una carrera política llena de honores. Durante un viaje a España contrajo matrimonio con Terasia, de la que tuvo un hijo. Conoció a san Ambrosio y al joven san Agustín que lo llevaron a la fe cristiana y lo prepararon para el bautismo. Después, deseando vivir más austera y evangélicamente, renunció a todos sus bienes y decidió llevar junto con su mujer una vida eremítica austerísima.

Se estableció en Nola, cerca de Nápoles, adonde le atraía la tumba de san Félix, lugar popular de peregrinaciones. Consagrado obispo de aquella ciudad en torno al año 400, promovió el culto de san Félix, atendió a los peregrinos y puso verdadero empeño en aliviar las necesidades y miserias de su tiempo.

Fue un hombre culto, abierto a la problemática eclesial de su tiempo, relacionado con personalidades importantes de la Iglesia. Compuso poemas notables por la belleza de su lenguaje. Murió el año 431.

Oración: Señor, Dios nuestro, tú has querido enaltecer a tu obispo san Paulino de Nola por su celo pastoral y su amor a la pobreza; concede a cuantos celebramos hoy sus méritos imitar los ejemplos de su vida de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Santo Tomás Moro

Nació en Londres el año 1478. Estudió en Londres y Oxford. Fue laico, casado y padre de cuatro hijos, amigo de los franciscanos y al parecer miembro de la Tercera Orden Franciscana, humanista y jurista, escritor y hombre de gobierno, canciller del Reino. Era considerado uno de los humanistas si no el humanista más grande a nivel europeo.


Su obra más conocida se titula Utopía, y es uno de los textos paradigmáticos de la filosofía política. Un "hombre verdaderamente completo" lo denominó Pío XI. Porque fue coherente con sus convicciones cristianas, cayó en desgracia del rey Enrique VIII al oponerse a sus pretensiones divorcistas y al negarse a jurar la supremacía espiritual del monarca sobre la del papa.

Fue encarcelado en la Torre de Londres y luego decapitado el 6 de julio de 1535. Por sus dotes naturales y por su fe, supo enfrentarse a la muerte con la sonrisa en los labios. Canonizado por Pío XI en 1935, Juan Pablo II, el año 2000, lo proclamó patrono de los gobernantes y políticos. [Su memoria se celebra el 22 de junio, asociada a la de san Juan Fisher].

Oración: Señor, tú has querido que el testimonio del martirio sea perfecta expresión de la fe; concédenos, te rogamos, por la intercesión de san Juan Fisher y de santo Tomás Moro, ratificar con una vida santa la fe que profesamos de palabra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 19 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 19/06/2020. Viernes de la decimoprimera semana de Tiempo Ordinario. El Sagrado Corazón de Jesús

El Señor se enamoró de vosotros y os eligió
Primera Lectura. Deuteronomio 7, 6-11
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios; el Señor, tu Dios, te eligió para que seas, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor a vosotros y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la casa de esclavitud, del poder del Faraón, rey de Egipto. Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es Dios; él es el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y observan sus preceptos, por mil generaciones. Pero castiga en su propia persona a quien lo odia, acabando con él. No se hace esperar; a quien lo odia, lo castiga en su propia persona. Observa, pues, el precepto, los mandatos y decretos que te mando hoy que cumplas».

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10 (R.: 17)
La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios. 

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen. 
Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa, 
y te colma de gracia y de ternura. 

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen. 
El Señor hace justicia 
y defiende a todos los oprimidos; 
enseño sus caminos a Moisés 
y sus hazañas a los hijos de Israel. 

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen. 
El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia. 
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. 

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Dios nos amó
Primera Lectura. Primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

Palabra de Dios



Soy manso y humilde de corazón
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobres vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra de Dios


San Romualdo Abad 1027

Anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, nació en Ravena (Italia) hacia el año 952, de la noble familia ducal de los Onesti.

Aunque creció como un joven mundano, esclavo de sus pasiones, algunas veces aspiró a ideales más elevados. La muerte de un pariente suyo a manos de su propio padre durante un duelo, hizo que el joven escapase horrorizado, y se internase en un monasterio cercano, donde permaneció por tres años en la más absoluta austeridad y fervor.

Luego, el santo permaneció por años en compañía de un santo ermitaño, quien veló por la total conversión y formación de San Romualdo, de manera que éste pudiese predicar con ardor y corazón a Jesús. Justamente, el anuncio del evangelio fue uno de sus más grandes sueños, y contando con el permiso del Papa, decidió partir a Hugría para iniciar su misión evangelizadora. Sin embargo, una terrible enfermedad impidió su viaje, y San Romualdo, que siempre estuvo atento a las señales de Dios, se dio cuenta que el Padre Celestial no lo quería para esa misión.

Por treinta años, el santo fundó numerosas ermitas y monasterios por toda Italia. El monasterio más famoso del santo es el de Camáldoli, fundado por él alrededor del año 1012, y donde impuso reglas aún más severas que las de San Benito, dando inicio a una nueva congregación llamada Camaldulense, en la cual unió la vida cenobítica con la eremítica.

Luego de permanecer algunos años en Camáldole, el santo retornó a sus viajes apostólicos. Pero la muerte lo sorprendió mientras estaba visitando la región de Val-di-Castro ,cerca de Fabriano (Italia), falleciendo el 19 de junio de 1027.

Oración: Oh Dios, que has renovado en tu Iglesia la vida eremítica por medio del abad san Romualdo, haz que, negándonos a nosotros mismos para seguir a Cristo, merezcamos llegar felizmente al reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.