domingo, 16 de abril de 2017

Lecturas y Santoral 16/04/2017. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
"Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados".

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Salmo Responsorial. 117, 1-2. l6ab-17. 22-23
Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.

Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo
Segunda Lectura. Carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios.


SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua."

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

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Él había de resucitar de entre los muertos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra de Dios.

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Santa Bernardita o María Bernarda Soubirous




Nació en Lourdes (Francia) el año 1844 de una familia pobre. Desde pequeña cuidó ovejas, rezaba el rosario, era analfabeta y tenía poca memoria. A los catorce años, a partir del 11 de febrero de 1858, la Virgen María se le apareció hasta dieciocho veces en los Pirineos, cerca de Lourdes, dentro de la gruta de Massabielle, junto al río Gave, y le dijo: "Yo soy la Inmaculada Concepción", mensaje que ella no podía comprender entonces. La Señora le encargó que pidiera a los sacerdotes que construyeran allí una iglesia. Durante mucho tiempo no se le dio crédito y tuvo que sufrir mucho.

Por su medio María Inmaculada llamaba a los pecadores a la conversión, suscitando un gran celo de oración y amor, principalmente como servicio a los enfermos y pobres. En 1866, deseosa de salir del revuelo que se había producido y de encontrar sosiego para su alma, ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Nevers.

No tardaron en llegar las enfermedades que la tuvieron postrada en cama muchos años: asma, tuberculosis, tumor óseo en la rodilla. Murió en Nevers el 16 de abril de 1879.

Santa Engracia, Virgen y Mártir



En tiempos del emperador Diocleciano (285-305) se produjo una de las más crueles y violentas persecuciones a los cristianos. A España, el Emperador envió como prefecto al cruel Daciano, quien hizo mártires a muchos cristianos que no renegaron de su fe.

Uno de estos mártires fue Santa Engracia, noble joven cristiana que se encontraba de paso en Zaragoza, y estaba acompañada de un numeroso cortejo para encontrarse con su prometido y luego contraer matrimonio cristiano. Valiente y guiada sin duda alguna por el Espíritu Santo, la Santa se presentó -junto con su séquito- ante Daciano y le reprochó su cruel conducta y actitud. El emperador, desoyendo los reproches de la santa, intentó, con halagos y promesas, que la santa renegase de su fe, recibiendo de ella la más firme negativa, pues Santa Engracia permaneció firme en su amor a Jesús.

Furioso, Daciano ordenó que la torturasen, junto con su valiente séquito, y luego él mismo le dio muerte.

Aprobación de la primera regla Franciscana



En 1209, san Francisco hizo escribir la "forma de vida" o regla que el Señor le había inspirado y que se componía sobre todo de breves fragmentos evangélicos. En la primavera de aquel mismo año, el Santo y sus once primeros compañeros se trasladaron a Roma y obtuvieron del papa Inocencio III que se la aprobara verbalmente, con lo que nacía en la Iglesia un nuevo género de vida, una nueva Orden.

San Francisco, en su Testamento, relata así el acontecimiento: "Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me enseñaba qué debería hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo hice que se escribiera en pocas palabras y sencillamente, y el señor Papa me lo confirmó".

Recordando ese hecho trascendental, la familia de san Francisco renueva el 16 de abril su profesión en la vida franciscana.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, aciprensa.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, www.corazones.org, vatican.va, catholic.net, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

sábado, 15 de abril de 2017

15/04/2017 Sábado. Vigilia Pascual en la Noche Santa. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor.

Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno
Primera Lectura. Génesis 1, 1. 26-31a
Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
Y dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Sal 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22.
La misericordia del Señor llena la tierra.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La misericordia del Señor llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.

La misericordia del Señor llena la tierra.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.

La misericordia del Señor llena la tierra.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

La misericordia del Señor llena la tierra.
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Sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Segunda Lectura. Génesis 22, 1-18
En aquellos días Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
—¡Abrahán !
El respondió: —Aquí me tienes.
Dios le dijo: —Toma a tu querido hijo único, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en
sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.
[Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevo consigo a dos criados y a su hijo Isaac;
cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.
El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus
criados: —Quedaos aquí con el asno;yo con el muchacho iré hasta allá para adorar y después
volveremos con vosotros.
Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego
y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre: —Padre.
El respondió: —Aquí estoy, hijo mío.
El muchacho dijo: —Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el
sacrificio?
Abrahán contestó: —Dios proveerá al cordero para el sacrificio, hijo mío.
Y siguieron caminando juntos]
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, [Abrahán levantó allí el altar y apiló
la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces]
Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo;pero el ángel del Señor le gritó desde el
cielo: —¡Abrahán, Abrahán!
El contestó: —Aquí me tienes.
El ángel le ordenó : —No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios,
porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se
acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
[Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del
Señor ve».]
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
—«Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: por haber hecho esto, por no haberte
reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las
estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas
de ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia,
porque me has obedecido.»

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
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Los hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco
Tercera Lectura. Éxodo 14, 15-15, 1
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
—¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú,
alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en
medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los
persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de
los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a
costa del Faraón, de sus carros y de los guerreros.
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a
retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás,
poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La
nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar
contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la
noche un fuerte viento del Este que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas
entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a
derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en
medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio desde la columna
de fuego y nube y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus
carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto:
—Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.
Dijo el Señor a Moisés:
—Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y
sus jinetes.
Y extendió Moisés su mano sobre el mar;y al amanecer volvía el mar a su curso de
siempre. Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el Señor derribó a los egipcios en
medio del mar.
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón,
que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar;las aguas les hacían
de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los
egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico al Señor.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18

Cantemos al Señor, sublime es su victoria
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballo y jinete ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. El es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

Cantemos al Señor, sublime es su victoria
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.

Cantemos al Señor, sublime es su victoria
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible;tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Cantemos al Señor, sublime es su victoria
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás.

Cantemos al Señor, sublime es su victoria
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Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor
Cuarta Lectura. Isaías 54, 5-14
El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es el Señor de los Ejércitos.
Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra.
Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada, —dice tu Dios—.
Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira
te escondí un instante mi rostro,
pero con misericordia eterna te quiero
—dice el Señor, tu redentor—.
Me sucede como en tiempo de Noé:
Juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti ni amenazarte.
Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas,
no se retirará de ti mi misericordia ni mi alianza de paz vacilará —dice el Señor, que te
quiere—.
¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada!
Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros;
te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda, y muralla de piedras preciosas.
Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento
en la justicia. Estarás lejos de la opresión, y no tendrás que temer;y lejos del terror, que no
se acercará.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se
rían de mí.
Sacaste mi vida del abismo, y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante, su bondad de por vida;
al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí, Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
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Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua
Quinta Lectura. Isaías 55, 1-11
Esto dice el Señor:
Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero:
venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David:
a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de naciones;
tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti;
por el Señor, tu Dios,
por el Santo de Israel que te honra.
Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos —oráculo
del Señor—.
Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes, que vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come;
así será mi Palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad,
y cumplirá mi encargo.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, el fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Tañed para el Señor que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
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Camina a la claridad del resplandor del Señor
Sexta Lectura. Baruc 3, 9-15. 32-4, 4
Escucha, Israel, mandatos de vida, presta oído para aprender prudencia.
¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra
extranjera,
que estés impuro con los muertos, que te cuenten con los del Abismo? —Es que
abandonaste la sabiduría.
Si hubieras seguido el camino de Dios, habitarías en paz para siempre.
Aprende dónde se encuentra la prudencia, el valor y la inteligencia,
así aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz.
¿Quién encontró su puesto o entró en sus almacenes?
El que todo lo sabe la conoce, la examina y la penetra.
El que creó la tierra para siempre y la llenó de animales cuadrúpedos;
el que manda a la luz, y ella va, la llama, y le obedece temblando;
a los astros, que velan gozosos en sus puestos de guardia,
los llama y responden: «Presentes»;
y brillan gozosos para su Creador.
El es nuestro Dios y no hay otro frente a él:
investigó el camino del saber y se lo dio a su hijo Jacob, a su amado, Israel.
Después apareció en el mundo y vivió entre los hombres.
Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna:
los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán.
Vuélvete, Jacob, a recibirla, camina a la claridad de su resplandor;
no entregues a otros tu gloria ni tu dignidad a un pueblo extranjero.
¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor!

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Sal 18, 8. 9. 10. 11


Señor, tienes palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.

Señor, tienes palabras de vida eterna.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

Señor, tienes palabras de vida eterna.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y eternamente justos.

Señor, tienes palabras de vida eterna.

Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulce que la miel
de un panal que destila.

Señor, tienes palabras de vida eterna.
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Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo
Séptima Lectura. Ezequiel 36, 16-28
Me vino esta Palabra del Señor:
Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus
acciones, como sangre inmunda fue su proceder ante mí.
Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en el
país, por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los esparcí entre las naciones,
anduvieron dispersos por los países;
según su proceder, según sus acciones los sentencié.
Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre;
decían de ellos: «Estos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido.»
Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las naciones a las
que se fue.
Por eso, di a la casa de Israel:
Esto dice el Señor:
No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por
vosotros, en las naciones a las que habéis ido.
Mostraré la santidad de mi nombre grande,
profanado entre los gentiles,
que vosotros habéis profanado en medio de ellos;
y conocerán los gentiles que yo soy el Señor —oráculo del Señor—, cuando les haga
ver mi santidad al castigaros.
Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra
tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo;arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu,
Y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré
vuestro Dios.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial. Sal 41, 3. 5bcd;42, 3. 4

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Desahogo mi alma conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de
Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Envía tu luz y tu verdad;que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
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Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte
Lectura San Pablo. Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11
Hermanos:
Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su
muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo
fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará
también en una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo,
quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la
esclavitud al pecado;porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él;pues
sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más;la
muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de
una vez para siempre;y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/



Salmo Responsorial. Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23

Aleluya, aleluya, aleluya.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Aleluya, aleluya, aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré, para contar las hazañas del Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, es un milagro patente.
 
Aleluya, aleluya, aleluya.
 
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Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 28, 1-10
Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
«Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado, No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado».
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de alegría y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Palabra de Dios.

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viernes, 14 de abril de 2017

Lecturas y Santoral 14/04/2017 Viernes Santo - Semana Santa

Él fue traspasado por nuestras rebeliones.
Primera Lectura. Isaías (52,13–53,12)
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos corno ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial Salmo 30,2.6.12-13.15-16.17.25

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti , Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: "Tú eres mi Dios."
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen.

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

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Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación
Segunda Lectura. Carta a los Hebreos (4,14-16;5,7-9)
Hermanos:
Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de la fe.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.
Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presento oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aún siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que lo obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios.

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Pasión de nuestro Señor Jesucristo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1–19,42):
¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:



+«¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+«Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+«¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó:
+«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco.



Dijo entonces Jesús a Pedro:
+«Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»

Llevaron a Jesús primero a Anás
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.»



Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»



C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:
+«Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»



C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
+«Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.



Mi reino no es de este mundo
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»



C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
+«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó:
+«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. «Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:+«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:



S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color purpúra. Pilato les dijo:



S. «Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
C. Pilato les dijo:S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:S. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
C. Jesús le contestó:+«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»



¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:



S. «Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César.»
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.


Lo crucificaron, y con él a otros dos
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."»
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está.»

Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:



+«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo:
+«Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+«Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+«Está cumplido.»



C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Y al punto salió sangre y agua
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.



El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.»

Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó.



Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.



Palabra del Señor.

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