miércoles, 23 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 23/09/2020. Miércoles de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan
Primera Lectura. Proverbios 30, 5-9
Las palabras de Dios son de fiar, él es escudo para los que esperan en él. No añadas nada a sus palabras, te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que robe por necesidad y ofenda el nombre de mi Dios. 

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 118, 29. 72. 89. 101. 104. 163

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Considero tus mandatos,
y odio el camino de la mentira.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu ley.

Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algunos no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos». Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes. 

Palabra de Dios


San Pío de Pietrelcina

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanación en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el padre, Grazio Forgione, y la madre, Maria Giuseppa Di Nunzio, ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguió de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada por sus parientes y amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre nos obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fué uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, ingresó como clérigo a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y es enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.

El Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fué lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, tras 8 años de sacerdocio, cuando rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": "¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....".

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados "grupos de oración" y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre de 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. El Padre Pío celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar hubo 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre... A los dos días murmurando por largas horas "Jesús, María!", muere el Padre Pío, a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto por la partida de este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

El funeral del Padre Pío fue impresionante ya que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasaran a despedirse. Se calcula que más de cien mil personas participaron del entierro. Al morir desaparecieron los estigmas con el cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural.

Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

El 18 de diciembre, de 1997, Su Santidad Juan Pablo II pronunció venerable al Padre Pío. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación y canonización, es ciertamente la parte más importante del proceso.

Fue beatificado por su S.S. Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 en una solemne Concelebración Eucarística en la Plaza San Pedro.

El 16 de junio del 2002 fue declarado San Pío de Pietrelcina en presencia de S.S. Juan Pablo II, en una solemne misa en la Plaza San Pedro.

martes, 22 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 22/09/2020. Martes de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

Sentencias diversas
Primera Lectura. Proverbios 21, 1-6. 10-13
El corazón del rey es una acequia que el Señor canaliza adonde quiere. El hombre juzga recto su camino, pero el Señor pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia el Señor lo prefiere a los sacrificios. Ojos altivos, corazón ambicioso; faro de los malvados es el pecado. Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado, indigencia. Tesoros ganados con boca embustera, humo que se disipa y trampa mortal. El malvado se afana en el mal, nunca se apiada del prójimo. Castigas al cínico y aprende el inexperto, pero el sabio aprende oyendo la lección. El honrado observa la casa del malvado y ve cómo se hunde en la desgracia. Quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite. 

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 118, 1. 27. 30. 34. 35. 44

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.

Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, l9-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Palabra de Dios

San Mauricio

La legión de Tebas fue una de esas que Diocleciano sacó del Este para componer su ejército para su expedición a la Galia. Maximiliano, al cruzar los Alpes, hizo un alto con su ejército para que los soldados pudieran descansar. Llegaron a Octodurun, una ciudad en Rhône sobre el lago de Ginebra. Aquí Maximiliano dió orden de que todo el ejército se uniese para hacer un sacrificio a los dioses por el éxito de la campaña. La legión de Tebas se retiró de allí y acampó cerca de Agauno ahora llamado Saint Maurice d´Agaune, a tres leguas de Octodurun. El emperador les mandó de nuevo las órdenes para que volviesen al campamento y se unieran a los sacrificios; y, ante su constante y unánime negación ordenó que fueran diezmados. Así, se dió muerte a diez hombres, elegidos por sorteo; el resto, mientras tanto se exortaban los unos a los otros a la perseverancia.

Después de la primera matanza se comenzaría una segunda a menos que los soldados acataran las órdenes; pero gritaron que sufrirían lo más extremo antes de hacer algo contrario a su religión. Fueron animados principalmente por tres de sus oficiales, Mauricio, Exuperius y Cándido.

El emperador mandó nuevas amenazas de que si persisitían en su desobediencia ninguno de entre ellos escaparía de la muerte. La legión contestó con una debida amonestación, la esencia de la cual se contiene aquí: "Somos tus soldados, pero los siervos del verdadero Dios. Solo te debemos servicio y obediencia militar pero no podemos renunciar a Él que es nuestro maestro y creador. Tú nos ordenas castigar a los cristianos: mira, nosotros somos tales. Tenemos armas en nuestras manos pero no opondremos resistencia, porque preferimos morir como inocentes." Esta legión estaba constituída por alrededor de 6600 hombres. Maximiliano ordenó a todo su ejército que los rodeara y los cortara en trozos. No se resistieron, sino que dejaron caer sus armas y sufrieron una carnicería como inocentes ovejas. El suelo se cubrió con sus cuerpos, y arroyos de sangre corrían por todos lados. Estos mártires son llamados por Fortunato "La Feliz Legión". Su festividad se menciona en este día en los martiriólogos de San Jerónimo, Bead y otros.

San Alfonso de Orozco

Nació en la localidad de Oropesa, Diócesis de Avila, en el año de 1500, y desde temprana edad sintió el fervoroso deseo de consagrarse al servicio de Dios. Realizó sus estudios en Talavera y en Toledo para luego continuarlos en la universidad de Salamanca, donde gracias a los sermones de Santo Tomás de Villanueva, tomó los hábitos de la orden de lo Ermitaños de San Agustín a la edad de 22 años.

Tras su ordenación, Fray Alfonso se entregó en cuerpo y alma a la enseñanza, la predicación y otras actividades de su apostolado, y su profundo conocimiento del alma humana y su evidente bondad, le hicieron muy solicitado como confesor. En cuatro ocasiones, fue prior de otras tantas casas de agustinos y dos años más tarde fue nombrado predicador de la corte y enseguida comenzó a ejercer su influencia sobre la nobleza, a quienes atraía tanto por la elocuencia de sus sermones como por la calidad exquisita de su música, a la que era muy afecto y destacaba por su destreza.

Durante treinta años realizó el trabajo de mantener la vida cristiana en su más alto nivel de entre la nobleza y la gentilidad, así como entre la servidumbre de la corte española. Falleció a la edad de noventa años, fue beatificado en 1881, y canonizado en el 2002 por Juan Pablo II.

José Aparicio Sanz y 232 compañeros mártires

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó en Roma a 233 mártires de la persecución religiosa en España durante los años 1936 y 1937, inmolados en distintos lugares y fechas, y estableció que su fiesta conjunta se celebre el 22 de septiembre.

Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros: sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas de las distintas órdenes y congregaciones, hombres y mujeres seglares, casados y solteros, ancianos y jóvenes, etc. De cada uno de ellos hacemos memoria en el día de su martirio. Entre ellos hay 49 miembros de la Familia Franciscana: 4 Franciscanos (Bto. Pascual Fortuño y Comps.); 6 Conventuales (Bto. Alfonso López y Comps.); 12 Capuchinos y 5 Clarisas-Capuchinas (Bto. Aurelio de Vinalesa y Comps.); 19 Terciarios Capuchinos y 3 Terciarias Capuchinas(Bto. Vicente Cabanes y Comps.); también hay Terciarios, miembros de la Orden Franciscana Seglar, laicos o sacerdotes seculares. A ellos nos referimos en las fechas de sus respectivos martirios.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 21/09/2020. Lunes de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario. San Mateo Apóstol

Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelistas
Primera Lectura. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que está sobre todos, actúa por medio de todos y ésta en todos. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 18, 2-3. 4-5

A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

A toda la tierra alcanza su pregón.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

A toda la tierra alcanza su pregón.

Sígueme. Él se levantó y lo siguió
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

Palabra de Dios

San Mateo Apóstol y Evangelista

Las noticias sobre él son pocas e incompletas pero sí se puede trazar el perfil que ofrece el Evangelio. Mateo está siempre presente en las listas de los Doce elegidos por Jesús (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,15; He 1,13). En hebreo, su nombre significa "don de Dios". El primer evangelio canónico que lleva su nombre, nos lo presenta en la lista de los doce con un apelativo muy preciso "el publicano" (Mt 10,3). De este modo se identifica con el hombre sentado en el despacho de impuestos, a quien Jesús llama a su seguimiento: "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo "sígueme". Él se levantó y le siguió" (Mt 9,9). También san Marcos (Mc 2,13-17) y san Lucas (Lc 5, 27-30) narran la llamada del hombre sentado en el despacho de impuestos, pero lo llaman "Leví".

Los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico: en el pasaje que precede a la narración de la llamada se refiere un milagro realizado por Jesús en Cafarnaún (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12), y se alude a la cercanía del mar de Galilea, es decir, el lago de Tiberíades (Mc 2, 13-14). De ahí se puede deducir que Mateo desempeñaba la función de recaudador en Cafarnaún, situada precisamente "junto al mar" (Mt 4,13), donde Jesús era huésped fijo en la casa de Pedro.

Basándonos en estas sencillas constataciones que se encuentran en el Evangelio, podemos hacer un par de reflexiones. La primera es que Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los evangelios hablan en más de una ocasión de "publicanos y pecadores" (Mt 9,10; Lc 15,1), de "publicanos y prostitutas" (Mt 21,31). Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia (Mt 5,46: sólo aman a los que aman) y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como "jefe de publicanos, y rico" (Lc 19,2), mientras que la opinión popular los tenía por "hombres ladrones, injustos, adúlteros" (Lc 18,11).

Ante estas referencias, salta a la vista un dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2,17). La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!". Y Jesús comenta "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18,13-14). Por tanto, con la figura de Mateo, los evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos efectos en su existencia.

A este respecto, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo: observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando esas personas. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron llamados mientras estaban pescando; y Mateo precisamente mientras recaudaba impuestos. Se trata de oficios de poca importancia -comenta el Crisóstomo-, "pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca". Así pues, la llamada de Jesús llega también a personas de bajo nivel social, mientras realizan su trabajo ordinario.

Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica: Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios. Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente: tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme" (Mt 19,21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta en comunión con Jesús.


Ya no tenemos el Evangelio escrito por san Mateo en hebreo o arameo, pero en el Evangelio griego que nos ha llegado seguimos escuchando todavía, en cierto sentido, la voz persuasiva del publicano Mateo que, al convertirse en apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Jesús. Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión.La tradición de la Iglesia antigua concuerda en atribuir a san Mateo la paternidad del primer Evangelio. Esto sucedió ya a partir de Papías, obispo de Gerápolis, en Frigia, alrededor del año 130. Escribe Papías: "Mateo recogió las palabras [del Señor] en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo (en Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica III, 39,16). El historiador Eusebio añade este dato: "Mateo, que antes había predicado a los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba; de este modo trató de sustituir con un texto escrito lo que perdían con su partida aquellos de los que se separaba".

San Beda el Venerable, presbítero - Homilía 21 (CCL 122,149-151)
Jesús lo vio y, porque lo amó, lo eligió

Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sígueme. Sígueme, que quiere decir: «Imítame». Le dijo: Sígueme, más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que permanece en Cristo debe vivir como vivió él.

El -continúa el texto sagrado- se levantó y lo siguió. No hay que extrañarse del hecho de que aquel recaudador de impuestos, a la primera indicación imperativa del Señor, abandonase su preocupación por las ganancias terrenas y, dejando de lado todas sus riquezas, se adhiriese al grupo que acompañaba a aquel que él veía carecer en absoluto de bienes. Es que el Señor, que lo llamaba por fuera con su voz, lo iluminaba de un modo interior e invisible para que lo siguiera, infundiendo en su mente la luz de la gracia espiritual, para que comprendiese que aquel que aquí en la tierra lo invitaba a dejar sus negocios temporales era capaz de darle en el cielo un tesoro incorruptible.

Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. La conversión de un solo publicano fue una muestra de penitencia y de perdón para muchos otros publicanos y pecadores. Ello fue un hermoso y verdadero presagio, ya que Mateo, que estaba destinado a ser apóstol y maestro de los gentiles, en su primer trato con el Señor arrastró en pos de sí por el camino de la salvación a un considerable grupo de pecadores. De este modo, ya en los inicios de su fe, comienza su ministerio de evangelizador que luego, llegado a la madurez en la virtud, había de desempeñar.

Pero, si deseamos penetrar más profundamente el significado de estos hechos, debemos observar que Mateo no sólo ofreció al Señor banquete corporal en su casa terrena, sino que le preparó, por su fe y por su amor, otro banquete mucho más grato en la casa de su interior, según aquellas palabras del Apocalipsis: Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.

Nosotros escuchamos su voz, le abrimos la puerta y lo recibimos en nuestra casa, cuando de buen grado prestamos nuestro asentimiento a sus advertencias, ya vengan desde fuera, ya desde dentro, y ponemos por obra lo que conocemos que es voluntad suya. Él entra para comer con nosotros, y nosotros con él, porque, por el don de su amor, habita en el corazón de los elegidos, para saciarlos con la luz de su continua presencia, haciendo que sus deseos tiendan cada vez más hacia las cosas celestiales y deleitándose él mismo en estos deseos como en un manjar sabrosísimo.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 19/09/2020. Sábado de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario

Se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible
Primera Lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 35-37. 42-49
Hermanos: Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?» Insensato, lo que tú siembras no recibe vida si (antes) no muere. Y al sembrar, no siembras el cuerpo que llegará a ser, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de cualquier otra planta. Lo mismo es la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso; se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual. Si hay un cuerpo animal, lo hay también espiritual. Efectivamente, así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en viviente. El último Adán, un espíritu vivificante. Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 55, 10. 11-12. 13-14

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Lo de la tierra buena son los que guardan la palabra y dan fruto perseverancia
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. La otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola. Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”. El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto con perseverancia».

Palabra de Dios

Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net


San Genaro y Compañeros Mártires

Mártir, Obispo de Benevento. Se cree que San Genaro sufrió persecución por Diocleciano, c.305. Con respecto a la historia de su vida y martirio conocemos bastante poco. Las colecciones varias de "Hechos", aunque numerosas (cf. Biblioteca Hagiographica Latina, n. 4115-4140) son extremadamente tardías y poco confiables. Beda (c. 733) en su "Martyrologium" sintetizó la llamada "Acta Bononiensia" (ver Quentin, "Les Martyrologes historiques", 76). Podemos rastrear desde esta fuente la siguiente acepción en el actual Martirologio Romano, aunque la referencia del milagro de la licuefacción es una adición de una fecha más reciente. "En Pozzuoli en Campania [la memoria] de los santos mártires Jenaro, Obispo de Benevento, Festo, y Desiderio, lector, junto con Socio, diácono de la iglesia de Misenas, Próculo, diácono de Pozzouli, Eutiques y Acucio, quienes tras sufrir cadenas y prisión fueron decapitados en el tiempo el Emperador Diocleciano. El cuerpo de San Genaro fue llevado a Nápoles, donde fue sepultado honorablemente en la iglesia, donde su santa sangre es conservada en una redoma de cristal y al estar cerca de su cabeza, se torna líquida y burbujea como si estuviera fresca."

En el Breviario se da un recuento más largo. Ahí se nos dice que "Timoteo, Presidente de Campania", fue el oficial que condenó a los mártires, que Genaro fue arrojado a un horno ardiente, pero las llamas no lo tocaban, y que después el santo y sus compañeros fueron expuestos a bestias salvajes en el anfiteatro sin ningún efecto. Timoteo, al declarar que eso se debía a la magia y ordenar la decapitación de los mártires, fue atacado por la ceguera, pero Genaro lo curó y cinco mil personas fueron convertidas a Cristo antes de que los mártires fueran degollados. Entonces, como dice la lección del Breviario, "las ciudades de esas costas pelearon por obtener los cuerpos para honrarse como sus sepulcros y asegurarse de tenerlos como abogados ante Dios. Por Su Voluntad, las reliquias de Genaro fueron llevadas finalmente a Nápoles, después de haber sido trasladadas de Pozzuoli a Benevento y de ahí a Monte Vergine. Cuando las reliquias llegaron de ese lugar a Nápoles, fueron puestas en la iglesia principal y han alcanzado gran fama por los abundantes milagros. Entre estos resulta destacable el haber calmado erupciones del Monte Vesubio, cuando pareció que tanto las cercanías como lugares alejados iban a ser destruidos. También es bastante conocido y constituye un hecho claro que se puede ver hasta nuestros días, que la sangre de San Jenaro, que se conserva seca en un pequeña redoma de cristal, se pone a la vista de la cabeza de dicho mártir, empieza a bullir y a burbujear de una forma muy extraña, como si estuviera fresca y recién derramada."

Es especialmente este milagro de la licuefacción el que ha dado celebridad al nombre de Genaro y en esto ocuparemos nosotros nuestra atención. Establezcamos cuanto antes que la suposición de truco o impostura deliberada está fuera de cuestión, como ahora están dispuestos a admitir los oponentes honestos. Por más de cuatrocientos años ha ocurrido la licuefacción en intervalos frecuentes. Si fuera un truco sería necesario admitir que todos los arzobispos de Nápoles y un sinnúmero de eclesiásticos eminentes por su saber y muchas veces por su gran santidad fueron cómplices del fraude, así como un número de funcionarios seglares; porque la reliquia está tan protegida, que su exposición requiere de la presencia de tanto autoridades civiles como eclesiásticas.

Oración: Tú que nos concedes, Señor, venerar la memoria de tu mártir san Jenaro, otórganos también la gracia de gozar de su compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 18/09/2020. Viernes de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario

Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido
Primera Lectura. Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12-20
Hermanos: Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado... si es que los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 16, 1. 6-7. 8 y 15

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Palabra de Dios


José de Copertino

Nació en el año 1603 en Copertino, pueblo del sur de Italia, de familia pobre y honrada. Desde joven mostró tener muy escasas las dotes intelectuales y las habilidades manuales. Superando muchas dificultades ingresó en la Orden de los franciscanos conventuales y sólo gracias a la fuerte ayuda de Dios llegó al presbiterado.

Tras su ordenación sacerdotal se entregó de lleno al sagrado ministerio, inflamado en celo de las almas. Adornado de carismas singulares, éxtasis y levitaciones, por lo que es conocido como el "Santo de los vuelos", los superiores tuvieron que cambiarlo con frecuencia de un convento a otro, huyendo del fanatismo popular.

Descolló por su obediencia, humildad, paciencia y caridad para con los necesitados de Dios. Manifestó ardiente devoción a los misterios de la vida de Cristo, en especial la Eucaristía, y a la Madre de Dios.

Sus biógrafos dicen que lograba transmitir su santa y franciscana alegría mediante el modo de orar, enriquecido por atractivas composiciones musicales y versos populares que entusiasmaban a sus oyentes, reavivando su devoción.

Murió en Ósimo (Marcas) en 1663.

Oración: Dios de misericordia, que con admirable sabiduría has querido que tu Hijo, al ser levantado de la tierra, atrajera todas las cosas hacia él, concédenos, por intercesión de san José de Copertino, tender a la perfección que nos has propuesto en la persona de tu Hijo, y vernos libres de la malicia de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 16/09/2020. Miércoles de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario

Quedan la fe, la esperanza, el amor. La más grande es el amor
Primera Lectura. Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31 13, 13

Hermanos: Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excepcional. Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas; pero no tengo amor, no sería nada. Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor. 

Palabra de Dios.

Salmo Responsorial. 32, 2 3. 4-5. 12 y 22

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Hemos tocado y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado". Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

Palabra de Dios

Santos Cornelio y Cipriano

[El 14 de septiembre se dio sepultura al primero y sufrió martirio el segundo; su memoria se celebra el 16 del mismo mes]

Debido a la violencia de la persecución de Decio, la sede pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses tras el martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa por su humildad y su bondad, en marzo del año 251, al cesar la persecución del emperador Decio. Adoptó una actitud indulgente en la praxis penitencial para acoger a los que habían apostatado en la persecución, y así, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la apostasía.

Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución; se opuso al rigorista Novaciano quien provocó un cisma, pero con la ayuda sobre todo de Cipriano pudo imponer su autoridad. La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae por el emperador Galo. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Papa, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe. El santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro para luego ser decapitado en Civitavecchia, puerto de Roma, en septiembre del año 253. Su cuerpo, trasladado a Roma, fue sepultado en el cementerio de Calixto.

La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano, y la estrecha asociación entre ambos se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa.

San Cipriano

Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Convertido a la fe y ordenado sacerdote, fue elegido obispo de su ciudad el año 249. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus escritos, desempeñando un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África.

Convertido al cristianismo en edad adulta, el santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretada la violenta persecución de Valeriano en aquella ciudad.

En dicha persecución fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso a Cartago para compadecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme por lo que fue decapitado el 14 de septiembre del año 258.

Fue importante por sus escritos, pero sobre todo como pastor, cuya influencia se dejó sentir no sólo en el norte de África sino también en las Iglesias de España.

Oración: Oh Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires intrépidos a los santos Cipriano y Cornelio, concédenos, por su intercesión, fortaleza de ánimo y de fe para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Juan Macías

Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.

Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.

Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos. Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Por las austeridades a las que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de su santificación.

El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. El propio Virrey y la nobleza de Lima acudían a él en busca de consejos. Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios. Murió el 16 de septiembre de 1645 y fue canonizado el 28 de septiembre de 1975 por Pablo VI.

martes, 15 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 15/09/2020. Martes de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario. Bienaventurada Virgen de los Dolores

Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna
Primera Lectura. Hebreos 5, 7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 30, 2-3a. 3b-4. 5-6. 15-16. 20

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte. por tu nombre dirígeme y guíame.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios». 
En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen, y concedes
a los que a ti se acogen a la vista de todos.      

Sálvame, Señor, por tu misericordia.

SECUENCIA

La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.
¡Oh cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.
Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que tanto amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Palabra de Dios

Nuestra Señora la Virgen de los Dolores

Después de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia ha venido celebrando la participación de María en la pasión de su Hijo. Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de septiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores durante la Pasión, centrando así la mirada principalmente en la compasión de María al pie de la cruz, la Dolorosa, la Piedad. Más adelante, esta visión se fue ampliando hasta abarcar los siete dolores de la Virgen o las siete espadas clavadas en su corazón: la espada de dolor anunciada por el anciano Simeón, la huida a Egipto, la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo, el camino del calvario, la crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Cristo y soledad de su Madre.

A los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de septiembre de todos los años.

Refiriéndose a esta celebración, escribía Pablo VI que es "ocasión propicia para revivir un momento decisivo de la historia de la salvación y para venerar junto con el Hijo exaltado en la Cruz a la Madre que comparte su dolor".

Oración: Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Lecturas y Santoral 14/09/2020. Lunes de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario. La Exaltación de la Santa Cruz

Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida
Primera Lectura. Números 21, 4b-9

En aquellos días, el pueblo se cansó de caminar, y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

Salmo Responsorial. 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38
No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado.

No olvidéis las acciones del Señor.
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor.

No olvidéis las acciones del Señor.
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza.

No olvidéis las acciones del Señor.
Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor.

No olvidéis las acciones del Señor.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
Tiene que ser elevado el Hijo del Hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

La exaltación de la Santa Cruz.


Para la Iglesia es una fiesta del Señor, en la que celebramos el misterio de la cruz, la obra realizada por Cristo en ella. La imagen predominante es la de Jesús elevado en la cruz, que marca profundamente la vida y espiritualidad de los cristianos.

Según la tradición, hoy es el aniversario del hallazgo de la santa Cruz (14 de septiembre del 320, por Santa Elena, madre del emperador Constantino) y de la dedicación de la basílica constantiniana levantada en el mismo lugar de la crucifixión del Señor. Cada año se celebraban en Jerusalén solemnes ceremonias que culminaban con la elevación del sagrado leño para que lo contemplase y adorase la multitud de fieles que se congregaba.

En mayo del 614, Cosroas, rey de los persas, saqueó Jerusalén y se llevó la cruz a su país. Pero el emperador Heraclio derrotó a los persas, recuperó la cruz y la entregó solemnemente al patriarca de Jerusalén el 3 de mayo del 630. Esta recuperación llenó de entusiasmo a la Iglesia y particularmente a los latinos, que no tardaron en celebrar la fiesta de la santa Cruz en esta última fecha.

Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada.

Los fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, se produjeron muchos milagros.

Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

El Signo de la Cruz

Desde niños hemos aprendido a trazar sobre nosotros el signo de la cruz. Esa Cruz nos recuerda a un Dios cercano y entregado por nosotros. Nos infunde esperanza, nos enseña el camino, nos asegura la victoria final en Cristo resucitado. Pero ese gesto tiene un significado más hondo. Al hacer la Cruz desde la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, consagramos nuestra frente, boca y pecho, expresando así el deseo de acoger el misterio de Dios trinidad en nosotros, de manera que los pensamientos de nuestra mente, las palabras que pronuncien nuestra boca y los sentimientos y deseos que nazcan de nuestro pecho sean los de un creyente que vive desde la confianza total en el Padre, siguiendo fielmente al Hijo encarnado en Jesús, y dejándose inspirar por la acción del Espíritu Santo.

Todo lo que es parte de nuestra vida puede ser ocasión de oración. Una alegría o una preocupación, un momento feliz o una desgracia, un éxito o un temor. Nos santiguamos ante un peligro o al comenzar una obra buena. Nos dirigimos a la Santísima Trinidad desde lo que estamos viviendo en ese momento.

Catequesis de San Juan Crisóstomo (Cat 3, 13-19: SC50, 174-177)


San Juan Crisóstomo nació en Antioquía, fue monje y gran predicador, obispo de Constantinopla. Doctor de la Iglesia, es desterrado por combatir los errores y los pecados de su pueblo, especialmente de la Corte imperial, y muere en el exilio. Para saber más sobre su vida ver el día 13 de Septiembre del Santoral.

"¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que la profetizaron y recorramos las antiguas Escrituras. 'Inmolad, dice Moisés, un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la casa' [Ex 12, 5.7]. ¿Qué dices, Moisés? La sangre de un cordero irracional ¿puede salvar a los hombres dotados de razón? "Sin duda, responde Moisés: no porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del Señor"...

"¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor: Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, 'uno de los soldados se acercó con la lanza, y le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre' [Jn 19,34]: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía... Con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambos del costado. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva".


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