viernes, 23 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 23/09/2022 Viernes. San Pío de Pietrelcina, presbítero.

Cada cosa tiene su momento bajo el cielo
Primera Lectura. Eclesiastés 3, 1 -11

Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de destruir tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de arrojar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Comprobé la tarea que Dios ha encomendado a los hombres para que se ocupen en ella: todo lo hizo bueno a su tiempo, y les proporcionó el sentido del tiempo, pero el hombre no puede llegar a comprender la obra que hizo Dios, de principio a fin. 

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 143, 1a y 2abc. 3-4

Bendito el Señor, mi Roca.
Bendito el Señor, mi Roca,
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio.

Bendito el Señor, mi Roca.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Bendito el Señor, mi Roca.

Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro respondió: «El Mesías de Dios». Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Palabra de Dios

San Pío de Pietrelcina

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas en la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanación en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el padre, Grazio Forgione, y la madre, Maria Giuseppa Di Nunzio, ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguió de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada por sus parientes y amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre nos obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fué uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, ingresó como clérigo a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y es enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.

El Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fué lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, tras 8 años de sacerdocio, cuando rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": "¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios qué confusión y qué humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....".

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, donde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados "grupos de oración" y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre de 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. El Padre Pío celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar hubo 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre. A los dos días murmurando por largas horas "Jesús, María!", muere el Padre Pío, a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto por la partida de este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

El funeral del Padre Pío fue impresionante ya que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasaran a despedirse. Se calcula que más de cien mil personas participaron del entierro. Al morir desaparecieron los estigmas con el cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural.

Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

El 18 de diciembre, de 1997, Su Santidad Juan Pablo II pronunció venerable al Padre Pío. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación y canonización, es ciertamente la parte más importante del proceso.

Fue beatificado por su S.S. Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 en una solemne Concelebración Eucarística en la Plaza San Pedro.

El 16 de junio del 2002 fue declarado San Pío de Pietrelcina en presencia de S.S. Juan Pablo II, en una solemne misa en la Plaza San Pedro.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 22/09/2022 Jueves de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

Nada hay nuevo bajo el sol
Primera Lectura. Eclesiastés 1, 2-11

¡Vanidad de vanidades! - dice Qohelet - ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad!
¿Qué saca el hombre de todas los afanes con que se afana bajo el sol?
Una generación se va, otra generación viene, pero la tierra siempre permanece.
Sale el sol, se pone el sol, se afana por llegar a su puesto, y de allí vuelve a salir. Sopla hacia el sur, gira al norte, gira que te gira el viento, y vuelve el viento a girar.
Todos los ríos se encaminan al mar, y el mar nunca se llena; pero siempre se encaminan los ríos al mismo sitio.
Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír.
Lo que pasó volverá a pasar; lo que ocurrió volverá a ocurrir: nada hay nuevo bajo el sol.
De algunas cosas se dice: "Mira, esto es nuevo". Sin embargo, ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros.
Nadie se acuerda de los antiguos, y lo mismo pasará con los que vengan: sus sucesores no se acordarán de ellos.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: "Retornad, hijos de Adán".
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
"A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?".
Y tenía ganas de verlo.

Palabra de Dios

San Mauricio
La legión de Tebas fue una de esas que Diocleciano sacó del Este para componer su ejército para su expedición a la Galia. Maximiliano, al cruzar los Alpes, hizo un alto con su ejército para que los soldados pudieran descansar. Llegaron a Octodurun, una ciudad en Rhône sobre el lago de Ginebra. Aquí Maximiliano dió orden de que todo el ejército se uniese para hacer un sacrificio a los dioses por el éxito de la campaña. La legión de Tebas se retiró de allí y acampó cerca de Agauno ahora llamado Saint Maurice d´Agaune, a tres leguas de Octodurun. El emperador les mandó de nuevo las órdenes para que volviesen al campamento y se unieran a los sacrificios; y, ante su constante y unánime negación ordenó que fueran diezmados. Así, se dió muerte a diez hombres, elegidos por sorteo; el resto, mientras tanto se exortaban los unos a los otros a la perseverancia.

Después de la primera matanza se comenzaría una segunda a menos que los soldados acataran las órdenes; pero gritaron que sufrirían lo más extremo antes de hacer algo contrario a su religión. Fueron animados principalmente por tres de sus oficiales, Mauricio, Exuperius y Cándido.

El emperador mandó nuevas amenazas de que si persisitían en su desobediencia ninguno de entre ellos escaparía de la muerte. La legión contestó con una debida amonestación, la esencia de la cual se contiene aquí: "Somos tus soldados, pero los siervos del verdadero Dios. Solo te debemos servicio y obediencia militar pero no podemos renunciar a Él que es nuestro maestro y creador. Tú nos ordenas castigar a los cristianos: mira, nosotros somos tales. Tenemos armas en nuestras manos pero no opondremos resistencia, porque preferimos morir como inocentes." Esta legión estaba constituída por alrededor de 6600 hombres. Maximiliano ordenó a todo su ejército que los rodeara y los cortara en trozos. No se resistieron, sino que dejaron caer sus armas y sufrieron una carnicería como inocentes ovejas. El suelo se cubrió con sus cuerpos, y arroyos de sangre corrían por todos lados. Estos mártires son llamados por Fortunato "La Feliz Legión". Su festividad se menciona en este día en los martiriólogos de San Jerónimo, Beda y otros.

San Alfonso de Orozco

Nació en la localidad de Oropesa, Diócesis de Avila, en el año de 1500, y desde temprana edad sintió el fervoroso deseo de consagrarse al servicio de Dios. Realizó sus estudios en Talavera y en Toledo para luego continuarlos en la universidad de Salamanca, donde gracias a los sermones de Santo Tomás de Villanueva, tomó los hábitos de la orden de lo Ermitaños de San Agustín a la edad de 22 años.

Tras su ordenación, Fray Alfonso se entregó en cuerpo y alma a la enseñanza, la predicación y otras actividades de su apostolado, y su profundo conocimiento del alma humana y su evidente bondad, le hicieron muy solicitado como confesor. En cuatro ocasiones, fue prior de otras tantas casas de agustinos y dos años más tarde fue nombrado predicador de la corte y enseguida comenzó a ejercer su influencia sobre la nobleza, a quienes atraía tanto por la elocuencia de sus sermones como por la calidad exquisita de su música, a la que era muy afecto y destacaba por su destreza.

Durante treinta años realizó el trabajo de mantener la vida cristiana en su más alto nivel de entre la nobleza y la gentilidad, así como entre la servidumbre de la corte española. Falleció a la edad de noventa años, fue beatificado en 1881, y canonizado en el 2002 por Juan Pablo II.

José Aparicio Sanz y 232 compañeros mártires

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó en Roma a 233 mártires de la persecución religiosa en España durante los años 1936 y 1937, inmolados en distintos lugares y fechas, y estableció que su fiesta conjunta se celebre el 22 de septiembre.

Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros: sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas de las distintas órdenes y congregaciones, hombres y mujeres seglares, casados y solteros, ancianos y jóvenes, etc. De cada uno de ellos hacemos memoria en el día de su martirio. Entre ellos hay 49 miembros de la Familia Franciscana: 4 Franciscanos (Bto. Pascual Fortuño y Comps.); 6 Conventuales (Bto. Alfonso López y Comps.); 12 Capuchinos y 5 Clarisas-Capuchinas (Bto. Aurelio de Vinalesa y Comps.); 19 Terciarios Capuchinos y 3 Terciarias Capuchinas (Bto. Vicente Cabanes y Comps.); también hay Terciarios, miembros de la Orden Franciscana Seglar, laicos o sacerdotes seculares. A ellos nos referimos en las fechas de sus respectivos martirios.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 21/09/2022 Miércoles de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario. San Mateo, apóstol y evangelista

 Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelizadores

Primera Lectura. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7. 11-13
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

Salmo Responsorial. Sal 18, 2-3. 4-5
A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

A toda la tierra alcanza su pregón.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

A toda la tierra alcanza su pregón.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

Sígueme. Él se levantó y lo siguió
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
"Sígueme".
Él se levantó y lo siguió.
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
"¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?"
Jesús lo oyó y dijo:
"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Palabra de Dios.


San Mateo Apóstol y Evangelista

Las noticias sobre él son pocas e incompletas pero sí se puede trazar el perfil que ofrece el Evangelio. Mateo está siempre presente en las listas de los Doce elegidos por Jesús (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,15; He 1,13). En hebreo, su nombre significa "don de Dios". El primer evangelio canónico que lleva su nombre, nos lo presenta en la lista de los doce con un apelativo muy preciso "el publicano" (Mt 10,3). De este modo se identifica con el hombre sentado en el despacho de impuestos, a quien Jesús llama a su seguimiento: "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo "sígueme". Él se levantó y le siguió" (Mt 9,9). También san Marcos (Mc 2,13-17) y san Lucas (Lc 5, 27-30) narran la llamada del hombre sentado en el despacho de impuestos, pero lo llaman "Leví".

Los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico: en el pasaje que precede a la narración de la llamada se refiere un milagro realizado por Jesús en Cafarnaún (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12), y se alude a la cercanía del mar de Galilea, es decir, el lago de Tiberíades (Mc 2, 13-14). De ahí se puede deducir que Mateo desempeñaba la función de recaudador en Cafarnaún, situada precisamente "junto al mar" (Mt 4,13), donde Jesús era huésped fijo en la casa de Pedro.

Basándonos en estas sencillas constataciones que se encuentran en el Evangelio, podemos hacer un par de reflexiones. La primera es que Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los evangelios hablan en más de una ocasión de "publicanos y pecadores" (Mt 9,10; Lc 15,1), de "publicanos y prostitutas" (Mt 21,31). Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia (Mt 5,46: sólo aman a los que aman) y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como "jefe de publicanos, y rico" (Lc 19,2), mientras que la opinión popular los tenía por "hombres ladrones, injustos, adúlteros" (Lc 18,11).

Ante estas referencias, salta a la vista un dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2,17). La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!". Y Jesús comenta "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18,13-14). Por tanto, con la figura de Mateo, los evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos efectos en su existencia.

A este respecto, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo: observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando esas personas. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron llamados mientras estaban pescando; y Mateo precisamente mientras recaudaba impuestos. Se trata de oficios de poca importancia -comenta el Crisóstomo-, "pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca". Así pues, la llamada de Jesús llega también a personas de bajo nivel social, mientras realizan su trabajo ordinario.

Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica: Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios. Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente: tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme" (Mt 19,21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta en comunión con Jesús.

La tradición de la Iglesia antigua concuerda en atribuir a san Mateo la paternidad del primer Evangelio. Esto sucedió ya a partir de Papías, obispo de Gerápolis, en Frigia, alrededor del año 130. Escribe Papías: "Mateo recogió las palabras [del Señor] en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo (en Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica III, 39,16). El historiador Eusebio añade este dato: "Mateo, que antes había predicado a los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba; de este modo trató de sustituir con un texto escrito lo que perdían con su partida aquellos de los que se separaba".

Ya no tenemos el Evangelio escrito por san Mateo en hebreo o arameo, pero en el Evangelio griego que nos ha llegado seguimos escuchando todavía, en cierto sentido, la voz persuasiva del publicano Mateo que, al convertirse en apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Jesús. Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión.

martes, 20 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 20/09/2022 Martes de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

Sentencias diversas
Primera Lectura. Libro de los Proverbios 21, 1-6. 10-13

El corazón del rey es una acequia que el Señor canaliza adonde quiere.
El hombre juzga recto su camino, pero el Señor pesa los corazones.
Practicar el derecho y la justicia el Señor lo prefiere a los sacrificios.
Ojos altivos, corazón ambicioso; faro de los malvados es el pecado.
Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado, indigencia.
Tesoros ganados con boca embustera, humo que se disipa y trampa mortal.
El malvado se afana en el mal, nunca se apiada del prójimo.
Castigas al cínico y aprende el inexperto, pero el sabio aprende oyendo la lección.
El honrado observa la casa del malvado y ve cómo se hunde en la desgracia.
Quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 118, 1. 27. 30. 34. 35. 44
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás.

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, l9-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
"Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
Él respondió diciéndoles:
"Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen".

Palabra de Dios

San Andrés Kim y Compañeros Mártires

La fiesta que hoy recordamos es conocida como la de San Andrés Kim y Compañeros Mártires. Fue la primera canonización que se realizó fuera de Roma en los últimos 700 años, y es que la situación lo ameritaba, porque estaban siendo premiados con la santidad el primer sacerdote coreano y sus 102 compañeros.

San Andrés Kim, el primer sacerdote de la Iglesia en el oriente, creció comprendiendo el valor de defender su fe. Él nació el 21 de agosto de 1821, años antes su bisabuelo había muerto martirizado, y cuando sólo era un niño, tuvo que afrontar por el mismo motivo, la muerte de su padre, mientras su madre era destinada a vivir en la calle y pedir limosna, debido a la represión religiosa que azotó Corea hasta finales del siglo XIX, y que hoy, un siglo más tarde, sigue estando vigente.

En 1836 Andrés fue elegido como seminarista por un misionero que pasaba por su población. En 1844 fue ordenado diácono en China y un año más tarde ordenado sacerdote en Shangai. De allí se dirigió nuevamente a Corea en donde cumplió la gran parte de su trabajo pastoral.

Sirvió al Señor como sacerdote sólo un año y pocos meses. En junio de 1846 fue arrestado y enviado a una cárcel en Seúl; allí estuvo tres meses y el 16 de septiembre fue decapitado, cuando apenas tenía 26 años. Entre sus pertenencias se encontró una carta en coreano, dirigida a sus fieles. "En este difícil tiempo, para ser victorioso se debe permanecer firme usando toda nuestra fuerza y habilidades como valientes soldados completamente armados en el campo de batalla".

Junto con el padre Kim se destaca la canonización del laico Pablo Chong, nacido en Korea en 1795. Sus padres, una hermana y un hermano, fueron martirizados entre los años 1801 y 1839. Cuando tenía 20 años partió hacia Seúl para tratar de reconstruir la Iglesia en este lugar. Decidió intentar llevar misioneros al país pero sus intentos se vieron bloqueados por la misma persecución, uno de ellos, murió antes de poder ingresar al país.

En 1839, a la edad de 45 años, fue arrestado por ser considerado como uno de los que había intentado llevar misioneros extranjeros a Korea. Fue decapitado en Seúl el 22 de septiembre.

Las figuras del Padre Andrés y de Pablo Chong son sólo una pequeña muestra de la persecución religiosa de la que son víctimas los cristianos en el oriente. En la actualidad los católicos no gozan de plena libertad para practicar su fe y como sucedió con estos santos, siguen siendo perseguidos por sus creencias.

Su amor a Dios y la Iglesia fue reconocido el 19 de junio de 1988, cuando el Papa Juan Pablo II canonizó y proclamo santos a 117 mártires que derramaron su sangre en la Conchinchina, Annam y Tonkín, en la actualidad el norte de Vietnam. Entre los mártires había 11 españoles, un grupo de franceses, y los demás coreanos. Ellos murieron víctimas de suplicios, hambre, sed, asfixia, insultos y burlas. Murieron perdonando todo lo que les habían hecho.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 19/09/2022 Lunes de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

El Señor detesta al perverso
Primera Lectura. Libro de los Proverbios 3, 27-34

Hijo mío:
No niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano concedérselo.
Si tienes, no digas al prójimo: "Anda, vete; mañana te lo daré".
No trames daños contra tu prójimo, mientras vive confiado contigo a tu lado; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño alguno; no envidies al hombre violento, ni trates de imitar su conducta, porque el Señor detesta al perverso y pone su confianza en los honrados; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del justo; el Señor se burla de los burlones y concede su gracia a los humildes.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5
El justo habite en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

El justo habite en tu monte santo, Señor.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

El justo habite en tu monte santo, Señor.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

El justo habite en tu monte santo, Señor.
El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
-"Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

Palabra de Dios


San Genaro y Compañeros Mártires

Mártir, Obispo de Benevento. Se cree que San Genaro sufrió persecución por Diocleciano, c.305. Con respecto a la historia de su vida y martirio conocemos bastante poco. Las colecciones varias de "Hechos", aunque numerosas (cf. Biblioteca Hagiographica Latina, n. 4115-4140) son extremadamente tardías y poco confiables. Beda (c. 733) en su "Martyrologium" sintetizó la llamada "Acta Bononiensia" (ver Quentin, "Les Martyrologes historiques", 76). Podemos rastrear desde esta fuente la siguiente acepción en el actual Martirologio Romano, aunque la referencia del milagro de la licuefacción es una adición de una fecha más reciente. "En Pozzuoli en Campania [la memoria] de los santos mártires Jenaro, Obispo de Benevento, Festo, y Desiderio, lector, junto con Socio, diácono de la iglesia de Misenas, Próculo, diácono de Pozzouli, Eutiques y Acucio, quienes tras sufrir cadenas y prisión fueron decapitados en el tiempo el Emperador Diocleciano. El cuerpo de San Genaro fue llevado a Nápoles, donde fue sepultado honorablemente en la iglesia, donde su santa sangre es conservada en una redoma de cristal y al estar cerca de su cabeza, se torna líquida y burbujea como si estuviera fresca."

En el Breviario se da un recuento más largo. Ahí se nos dice que "Timoteo, Presidente de Campania", fue el oficial que condenó a los mártires, que Genaro fue arrojado a un horno ardiente, pero las llamas no lo tocaban, y que después el santo y sus compañeros fueron expuestos a bestias salvajes en el anfiteatro sin ningún efecto. Timoteo, al declarar que eso se debía a la magia y ordenar la decapitación de los mártires, fue atacado por la ceguera, pero Genaro lo curó y cinco mil personas fueron convertidas a Cristo antes de que los mártires fueran degollados. Entonces, como dice la lección del Breviario, "las ciudades de esas costas pelearon por obtener los cuerpos para honrarse como sus sepulcros y asegurarse de tenerlos como abogados ante Dios. Por Su Voluntad, las reliquias de Genaro fueron llevadas finalmente a Nápoles, después de haber sido trasladadas de Pozzuoli a Benevento y de ahí a Monte Vergine. Cuando las reliquias llegaron de ese lugar a Nápoles, fueron puestas en la iglesia principal y han alcanzado gran fama por los abundantes milagros. Entre estos resulta destacable el haber calmado erupciones del Monte Vesubio, cuando pareció que tanto las cercanías como lugares alejados iban a ser destruidos. También es bastante conocido y constituye un hecho claro que se puede ver hasta nuestros días, que la sangre de San Jenaro, que se conserva seca en un pequeña redoma de cristal, se pone a la vista de la cabeza de dicho mártir, empieza a bullir y a burbujear de una forma muy extraña, como si estuviera fresca y recién derramada."

Es especialmente este milagro de la licuefacción el que ha dado celebridad al nombre de Genaro y en esto ocuparemos nosotros nuestra atención. Establezcamos cuanto antes que la suposición de truco o impostura deliberada está fuera de cuestión, como ahora están dispuestos a admitir los oponentes honestos. Por más de cuatrocientos años ha ocurrido la licuefacción en intervalos frecuentes. Si fuera un truco sería necesario admitir que todos los arzobispos de Nápoles y un sinnúmero de eclesiásticos eminentes por su saber y muchas veces por su gran santidad fueron cómplices del fraude, así como un número de funcionarios seglares; porque la reliquia está tan protegida, que su exposición requiere de la presencia de tanto autoridades civiles como eclesiásticas.

Oración: Tú que nos concedes, Señor, venerar la memoria de tu mártir san Jenaro, otórganos también la gracia de gozar de su compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 18/09/2022 Domingo de la vigesimoquinta semana de Tiempo Ordinario

Contra los que «compran por dinero al pobre»
Primera Lectura. Amos 8, 4-7

Escuchad esto, los que pisoteáis al pobre y elimináis a los humildes del país, diciendo:
«¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el grano, y el sábado, para abrir los sacos de cereal - reduciendo el peso y aumentando el precio, y modificando las balanzas con engaño - ,para comprar al indigente por plata, y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?».
El Señor lo ha jurado por la gloria de Jacob: «No olvidará jamás ninguna de sus acciones».

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 112, 1-2. 4-6. 7-8
Alabad al Señor, que alza al pobre.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

Alabad al Señor, que alza al pobre.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Alabad al Señor, que alza al pobre.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.

Alabad al Señor, que alza al pobre.
Que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven
Segunda Lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8
Querido hermano:
Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto.
Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol - digo la verdad, no miento -, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.
Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando las manos limpias, sin ira ni divisiones.

Palabra de Dios


No podéis servir a Dios y al dinero
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 16, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando".
El administrador se puso a decir para sí:
"¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
"¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
Él le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó:
"Cien fanegas de trigo".
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta".
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

Palabra de Dios

José de Copertino

Nació en el año 1603 en Copertino, pueblo del sur de Italia, de familia pobre y honrada. Desde joven mostró tener muy escasas las dotes intelectuales y las habilidades manuales. Superando muchas dificultades ingresó en la Orden de los franciscanos conventuales y sólo gracias a la fuerte ayuda de Dios llegó al presbiterado.

Tras su ordenación sacerdotal se entregó de lleno al sagrado ministerio, inflamado en celo de las almas. Adornado de carismas singulares, éxtasis y levitaciones, por lo que es conocido como el "Santo de los vuelos", los superiores tuvieron que cambiarlo con frecuencia de un convento a otro, huyendo del fanatismo popular.

Descolló por su obediencia, humildad, paciencia y caridad para con los necesitados de Dios. Manifestó ardiente devoción a los misterios de la vida de Cristo, en especial la Eucaristía, y a la Madre de Dios.

Sus biógrafos dicen que lograba transmitir su santa y franciscana alegría mediante el modo de orar, enriquecido por atractivas composiciones musicales y versos populares que entusiasmaban a sus oyentes, reavivando su devoción.

Murió en Ósimo (Marcas) en 1663.

Oración: Dios de misericordia, que con admirable sabiduría has querido que tu Hijo, al ser levantado de la tierra, atrajera todas las cosas hacia él, concédenos, por intercesión de san José de Copertino, tender a la perfección que nos has propuesto en la persona de tu Hijo, y vernos libres de la malicia de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 17/09/2022 Sábado de la vigesimocuarta semana de Tiempo Ordinario

Se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible
Primera Lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 35-37. 42-49

Hermanos: Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?» Insensato, lo que tú siembras no recibe vida si (antes) no muere. Y al sembrar, no siembras el cuerpo que llegará a ser, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de cualquier otra planta. Lo mismo es la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso; se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual. Si hay un cuerpo animal, lo hay también espiritual. Efectivamente, así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en viviente. El último Adán, un espíritu vivificante. Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 55, 10. 11-12. 13-14

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre?

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Lo de la tierra buena son los que guardan la palabra y dan fruto perseverancia
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. La otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola. Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”. El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto con perseverancia».

Palabra de Dios


San Roberto Belarmino obispo y doctor de la Iglesia

Nació el año 1542 en Montepulciano (Toscana, Italia), de familia noble. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1560, estudió en el Colegio Romano y luego en Padua y Lovaina, donde también fue profesor. Recibió la ordenación sacerdotal en Gante el año 1570. Vuelto al Colegio Romano, enseñó teología, mantuvo brillantes disputas en defensa de la fe católica y publicó obras importantes.

Fue provincial de los jesuitas, teólogo del Papa y colaborador de varias Congregaciones romanas. Estuvo relacionado con los grandes personajes y santos de su tiempo, y entre sus amigos y dirigidos espirituales están Luis Gonzaga y Juan Berchmans.

Elegido cardenal y nombrado obispo de Capua, permaneció tres años en su diócesis como solícito pastor, hasta que regresó a sus tareas en Roma, donde murió el 17 de septiembre de 1621, día de las llagas de San Francisco, cuya memoria había conseguido que se celebrara en toda la Iglesia.

Oración: Señor, tú que dotaste a san Roberto Belarmino de santidad y sabiduría admirable para defender la fe de tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, la gracia de vivir con la alegría de profesar plenamente la fe verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Inclina mi corazón a tus preceptos (Del tratado de san Roberto Belarmino sobre la ascensión de la mente hacia Dios)

Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia; ¿quién, que haya empezado a gustar, por poco que sea, la dulzura de tu dominio paternal, dejará de servirte con todo el corazón? ¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? Cargad –nos dices– con mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo –añades– es llevadero y mi carga ligera. ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que halaga, y una carga que no pesa, sino que da nueva fuerza? Con razón añades: Y encontraréis vuestro descanso. ¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Qué más fácil, más suave, más dulce que amar la bondad, la belleza y el amor, todo lo cual eres tú, Señor, Dios mío?

¿Acaso no prometes además un premio a los que guardan tus mandamientos, más preciosos que el oro fino, más dulces que la miel de un panal? Por cierto que sí, y un premio grandioso, como dice Santiago: La corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. ¿Y qué es esta corona de la vida? Un bien superior a cuanto podamos pensar o desear, como dice san Pablo, citando al profeta Isaías: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.

En verdad es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no sólo aquel mandamiento, el primero y el más grande, es provechoso para el hombre que lo cumple, no para Dios que lo impone, sino que también los demás mandamientos de Dios perfeccionan al que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen en definitiva bueno y feliz. Por esto, si juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación, comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás dichoso; si no lo alcanzas, serás un desdichado.

Por consiguiente, debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como realmente malo lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo próspero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, los honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles.

Impresión de las llagas de San Francisco
Desde su conversión a Dios, san Francisco profesó una grandísima devoción a los misterios de la pasión del Señor, y no cesó de meditar y de predicar, con su vida y su palabra, a Cristo crucificado.

En septiembre de 1224, dos años antes de su muerte, se retiró al monte Alverna para consagrarse totalmente a la oración y la penitencia, y un día, mientras estaba sumido en contemplación, el Señor Jesús imprimió en su cuerpo -manos, pies y costado- los estigmas de su pasión. Le sangraban, le causaban grandes sufrimientos y le dificultaban su vida y actividades, pero no cesó de viajar y predicar mientras sus fuerzas se lo permitieron.

En vida del Santo, sus compañeros más cercanos pudieron ver las llagas de manos y pies, y a partir de su muerte todos pudieron contemplar también la llaga del costado. Benedicto XI concedió a la Orden franciscana celebrar cada año la memoria de este hecho, probado por testimonios fidedignos.

Oración: Dios de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de tu Hijo al bienaventurado padre Francisco para encender en nuestros corazones el fuego de tu amor, concédenos, por su intercesión, configurarnos a la muerte de Cristo para vivir eternamente con él. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Lecturas y Santoral 16/09/2022 Viernes. Santos Cornelio, Papa, y Cipriano, obispo, mártires

Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido
Primera Lectura. Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12-20

Hermanos: Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Pues bien: si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado. Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo, a quien no ha resucitado... si es que los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 16, 1. 6-7. 8 y 15

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Palabra de Dios


Santos Cornelio y Cipriano

[El 14 de septiembre se dio sepultura al primero y sufrió martirio el segundo; su memoria se celebra el 16 del mismo mes]

Debido a la violencia de la persecución de Decio, la sede pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses tras el martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa por su humildad y su bondad, en marzo del año 251, al cesar la persecución del emperador Decio. Adoptó una actitud indulgente en la praxis penitencial para acoger a los que habían apostatado en la persecución, y así, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la apostasía.

Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución; se opuso al rigorista Novaciano quien provocó un cisma, pero con la ayuda sobre todo de Cipriano pudo imponer su autoridad. La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae por el emperador Galo. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Papa, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe. El santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro para luego ser decapitado en Civitavecchia, puerto de Roma, en septiembre del año 253. Su cuerpo, trasladado a Roma, fue sepultado en el cementerio de Calixto.

La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano, y la estrecha asociación entre ambos se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa.

San Cipriano

Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Convertido a la fe y ordenado sacerdote, fue elegido obispo de su ciudad el año 249. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus escritos, desempeñando un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África.

Convertido al cristianismo en edad adulta, el santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretada la violenta persecución de Valeriano en aquella ciudad.

En dicha persecución fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso a Cartago para compadecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme por lo que fue decapitado el 14 de septiembre del año 258.

Fue importante por sus escritos, pero sobre todo como pastor, cuya influencia se dejó sentir no sólo en el norte de África sino también en las Iglesias de España.

Oración: Oh Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires intrépidos a los santos Cipriano y Cornelio, concédenos, por su intercesión, fortaleza de ánimo y de fe para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Juan Macías

Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.

Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.

Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos. Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Por las austeridades a las que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de su santificación.

El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. El propio Virrey y la nobleza de Lima acudían a él en busca de consejos. Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.

Murió el 16 de septiembre de 1645 y fue canonizado el 28 de septiembre de 1975 por Pablo VI.