Ellos ungieron a David como rey de Israel
Primera Lectura. Segundo libro de Samuel 5, 1-3
"Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: 'Tú pastorearás mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel'".
Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.
Palabra de Dios
Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Damos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios
"A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido".
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
"Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo".
Había también por encima de él un letrero:
"Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
"¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros".
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
-"¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo".
Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino".
Jesús le dijo: -"En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso".
Palabra de Dios
La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo es una festividad religiosa que originalmente fue promulgada por el Romano Pontífice Pío XI el día 11 de diciembre de 1925 a través de su encíclica Quas primas, al conmemorar un año Jubilar, el XVI centenario del I Concilio Ecuménico de Nicea (que definió y proclamó el dogma de la consubstancialidad del Hijo Unigénito con el Padre, además de incluir las palabras... "y su reino no tendrá fin", en el Símbolo o "Credo Apostólico", promulgando así la real dignidad de Cristo) estableciendo para su celebración el domingo anterior al día de Todos los Santos (1 de noviembre).
Desde 1970 la Solemnidad de Cristo Rey se celebra el último domingo per amnum, es decir el quinto domingo anterior a la Navidad (25 de diciembre). Por lo tanto, su fecha varía u oscila entre los días 20 y 26 de noviembre. Desde el Vaticano II esta festividad cierra el año litúrgico.
Nació en Valencia (España) el año 1882 en el seno de una familia muy cristiana, y desde pequeña mostró una gran religiosidad. Cuando manifestó el deseo de hacerse religiosa, su madre le recomendó una congregación de vida activa, pero ella le dijo que quería vivir bajo una regla más rigurosa. Y en 1902 entró en el monasterio de las clarisas capuchinas de Valencia.
Su vida religiosa ejemplar le ganó la estima y confianza de sus hermanas; ejerció los oficios de enfermera, refitolera, tornera, sacristana y maestra de novicias. Destacó por su sólida piedad, con una devoción particular a la Eucaristía y a la Inmaculada, su gran caridad y disponibilidad, su espíritu de oración y de penitencia.
Gozaba ya de fama de santidad cuando, el 18 de julio de 1936, tuvo que dejar el monasterio a causa de la persecución religiosa. Fue detenida por los milicianos, junto con otras religiosas, el 20 de noviembre de 1936 y fusilada aquel mismo día en el Picadero de Paterna (Valencia).
Juan Pablo II la beatificó, junto con otros mártires valencianos, el año 2001.
En una casa alquilada en la calle Maestro Chapí, 7, de Valencia (España), desde finales de julio de 1936 se habían refugiado quince religiosas de la Congregación de las Hermanas de la Doctrina Cristiana, entre las que estaba la Madre General. Trascurrieron los meses con registros continuos de los milicianos.
En la tarde del 20 de noviembre de 1936, un microbús se detuvo delante de la casa y una patrulla de milicianos les comunicó la orden de detención. Las llevaron al Picadero de Paterna (Valencia) y las fusilaron. Durante el viaje la Madre Sufragio las exhortaba a ofrecer la vida por Dios, a perdonar a sus verdugos y a rezar por ellos. Estos son sus nombres, con indicación del lugar y año de nacimiento:
Ángeles de San José Lloret Martí (Madre General), Villajoyosa (Alicante) 1875; María del Sufragio Orts Baldó (Vicaria General y Maestra de novicias), Altea (Alicante) 1888; María de Montserrat Llimona Planas (ex Superiora General), Molins de Rei (Barcelona) 1860; Teresa de San José Duart Roig, Benifayó de Espioca (Valencia) 1876; Isabel Ferrer Sabriá, Vilanova i la Geltrú (Barcelona) 1852; María de la Asunción Mongoche Homs, Ulldecona (Tarragona) 1859; María de la Concepción Martí Lacal, Carlet (Valencia) 1861; María Gracia de San Antonio, Valencia 1869; Corazón de Jesús Gómez Vives, Valencia 1881; María del Socorro Jiménez Baldoví, Sant Martí de Provençals (Barcelona) 1885; María de los Dolores Surís Brusola, Barcelona 1899; Ignacia del Santísimo Sacramento Pascual Pallardó, Valencia 1892; María del Rosario Calpe Ibáñez, Sueca (Valencia) 1855; María de la Paz López García, Turís (Valencia) 1885; y Marcela de Santo Tomás Navarro, provincia de Albacete.
Oración: Oh Dios, que manifiestas tu fuerza en nuestra debilidad, al celebrar con alegría el precioso martirio de tus siervas Ángeles y compañeras, concédenos que, fortalecidos con el Espíritu de tu amor, permanezcamos fieles en todas las circunstancias de la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Nació en Hildesheim, en Sajonia, Alemania, en el seno de una familia aristócrata emparentada con el poderoso emperador Otón I.
Al fallecer sus padres cuando él era apenas un niño, San Bernardo de Hildesheim fue enviado por su abuelo Adalberto, conde de Sajonia, a Utrecht, al cuidado de su tío Volkmar, que era obispo allí.
Más tarde, Bernardo estudia en la célebre escuela de la catedral de Hildesheim, y es ordenado sacerdote en Mainz.
Muerto Otón I, y también su primogénito Otón II en una emboscada de sarracenos, Otón III fue nombrado emperador, a pesar de que todavía era un niño. Entonces San Bernardo, sacerdote de 23 años de edad, fue llamado a la corte como capellán mayor y tutor del monarca.
Por el talento que mostró para la instrucción del joven emperador, en 992 San Bernardo recibió el nombramiento de obispo de Hildesheim, donde habría de predicar con la palabra y el ejemplo entre los sajones durante más de 25 años.
Desde pequeño, San Bernardo había sido aficionado a la orfebrería, y había aprendido a fundir y moldear metales, así como otras técnicas del oficio. Por esa razón durante su obispado fue siempre un decidido patrono de las artes y de la decoración y arquitectura de las construcciones religiosas.
En Sajonia, San Bernardo de Hildesheim estableció numerosos monasterios, y posibilitó el ingreso de los primeros monjes benedictinos a la región. En 1007 colocó la primera piedra de lo que sería la monumental iglesia de San Miguel.
A los 80 años de edad, vencido por la fatiga, San Bernardo se retiró del obispado, y él mismo ingresó entre los benedictinos como monje, esperando una muerte pacífica, como en efecto ocurrió dos años después, en 1022.
En 1192 fue canonizado por el papa Celestino III. San Bernardo de Hildesheim es el santo patrono de los orfebres y de las artes de la construcción.