jueves, 11 de abril de 2024

Lecturas y Santoral 11/04/2024 - Jueves. San Estanislao, obispo y mártir, m. obligatoria

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 5, 27-33

En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo: «¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre». Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen». Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 33, 2 y 9. 17-18. 19-20

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita,
el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra de Dios

 
San Estanislao de Cracovia

Nació en Szczepanowski (Cracovia, Polonia) hacia el año 1030. Hizo sus estudios en París y fue ordenado sacerdote por el obispo de Cracovia, Lamberto, a quien sucedió el año 1071, después de haber ejercido el ministerio como canónigo y predicador.

Fue un buen pastor al frente de su diócesis, ayudó a los pobres y oprimidos y cuidó la formación de sus clérigos, a los que visitaba todos los años. Defendió con entereza la libertad de la Iglesia, la civilización y las costumbres cristianas frente a las injusticias de su tiempo. El 11 de abril de 1097, mientras celebraba la eucaristía, fue asesinado por el rey Boleslao, a quien había increpado por su mala conducta.

Fue canonizado en Asís el año 1523 por Inocencio IV.

Oración: Señor, tú has otorgado a san Estanislao, tu obispo, la gracia de sucumbir en aras de tu gloria bajo la espada de los perseguidores; concédenos, por su intercesión, perseverar con firmeza en la fe, hasta la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Santa Gema Galgani

Santa Gemma nació el 12 de marzo de 1878 en el pueblo de Borgonovo de Capannori, Italia. Tuvo como padre a Enrique Galgani y Aurelia Landi, quienes tuvieron 8 hijos –Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y Julita–. De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.

Al día siguiente, Gemma fue bautizada por el Padre Pedro Quilici, Párroco de San Miguel, bajo los nombres de Gemma Hipólita Pía. Luego de un mes, toda la familia se mudó a Lucca, donde vivió el resto de su vida.

Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: "¡Gemmita! ¿Que estas haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: "Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración". Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús y a María?. Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.

Al hablar sobre su infancia, Santa Gemma señaló: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando... me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres".

Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía –me decía mamá– yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".

— "¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo. —"Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."

A los siete años de edad, el 26 de Marzo de 1885, Gemma recibió la Confirmación por medio de Mons. Nicolás Ghilardi, Arzobispo de Lucca. Durante la Ceremonia se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo:

— De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
— "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
— "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tu debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo, ¿sabes?, ¿me la entregas de buena gana?".
— Tuve que decir que sí. Acabada la misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.

Mi madre Santa María

Al morir su mamá, Gemma indicó: "Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: "¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre". Y también expresó: "¡Oh, cuántas veces –dice la santa– depositando en mi Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo".

Primera Comunión

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gemma tenía 9 años.

Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.

Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme bien para la primera comunión".

Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien sería su confesor ordinario.

Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar: "me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".

A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".

Más adelante, fallece su papá, situación dolorosa que produce la separación de los hermanos. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina Galgani y Domingo Lencioni.

Gemma poco a poco se fue alejando del Señor, aunque Él nunca la dejo de proteger y librar de pecados graves. Esta crisis se da hasta cuando tenía 20 años, en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo. Ella cuenta: "De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la tía para regresar a Lucca".

Al continuar el dolor, el médico la atendió y diagnóstico osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los inguinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.

El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, indicó: "le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu".

San Gabriel de la Dolorosa

Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor! Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.

Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".

Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí.... se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista."

Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."

En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.

"¿Y por qué?", le pregunté.

"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: 'Hermana mía...', y desapareció."

La curación

Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto: Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

—¿Quieres curarte?.
—"Todo me da igual", le respondí.
—Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón...
—"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
—"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)

"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano. ¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía: '¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!".

Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían a cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor.

Los estigmas

El 8 de Junio de 1899, Víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, luego de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima". Al respecto, Santa Gema cuenta: "Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que estuviese atenta y que se lo contara luego. Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del ángel de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: "Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija". Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre..."

Santa Gema, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este hermoso regalo se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes.

Su Confesor

Conversando con la señora Cecilia Gianni, Gema oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.

Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gema; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella escogió "la de Jesús".

Su Ángel de la Guarda

Santa Gema tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su corazón.

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gema en la casa Giannini. En el comedor de la casa hay un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente a el. Un día, al tiempo que Gema preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de Él. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

El combate contra el enemigo

Jesús dijo cierto día a Gema: "Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar". Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.

Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gema, y mas aún, ella solo quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se revolcara de rabia, porque no podía vencerla.

Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gema que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su triunfo.

En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro de su vida), se lo robó gritando: '¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos'; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción."

El P. Germán, enterado por una carta de Gema, se fue al sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.

Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el Ángel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres."

"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno de ellos!.."

Más adelante, al despedirse por última vez del Padre Germán, el demonio no reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses. Perturbaba su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales figuras contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para que este perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".

Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que amenazaban despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía: "Madre mía; me encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme de las manos de Jesús. Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".

Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo: "Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te conducirá a la victoria".

Entrega su vida por un pecador

Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).

El tránsito hacia el Padre Celestial

Gema había pedido a Jesús morir crucificada con Él, y crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un poco y Gema le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como Él". Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación... ¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos. Era Viernes Santo, 10 de Abril de 1903.

A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo: "Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a morir".

Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!... ¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma... Dile que tenga misericordia de mí".

De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante". Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.

Muere Santa Gema a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de Abril de 1903.

La profecía de Santa Gema se cumplió. Los pasionistas la rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que había acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el sacrificio de no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo lo demás.

Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.

La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.

Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gema. El Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre todo verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida nadie mejor que él había profundizado... "El 24 de Abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible, rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo. Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados. Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el mármol donde se realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le había pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.

El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en todo el mundo.

Gema fue Beatificada el 14 de Mayo de 1933, Año Santo del XIX Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.

Gema fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la Ascensión del Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gema será la piedra preciosa de nuestro Pontificado".

Los grandes amores de Santa Gema, durante toda su vida fueron Jesús Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión de las almas. Para ellos vivió toda su vida y por ellos murió como víctima de amor.

¡Santa Gemma Galgani, ruega por nosotros!

Oración compuesta por Santa Gemma

Aquí me tenéis postrada a vuestros Pies Santísimos,
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan continuos favores
como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
Cuántas veces os he invocado, ¡oh Jesús!,
me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a vos,
y siempre me habéis consolado .

¿Cómo podré expresaros mis sentimientos amado Jesús?
Os doy gracias... pero otra gracia quiero de Vos.
¡Oh, Dios mío! , si es de vuestro agrado...
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuerais Todopoderoso no os haría esta súplica.
¡Oh Jesús!, tened piedad de mí.
Hágase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
(Con licencia eclesiástica) 

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza." 

miércoles, 10 de abril de 2024

Lecturas y Santoral 10/04/2024 - Miércoles de la 2ª semana de Pascua

Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 5, 17-267

En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles: «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida». Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la celda, y volvieron a informar, diciendo: «Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando: «Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo». Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 3, 16-21
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra de Dios

Ezequiel, profeta (s. VII a. C.)

Cuando vive, ya se ha terminado el imperio asirio con la caída de Nínive; ahora los poderosos son los caldeos, con Nabucodonosor.

Es una época dificultosa para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey Josías, que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento, Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos la hizo imposible. En 598, los babilonios ponen cerco a Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín, que murió durante el asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del exilio.

Dos etapas enmarcan su acción profética

La primera es antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.). Aquí el hombre de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso optimismo, fruto de la presunción. “¿Cómo va Dios a abandonarnos? ¡Están las Promesas! Es imposible una catástrofe total”. Así razonaban ante los requerimientos del profeta. Es verdad que siglo y medio antes había permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén es otra cosa; Yahwéh habita en ella. Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruida con el Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador; solo queda aceptar con compunción y humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura, el profeta tiene una misión ingrata porque es un agorero de males futuros y próximos. Para la gente sencilla y las autoridades pasa por ser considerado como un judío despreciable que no tiene categoría para comprender los altos designios del Pueblo; es un derrotista ciego de pesimismo.

La segunda fase de su profecía se desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les había hecho cargar con los pecados de los antepasados. “¡Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera!”, es el grito unánime de protesta. Ezequiel se preocupará de hacerles ver que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional.

Y esto lo hace Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas preexílicos Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor. Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío. Frecuentemente, su mensaje viene expresado con el simbolismo de las visiones y también con el simbolismo de su propia existencia. Es conocidísima la visión “de los cuatro vivientes” (c. 1) en la que toda la creación simbolizada en el hombre, el toro, el león y el águila, son el trono del Creador que viene triunfante y esplendoroso a visitar a los exiliados de Mesopotamia. Y el expresivo contenido de la visión del “campo lleno de huesos” (c. 37) que reviven por el poder de Yahwéh, cubriéndose de nervios y carne, cobrando vida nuevamente. O la otra del “Templo que mana un torrente de aguas” (c. 47) para regar y hacer feracísima la nueva tierra con plenitud edénica. En todas ellas está vivo el mensaje de restauración nacional; volverá del exilio un pueblo purificado y vendrá con certeza una teocracia mesiánica.

Fue la vida profética de Ezequiel un período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía israelita.

Quizá hoy en la Iglesia convenga también un nuevo tipo religioso que, surgido en horas de aturdimiento y desaliento general, sea instrumento de Dios para salvar la crisis de conciencia que trae el desmoronamiento de los principios. Bien puede estar el secreto en copiar la fidelidad de Ezequiel.

San Miguel de los Santos Místico (1591-1625)

Nació en Vich, cerca de Barcelona, España, con el nombre de Miguel Argemir, en el seno de una familia devota.

Miguel queda huérfano siendo niño, por lo que es encomendado a unos tutores. Pero ya desde entonces sentía profundamente el llamado de la vocación religiosa. Incluso escapó en un par de ocasiones de su casa para internarse en un monte, pretendiendo llevar una vida de ermitaño, aunque fue devuelto a su hogar con sus deseos frustrados.

En 1603, cuando él contaba con 11 años de edad, fue recibido en el convento de los Trinitarios de Barcelona, y en 1607 profesa los votos de la Orden. Recibe el hábito de Descalzo, y pasa a llamarse desde entonces Miguel de los Santos.

Debido a su profundo fervor, y acaso a los extremos rigores ascéticos a los que se sometía (como periodos de penitencia en los que sólo comía pan y agua los jueves y los domingos), San Miguel de los Santos tuvo una vida mística muy intensa.

Se cuenta, por ejemplo, que cuando estudiaba teología en Salamanca antes de ordenarse como sacerdote, un día que el maestro hablaba al grupo sobre el amor de Cristo, San Miguel estaba tan absorto que se elevó del suelo y permaneció levitando un cuarto de hora, ante los ojos atónitos de sus compañeros y del profesor.

Los frecuentes e incontrolados arrebatos místicos y visiones extásicas llaman la atención de sus superiores, por lo que el Santo es enviado a Sevilla para ser examinado por sacerdotes expertos, quienes confirman la veracidad de los fenómenos.

A pesar de su sencillez extrema y de su encantadora modestia, cuando fue nombrado vicario general de los Padres Trinitarios en Valladolid supo actuar con delicadeza, comprensión, entrega y sentido práctico.

Entregado a la oración y al servicio, y padeciendo esos arranques de experiencia mística con que se privaba, San Miguel de los Santos contrajo fiebres tifoideas, que tras un grave suplicio le quitaron la vida en Valladolid, a los 34 años de edad.

Beatos Colombianos de San Juan de Dios, Mártires

En 1934 estalló en España una cruel persecución contra los católicos por parte de los comunistas, masones y de la extrema izquierda. En pocos meses fueron destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente afectados más de dos mil. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4100 sacerdotes seculares; 2300 religiosos; 283 religiosas y miles de laicos.

Unas de las víctimas de esta persecución fueron siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España a favor de los que padecían enfermedades mentales y se encontraban en condición de abandono. Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello. La Comunidad colombiana los había enviado a España a perfeccionar sus estudios de enfermería, y a asistir a los enfermos que vivian en un centro médicos ubicado en Ciempozuelos cerca de Madrid.

Hasta dicho lugar, llegaron personal del gobierno comunista español quienes les ordenaron abandonar el plantel y dejarlo en manos de empleados marxistas desconocedores de la medicina y de la dirección de centros médicos. Los siete jóvenes fueron hechos prisioneros y llevados a una cárcel de Madrid.

Gracias a la intercesión de la cancillería colombiana en el país, los jóvenes consiguieron su libertad, y ya su comunidad religiosa había gestionado los pasajes y viáticos para su retorno al país natal. Sin embargo, antes de abordar el tren que los transportaría a Barcelona, de donde partirían a Colombia, oficiales del gobierno comunista español los asesinaron cruelmente. El Cónsul de Colombia en España los identificó en el Hospital Clínico del país, y dio aviso a la congregación religiosa.

Pese a las protestas por parte del gobierno colombiano y de la cancillería en España, el gobierno comunista no realizó ninguna investigación pertinente, dejando sin castigo alguno a los responsables del asesinato de los religiosos.

El Papa Juan Pablo II beatificó a los siete religiosos en 1992, convirtiéndose en los primeros beatos del país latinoamericano.

Santa Magdalena de Canosa

Nació en Verona de una familia aristocrática en 1774. Muy niña quedó huérfana de padre y fue abandonada por la madre, que la confió a una institutriz y se casó de nuevo con un marqués. A los 17 años entró en el Carmelo de Trento y después en el de Cornegliano. Pero tuvo que salir para asumir la administración financiera de su casa principesca, aunque dominada siempre por el deseo de servir a los pobres. Acogió en su palacio a muchachas pobres.

En Venecia entró en la Fraternidad Hospitalaria y se consagró a la educación de las niñas abandonadas, extendiendo además su caridad a todas las obras de misericordia. Generosamente entregada a la vida espiritual, tuvo experiencias místicas.

Fundó un doble Instituto, Hijos e Hijas de la Caridad, para la educación de jóvenes. Murió en Verona el 10 de abril de 1835.

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

martes, 9 de abril de 2024

Lecturas y Santoral 09/04/2024 - Martes de la 2ª semana de Pascua, feria

Un solo corazón y una sola alma
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 4, 4, 32-37

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 92, lab. 1c-2. 5

El Señor reina, vestido de majestad
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.

El Señor reina, vestido de majestad
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno.

El Señor reina, vestido de majestad
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

El Señor reina, vestido de majestad

Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 3, 5a. 7b-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?» Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra de Dios

Santa María de Cleofas

Este Descenso de la Cruz, que proviene de un retablo del siglo XV, muestra a la Virgen María, María Salomé y María de Cleofás, así como a María de Magdala, San Juan Evangelista y José de Arimatea.

Nació probablemente en Palestina, contemporánea de Jesús. Pudo haber sido su tía, ya que al parecer estaba emparentada con la Virgen y San José. La María que se venera hoy era esposa (o quizás hija) de un hombre llamado Cleofás. El Evangelio de San Juan (19:25) la menciona como parte de los testigos de la Crucifixión. Pertenecía, por lo tanto, al círculo más íntimo de los discípulos de Jesús.

Según los demás Evangelios, ella era la madre del apóstol Santiago el Menor (Marcos, 15:40), por lo que a veces se le menciona como María la de Santiago.

Santa María de Cleofás se encontraba entre las mujeres que acudieron a la tumba de Jesús para ungir su cuerpo, pero fue entonces que se les apareció un ángel anunciándoles que el cadáver ya no estaba ahí. Fue así una de las primeras personas que testificó la Resurrección (Marcos, 16:1).

Santa María de Cleofás tuvo la dicha de compartir de cerca la vida de Jesús.

Santa Casilda de Toledo

En la vida de esta santa se mezclan a veces elementos legendarios e históricos. Nació en Toledo de un alto dignatario musulmán. En Toledo había prisioneros cristianos, y Casilda los trataba con misericordia y les llevaba víveres. Un día en que les llevaba comida en su delantal, la sorprendió su padre y, al querer averiguar lo que llevaba, encontró no alimentos sino rosas.

Los presos cristianos le hablaban de su fe, pero ella no podía abrazarla. Hasta que cayó gravemente enferma y los médicos no conseguían curarla. Los mismos presos le hablaron de las aguas de San Vicente, cerca de Briviesca en Burgos, que tenían poder curativo. La joven musulmana, con permiso de su padre, acudió a bañarse en aquellas aguas y, efectivamente, alcanzó la salud.

Decidió entonces quedarse en tierras cristianas, se preparó al bautismo y lo recibió, optó por la virginidad y abrazó la vida eremítica. Construyó allí cerca una ermita y un aposento adjunto en el que vivió muchos años entregada a la vida de piedad y oración, hasta que murió el 9 de abril de 1075.

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

lunes, 8 de abril de 2024

Lecturas y Santoral 08/04/2024 - Lunes. Anunciación del Señor, solemnidad

Mirad: la virgen está encinta
Primera Lectura. Isaías 7, 10-14; 8, 10

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
"Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo".
Respondió Ajaz:
-"No lo pido, no quiero tentar al Señor".
Entonces dijo Dios:
"Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios".

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: "Aquí estoy".

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
"Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad".
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí: para hacer ¡oh, Dios! tu voluntad.
Segunda Lectura. carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos:
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:
"Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo - pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí - para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad".
Primero dice: "Tú no quisiste ni sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la ley. Después añade: "He aquí que vengo para hacer tu voluntad".
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios


Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo".
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
"No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin".
Y María dijo al ángel:
"¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?".
El ángel le contestó:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, 'porque para Dios nada hay imposible'".
María contestó:
"He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra".
Y el ángel se retiró.

Palabra de Dios


La Anunciación del Señor

Hoy se celebra la Anunciación del Arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María. Es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen: la Encarnación del Hijo del eterno Padre en el seno de la Virgen por obra del Espíritu Santo. El Verbo se hace hijo de María y ésta se convierte en Madre de Dios. Esta fiesta se celebra nueve meses antes de la Natividad de Cristo. Es la celebración del anuncio del nacimiento de Cristo hecho a la Virgen María, como se narra en el Evangelio de San Lucas. Aunque esta fiesta es de origen apostólico, los primeros documentos auténticos de su celebración aparecen en el siglo VI.

San Lucas refiere que el ángel Gabriel, enviado por Dios a la Virgen María, se le presentó en Nazaret y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se conturbó, pero al ángel añadió: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir y a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, que será llamado Hijo del Altísimo”. María aclaró que no conocía varón, y el ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”. Entonces María dijo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. San Juan cierra así la escena: “Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros”.

“Consideremos al Arcángel Gabriel entrando a donde estaba María, para anunciarle que la Santísima Trinidad la ha elegido para ser Madre de Dios. Su humildad y su pudor alármanse ante esta noticia; pero es tranquilizada asegurándosele que será madre sin dejar de ser virgen. ‘Hágase en mí según tu palabra’, exclama; y, al instante, con la sangre purísima de la Virgen Inmaculada, el Espíritu Santo forma el cuerpo adorable de Jesús.”

Oración: Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Dionisio de Corinto, obispo (+ c. a. 180)

Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesárea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.

Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.

Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos. Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza… y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.

Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del “misterio” y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa -como uno más- para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!

Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, -junto al istmo y al golfo del mismo nombre- que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento. Entre los miles que van vienen, de vez en cuando un cristiano se acerca, contacta, trae noticias y lleva nuevas a otro sitio del Imperio. ¡Cómo aprovechó Dionisio sus posibilidades! Porque resalta su condición de escritor. Que se tengan noticias, mandó cartas a los cristianos Lacedemonios, instruyéndoles en la fe y exhortándoles a la concordia y la paz; a los Atenienses, estimulándoles para que no decaiga su fe; a los cristianos de Nicomedia para impugnar muy eruditamente la herejía de Marción; a la iglesia de Creta a la que da pistas para que sus cristianos aprendan a descubrir la estrategia que emplean los herejes cuando difunden el error. En la carta que mandó al Ponto expone a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras, les aclara la doctrina sobre la castidad y la grandeza del matrimonio; también los anima para que sean generosos con aquellos pecadores que, arrepentidos, quieran volver desde el pecado. Igualmente escribió carta a los fieles de Roma en tiempos del papa Sotero; en ella, elogia los notables gestos de caridad que tienen los romanos con los pobres y testifica su personal veneración a los Vicarios de Cristo.

La vida de este obispo griego -incansable articulista- terminó en el último tercio del siglo II.

Sin moverse de Corinto, ejerció un fecundo apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel, la pluma y el mar Mediterráneo fueron sus cómplices generosos en la difusión de la fe.

Santa María Rosa Julia Billiart

Santa María Rosa Julia Billiart (1752-1816) nació en Cuvilly, en Oise, Francia, en el seno de una familia de comerciantes venidos a menos, por lo que tuvo que trabajar desde muy pequeña para ayudar a su familia.

De niña la pequeña Julia aprendió el catecismo de memoria, y todos los días se la oía alabar a Dios. A los 22 años estuvo presente cuando su padre sufrió un atentado contra su vida, y debido a la impresión le sobrevino una parálisis de ambas piernas.

Pero esto no la desanimó, y bajo la conducción de su párroco se dedicó a la práctica de la caridad y a enseñar el catecismo a los niños.

Durante la Revolución Francesa fue acusada de dar albergue a sacerdotes y por el cargo de brujería; los revolucionarios pretendían quemarla viva, pero ella consiguió escapar, refugiándose finalmente en Amiens tras largas y penosas tribulaciones.

En 1804 funda en Amiens el Instituto de Hermanas de Nuestra Señora, cuya finalidad era dar a conocer el catecismo a los niños y formar catequetas. De manera milagrosa, ese año Santa María Rosa Julia Billiart recupera la facultad de caminar.

En 1809, sin embargo, tiene que salir de Francia, encontrando refugio en la vecina Bélgica. Ahí funda conventos en Namur, Gante y Tournai. Para 1816 su salud es ya muy deficiente. Santa María Rosa Julia Billiart falleció un día como hoy mientras recitaba el Magnificat.

Fue beatificada por San Pío X en 1906, y canonizada por Paulo VI en 1969.

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."