domingo, 4 de mayo de 2025

Lecturas y Santoral 04/05/2025 - Domingo de la 3ª semana de Pascua

 PRIMERA LECTURA

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 27b-32. 40b-41

En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo:

—«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

—«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen».

Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y 12a y 13b (R.: 2a)

R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza.

Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14

Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente:

«Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».

Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo lo que hay en ellos—, que decían:

«Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos».

Y los cuatro vivientes respondían: «Amén».

Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

Palabra de Dios.

 


Aleluya

Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas
y se compadeció del género humano.

 

EVANGELIO

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

 Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:

—«Me voy a pescar».

Ellos contestan:

—«Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:

—«Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:

—«No».

Él les dice:

—«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:

—«Es el Señor».

Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.

Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:

— «Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice:

— «Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:

—«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».

Él le contestó: —«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: —«Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta: —«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta: —«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice: —«Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta: —«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: —«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: —«Apacienta mis ovejas.

Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras».

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:

—«Sígueme».

Palabra del Señor.


San Silvano de Gaza y compañeros mártires

Imagen de San Silvano de Gaza y compañeros mártiresCandela

Del latín significa "Habitante de la selva". Forma masculina de Silvana. Patrón de los leprosos.

En las minas de Feno, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el martirio durante la misma persecución bajo Diocleciano, al ser decapitados por orden del césar Maximino Daya (c. 304).

Dentro del siguiente estudio de José Ramón Aja Sánchez ("Obispos y mártires palestino: el caso de Gaza S.IV") se nos ofrece información muy interesante sobre el Santo de hoy, teniendo como principal fuente a Eusebio de Cesarea:

I. La «Era de las Persecuciones» y los primeros mártires de Gaza
Fue durante la «Era de las Persecuciones» (último período del reinado del emperador Diocleciano) cuando tenemos noticia de que el primer obispo de Gaza en el siglo IV fue Silvano, que sumó en su persona su condición de haber sido también mártir cristiano durante la persecución del emperador Diocleciano (entre los años 303 y 311).

De él, el historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea -su único mentor literario- nos informa de que era oriundo de Gaza (De martyribus Palaestinae, 13) y que fue un antiguo legionario que confesó su fe en el año 307 siendo presbítero (Ibidem 7); también nos dice que por esa razón fue condenado a trabajos forzados -ad metallum- en las minas de cobre de Feno -en las cercanías de Petra-, en la Palaestina Salutaris. Cuando la colonia de Feno fue disuelta, Silvano y otros treinta y nueve compañeros de fe fueron decapitados, en mayo del año 311 (Idem)

La misma fuente es la que nos informa de otros mártires de menor importancia -oriundos de Gaza o bien martirizados allí- habidos durante la misma época: así por ejemplo Timoteo, que fue quemado vivo en Gaza en el 304, y Agapio y Tecla, que fueron arrojados a las fieras allí también en el 305. Igualmente Alejandro -que fue decapitado en Cesarea de Palestina en el 305- y del que se nos dice expresamente que era oriundo de Gaza. Por último sabemos que en esta misma ciudad un grupo de cristianos fue sorprendido leyendo los Evangelios en el año 309: el mismo Eusebio es el que nos cuenta cómo, después de ser sentenciados a muerte, sufrieron múltiples tormentos antes de morir, particularmente dos mujeres, Valentina, oriunda de Cesarea, y otra (¿Tea?) natural de la región de Gaza.

Nos interesa hacer observar que todos estos mártires lo fueron de la forma usual y clásica durante la «Era de las Persecuciones» y que las propias Acta Martyrum indican con sobrados detalles, no apartándose por lo tanto del modelo que siguieron los martirios de otros cristianos más renombrados, como Policarpo, Pionio o Perpetua.

Quizá la excepción sea Silvano, ya que las circunstancias de su muerte sugieren más una ejecución sumaria, normal entre condenados a muerte, que un martirio en sentido religioso, como ya pensaba Duchesne.

En cualquier caso todos estos mártires nos hablan de la existencia de una muy modesta comunidad cristiana que empezaba a abrirse paso en el territorio de la pagana Gaza. Especialmente desde Maiuma, un enclave portuario rebosante de mercaderes y marineros egipcios donde al parecer se estaba concentrando la nueva fe como consecuencia de su cercanía a Egipto y de la receptividad que los puertos han tenido siempre hacia las innovaciones de todo tipo.

Probablemente en la época de los martirios que narra Eusebio de Cesarea, Maiuma ya disfrutaba de una población cristiana mayoritaria. Esta circunstancia, y el apoyo del emperador Constantino al cristianismo, propició que Maiuma dejara de estar subordinada a Gaza, y adquiriera un rango administrativo autónomo adoptando el nuevo nombre de «Constancia».

San Gregorio el Iluminador

Imagen de San Gregorio el IluminadorCandela

El Santo de Gregorio es el día 4 de mayo. San Gregorio nació en Armenia alrededor del año 257, fue curado en la ciudad de Cesarea donde vive bajo un estilo de vida totalmente cristiano. Fue padre de dos hijos cuyos nombres fueron Aristakes y Vertanes. En el año 298, el rey de Armenia Tiridates IV orden restaurar los festivales paganos relacionados con la diosa Anahit. Gregorio, quien era un ferviente cristiano decide expresar su descontento y se niega a participar en las celebraciones que no fueran destinadas al único Dios. Como producto de su decisión, el rey decide lanzarlo como castigo a un hoyo ubicado en Khor Virap, donde permaneció durante trece años y es lo que se conoce como la famosa “Prisión de San Gregorio”.

Cuando el rey Tiridates se enfermó decidió ponerlo en libertad y pedirle que fuera a sanarlo, es así que Gregorio se presenta frente al rey y fue milagrosamente sanado, convirtiéndose oficialmente al catolicismo, éste hecho marcó la historia de Armenia, ya que se convirtió en el mayor país cristiano en el mundo entero.

Gregorio fue ordenado Obispo de Cesarea de Capadocia. Gregorio murió aproximadamente en el año 331, sus descendientes directos, entre ellos uno de sus hijos, forman una dinastía que se encargó de controlar el catolicismo armenio durante cien años y que en varias ocasiones se opuso a la familia real. Se le considera dentro del santoral católico no sólo por su ejemplo como defensor de la fe y por el tiempo que estuvo en prisión por reconocer su fe públicamente, sino también por los milagros manifestados a través de su presencia, y por ser el verdadero fundador de la Iglesia de Armenia.

San José María Rubio y Peralta

Imagen de San José María Rubio y PeraltaCandela

Nació en Dalías (Almería) en 1864, de familia numerosa y campesina. Estudió en los seminarios de Almería, Granada y Madrid, donde fue ordenado sacerdote en 1887. Ejerció diferentes ministerios en la diócesis madrileña, en la que pronto adquirió fama de santidad.

En 1906 entró en la Compañía de Jesús, que le encomendó diversos apostolados en Granada, Sevilla y Manresa (Barcelona), hasta su regreso en 1917 a Madrid, campo ya definitivo de su apostolado. Su actividad apostólica fue extraordinaria: pasaba muchas horas en el confesonario atendiendo a multitud de penitentes, predicó muchos ejercicios espirituales, en sus sermones y en su porte irradiaba bondad, organizó y dirigió obras e instituciones de vida cristiana, desarrolló una gran actividad social en barrios pobres, gozó de dones místicos extraordinarios.

Murió en Aranjuez (Madrid) el 2 de mayo de 1929. Juan Pablo II lo canonizó el 4 de mayo del 2003, y su memoria litúrgica se celebra el 4 de mayo.

Oración: Padre de las misericordias, que hiciste al bienaventurado sacerdote José María Rubio ministro de la reconciliación y padre de los pobres, concédenos que, llenos del mismo espíritu, socorramos a los abandonados y manifestemos a todos tu caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 2 de mayo de 2025

Lecturas y Santoral 02/05/2025 - Viernes. San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria

 PRIMERA LECTURA

Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 34-42

En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a aquellos hombres y dijo:

—«Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada.

Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces.

En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios».

Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.

Palabra de Dios.

 


Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 4. 13-14 (R.: cf. 4ab)

R. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

 

Aleluya Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron

 Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.

Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

—«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».

Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe le contestó:

—«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

—«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».

Jesús dijo:

—«Decid a la gente que se siente en el suelo».

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

—«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie».

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

—«Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo».

Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor.


San Atanasio, Arzobispo de Alejandría y Doctor de la Iglesia

Imagen de San Atanasio, Arzobispo de Alejandría y Doctor de la IglesiaCandela

Acaba de extenderse justamente por Occidente la persecución (311), cuando la herejía más radicalmente anticristiana sacudió a la Iglesia hasta en sus mismos cimientos: en Alejandría un sacerdote llamado Arrio empezó a negar la divinidad de Jesucristo.

Se convocó en Nicea un concilio, el primero de los ecuménicos (325). Condenaría éste a Arrio definiendo que Jesús es "Dios de Dios, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre". La crisis seguiría creciendo durante más de cincuenta años. En algunas ocasiones parecía todo perdido para la verdadera fe, pero Dios suscitó unos defensores enérgicos de la misma. Uno de los más notables fue el obispo Atanasio de Alejandría.

Nació en Alejandría de Egipto el año 295, de padres cristianos. Fue colaborador y sucesor, el año 328, del obispo de Alejandría san Alejandro, a quien acompañó siendo diácono al Concilio de Nicea.

Atanasio, en su defensa valerosa de la recta fe católica proclamada en Nicea y en particular la divinidad de Jesucristo contra los arrianos, no temía ni al emperador, ni a los sínodos de obispos sometidos al poder imperial, ni a la fuerza pública, ni al mismo sufrimiento. A lo largo de cuarenta y cinco años de episcopado (328-373), hubo de soportar cinco destierros, inflexible en su fe, como modelo acabado de pastor que hace frente a todo por defender las razones de vida de su pueblo, más que las suyas propias.

Siendo como era Atanasio un hombre de carácter, no sólo se mostraba intrépido en la acción, sino que también sabía escribir, ya fuera para cantar el estado de virginidad y exaltación de la vida eremítica, para exponer la fe ante los arrianos o para mostrar la ternura de su amor hacia Cristo, Dios hecho hombre, en quien ponía toda su confianza, puesto que "Dios se hizo hombre para que el hombre se divinizara". También es suya la frase "No veréis a nadie que se esfuerce realmente por su avance y que no se entregue a la lectura espiritual", señaló, "y en quien lo descuide, el hecho pronto se observará en su progreso".

Escribió excelentes obras apologéticas y expositivas de la fe. Difundió incluso en Occidente el ideal monástico. Mención especial merece su Vida de San Antonio, en la que narra la vida del santo Abad y que luego sirvió de modelo a las hagiografías.

Murió en su sede de Alejandría el año 373.

Oración: Dios todopoderoso y eterno, que hiciste de tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección, te conozcamos y te amemos cada vez más plenamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 1 de mayo de 2025

Lecturas y Santoral 01/05/2025 - Jueves de la 2ª semana de Pascua, feria o san José Obrero, memoria obligatoria.

 PRIMERA LECTURA

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 27-33

En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó:

—«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

—«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen».

Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.

Palabra de Dios.

 


Salmo responsorial: Salmo 33, 2 y 9. 17-18.19-20 (R.: 7a)

R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

O bien:

R. Aleluya.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R.

 

Aleluya Jn 20, 29

Porque me has visto, Tomás, has creído.
Dichosos los que crean sin haber visto.

 

EVANGELIO

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano

 Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor.


San José obrero

Imagen de San José obreroCandela

El uno de mayo, fiesta del trabajo, conmemoramos a san José, el esposo de la Virgen María, el artesano de Nazaret, bajo cuya tutela vivió y se inició en el trabajo y en el mundo social Jesús, llamado por sus conciudadanos "el hijo del carpintero".

La fiesta la estableció Pío XII en 1955 y quiere ser una catequesis sobre el significado del trabajo humano a la luz de la fe. San José, hombre sencillo de pueblo, nos da el ejemplo de una vida honesta y laboriosa, ganándose el pan con el sudor de su frente, para él y para los a él confiados, por los servicios prestados a su prójimo.

José ennobleció el trabajo, que ejerció sostenido y alentado por la convivencia con Jesús y María.

Oración: Dios todopoderoso, creador del universo, que has impuesto la ley del trabajo a todos los hombres, concédenos que, siguiendo el ejemplo de san José, y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos los premios que nos prometes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Peregrino Laziosi religioso (¿1265?-1345) patrón de los enfermos de cáncer y sida

Imagen de San Peregrino Laziosi religioso (¿1265?-1345) patrón de los enfermos de cáncer y sidaCandela

Nació en la villa de Forli, en Italia, hijo de la noble familia Laziosi; era la época de las pugnas entre el emperador romano-germánico y el papa.

En esos tiempos, Forli pertenecía a los Estados Pontificios, gobernados por el papa. Sin embargo, la ciudad se había rebelado, y el sumo pontífice la había colocado en interdicto.

Durante una rebelión popular, acudió a ese sitio el embajador papal de paz, el Santo Felipe Benizio a tratar de convencer a la turbamulta de que desistieran de su revuelta, pero fue en vano; entre la muchedumbre se encontraba Peregrino Laziosi, quien lo insultó y le dio una bofetada; el santo Felipe con calma giró la otra mejilla, rezó por la juventud, y el arrogante hijo de noble se arrepintió. Peregrino se convirtió, se postró a sus pies y le pidió perdón.

Cuenta la tradición que él recibió una visión de Nuestra Señora en la que le dijo ir a Siena, Italia, y allí unirse a la Orden de los Frailes Servitas. Después de una empeñosa educación teológica y su ordenación, la orden lo asignó a cumplir labores a su ciudad natal.

A partir de entonces, San Peregrino vivió como fraile, dedicado a la oración y el culto a la Virgen María. Él sirvió y trabajó ahí tanto como le fue posible, en el silencio completo, en la soledad, y con el asombroso ofrecimiento penitente de no sentarse durante 30 años. Le conocían como un ferviente predicador, un orador excelente, y como confesor era conocido como el más apacible y comprensivo.

Acaso por permanecer de pie tanto tiempo, eventualmente adquirió venas varicosas que degeneraron en gangrena, o bien fue víctima de un cáncer; en todo caso, los médicos de la época diagnosticaron que había que amputarle urgentemente la pierna.

La noche anterior a la operación, San Peregrino se sumió con fervor en sus oraciones, pidiéndole a Jesús el bien, hasta que se quedó dormido. Sin embargo, en sueños se le presentó Cristo crucificado, quien bajó de la cruz y le tocó la pierna.

A la mañana siguiente, todos en la comunidad atestiguaron asombrados el milagro de que la pierna de San Peregrino había sanado completamente.

Por esta causa se le invoca como intercesor para casos de cáncer y de síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

Fue fundador de una casa de la orden de los servitas en Forli, Italia, en la cual murió en el año 1345.

En 1726, San Peregrino Laziosi fue canonizado por el papa Benedicto XIII.