sábado, 9 de enero de 2010

Lecturas y Santoral 09-01-10

Primera Lectura. Primera carta del Apóstol San Juan - 4,11-18
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amarnos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.
Palabra de Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 6, 45-52
Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: - «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.» Entró en la barca con ellos, y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.
Palabra del Señor.
San Julián de Antioquía, mártir, siglo III - IV, († 304)
Etimológicamente significa “de cabellera abundante y rizada”. Viene de la lengua latina. Si la familia se preocupa por dar una buena educación en casa y fuera de casa, entonces el chico crece en una atmósfera de paz y de sosiego. Cuando le lleguen los instantes de crisis, los superará con relativa facilidad. Tiene valores, y con ellos se conquista el propio don de ser uno mismo.

Este joven, nacido en Antioquia, Siria, tuvo la suerte de tener una familia de profundos cimientos cristianos. Una vez que murieron los padres, tanto él como su novia se fueron a lugares en los que fuera más fácil conservar la virginidad que mutuamente se habían juramentado ante el Señor. Cada uno tiró por su sitio con la idea clara de fundar dos monasterios: para hombres y para mujeres.

Solía ser muy exigente consigo mismo, pero muy amable y comprensivo con los demás. Buenas cualidades para todos aquellos que ostentan la autoridad en bien de los otros y no para reprimir a nadie. Toda su calma y delicia interiores se vieron turbadas con la persecución que se desató en Antioquia. El gobernador encarceló a sus monjes y a Julián para darles muerte.

Se conserva el interrogatorio entre Julián y el gobernador. Le ordenamos que adore la estatua de nuestro emperador. Yo no adoro nada más que al Dios del cielo. Mi jefe no es el emperador de Roma sino Jesucristo. Me dice que mis padres eran grandes personas en la ciudad. Cierto, pero me están observando desde el cielo. No quiero los poderes que me otorga. Indignado el gobernador ante la valentía de Julián, les dijo a los verdugos que le cortasen la cabeza. Murió mártir en el año 304.

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