domingo, 11 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 11-04-10

Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor
Primera Lectura. Hechos 5, 12-16
Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Salmo Responsorial Salmo 117, 2-4. 22-24. 25-27a
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
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Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos
Segunda Lectura. Apocalipsis 1, 9-1 la. 12-13. 17-19
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: - «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias, de Asia. » Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mi y dijo: - «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
Palabra de Dios.
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A los ocho días, llegó Jesús
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegria al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: - «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: - «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: - «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: - «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: - «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: - «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
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San Estanislao de Cracovia (¿1030?-1079)
Nació en Szczepanowski, Polonia, en una familia de la baja nobleza. Sin embargo estudió con los benedictinos de Cracovia, y culminó sus estudios en París.

A su regreso es nombrado sacerdote y canónigo en Cracovia, distinguiéndose por su caridad y su celo para cumplir con sus obligaciones, y en 1071 el papa Alejandro II lo nombra Obispo de esa ciudad.

En esa época gobernaba Polonia el rey Boleslao II, famoso por consolidar el estado polaco gracias a sus triunfos bélicos, pero al que también se le recuerda como un monarca cruel, de vida disoluta, e irrespetuoso con los derechos de los demás.

Con gran valentía, y a pesar de cierta amistad con él, San Estanislao fue de los pocos que se plantaron enfrente del monarca e intentaron ponerle un alto. Y cuando Boleslao raptó con lujo de violencia a la esposa de un noble, de la cual se había enamorado, todo el pueblo polaco se enteró de la injuria.

A San Estanislao no le quedó más remedio que excomulgar al soberano y tirano.

Al poco tiempo sucedió que mientras estaba celebrando una misa, San Estanislao fue atacado y asesinado a la mitad de los servicios religiosos. Se dice que el asesino fue el propio rey, luego de que sus sirvientes se negaron a profanar el sagrado sitio de una iglesia.

San Estanislao de Cracovia comenzó a ser venerado casi desde el momento de su muerte. Fue canonizado en 1253 por el papa Inocencio IV. Es el Santo Patrono de Polonia.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

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