viernes, 20 de abril de 2012

Lecturas y Santoral 20-04-12

Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles (5,34-42)

En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a aquellos hombres y dijo: "Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada. Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces. En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios."
Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/nab/. You can get too Daily Scripture Readings at http://beingbob.wordpress.com/

Gamaliel Hechos apostoles gamaliel Judas Galaumita
Salmo Responsorial 26,1.4.13-14

Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar?

Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo.
Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo,
espera en el Señor.
Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
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Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (6,1-15)
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?"
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo."
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?"
Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo."
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie."
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo."
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra de Dios.

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Milagro panes y peces
Santa Inés de Montepulciano 1268-1317
Ines de Montepulciano
Agnese Segni forma con Catalina de Siena y Rosa de Lima el gran trío de las santas dominicas.

Nació por el año 1274 de unos padres bien acomodados y muy buenos cristianos en Gracciano Vecchio, cerca de Montepulciano (Italia). Llevó una niñez normal pero pronto se despertó en ella el deseo de llevar una vida entregada al Señor por completo y para ello solicitó de unas monjas de Montepulciano que le vistieran su hábito que llamaban "el saco" cuando apenas contaba nueve años de edad.

Cuando nada más contaba quince años abrazó la vida religiosa llamando la atención por su entrega sin límites a toda clase de sacrificios y a la más rigurosa vida de observancia regular. Pronto todas las monjas se fijaban en Inés y trataban de copiar sus virtudes. Era como una regla viva para todas. Ella, en compañía de Margarita, que había sido su maestra y guía en la vida monacal, dio comienzo a la fundación de un convento que pronto llamaría la atención por la irradiación de frutos de santidad que de él se desprenderían por toda aquella comarca. Fue el célebre convento de Proceno en el que a sus dieciocho años ya fue nombrada abadesa del mismo.

Como la fama de Proceno se extendía de día en día, los buenos hijos de Montepulciano quisieron que también allí, en su pueblo natal, hiciera otra fundación para que sirviera como de irradiación espiritual y saneamiento de costumbres. Sobre las ruinas de unas casas de lenocinio, en "un lugar de pecadoras", "sin nada, sólo contando con la Providencia", junto con dieciocho doncellas funda un monasterio en el que iba a vivir el resto de sus días.

Después de tener una visión en la que se le aparecieron tres naves con tres santos como capitanes - Agustín, Francisco y Domingo - invitándola a embarcar, se puso bajo la tutela de los dominicos, y llevó una mortificada vida que iluminaron éxtasis, visiones y milagros.

Raimundo de Capua nos ha contado el chorro de poéticos prodigios que se vinculan a su paso por la tierra: las flores que nacían donde ella se arrodillaba, el favor que le concedió la Virgen poniendo en sus brazos al Niño Jesús (antes de devolvérselo a su Madre, arrancó la crucecita que llevaba al cuello y la guardó como el más preciado de los tesoros).

Cae enferma. Tiene sólo cuarenta y tres años. Sufre mucho. Obra milagros en aquella misma hora de su muerte. Es el 20 de abril de 1317.

Santa Catalina de Siena, que era muy devota de esta santa, y que hizo una peregrinación a su tumba, en su Diálogo pone en boca de Jesucristo un conmovido elogio de Inés de Montepulciano: "La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma". Es difícil resumir en menos palabras el mejor programa de santidad.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: Archidiócesis de Madrid, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, catholic.net, oremosjuntos.com, Vidas de los Santos de Butler, devocioncatolica.blogspot.com

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