sábado, 1 de junio de 2019

Lecturas y Santoral 01/06/2019. Sábado de la sexta semana de Pascua

Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías.
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 18,23-28
Pasado algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor, y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.
Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Salmo Responsorial. 46,2-18-9.10
Dios es el rey del mundo.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.

Dios es el rey del mundo.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

Dios es el rey del mundo.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.

Dios es el rey del mundo.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
El Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


San Justino


San Justino es un laico cuya doctrina goza de autoridad dentro de la Iglesia, que no llegó a la fe sino después de un largo recorrido intelectual, y que es, ante todo, notable por su apertura y la transparencia de su alma. Son todas ellas otras tantas cualidades que le convierten en un ser admirablemente cercano a nosotros.

Nació en Neápolis (hoy Naplusa), en Samaría, de una familia pagana, a comienzos del siglo II. Atraído desde joven por la filosofía, recorrió las diversas escuelas del pensamiento griego antes de hallar a Cristo (hacia el 130).

¿Cómo llegó al verdadero conocimiento de la verdad, del Dios verdadero? Es él mismo quien así nos lo cuenta:

“Sucedió mientras me encontraba en la ciudad de Alejandría. Mientras me paseaba, absorto en mis pensamientos, por la playa, se me acercó un anciano venerable y hablamos largamente. A mí me interesaba mi tema y se lo expuse. Me llamó la atención la firmeza con que me dijo:

-Los filósofos se han extraviado. Ninguno ha conocido al verdadero Dios.

-Si ellos no nos enseñan la verdad, ¿dónde la encontraremos?, repuse yo.

-La verdad, la virtud, la verdadera felicidad que van buscando los filósofos y no pueden encontrar, está en la Sagrada Escritura. Si tú quieres encontrar estas virtudes que vas buscando lee la Sagrada Escritura, medítala y con gran humildad pide a Dios que te abra la inteligencia y el corazón para recibirla. Sólo Dios y Jesucristo, su Hijo, pueden ayudarte en este camino”.

“Terminadas estas palabras desapareció el anciano venerable. Me entregué a la lectura de los Libros Sagrados y pronto me di cuenta que aquel anciano tenía toda la razón. Nunca en libro alguno había encontrado tanta filosofía y tanta maravilla. Por ello yo me hice cristiano y ahora soy un filósofo cristiano”.

A continuación fijó su residencia en Éfeso, y más tarde en Roma, en donde fundó una escuela. Fue en ese momento, hacia el 150, cuando escribió su Diálogo con Trifón y sus dos Apologías, la primera de ellas dirigida al emperador Antonino. En tales escritos se encuentra la más antigua descripción de la celebración del bautismo y de la misa dominical.

Hombre recto y fraternal, fue denunciado como cristiano por un filósofo rival. El relato de su comparecencia ante el juez, junto con otros seis cristianos cinco hombres y una mujer, constituye una de las más bellas páginas de las Actas de los Mártires.

Justino respondió al juez, que hablaba de modo irónico preguntándole si realmente pensaba que iba a ir al cielo: “No es que lo imagine; es que lo sé, estoy cierto de ello”.

Los siete acusados fueron condenados a ser decapitados. Ocurría esto hacia el año 165, en tiempo de Marco Antonio, el emperador filósofo.

Sus reliquias fueron depositadas por Urbano VIII en la iglesia de la Virgen de la Concepción (o de los Capuchinos), en lo que hoy es Via Vittorio Veneto.

A veces los considerados grandes pensadores quisieran hacernos creer que la filosofía y la religión son antitéticos, que una vez que empezamos a utilizar nuestras mentes para un pensamiento serio, no tenemos otra elección que la de abandonar nuestras convicciones religiosas. Y a la inversa, pueden pretender que si mantenemos convicciones religiosas, no podemos perseguir consideraciones filosóficas.

San Justino es la prueba de que la filosofía y la religión pueden y deben coexistir bastante bien.

De joven, Justino buscó la verdad en diversas filosofías y religiones, principalmente la escuela de Platón. Tras convertirse al cristianismo, se le conoció como el primer cristiano filósofo.

A los seres humanos se nos llama a veces animales racionales Si nuestra capacidad de reflexionar las realidades que se encuentran más allá de lo que podemos experimentar a través de nuestros sentidos nos diferencia del resto del reino animal, entonces no sólo podemos usar nuestras mentes para las reflexiones filosóficas, sino que incluso tenemos la obligación de hacerlo así. Hacer menos que eso es rechazar el don de la razón. Cuando buscamos la verdad, hemos de tener la confianza de que su descubrimiento no destruirá nuestra fe.

“La filosofía es el conocimiento de lo que existe, y un claro entendimiento de la verdad; y la felicidad es la recompensa de un conocimiento y un entendimiento así”, escribió San Justino. Si verdaderamente buscamos la felicidad aquí y en la vida venidera, debemos perseguir la verdad sin temor.

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

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