sábado, 8 de febrero de 2020

Lecturas y Santoral 07/02/2020. Viernes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Con todo su corazón David entonó himnos, demostrando el amor por su Creador.
Primera Lectura. Eclesiástico 47, 2-13

Como se separa la grasa en el sacrificio de comunión, así David fue separado de ente los hijos de Israel.
Jugó con los leones como si fueran cabritos, y con los osos como si fueran corderos.
¿Acaso no mató de joven al gigante, y quitó el oprobio del pueblo, lanzando la piedra con la honda, y abatiendo la arrogancia de Goliat.
Porque invocó al Señor altísimo, quien dio vigor a su diestra, para aniquilar al potente guerrero y reafirmar el poder de su pueblo.
Por eso lo glorificaron por los diez mil y lo alabaron por las bendiciones del Señor, ofreciéndole la diadema de gloria.
Pues él aplastó a los enemigos del contorno, aniquilo a los filisteos, sus adversarios, para siempre quebrantó su poder.
Por todas sus acciones daba gracias al Altísimo, el Santo, proclamando su gloria.
Con todo su corazón entonó himnos, demostrando su amor por su Creador.
Organizó coros de salmistas ante el altar, y con sus voces armonizó los cantos; y cada día tocarán su música.
Dio esplendor a las fiestas, embelleció las solemnidades a la perfección, haciendo que alabaran el santo nombre del Señor, llenando de cánticos el santuario desde la aurora.
El Señor le perdonó sus pecados y exaltó su poder para siempre: le otorgó una alianza real y un trono de gloria en Israel.
De todas sus empresas daba gracias, alabando la gloria del Dios Altísimo; de todo corazón amó a su Creador, entonando salmos cada día; trajo instrumentos para servicio del altar y compuso música de acompañamiento; celebró solemnemente fiestas y ordenó el ciclo de las solemnidades; cuando alababa el nombre santo, de madrugada, resonaba el rito.
El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para siempre; le confirió el poder real y le dio un trono en Jerusalén.

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 17, 31. 47 y 50. 51
Bendito sea mi Dios y Salvador.
Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.

Bendito sea mi Dios y Salvador.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre.

Bendito sea mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.

Bendito sea mi Dios y Salvador.

Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían:
«Juan Bautista ha resucitado, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net


San Ricardo el Sajón (¿?-722)


San Ricardo el Sajón nació en Inglaterra. Sus orígenes no han sido del todo corroborados por datos históricos.

Puesto que el primer rey inglés con ese nombre fue Ricardo Corazón de León, quien viviría varios siglos más tarde, se ha puesto en duda que nuestro San Ricardo haya sido rey de Inglaterra. Probablemente haya sido príncipe de Wessex; o sea un gran señor feudal.

Llevó una vida noble y piadosa, y supo transmitir estos valores a la familia que formó. Ya en la edad madura decidió aventurarse a realizar su mayor sueño, que era el de conocer Roma, la "Ciudad Eterna" y Tierra Santa. Y emprendió el viaje, en compañía de sus hijos, en el año 720.

Cruzaron a Francia y comenzaron la larga travesía, primero por el río Sena, y en Rouen continuaron a pie, visitando varios santuarios. Sin embargo, al llegar a la villa de Lucca, San Ricardo falleció repentinamente.

En Lucca se le empezó a venerar muy pronto, pues se dice que aún muerto realizó varios milagros de curación de enfermos, quienes rezaban ante su tumba. La fama de San Ricardo, "rex Anglorum", se extendió, y sus reliquias se conservan todavía en ese lugar.

Sus hijos, acompañantes suyos en la peregrinación que nunca llegó a Roma, con el tiempo fueron canonizados también: San Winebaldo, San Wilibaldo y Santa Walpurga.

Santa Coleta Boylet


Nació en Corbie (al norte de Francia) en 1381. Sus padres, ya mayores, la llamaron Nicolette o Colette, agradeciendo a san Nicolás el haberla tenido. Huérfana de padre y madre a los 18 años, distribuyó sus bienes entre los pobres y emprendió una variada experiencia religiosa que pasó por vestir el hábito de la Tercera Orden y llevar vida eremítica, hasta profesar en las clarisas.

Desde su profunda vida de pobreza y oración, se sintió llamada a renovar su Orden, a la que quiso devolver el espíritu y la observancia que le diera santa Clara en su Regla. Con autorización pontificia, reformó unos monasterios y fundó otros nuevos, para los que redactó unas Constituciones, aprobadas por la Iglesia. Aún en la actualidad son numerosos los monasterios de "Coletinas", que se inspiran en Clara y en Coleta.

Su impulso renovador benefició también mucho a los franciscanos. Murió en Gante (Bélgica) el 6 de marzo de 1447. Su fiesta se celebra el 7 de febrero.

Oración: Señor, Dios nuestro, que has elegido a santa Coleta como modelo de vírgenes en el seguimiento de los consejos evangélicos, concédenos caminar por la senda de la vida franciscana, que ella impulsó con su ejemplo y doctrina, y avanzar seguros por ese camino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Juan de Triora


Nació en Triora (Liguria, Italia) en 1760. A los 17 años vistió el hábito franciscano en Roma. Ordenado de sacerdote y después de ejercer con gran provecho el ministerio sagrado en su Provincia religiosa, fue destinado a las misiones de China en 1798. Durante largos años, ayudado por catequistas generosos y por antiguas familias cristianas que habían sobrevivido, ejerció un intenso apostolado, recorriendo incansable inmensos territorios de las provincias de Hunan y de Chensi, predicando y bautizando.

Consciente de que el autor de toda gracia es Dios, se entregaba a una intensa vida de oración y de penitencia. En 1815 se exacerbó la persecución contra la Iglesia y Juan fue hecho prisionero. Sufrió largos meses de cárcel y torturas, y murió estrangulado en Ciansi (Hunan) el 7 de febrero de 1816.

Lo canonizó Juan Pablo II el año 2000.

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