miércoles, 1 de julio de 2020

Lecturas y Santoral 01/07/2020. Miércoles de la decimotercera semana de Tiempo Ordinario

Aparta de mí el estrépito de tus canciones, y fluya la justicia como arroyo perenne
Primera Lectura. Amós 5, 14-15. 21-24
Buscad el bien, no el mal, y viviréis, y así el Señor, Dios del universo, estará con vosotros, como pretendéis. Odiad el mal y amad el bien, instaurad el derecho en el tribunal. Tal vez el Señor, Dios del universo, tenga piedad del Resto de José. «Aborrezco y rechazo vuestras fiestas -dice el Señor-, no acepto vuestras asambleas Aunque me presentéis holocaustos y ofrendas, no me complaceré en ellos, ni miraré las ofrendas pacíficas con novillos cebados. Aparta de mí el estrépito de tus canciones; no quiero escuchar la melodía de tus cítaras. Que fluya como agua el derecho y la justicia como arroyo perenne». 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. SALMO RESPONSORIAL 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16bc-17
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, Dios, tu Dios-.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
No te reprocho tus sacrificios, 
pues siempre están tus holocaustos ante mí. 
Pero no aceptaré un becerro de tu casa, 
ni un cabrito de tus rebaños. 

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Pues las fieras de la selva son mías, 
y hay miles de bestias en mis montes; 
conozco todos los pájaros del cielo, 
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Si tuviera hambre, no te lo diría; pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros, beberé sangre de cabritos?

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
¿Has venido a atormentar a los demonios antes de tiempo?
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?». A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron: «Si nos echas, mándanos a la piara». Jesús les dijo: «Id». Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y murieron en las aguas. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país. 

Palabra de Dios


Beato Ignacio Falzon

Nació en La Valetta (Malta) en 1813, y murió allí mismo el 1 de julio de 1865. Pertenecía a una familia respetable y acomodada. Se doctoró en Derecho, pero nunca ejerció de abogado. Miembro de la Orden Franciscana Seglar, fue clérigo, pues recibió las órdenes menores, pero nunca se consideró digno de recibir la ordenación sacerdotal.

Vivió una existencia silenciosa. A su vida de oración y de gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen, unió una intensa labor de catequista y humanitaria, dirigida particularmente a los numerosos militares y marineros ingleses, incluidos los protestantes y los no cristianos, que entonces se encontraban en la isla de Malta. Además, apoyó a las vocaciones sacerdotales y ayudó a los necesitados. Fue beatificado por Juan Pablo II el año 2001.


Aarón, sacerdote de la ley mosaica, 1471 a. de J. C.

Hermano de Moisés, como se explicaba con más facilidad que su hermano, que tartamudeaba, fue el encargado de dirigir la palabra a Faraón para pedirle que dejase salir al pueblo de Dios de la tierra de Egipto. Hizo las veces de caudillo de su pueblo cuando Moisés subió al monte a orar y a recibir las tablas de la Ley; pero tuvo la fragilidad de dejar al pueblo apostatar y adorar un becerro de oro.

Sostuvo los brazos de su hermano, cuando Moisés oraba para que el pueblo no pereciese bajo la espada de los amalecitas. Murió en el monte Hor, a la vista de la tierra de promisión; pero no entró, en castigo de su desconfianza, en Cades, cuando Moisés hirió la roca con su vara para hacer brotar agua en abundancia.

Su hijo Eleázaro le sucedió en el sacerdocio.

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