domingo, 2 de agosto de 2020

Lecturas y Santoral 02 de Agosto de 2020. Domingo de la decimoctava semana de Tiempo Ordinario.

Isaías 55,1-3

Venid y comed

Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David."

Salmo responsorial: 144

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.

El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. R.

Los ojos de todos te están aguardando, / tú les das la comida a su tiempo; / abres tú la mano, / y sacias de favores a todo viviente. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, / es bondadoso en todas sus acciones; / cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente. R.

Romanos 8,35.37-39

Ninguna criatura podrá apartaros del amor de Dios, manifestado en Cristo

Hermanos: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Mateo 14,13-21

Comieron todos hasta quedar satisfechos

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


Santa María de los Ángeles o de la Porciúncula
Imagen de Santa María de los Ángeles o de la PorciúnculaCandela

La ermita de Santa María de los Ángeles, situada en el paraje llamado Porciúncula, a pocos kilómetros de Asís, fue el lugar sagrado preferido por san Francisco. En la ermita y sus alrededores se desarrollaron muchos hechos decisivos de la vida y obra del Santo. Allí comenzó la Orden Franciscana, allí inició santa Clara su aventura evangélica, allí tenían los frailes su casa solariega, allí murió Francisco.

Pero antes, en 1216, obtuvo allí de Cristo, por intercesión de la Virgen, el privilegio del “Perdón de Asís” o “Indulgencia de la Porciúncula”, confirmado por Honorio III a partir del 2 de agosto de aquel año, renovado y extendido luego por otros papas.

En el siglo XVI, para acoger a los numerosos fieles que acudían a lucrar la indulgencia, se construyó el grandioso templo, que alberga en su centro la humilde ermita, declarado en 1909 basílica patriarcal. Las condiciones para ganar la indulgencia son: visitar una iglesia franciscana, rezar un padrenuestro y un credo, confesar y comulgar y orar por las intenciones del Papa.

Oración: Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los Ángeles, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Eusebio de Vercelli
Imagen de San Eusebio de VercelliCandela

Nació en Cerdeña (Italia) a principios del siglo IV. Abrazó el estado clerical en Roma y el año 345 fue elegido primer obispo de Vercelli (Piamonte). Con su predicación sobre todo en el medio rural contribuyó a incrementar la religión cristiana y a mantener la fe ortodoxa. Introdujo en su diócesis la vida en común del clero diocesano, iniciativa que luego se extendió por todas partes.

Fue perseguido por los arrianos por su defensa y esclarecimiento de la divinidad de Jesucristo. El emperador Constancio lo desterró a Escitópolis a causa de la fe, y allí padeció amenazas, malos tratos, cárcel, hambre y toda clase de vejámenes.

El año 361 lo enviaron a Capadocia y luego a la Tebaida. Al regresar a su patria, siguió trabajando denodadamente contra la herejía de Arrio y en la restauración de la fe.

Murió en Vercelli el 1 de agosto del año 371.

Oración: Concédenos, Señor, Dios nuestro, imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro, merezcamos un día participar de la vida divina de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

San Pedro Julián Eymard
Imagen de San Pedro Julián EymardCandela

Nació en La Mure (Francia) el año 1811. Ordenado sacerdote en 1834 y después de ejercer el ministerio pastoral algunos años en la diócesis de Grenoble, ingresó en la Sociedad de María (Maristas). Pronto se convirtió en el principal colaborador del fundador, el P. Colin.

Estando en el santuario mariano de Fourvièr en Lyon, tuvo una profunda experiencia espiritual que lo hizo sentirse llamado a fundar una congregación religiosa destinada a fomentar y propagar el culto al Santísimo Sacramento, del que era muy devoto. Dejó su Congregación y fundó otras dos, la de los Presbíteros del Santísimo Sacramento y la de las Siervas del Santísimo Sacramento.

Sus sacerdotes se dedicaban a la adoración y apostolado del Santísimo y también a la atención de los pobres de los barrios periféricos de París, así como al cuidado de los sacerdotes que se encontraban en dificultades.

Murió el 1 de agosto de 1868 en La Mure.

Oración: Oh Dios, que concediste a san Pedro Julián un amor admirable hacia el sagrado misterio del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos benigno que merezcamos participar de este divino convite, comprendiendo, como él, su riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

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