jueves, 31 de diciembre de 2020

Lecturas y Santoral 31/12/2020. Jueves Octava de Navidad

Estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis
Primera Lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21
Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 95, 1-2. 11-12. 13-14

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria.

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque.

Alégrese el cielo, goce la tierra.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Alégrese el cielo, goce la tierra.

El Verbo se hizo carne
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Comienzo del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net


San Silvestre I Papa

Papa del año 314 al año 335. Nació y se educó en Roma. Fue el primer Papa de una Iglesia que no estuvo amenazada por las persecuciones de los primeros siglos. El año 313 los emperadores Constantino y Licinio dieron la plena libertad de culto a los cristianos. Era papa entonces Melcíades que murió en el año 314, y le sucedió Silvestre. Constantino le dio para su residencia el palacio de Letrán y construyó la primera basílica de San Pedro en la colina Vaticana.

El papa Silvestre levantó templos para acoger en libertad el culto de los fieles a Dios, y tuvo que orientar la vida cristiana en la nueva situación de paz. No le faltaron dificultades disciplinares y teológicas. El cisma donatista y el error arriano ocasionaron graves tribulaciones a la Iglesia durante este tiempo.

El año 325 el Concilio de Nicea aclamó a Cristo Hijo de Dios, contra Arrio. El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de diciembre del año 355 y fue sepultado en el cementerio de Priscila en la vía Salaria de Roma.

Oración: Socorre, Señor, a tu pueblo, que se acoge a la intercesión del papa san Silvestre, para que, pasando esta vida bajo tu pastoreo, pueda alcanzar en la gloria la vida que no acaba. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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