lunes, 17 de enero de 2022

Lecturas y Santoral 17/01/2022 Lunes de la segunda semana de Tiempo Ordinario. San Antonio, abad.

La obediencia vale más que el sacrificio. El Señor te ha rechazado como rey

Primera Lectura. Lectura del primer libro de Samuel 15, 16-23

En aquellos días, Samuel dijo a Saúl:
«Voy a comunicar lo que me ha manifestado el Señor esta noche».
Saúl contestó:
«Habla».
Samuel siguió diciendo:
«¿No es cierto que siendo pequeño a tus ojos eres el jefe de las doce tribus de Israel? El Señor te ha ungido como rey de Israel. El Señor te envió con esta orden: “Ve y entrega al anatema a esos malvados amalecitas y combátelos hasta aniquilarlos”. ¿Por qué no has escuchado la orden del Señor, lanzándote sobre el botín, y has obrado mal a sus ojos?».
Saúl replicó:
«Yo he cumplido la orden del Señor y he hecho la campaña a la que me envió. Traje a Agag, rey de Amalec, y entregué al anatema a Amalec. El pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo más selecto del anatema, para ofrecérselo en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal».
Samuel exclamó:
«¿Le complacen al Señor los sacrificios y holocaustos tanto como obedecer su voz. La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de carneros. Pues pecado de adivinación es la rebeldía y la obstinación, mentira de los terafim. Por haber rechazado la Palabra del Señor, te ha rechazado como rey».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mi.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
El esposo está con ellos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contestó:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo; y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

Palabra de Dios


San Antonio Abad

Este ilustre padre del monaquismo nació en Egipto, de padres nobles y acomodados, alrededor del año 250. A la muerte prematura de éstos, quedó al cuidado de una hermana menor y de la hacienda.

Siguiendo la llamada de Cristo en el Evangelio, buscó un buen acomodo para su hermana en un grupo de vírgenes y repartió sus bienes entre los pobres, hecho lo cual se retiró a una ermita de las afueras de su pueblo; quince años después marchó a las montañas y finalmente se estableció en el desierto de la Tebaida. Llevó una vida consagrada a la oración y la penitencia, y fue por mucho tiempo terriblemente tentado por el espíritu maligno.

La gente acudía a él en busca de consejo y consuelo. Muchos se quedaban a vivir cerca de él, siguiendo su ejemplo. Tuvo numerosos discípulos. Trabajó por el bien de la Iglesia, confortando la fe de los cristianos durante la persecución de Diocleciano, y apoyando a San Atanasio en su lucha contra el arrianismo.

Murió en el año 356.

Oración: Señor y Dios nuestro, que llamaste al desierto a san Antonio, abad, para que te sirviera con una vida santa, concédenos, por su intercesión, que sepamos negarnos a nosotros mismos para amarte a ti siempre sobre todas las cosas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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