Enviaré hambre, no de pan, sino de escuchar la palabra del Señor
Primera Lectura. Amós 8, 4-6. 9-12
Palabra de Dios
Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Palabra del Señor
Nació en La Valetta (Malta) en 1813, y murió allí mismo el 1 de julio de 1865. Pertenecía a una familia respetable y acomodada. Se doctoró en Derecho, pero nunca ejerció de abogado. Miembro de la Orden Franciscana Seglar, fue clérigo, pues recibió las órdenes menores, pero nunca se consideró digno de recibir la ordenación sacerdotal.
Vivió una existencia silenciosa. A su vida de oración y de gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen, unió una intensa labor de catequista y humanitaria, dirigida particularmente a los numerosos militares y marineros ingleses, incluidos los protestantes y los no cristianos, que entonces se encontraban en la isla de Malta.
Además, apoyó a las vocaciones sacerdotales y ayudó a los necesitados. Fue beatificado por Juan Pablo II el año 2001.
Aarón, sacerdote de la ley mosaica, 1471 a. de J. C.
Hermano de Moisés, como se explicaba con más facilidad que su hermano, que tartamudeaba, fue el encargado de dirigir la palabra a Faraón para pedirle que dejase salir al pueblo de Dios de la tierra de Egipto. Hizo las veces de caudillo de su pueblo cuando Moisés subió al monte a orar y a recibir las tablas de la Ley; pero tuvo la fragilidad de dejar al pueblo apostatar y adorar un becerro de oro.
Sostuvo los brazos de su hermano, cuando Moisés oraba para que el pueblo no pereciese bajo la espada de los amalecitas. Murió en el monte Hor, a la vista de la tierra de promisión; pero no entró, en castigo de su desconfianza, en Cades, cuando Moisés hirió la roca con su vara para hacer brotar agua en abundancia.
Su hijo Eleázaro le sucedió en el sacerdocio.
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