Pasa a Macedonia y ayúdanos
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 16, 1-10
Aclama al Señor, tierra entera.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Aclama al Señor, tierra entera.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.
Aclama al Señor, tierra entera.
A partir del 13 de mayo de 1917, la Virgen María se estuvo apareciendo a los niños Francisco, su hermana Jacinta y su prima Lucía, en Cova de Iría, lugar de Fátima, en Portugal. Los videntes habían nacido en Ajustrel, caserío de Fátima, eran niños normales y sanos, piadosos y cercanos a la parroquia, y se dedicaban al pastoreo. A diario cuidaban de sus ovejas, jugaban y rezaban el Rosario.
Ya habían tenido apariciones de un ángel, cuando aquel día se les apareció la Señora vestida de blanco sobre un carrasco; las apariciones se repitieron. Nadie daba fe a lo que decían los niños, que tuvieron que pasar un tiempo en la incomprensión y una cierta persecución. En sus mensajes, la Virgen llamaba a los fieles a la oración por los pecadores y a la conversión íntima de los corazones.
Oración: Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pedimos la conversión de los pecadores. Amén.
Nació en Valladolid el año 1390. Atraído por la predicación de Pedro de Villacreces, que lideraba una reforma de la Orden franciscana, ingresó muy joven en el convento de La Aguilera (Burgos), donde, bajo la guía del P. Villacreces, progresó en una vida de pobreza y de oración semejante a la de los orígenes franciscanos.
Ya sacerdote, marchó en 1415 a la fundación del convento de El Abrojo, cerca de Valladolid. Allí se entregó de lleno a la estricta vida de conversión evangélica, que alternaba con la predicación por los pueblos cercanos. Muerto Villacreces, le sucedió al frente de la reforma emprendida. Promovió la fiel observancia de la Regla de San Francisco y se distinguió por su ruda austeridad y altísima contemplación. Al mismo tiempo, se desvivió por los enfermos, especialmente los leprosos. Gozó de extraordinarios dones místicos, y los focos principales de su devoción fueron la Eucaristía, la Santísima Virgen y la pasión del Señor.
Murió el 30 de marzo de 1456 en La Aguilera.
Oración: Dios todopoderoso, que concediste a tu siervo san Pedro Regalado, mortificado en la carne, el don de la contemplación, concédenos, por su intercesión, el gozo de contemplarte eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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