sábado, 2 de septiembre de 2023

Lecturas y Santoral 02/09/2023 - Sábado de la 21ª semana de Tiempo Ordinario

Dios mismo nos ha enseñado a amarnos los unos a los otros
Primera Lectura. Primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4,9-11

Hermanos: Acerca del amor fraterno, no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros; y así lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia. Sin embargo os exhortamos, hermanos, a seguir progresando: esforzaos por vivir con tranquilidad, ocupándoos de vuestros asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado.

Palabra de Dios

Salmo 97, 1. 7-8. 9

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

Has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu Señor
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”».

Palabra de Dios

Beatos mártires de París (1792)

En 1926, Pío XI beatificó a 191 mártires de la Revolución Francesa, víctimas en París de las masacres de los días 2 y 3 de septiembre de 1792, por no jurar la Constitución civil del clero que ellos consideraban contraria a la fe y había sido condenada por el Papa. Tres de esos mártires son de la familia franciscana.

Juan Francisco Burté nació en Rambervillers (Lorena, Francia) en 1740; a los 16 años entró en los Franciscanos Conventuales de Nancy. Ordenado sacerdote, se dedicó al ministerio, fue nombrado profesor de teología y guardián del convento de Nancy. El año 1778 lo enviaron a París como representante de su Provincia; por su piedad, saber y elocuencia fue nombrado predicador real; además, lo nombraron bibliotecario del "Gran Convento" de París, del que fue elegido guardián en junio de 1792. Y aquel mismo año, el 12 de agosto fue encerrado en el convento de los Carmelitas, y el 2 de septiembre asesinado.

Apolinar Morel de Posat nació en 1739 cerca de Friburgo de Suiza. A los 23 años entró en los Capuchinos. Ordenado sacerdote, ejerció el apostolado popular en su tierra, y lo nombraron maestro y profesor de sus estudiantes de teología. Tuvo que sufrir injustas acusaciones de herejía e inmoralidad. Destinado a Siria como misionero, fue a París en 1788 para prepararse. Allí ejerció, además, el apostolado entre los alemanes. Encerrado en el convento de los Carmelitas el 14 de agosto de 1792, fue asesinado el 2 de septiembre del mismo año.

Severino (Jorge) Girault nació en Ruán (Normandía, Francia) el año 1728. Tomó el hábito de la Tercera Orden Regular de San Francisco en el convento de su ciudad. Ordenado sacerdote en París el año 1754, ejerció varios cargos de su Orden en Normandía. A partir de 1773 residió en París desempeñando diversos oficios dentro y fuera del convento: secretario general, bibliotecario, asistente del Vicario general, confesor de las Hermanas Franciscanas de Santa Isabel, etc. No sabemos dónde lo apresaron, pero el 2 de septiembre de 1792 estaba en el convento de los Carmelitas, y al parecer fue el primero que recibió allí la palma del martirio.

San Esteban de Hungría

Hijo del rey Geza, San Esteban gobernó una de las etapas más difíciles para el cristianismo en Hungría, pues ésta estaba constituida por pueblos de raíces bárbaras y guerreros, y por lo tanto muy reacias a la religión católica. Al llegar al trono, el santo designó como primer Arzobispo a San Astrik a quien envió a Roma para obtener del Papa Silvestre II la aprobación de una auténtica organización eclesiástica en su país. El santo monarca mandó construir en Szkesfehervar una Iglesia dedicada a "Nuestra Señora" así como también, terminó la construcción del monasterio de "San Martín", iniciada por su padre.

No sin vencer grandes dificultades, consiguió eliminar muchas de las costumbres supersticiones bárbaras, derivadas de la antigua religión y, por medio de rigurosos castigos, logró reprimir las blasfemias, el asesinato, el robo, el adulterio y otros crímenes públicos.- Tuvo especial benevolencia con los pobres y a los oprimidos, por considerar que, al recibirlos con solicitud, se honra a Cristo, quien nos dejó a los pobres en su lugar, al abandonar la tierra.

San Esteban fue el fundador y el arquitecto del reino independiente de Hungría; murió a los 73 años en la fiesta de la Asunción del 1038. Fue sepultado en una tumba contigua a la de su hijo, el beato Emeric, en Szekesferhervar y en su sepulcro se realizaron algunos milagros.

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