Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 8, 26-40
Aclamad al Señor, tierra entera.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.
Aclamad al Señor, tierra entera.
Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
Aclamad al Señor, tierra entera.
Bendito sea Dios,
que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
Aclamad al Señor, tierra entera.
Nació en Murcia (España), aunque sus padres vivían en Alcantarilla, el año 1534. En casa recibió una exquisita formación cristiana. Estuvo trabajando en Valencia en las propiedades de un tío suyo, y luego en Granada. En 1556 vistió el hábito franciscano como hermano lego entre los observantes. Más tarde, buscando una mayor austeridad de vida, pasó a los descalzos o alcantarinos.
Se distinguió por su vida de penitencia, oración y contemplación, que estuvo acompañada de carismas extraordinarios, así como por el fiel cumplimiento de sus oficios conventuales y la particular atención a los pobres y necesitados. Sus devociones favoritas fueron la Eucaristía y la Virgen María en el misterio de su Inmaculada Concepción.
Pasó los últimos años de su vida en Gandía (Valencia), donde murió el 18 de abril de 1602. Tuvo amistad con los santos de su tiempo: Pascual Bailón, Juan de Ribera, Luis Beltrán.
Oración: Oh Dios, que adornaste al bienaventurado Andrés con el don de una admirable inocencia y contemplación; concédenos por sus ruegos que, en medio de la inestabilidad de las cosas del mundo, podamos unirnos a ti de todo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Nació en Floyon, en el norte de la actual Francia. Desde niño fue educado en un monasterio.
Luego de profesar sus votos, San Ursmaro realizó una importante labor como emisario de la fe en el norte de Francia y en Flandes, conduciendo a incontables gentes a la fe cristiana.
Hacia 689 fue nombrado abad-obispo de Lobbes, en la actual Bélgica, posiblemente por intercesión de Pipino de Heristal, mayordomo de palacio del rey de los francos.
En Bélgica, San Ursmaro introdujo la regla benedictina, y durante su obispado se distinguió como constructor. A él se deben, por ejemplo, la edificación de la iglesia del convento, consagrada en 697, y la de la iglesia de Notre-Dame, en una colina con vista sobre el mismo convento, la cual tiempo después de su muerte pasó a llamarse iglesia colegiata de San Ursmerio.
Después de fundar varios otros monasterios y edificios de servicio eclesiástico, en 711 dejó su cargo en manos de su sucesor, Herminio, y se retiró para hacer penitencias y prepararse para la muerte.
A San Ursmaro se le recuerda como un asceta estricto, misionero apasionado y realizador de milagros. Fue enterrado en Lobbes; más tarde sus restos fueron trasladados a Binche.
Sus reliquias se conservaron hasta 1794, cuando fueron quemadas durante la revolución francesa.
"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."
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