Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros
Primera Lectura. Jeremías 14, 17-22
Mis ojos se deshacen en lágrimas, de día y de noche no cesan: por la terrible desgracia que padece la doncella, hija de mi pueblo, una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Reconocemos, Señor, nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
¿Tienen los gentiles ídolos de la lluvia? ¿Dan los cielos de por sí los aguaceros?
¿No eres tú, Señor, Dios nuestro; tú, que eres nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?
Palabra de Dios.
Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Reconocemos, Señor, nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
¿Tienen los gentiles ídolos de la lluvia? ¿Dan los cielos de por sí los aguaceros?
¿No eres tú, Señor, Dios nuestro; tú, que eres nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial. SALMO RESPONSORIAL 78, 8. 9. 11 y 13
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
No recuerdes contra nosotros las culpas
de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
No recuerdes contra nosotros las culpas
de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación.
Por el honor de tu nombre líbranos, Señor.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Palabra de Dios.
«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Palabra de Dios.
Su nombre era Ana Muttathupadam. Nació el año 1910 en Kudamaloor (Kerala, India). Fue bautizada y educada en el contexto socio-religioso de las familias católicas de rito siro-malabar. En 1932 hizo la profesión simple, y en 1936 la perpetua, en la congregación de las Franciscanas Clarisas de Kerala.
Su vida fue un sucederse de enfermedades y sufrimientos, que ella afrontaba gozosa y serena a la luz del misterio pascual, confortada en la contemplación de la muerte y resurrección de Jesucristo. En los últimos años de su corta vida no pudo ejercer por largo tiempo tarea alguna debido a sus continuas y sucesivas enfermedades dolorosas.
Falleció serenamente el 28 de julio de 1946 en Bharananganam. Dios la dotó con un carácter afectuoso y alegre, con la capacidad de gozar de las cosas sencillas y ordinarias que no apagaban los sufrimientos ni la incomprensión. Para ella el camino de la santidad fue el de la cruz, la enfermedad, el sufrimiento, el amor. La canonizó Benedicto XVI el año 2008.
San Pedro Poveda
Nació en Linares (Jaén, España) en 1874. Ordenado sacerdote en Guadix, desempeñó un intenso apostolado. En 1902 incorporó a sus actividades la promoción humana y cristiana de los habitantes de las Cuevas de Guadix, que sufrían paro, hambre, analfabetismo y soledad. En 1906 fue nombrado canónigo de la basílica de Santa María de Covadonga (Asturias), donde, atento al entorno en que vivía, descubrió la llamada al mundo de la educación, para el que se preparó en Jaén, donde se fue consolidando la Institución Teresiana iniciada en Covadonga.
En 1921 fue nombrado capellán real, lo que le obligó a residir en Madrid. Fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia. Promovió planes para la creación de escuelas en zonas rurales y elaboró un proyecto de Universidad católica en España. Desencadenada la guerra civil, fue detenido en Madrid el 27 de julio de 1936, y fusilado a la mañana siguiente. Juan Pablo II lo canonizó el año 2003.
Oración: Señor Dios nuestro, que has concedido a san Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, impulsar la acción evangelizadora de los cristianos mediante la educación y la cultura, y entregar la vida en martirio como “sacerdote de Jesucristo”; haz que sepamos, como él, participar fielmente en la misión de la Iglesia con el testimonio de nuestra vida cristiana y la entrega generosa al anuncio de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Victor I, Papa y Mártir
San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.