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sábado, 16 de enero de 2021

Lecturas y Santoral 16/01/2021. Sábado de la primera semana de Tiempo Ordinario

Comparezcamos confiados ante el trono de la gracia
Primera Lectura. Hebreos 4, 12-16
Hermanos: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas. Así pues, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 18. 8. 9. 10. 15

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

El temor del Señor es puro y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, Roca mía, Redentor mío.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Palabra de Dios

Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net
San Honorato de Arlés (C. 350-429)

Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios. Pero ¿dónde?

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)

Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos “lapsi” que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)

Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

jueves, 16 de enero de 2020

Lecturas y Santoral 16/01/2020. Jueves de la primera semana del Tiempo Ordinario

Israel fue derrotado y el Arca de Dios fue apresada.
Primera Lectura. Lectura del primer libro de Samuel 4, 1-11

En aquellos días, salió Israel a la guerra contra los filisteos y acamparon en Ebenézer, mientras los filisteos acamparon en Afec.
Los filisteos formaron frente a Israel, la batalla se extendió e Israel fue derrotado por los filisteos.
Abatieron en el campo unos cuatro mil hombres de la formación.
Cuando la tropa volvió al campamento, dijeron los ancianos de Israel:
«¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor frente a los filisteos? Traigamos de Siló el Arca de la Alianza del Señor. Que venga entre nosotros y nos salve de la mano de nuestros enemigos».
Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofra y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios.
El pueblo envió gente de Siló para que trajeran de allí el Arca de la Alianza del Señor del universo, que se sienta sobre querubines. Allí, junto al Arca de la Alianza de Dios, se encontraban Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí.
Cuando el Arca de la Alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel prorrumpió en un gran alarido y la tierra se estremeció.
Los filisteos oyeron la voz del alarido, y se preguntaron:
«¿Qué es ese gran alarido en el campamento de los hebreos?».
Y supieron que el Arca del Señor había llegado al campamento Los filisteos se sintieron atemorizados y dijeron:
«Dios ha venido al campamento».
Después gritaron:
¡Ay de nosotros! nada parecido nos había ocurrido antes. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos poderosos dioses? Estos son los dioses que golpearon a Egipto con todo tipo de plagas en el desierto. Filisteos, cobrad fuerzas y portaos como hombres, para que no tengáis que servir a los hebreos, como os han servido a vosotros. Portaos como hombres y luchad».
Los filisteos lucharon e Israel fue derrotado. Cada uno huyó a su tienda.
Fue una gran derrota; cayeron treinta mil infantes de Israel.
El Arca de Dios fue apresada y murieron Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí.

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 43, 10-11. 14-15. 24-25
Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Ahora nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
La lepra se le quitó, y quedó limpio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 1,40-45
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra de Dios


San Honorato de Arlés (C. 350-429)



Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios. Pero ¿dónde?.

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)


Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos “lapsi” que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)


Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

lunes, 16 de enero de 2017

Lecturas y Santoral 16/01/2017. Lunes de la segunda semana del Tiempo Ordinario

Siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer
Primera Lectura. Carta a los Hebreos 5, 1-10

Hermanos:
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a la debilidad.
A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a si mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy", o, como dice otro pasaje: "Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec".
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filiar. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Salmo Responsorial. 109, 1. 2. 3. 4
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies".

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora".

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec".

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
El novio está con ellos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
"Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?".
Jesús les contesta:
"¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos".

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/



San Honorato de Arlés (C. 350-429)

 
Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios. Pero ¿dónde?

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)


Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos "lapsi" que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)


Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, franciscanos.org, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

sábado, 16 de enero de 2016

Lecturas y Santoral 16-01-16. Sábado, 1ª semana del Tiempo Ordinario

Ése es el hombre de quien habló el Señor; Saúl gobernará a su pueblo
Primera Lectura. Primer libro de Samuel 9, 1-4. 17-19; 10
Había un hombre de Benjamín, de nombre Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afij, hijo de un benjaminita. Era un hombre de buena posición.
Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombros para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
Las borricas de Quis, padre de Saúl, se habían extraviado; por ello ordenó a su hijo:
-"Toma contigo a uno de los criados, ponte en camino y vete a buscar las borricas".
Atravesaron la montaña de Efraín y recorrieron la comarca de Salisá, sin encontrarlas. Atravesaron la comarca de Saalín y el territorio benjaminita, pero no dieron con ellas.
En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió:
-"Ese es el hombre de quien te hablé. Ese gobernará a mi pueblo".
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo:
-"Haz el favor de indicarme dónde está la casa del vidente".
Samuel le respondió:
-"Yo soy el vidente. Sube delante de mi al altozano y comeréis hoy conmigo. Mañana te dejaré marchar y te aclararé cuanto te preocupa".
Tomó entonces Samuel el frasco del óleo, lo derramó sobre su cabeza y lo besó, diciendo:
-"El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean."

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

Dore-bendicion-de-Samuel-a-Saul
Salmo Responsorial. 20, 2--3. 4-5. 6-7
Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
-"Sígueme."
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa, de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que los seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
-"¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús lo oyó y les dijo:
-"No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores".

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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Jesus-llama-a-Mateo-Jesus-calls-Mathew
San Honorato de Arlés (C. 350-429)
Honorato-de-Arles
Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios. Pero ¿dónde?

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)

Papa Marcelo

Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos “lapsi” que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)


Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

viernes, 16 de enero de 2015

Lecturas y Santoral 16-01-15

Empeñémonos en entrar en aquel descanso
Primera Lectura. Carta a los Hebreos 4, 1-5. 11
Hermanos:
Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de vosotros crea que ha perdido la oportunidad.
También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos; pero el mensaje que oyeron de nada les sirvió, porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado.
En efecto, entramos en el descanso los creyentes, de acuerdo con lo dicho:
"He jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso", y eso que sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo.
Acerca del día séptimo se dijo:
"Y descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había hecho." En nuestro pasaje añade:
"No entrarán en mi descanso."
Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso, para que nadie caiga, siguiendo aquel ejemplo de rebeldía.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

Pablo-efesios-desde-la-carcel-en-roma
Salmo Responsorial. Salmo 77, 3 y 4bc. 6c-7. 8
No olvidéis las acciones de Dios.
Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder.

No olvidéis las acciones de Dios.
Que surjan y lo cuenten a sus hijos,
para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos.

No olvidéis las acciones de Dios.
Para que no imiten a sus padres,
generación rebelde y pertinaz;
generación de corazón inconstante,
de espíritu infiel a Dios.

No olvidéis las acciones de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
-"Hijo, tus pecados quedan perdonados."
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
-"Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?"
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
-"¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados ... "
Entonces le dijo al paralítico:
-"Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla -y vete a tu casa. "
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
-"Nunca hemos visto una cosa igual."

Palabra de Dios.

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curacion-camilla-paralitico-tejas-techo-01
San Honorato de Arlés (C. 350-429)
Honorato-de-Arles
Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios. Pero ¿dónde?

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)

Papa Marcelo

Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos "lapsi" que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)



Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, franciscanos.org, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

jueves, 16 de enero de 2014

Lecturas y Santoral 16-01-2014

Derrotaron a los israelitas y el arca de Dios fue capturada
Primera Lectura. Primer libro de Samuel (4,1-11)

En aquellos días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel. Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres.
La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron: "¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo."
Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló.
Al oír los filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron: "¿Qué significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?"
Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento y, muertos de miedo, decían:
"¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias? ¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!"
Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita. El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.

Palabra de Dios.

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Samuel-4-Filisteos-Hebreos-Arca
Salmo Responsorial 43,10-11.14-15.24-25

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Ahora nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?

Redímenos, Señor, por tu misericordia.
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La lepra se le quitó, y quedó limpio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos (1,40-45)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme."
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés."
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra de Dios.

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Marcos 7 sanacion sordo curacion Jesus sana sordos ciegos cojos mudos enfermos
San Honorato de Arlés (C. 350-429)

Honorato-de-Arles

Converso, sin duda de linaje galorromano, que, ansioso por alcanzar la perfección, peregrina a Grecia y conoce la vida de los monjes orientales, en alguno de cuyos monasterios posiblemente vivió. Cuando vuelve a su tierra, todo su afán es llevar una existencia solitaria, de ermitaño consagrado a Dios.

Un día descubre las hoy llamadas islas de Lérins, frente a Cannes, y se instala en una de ellas, la que se conoce por su nombre; un lugar desierto e inhóspito donde abundan las serpientes. Según la tradición, Honorato cae de rodillas y se pone a rezar; todas las serpientes mueren, y luego da orden al mar para que arrastre sus cadáveres limpiando la isla.

Debía de correr el año 410. Al cabo de un tiempo se le unen otros compañeros, el eremita se convierte en fundador del monasterio de Lérins, regido por la regla de san Pacomio, la comunidad crece y es un semillero de santos, teólogos y obispos (san Hilario de Arles, san Vicente de Lérins, san Cesáreo de Arles), a la vez que un gran foco de cultura. Honorato es el maestro de quien dice uno de los suyos que para pintar la caridad habría que darle su rostro.

A pesar de su mala salud, se muestra activísimo y de una solicitud infinita para con todos, pero poco después de ser elegido para la sede de Arles, muere dejando una escuela que iba a durar siglos y un recuerdo imborrable de santidad.

El año 410 es también el de la caída de Roma ante los visigodos. La Urbs es vencida y saqueada por vez primera, el imperio se viene abajo ante oleadas de bárbaros, parece el fin del mundo y el fin de la joven Iglesia que acaba de salir de las últimas persecuciones. A Honorato se le llama como reserva de la fe en una isla, para mantener encendida la luz en medio de la soledad durante la larga noche.

San Marcelo I Papa y mártir (+ 310)

Papa Marcelo


Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.

Marcelo, que había querido acompañar al papa en el martirio, fue en las persecuciones el gran animador de la vida cristiana por su caridad y su celo apostólico. Su elección como papa no pudo hacerse hasta el 308, según las fuentes más verosímiles, cuatro años después del martirio del papa San Marcelino. La triste situación de la época obstaculizaba la reunión de los obispos que habían de elegirle, pues aunque Diocleciano abdicó el 305, las dificultades siguieron con su sucesor Majencio.

Los obispos comprendieron que Marcelo era el hombre que las circunstancias requerían. La persecución había atacado principalmente la organización de la vida de la Iglesia. Habían destruido los templos, quemado los libros sagrados, habían llevado a la apostasía o a la muerte preferentemente a sacerdotes. Hacía falta, pues, un hombre de temple, suave y fuerte, que restaurara sobre todo la disciplina y la jerarquía.

El nuevo papa construyó nuevos templos, consagró obispos y sacerdotes, colocó 25 sacerdotes muy elegidos en otras tantas iglesias de Roma, estratégicamente situadas, y estableció un nuevo cementerio, en la Vía Salaria, con la ayuda de una noble y rica matrona romana, Santa Priscila, que se dedicaba a socorrer a los mártires, a los que luego sepultaba.

Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos "lapsi" que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila.

San Fulgencio obispo (556-630)




Santo patrón de la Diócesis de Cartagena. Su padre, Severiano, era un prefecto de las milicias romanas con sede en Cartagena, donde nacieron los 4 hermanos. Teodora era su madre, de una noble estirpe de Godos. Se trataba de una familia muy culta y piadosa, cuatro hermanos llegarían a ser santos. De Cartagena, se trasladaron a vivir a Sevilla.

Siendo como era Fulgencio, un chaval muy espabilado, lo mandaron a estudiar. Dominaba seis lenguas e hizo grandes progresos en ciencias y a pesar de las persecuciones y dificultades nunca dejaría sus estudios y sus comentarios a la Biblia llenos de espíritu cristiano.

Cuando el Rey Leovigildo hizo hincapié en la persecución, Fulgencio sufrió destierro y marchó a Cartagena desde donde escribía cartas de ánimo a los cristianos perseguidos, hasta que muerto Leovigildo regresó a Sevilla. Pronto lo mandarían de nuevo a Cartagena para ayudar al obispo. Más tarde lo mandarían a ocupar la sede de Écija y pasado el tiempo fue nombrado obispo de Cartagena.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com