Aprendan a hacer el bien; busquen la justicia
Primera Lectura. Libro del profeta Isaías 1, 10.16-20
Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma, atiendan a la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
"Lávense, purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien. Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al huérfano, defiendan a la viuda. Luego vengan y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean de un rojo intenso, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana blanca. Si obedecen y hacen el bien, comerán los frutos de la tierra; si se resisten y son rebeldes, los devorará la espada. Lo ha dicho el Señor".
Palabra de Dios.
"Lávense, purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien. Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al huérfano, defiendan a la viuda. Luego vengan y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean de un rojo intenso, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana blanca. Si obedecen y hacen el bien, comerán los frutos de la tierra; si se resisten y son rebeldes, los devorará la espada. Lo ha dicho el Señor".
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 49, 8-9.16bc-17.21 y 23
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
No te reprendo por tus sacrificios, pues tus holocaustos están siempre ante mí; pero no aceptaré un novillo de tu casa, ni un cabrito de tus corrales.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
"¿Por qué recitas mis mandamientos, y tienes siempre en tu boca mi alianza, tú que detestas la corrección y no tienes en cuenta mis palabras?
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Esto haces tú, ¿y me voy a quedar callado? ¿Piensas quizás que soy como tú? Yo te acuso y te lo echo en cara.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
El que me ofrece un sacrificio de alabanza, es el que me da gloria; al que rectifique su camino yo le mostraré la salvación de Dios".
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
No te reprendo por tus sacrificios, pues tus holocaustos están siempre ante mí; pero no aceptaré un novillo de tu casa, ni un cabrito de tus corrales.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
"¿Por qué recitas mis mandamientos, y tienes siempre en tu boca mi alianza, tú que detestas la corrección y no tienes en cuenta mis palabras?
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Esto haces tú, ¿y me voy a quedar callado? ¿Piensas quizás que soy como tú? Yo te acuso y te lo echo en cara.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
El que me ofrece un sacrificio de alabanza, es el que me da gloria; al que rectifique su camino yo le mostraré la salvación de Dios".
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
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Los fariseos dicen una cosa y hacen otra
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Obedézcanles y hagan lo que les digan, pero no imiten su ejemplo, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de la gente; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas. Todo lo hacen para que los vea la gente: exageran sus distintivos religiosos y alargan los adornos del manto; les gusta el primer lugar en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, el ser saludados por la calle y que los llamen maestros.
Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno es su maestro, y todos ustedes son hermanos. Ni llamen a nadie padre en la tierra, porque uno solo es su Padre: el del cielo. Ni se dejen llamar jefes, porque uno solo es quien los conduce: el Mesías. El primero de ustedes será el que sirva a los demás.
Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido".
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
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Simplicio, papa (┼ 483)
Natural de Tívoli, en el campo de Roma. Es hijo de Castino. Le vemos formando parte del clero romano y sucediendo al papa san Hilario en la Sede de Roma, en marzo del año 467.
Le toca vivir y ser Supremo Pastor en un tiempo difícil por la herejía y la calamidad dentro de la Iglesia que aparece como inundada por el error. En Occidente, Odaco se ha hecho dueño de Italia y es arriano como los godos en las Galias, los de España y los vándalos en África; el panorama no es muy consolador, no. Los ingleses aún están en el paganismo. Para Oriente no van mejor las cosas, aunque con otros tonos, en cuanto a la vida de fe: el emperador Zenón y el tirano Basílico favorecen la herejía de Eutiques; los Patriarcas han resultado ambiciosos de poder y las sedes patriarcales son una deseada presa más que un centro de irradiación cristiana. ¡Lamentable estado general de la Iglesia que está necesitando un buen timonel!
El nuevo papa adopta en su pontificado una actitud fundamental: atiende preferente al clero. Procura su reforma, detectando el error y proponiendo el remedio con la verdad sin condescendencias que lo acaricien; muestra perseverancia firme y tesón férreo cuando debe reprimir la ambición de los altos eclesiásticos.
Modera la Iglesia que está en Oriente siendo un muro de contención frente a las ambiciones de poder y dominio que muestra Acacio, Patriarca de Constantinopla, cuando pretendía los derechos de Alejandría y Antioquía. No cedió a las pretensiones del usurpador Timoteo Eluro, ni a las del intruso Pedro el Tintorero. Defendió la elección canónica de Juan Tabenas como Patriarca de Alejandría frente a las presiones de Pedro Mingo protegido por el emperador Zenón.
Gobierna la Iglesia que está en Occidente mandando cartas a otro Zenón -obispo de Sevilla-, encargándole rectitud y alabando su dedicación permanente a la familia cristiana que tiene encomendada. También escribe a Juan, Obispo de Rávena, en el 482, con motivo de ordenaciones ilícitas: «Quien abusa de su poder -le dice- merece perderlo». En el año 475 manda a los obispos galos Florencio y Severo corregir a Gaudencio y privar del ejercicio episcopal a los que ordenó ilícitamente al tiempo que da orientaciones para distribuir los bienes de la Iglesia y evitar abusos.
En su diócesis de Roma se comporta como modelo episcopal, entregándose al cuidado de sus fieles como si no tuviera en sus hombros a la Iglesia Universal. Aquí cuida especialmente la instrucción religiosa de los fieles, facilita la distribución de limosnas entre los más pobres y dicta normas para atender primordialmente la administración del bautismo. Aún tuvo tiempo para dedicar el primer templo en el occidente a San Andrés, el hermano del apóstol Pedro, iuxta sanctam Mariam o iuxta Praesepe, sobre el monte Esquilino.
También convocó un concilio para explicitar la fe ante los errores que había difundido Eutiques, equivocándose en la inteligencia de la verdad, pues, en su monofisismo, sólo admitía en Cristo la naturaleza divina con lo que se llegaba a negar la Redención.
Los datos exactos de su óbito no están aún perfectamente esclarecidos, si bien se conoce que fue en el mes de Febrero del año 483. Sus reliquias se conservan en Tívoli.
Los contemporáneos del santo conocieron bien la austeridad de su vida y su constante oración hasta el punto de afirmar que rezó como un monje y se mortificó como un solitario del desierto. Sin esos medios su labor de servicio a la Iglesia hubiera resultado imposible.
Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es
Le toca vivir y ser Supremo Pastor en un tiempo difícil por la herejía y la calamidad dentro de la Iglesia que aparece como inundada por el error. En Occidente, Odaco se ha hecho dueño de Italia y es arriano como los godos en las Galias, los de España y los vándalos en África; el panorama no es muy consolador, no. Los ingleses aún están en el paganismo. Para Oriente no van mejor las cosas, aunque con otros tonos, en cuanto a la vida de fe: el emperador Zenón y el tirano Basílico favorecen la herejía de Eutiques; los Patriarcas han resultado ambiciosos de poder y las sedes patriarcales son una deseada presa más que un centro de irradiación cristiana. ¡Lamentable estado general de la Iglesia que está necesitando un buen timonel!
El nuevo papa adopta en su pontificado una actitud fundamental: atiende preferente al clero. Procura su reforma, detectando el error y proponiendo el remedio con la verdad sin condescendencias que lo acaricien; muestra perseverancia firme y tesón férreo cuando debe reprimir la ambición de los altos eclesiásticos.
Modera la Iglesia que está en Oriente siendo un muro de contención frente a las ambiciones de poder y dominio que muestra Acacio, Patriarca de Constantinopla, cuando pretendía los derechos de Alejandría y Antioquía. No cedió a las pretensiones del usurpador Timoteo Eluro, ni a las del intruso Pedro el Tintorero. Defendió la elección canónica de Juan Tabenas como Patriarca de Alejandría frente a las presiones de Pedro Mingo protegido por el emperador Zenón.
Gobierna la Iglesia que está en Occidente mandando cartas a otro Zenón -obispo de Sevilla-, encargándole rectitud y alabando su dedicación permanente a la familia cristiana que tiene encomendada. También escribe a Juan, Obispo de Rávena, en el 482, con motivo de ordenaciones ilícitas: «Quien abusa de su poder -le dice- merece perderlo». En el año 475 manda a los obispos galos Florencio y Severo corregir a Gaudencio y privar del ejercicio episcopal a los que ordenó ilícitamente al tiempo que da orientaciones para distribuir los bienes de la Iglesia y evitar abusos.
En su diócesis de Roma se comporta como modelo episcopal, entregándose al cuidado de sus fieles como si no tuviera en sus hombros a la Iglesia Universal. Aquí cuida especialmente la instrucción religiosa de los fieles, facilita la distribución de limosnas entre los más pobres y dicta normas para atender primordialmente la administración del bautismo. Aún tuvo tiempo para dedicar el primer templo en el occidente a San Andrés, el hermano del apóstol Pedro, iuxta sanctam Mariam o iuxta Praesepe, sobre el monte Esquilino.
También convocó un concilio para explicitar la fe ante los errores que había difundido Eutiques, equivocándose en la inteligencia de la verdad, pues, en su monofisismo, sólo admitía en Cristo la naturaleza divina con lo que se llegaba a negar la Redención.
Los datos exactos de su óbito no están aún perfectamente esclarecidos, si bien se conoce que fue en el mes de Febrero del año 483. Sus reliquias se conservan en Tívoli.
Los contemporáneos del santo conocieron bien la austeridad de su vida y su constante oración hasta el punto de afirmar que rezó como un monje y se mortificó como un solitario del desierto. Sin esos medios su labor de servicio a la Iglesia hubiera resultado imposible.
Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es