sábado, 12 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 12-04-14

Los haré un solo pueblo.
Primera Lectura. Ezequiel (37,21-28)

Así dice el Señor: "Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones adonde marcharon, voy a congregarlos de todas partes y los voy a repatriar. Los haré un solo pueblo en su país, en los montes de Israel, y un solo rey reinará sobre todos ellos. No volverán a ser dos naciones ni a desmembrarse en dos monarquías. No volverán a contaminarse con sus ídolos y fetiches y con todos sus crímenes. Los libraré de sus pecados y prevaricaciones, los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis mandatos y cumplirán mis preceptos, poniéndolos por obra. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, en la que habitaron vuestros padres; allí vivirán para siempre, ellos y sus hijos y sus nietos; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, alianza eterna pactaré con ellos. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté entre ellos mi santuario para siempre."

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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Isaias 40 Ezequiel 34 Buen Pastor
Salmo Responsorial Jr 31,10.11-12ab.13

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
"El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño."

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas.

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
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Para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (11,45-57)

En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: "¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación."
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera."
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse.
Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: "¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?"
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra de Dios.

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Juan 11 Caifas Fariseos un hombre muere por el pueblo
Julio I, papa (+ 352)

Julio I Papa


Se conocen pocos datos de su vida anterior a la elección para Sumo Pontífice el 6 de febrero del 337, muerto el papa Marcos y después de ocho meses de sede vacante. El Liber Pontificalis nos dice que era romano y que su padre se llamaba Rústico.

La primera de las actuaciones que deberá realizar -que le seguirá luego por toda su vida- está directamente relacionada con la lucha contra el arrianismo. Había sido condenada la herejía en el Concilio universal de Nicea, en el 325; pero una definición dogmática no liquida de modo automático un problema, cuando las personas implicadas están vivas, se aferran a sus esquemas y están preñadas de otros intereses menos confesables.

A la muerte del emperador Constantino, por decreto, pueden regresar a sus respectivas diócesis los obispos que estaban en el destierro. Es el caso de Atanasio que vuelve a su legítima sede de Alejandría con el gozo de los eclesiásticos y del pueblo. Pero los arrianos habían elegido para obispo de esa sede a Pisto y comienzan las intrigas y el conflicto. El Papa Julio recibe la información de las dos partes y decide el fin del pleito a favor de Atanasio.

Eusebio de Nicomedia, Patriarca proarriano con sede en Constantinopla, envía una embajada a Roma solicitando del papa la convocatoria de un sínodo. Por su parte, Atanasio -recuperadas ya sus facultades de gobierno- ha reunido un importante sínodo y manda al papa las actas que condenan decididamente el arrianismo y una más explícita profesión de fe católica.

Julio I, informado por ambas partes, convoca el sínodo pedido por los arrianos. Pero estos no envían representantes y siguen cometiendo tropelías.

Muere Eusebio y le sucede Acacio en la línea del arrianismo. Otro sínodo arriano vuelve a deponer a Atanasio y nombra a Gregorio de Capadocia para Alejandría.

El papa recoge en Roma a los nuevamente perseguidos y depuestos obispos con Atanasio a la cabeza. Como los representantes arrianos siguen sin comparecer, Julio I envía pacientemente a los presbíteros Elpidio y Filoxeno con un resultado nulo en la gestión porque los arrianos siguen rechazando la cita que pidieron.

En el año 341 se lleva a cabo la convocatoria del sínodo al que no quieren asistir los arrianos por más que fueron ellos los que lo solicitaron; ahora son considerados por el papa como rebeldes. En esta reunión de obispos se declara solemnemente la inocencia de Atanasio; el papa manda una encíclica a los obispos de Oriente comunicando el resultado y añade paternalmente algunas amonestaciones, al tiempo que mantiene con claridad la primacía y autoridad de la Sede Romana.

Los arrianos se muestran rebeldes y revueltos; en el mismo año 341 reúnen otro sínodo en Antioquía que reitera la condena a Atanasio y en el que se manifiestan antinicenos.

Estando así las cosas, el papa Julio I decide convocar un concilio más universal. En este momento se da la posibilidad de contar con la ayuda de Constancio y Constante -hijos de Constantino y ahora emperadores- que se muestran propicios a apoyar las decisiones del encuentro de obispos arrianos y católicos. El lugar designado es Sárdica; el año, el 343; el presidente, el español -consejero del emperador- Osio, obispo de Córdoba. El papa envía también por su parte legados que le representen.

Pero se complican las cosas. Los obispos orientales arrianos llegan antes y comienzan por su cuenta renovando la exclusión de Atanasio y demás obispos orientales católicos. Luego, cuando llegan los legados que dan legitimidad al congreso, se niegan a tomar parte en ninguna deliberación, apartándose del Concilio de Sárdica, reuniendo otro sínodo en Philipópolis, haciendo allí otra nueva profesión de fe y renovando la condenación de Atanasio. El bloque compacto de obispos occidentales sigue reunido con Osio y los legados. Celebran el verdadero Concilio que declara la inocencia de Atanasio, lo repone en su cargo, hace profesión de fe católica y excomulga a los intrusos rebeldes arrianos. Como conclusión, se ha mantenido la firmeza de la fe de Nicea, reforzándose así la ortodoxia católica.

Aún pudo Julio I recibir una vez más en Roma al tan perseguido campeón de la fe y ortodoxia católica que fue Atanasio, cuando va a agradecer al primero de todos los obispos del orbe su apoyo en la verdad, antes de volver a Alejandría.

Julio I escribirá otra carta más a los obispos orientales y de Egipto.

En los 15 años de papado, sobresale su gobierno leal no exento de muchas preocupaciones y desvelos por defender la verdad católica. La lealtad a la fe y la búsqueda de la justicia en el esclarecimiento de los hechos fueron sus ejes en toda la controversia posnicena contra el arrianismo. Su paciente gobierno contribuyó a la clarificación de la ortodoxia fortaleciendo la primacía y autoridad de la Sede Romana

San Sabas el Godo + 372




Una carta sobre su martirio escrita muy poco después de su muerte fecha con notable exactitud los sucesos, que debieron de tener por escenario las tierras del norte del Danubio, posiblemente Tirgoviste, en la actual Rumania.

Sabas, al parecer lector en la iglesia, no debía de ser considerado como una lumbrera, y es significativo que de él se nos diga que "no era elocuente en las palabras"; cantaba y decía los oficios del culto divino, pero su elocuencia para incitar a todos a vivir bien residía mucho más en el ejemplo que en la voz.

En el curso de una persecución fue prendido y soltado al poco tiempo por juzgársele persona insignificante; no valía la pena ensañarse con un infeliz como él, quizá de cortas luces o de muy escasa instrucción, en cualquier caso un don nadie en la comunidad cristiana de aquella turbulenta Gotlandia.

Prendido por segunda vez, "le llevaron desnudo por lugares ásperos y espinosos, dándole muchos palos y azotes", y al ver que su actitud era de mansedumbre y de alegría, una fe tan elocuente exasperó a sus verdugos, que le torturaron hasta dejarle por muerto. Una piadosa mujer le desató de noche y le llevó a su casa, pero volvió a caer en manos de sus perseguidores.

Entonces se le exigió que comiese manjares sacrificados a los ídolos, dando así un testimonio público de apostasía. Es improbable, como sugiere algún hagiógrafo, que en esta ocasión se le desatara la lengua, no era hombre de grandes discursos. Tal vez sólo dijo no o hizo un gesto negativo con la cabeza, aceptando el martirio. Se le ató a un tronco y murió ahogado en el río Buzau.


Santa Catalina de Ricci, Virgen

Catalina de Ricci


El 23 de abril de 1522 nacía en Florencia, Toscana-Italia, la futura santa Catalina aunque al ser bautizada le fue impuesto el nombre de Alejandra. Sus padres, que se llamaban Francisco y Catalina, eran buenos cristianos y pertenecientes más bien a la aristocracia de la ciudad. Poco después de nacer Alejandra, murió su madre y su padre contrajo segundas nupcias. Cuando tenía diez años fue internada por su padre en el Monasterio de Monticelli donde estaba de religiosa su tía Luisa Ricci. Muy pronto quedaron profundamente admiradas las religiosas al descubrir las muchas y profundas virtudes que adornaban su alma.

A los trece años volvió a la casa paterna siguiendo casi la misma vida que llevara en el internado, pero al poco tiempo y con la aprobación paterna, ingresó al Convento de San Vicente de Prato y vistió el hábito de la Orden dominicana y al año siguiente emitió los votos religiosos con gran gozo de su alma y de todas las religiosas ya que todas sabían apreciar el gran regalo que les había hecho la Divina Providencia al enviarles esta perla de criatura.

Al poco tiempo de profesar sus votos, la santa enfermó gravemente, al punto de que su vida corría peligro. Los tormentos que azotaron su cuerpo por causa de la enfermedad, los ofrecía y soportaba con paciencia y humildad, y sobre todo meditando en la Pasión y Muerte de Jesucristo.

Recibió muchos dones y regalos del cielo: Revelaciones, gracias de profecía y milagros. Luces especiales en los más delicados asuntos de los que ella nada sabía. Por ello acudieron a consultarla Papas, cardenales y grandes de la tierra igual que personas sencillas y humildes. A todos atendía con gran bondad y humildad ya que se veía anonada por sus miserias y se sentía la más pecadora de los mortales. El 2 de febrero de 1590 expiró en el Señor.


Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

viernes, 11 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 11-04-14

El Señor está conmigo, como fuerte soldado.
Primera Lectura. Jeremías (20,10-13)

Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

Palabra de Dios.

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Jeremias-prision-Prophet-Jeremiah-in-dungeon
Salmo Responsorial 17,2-3a.3bc-4.5-6.7

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios.
Desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.

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Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (10,31-42)

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?"
Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios."
Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad."
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra de Dios.

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Jesus Judios apedrear Fariseos

San Estanislao de Cracovia

San Estanislao obispo de Cracovia y martir


Nació en Szczepanowski (Cracovia, Polonia) hacia el año 1030. Hizo sus estudios en París y fue ordenado sacerdote por el obispo de Cracovia, Lamberto, a quien sucedió el año 1071, después de haber ejercido el ministerio como canónigo y predicador.

Fue un buen pastor al frente de su diócesis, ayudó a los pobres y oprimidos y cuidó la formación de sus clérigos, a los que visitaba todos los años. Defendió con entereza la libertad de la Iglesia, la civilización y las costumbres cristianas frente a las injusticias de su tiempo. El 11 de abril de 1097, mientras celebraba la eucaristía, fue asesinado por el rey Boleslao, a quien había increpado por su mala conducta.

Fue canonizado en Asís el año 1523 por Inocencio IV.

Oración: Señor, tú has otorgado a san Estanislao, tu obispo, la gracia de sucumbir en aras de tu gloria bajo la espada de los perseguidores; concédenos, por su intercesión, perseverar con firmeza en la fe, hasta la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.





Santa Gema Galgani

Santa Gema Galgani


Santa Gemma nació el 12 de marzo de 1878 en el pueblo de Borgonovo de Capannori, Italia. Tuvo como padre a Enrique Galgani y Aurelia Landi, quienes tuvieron 8 hijos –Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y Julita–. De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.
Al día siguiente, Gemma fue bautizada por el Padre Pedro Quilici, Párroco de San Miguel, bajo los nombres de Gemma Hipólita Pía. Luego de un mes, toda la familia se mudó a Lucca, donde vivió el resto de su vida.
Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: "¡Gemmita! ¿Que estas haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: "Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración". Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús y a María?. Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.
Al hablar sobre su infancia, Santa Gemma señaló: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando... me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres".
Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía –me decía mamá– yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".
—"¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
—"Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."
A los siete años de edad, el 26 de Marzo de 1885, Gemma recibió la Confirmación por medio de Mons. Nicolás Ghilardi, Arzobispo de Lucca. Durante la Ceremonia se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo:
—De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
—"Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
—"No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tu debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo, ¿sabes?, ¿me la entregas de buena gana?".
—Tuve que decir que sí. Acabada la misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.

Mi madre Santa María
Al morir su mamá, Gemma indicó: "Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: "¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre". Y también expresó: "¡Oh, cuántas veces –dice la santa– depositando en mi Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo".

Primera Comunión

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gemma tenía 9 años.
Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.
Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme bien para la primera comunión".
Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien sería su confesor ordinario.
Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar: "me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".
A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".
Más adelante, fallece su papá, situación dolorosa que produce la separación de los hermanos. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina Galgani y Domingo Lencioni.

Gemma poco a poco se fue alejando del Señor, aunque Él nunca la dejo de proteger y librar de pecados graves. Esta crisis se da hasta cuando tenía 20 años, en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo. Ella cuenta: "De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la tía para regresar a Lucca".
Al continuar el dolor, el médico la atendió y diagnóstico osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los inguinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.
El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, indicó: "le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu".

San Gabriel de la Dolorosa
Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor! Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.
Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".
Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí.... se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista."
Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."
En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.
"¿Y por qué?", le pregunté.
"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: 'Hermana mía...', y desapareció."

La curación
Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto: Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

—¿Quieres curarte?.
—"Todo me da igual", le respondí.
—Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón...
—"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
—"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)
"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano. ¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía: '¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!".
Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían a cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor.

Los estigmas

El 8 de Junio 1899, Víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, luego de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima". Al respecto, Santa Gema cuenta: "Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que estuviese atenta y que se lo contara luego. Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: "Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija". Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre..."
Santa Gema, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este hermoso regalo se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes.

Su Confesor

Conversando con la señora Cecilia Gianni, Gema oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.
Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gema; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella escogió "la de Jesús".

Su Ángel de la Guarda

Santa Gema tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su corazón.

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gema en la casa Giannini. En el comedor de la casa hay un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente el. Un día, al tiempo que Gema preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de Él. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

El combate contra el enemigo

Jesús dijo cierto día a Gema: "Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar". Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.

Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gema, y mas aún, ella solo quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se revolcara de rabia, porque no podía vencerla.

Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gema que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su triunfo.

En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro de su vida), se lo robó gritando: '¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos'; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción."

El P. Germán, enterado por una carta de Gema, se fue al sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.

Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el Ángel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres."

"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno de ellos!.."

Más adelante, al despedirse por última vez del Padre Germán, el demonio no reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses. Perturbaba su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales figuras contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para que este perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".

Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que amenazaban despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía: "Madre mía; me encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme de las manos de Jesús. Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".

Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo: "Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te conducirá a la victoria".

Entrega su vida por un pecador

Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).

El tránsito hacia el Padre Celestial

Gema había pedido a Jesús morir crucificada con Él, y crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un poco y Gema le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como Él". Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación... ¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos. Era Viernes Santo, 10 de Abril de 1903.

A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo: "Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a morir".

Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!... ¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma... Dile que tenga misericordia de mí".

De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante". Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.

Muere Santa Gema a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de Abril de 1903.
La profecía de Santa Gema se cumplió. Los pasionistas la rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que había acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el sacrificio de no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo lo demás.

Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.

La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.

Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gema. El Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre todo verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida nadie mejor que él había profundizado... "El 24 de Abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible, rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo. Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados. Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el mármol donde se realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le había pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.

El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en todo el mundo.

Gema fue Beatificada el 14 de Mayo de 1933, Año Santo del XIX Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.

Gema fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la Ascensión del Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gema será la piedra preciosa de nuestro Pontificado".
Los grandes amores de Santa Gema, durante toda su vida fueron Jesús Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión de las almas. Para ellos vivió toda su vida y por ellos murió como víctima de amor.

¡Santa Gemma Galgani, ruega por nosotros!.

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jueves, 10 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 10-04-14

Te hago padre de muchedumbre de pueblos.
Primera Lectura. Génesis (17,3-9)

En aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra, y Dios le dijo: "Mira, éste es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino que te llamarás Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios."
Dios añadió a Abrahán: "Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones."

Palabra de Dios.

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Abraham-God-promise-stars
Salmo Responsorial 104,4-5.6-7.8-9

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a lsaac.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

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Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (8,51-59)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre."
Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?"
Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría."
Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?"
Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo."
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra de Dios.

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Jesus-Fariseos

Ezequiel, profeta (s. VII a. C.)

Ezequiel


Cuando vive, ya se ha terminado el imperio asirio con la caída de Nínive; ahora los poderosos son los caldeos, con Nabucodonosor.

Es una época dificultosa para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey Josías, que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento, Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos la hizo imposible. En 598, los babilonios ponen cerco a Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín, que murió durante el asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del exilio.

Dos etapas enmarcan su acción profética.

La primera es antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.). Aquí el hombre de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso optimismo, fruto de la presunción. "¿Cómo va Dios a abandonarnos? ¡Están las Promesas! Es imposible una catástrofe total". Así razonaban ante los requerimientos del profeta. Es verdad que siglo y medio antes había permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén es otra cosa; Yahwéh habita en ella. Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruida con el Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador; solo queda aceptar con compunción y humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura, el profeta tiene una misión ingrata porque es un agorero de males futuros y próximos. Para la gente sencilla y las autoridades pasa por ser considerado como un judío despreciable que no tiene categoría para comprender los altos designios del Pueblo; es un derrotista ciego de pesimismo.

La segunda fase de su profecía se desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les había hecho cargar con los pecados de los antepasados. "¡Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera!", es el grito unánime de protesta. Ezequiel se preocupará de hacerles ver que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional.

Y esto lo hace Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas preexílicos Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor. Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío. Frecuentemente, su mensaje viene expresado con el simbolismo de las visiones y también con el simbolismo de su propia existencia. Es conocidísima la visión "de los cuatro vivientes" (c. 1) en la que toda la creación simbolizada en el hombre, el toro, el león y el águila, son el trono del Creador que viene triunfante y esplendoroso a visitar a los exiliados de Mesopotamia. Y el expresivo contenido de la visión del "campo lleno de huesos" (c. 37) que reviven por el poder de Yahwéh, cubriéndose de nervios y carne, cobrando vida nuevamente. O la otra del "Templo que mana un torrente de aguas" (c. 47) para regar y hacer feracísima la nueva tierra con plenitud edénica. En todas ellas está vivo el mensaje de restauración nacional; volverá del exilio un pueblo purificado y vendrá con certeza una teocracia mesiánica.

Fue la vida profética de Ezequiel un período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía israelita.

San Miguel de los Santos Místico (1591-1625)

San-Miguel-de-los-Santos


Nació en Vich, cerca de Barcelona, España, con el nombre de Miguel Argemir, en el seno de una familia devota.

Miguel queda huérfano siendo niño, por lo que es encomendado a unos tutores. Pero ya desde entonces sentía profundamente el llamado de la vocación religiosa. Incluso escapó en un par de ocasiones de su casa para internarse en un monte, pretendiendo llevar una vida de ermitaño, aunque fue devuelto a su hogar con sus deseos frustrados.

En 1603, cuando él contaba con 11 años de edad, fue recibido en el convento de los Trinitarios de Barcelona, y en 1607 profesa los votos de la Orden. Recibe el hábito de Descalzo, y pasa a llamarse desde entonces Miguel de los Santos.

Debido a su profundo fervor, y acaso a los extremos rigores ascéticos a los que se sometía (como periodos de penitencia en los que sólo comía pan y agua los jueves y los domingos), San Miguel de los Santos tuvo una vida mística muy intensa.

Se cuenta, por ejemplo, que cuando estudiaba teología en Salamanca antes de ordenarse como sacerdote, un día que el maestro hablaba al grupo sobre el amor de Cristo, San Miguel estaba tan absorto que se elevó del suelo y permaneció levitando un cuarto de hora, ante los ojos atónitos de sus compañeros y del profesor.

Los frecuentes e incontrolados arrebatos místicos y visiones extásicas llaman la atención de sus superiores, por lo que el Santo es enviado a Sevilla para ser examinado por sacerdotes expertos, quienes confirman la veracidad de los fenómenos.

A pesar de su sencillez extrema y de su encantadora modestia, cuando fue nombrado vicario general de los Padres Trinitarios en Valladolid supo actuar con delicadeza, comprensión, entrega y sentido práctico.

Entregado a la oración y al servicio, y padeciendo esos arranques de experiencia mística con que se privaba, San Miguel de los Santos contrajo fiebres tifoideas, que tras un grave suplicio le quitaron la vida en Valladolid, a los 34 años de edad.

Beatos Colombianos de San Juan de Dios, Mártires

Santoral Católico


En 1934 estalló en España una cruel persecución contra los católicos por parte de los comunistas, masones y de la extrema izquierda. En pocos meses fueron destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente afectados más de dos mil. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4100 sacerdotes seculares; 2300 religiosos; 283 religiosas y miles de laicos.

Unas de las víctimas de esta persecución fueron siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España a favor de los que padecían enfermedades mentales y se encontraban en condición de abandono. Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello. La Comunidad colombiana los había enviado a España a perfeccionar sus estudios de enfermería, y a asistir a los enfermos que vivian en un centro médicos ubicado en Ciempozuelos cerca de Madrid.

Hasta dicho lugar, llegó personal del gobierno comunista español quienes les ordenaron abandonar el plantel y dejarlo en manos de empleados marxistas desconocedores de la medicina y de la dirección de centros médicos. Los siete jóvenes fueron hechos prisioneros y llevados a una cárcel de Madrid.

Gracias a la intercesión de la cancillería colombiana en el país, los jóvenes consiguieron su libertad, y ya su comunidad religiosa había gestionado los pasajes y viáticos para su retorno al país natal. Sin embargo, antes de abordar el tren que los transportaría a Barcelona, de donde partirían a Colombia, oficiales del gobierno comunista español los asesinaron cruelmente. El Cónsul de Colombia en España los identificó en el Hospital Clínico del país, y dio aviso a la congregación religiosa.

Pese a las protestas por parte del gobierno colombiano y de la cancillería en España, el gobierno comunista no realizó ninguna investigación pertinente, dejando sin castigo alguno a los responsables del asesinato de los religiosos.

El Papa Juan Pablo II beatificó a los siete religiosos en 1992, convirtiéndose en los primeros beatos del país latinoamericano.

Santa Magdalena de Canosa

Santa-Magdalena-de-Canosa


Nació en Verona de una familia aristocrática en 1774. Muy niña quedó huérfana de padre y fue abandonada por la madre, que la confió a una institutriz y se casó de nuevo con un marqués. A los 17 años entró en el Carmelo de Trento y después en el de Cornegliano. Pero tuvo que salir para asumir la administración financiera de su casa principesca, aunque dominada siempre por el deseo de servir a los pobres. Acogió en su palacio a muchachas pobres.

En Venecia entró en la Fraternidad Hospitalaria y se consagró a la educación de las niñas abandonadas, extendiendo además su caridad a todas las obras de misericordia. Generosamente entregada a la vida espiritual, tuvo experiencias místicas.

Fundó un doble Instituto, Hijos e Hijas de la Caridad, para la educación de jóvenes. Murió en Verona el 10 de abril de 1835.

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miércoles, 9 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 09-04-14

Envió un ángel a salvar a sus siervos.
Primera Lectura. Daniel (3,14-20.91-92.95)

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo: "¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la citara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?"
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron: "Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido."
Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros: "¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?"
Le respondieron: "Así es, majestad."
Preguntó: "¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino."
Nabucodonosor entonces dijo: "Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo."

Palabra de Dios.

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Daniel Nabucodonosor Sidrac, Misac y Abdenago en el horno
Salmo Responsorial Dn 3,52.53.54.55.56

A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso.

A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.

A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.

A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos.

A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo.

A ti gloria y alabanza por los siglos.

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Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (8,31-42)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."
Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: 'Seréis libres'."
Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."
Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán."
Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre."
Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios."
Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió."

Palabra de Dios.

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Jesus Judios apedrear Fariseos

Santa Casilda de Toledo

Santa-Casilda-de-Toledo


En la vida de esta santa se mezclan a veces elementos legendarios e históricos. Nació en Toledo de un alto dignatario musulmán. En Toledo había prisioneros cristianos, y Casilda los trataba con misericordia y les llevaba víveres. Un día en que les llevaba comida en su delantal, la sorprendió su padre y, al querer averiguar lo que llevaba, encontró no alimentos sino rosas.

Los presos cristianos le hablaban de su fe, pero ella no podía abrazarla. Hasta que cayó gravemente enferma y los médicos no conseguían curarla. Los mismos presos le hablaron de las aguas de San Vicente, cerca de Briviesca en Burgos, que tenían poder curativo. La joven musulmana, con permiso de su padre, acudió a bañarse en aquellas aguas y, efectivamente, alcanzó la salud.

Decidió entonces quedarse en tierras cristianas, se preparó al bautismo y lo recibió, optó por la virginidad y abrazó la vida eremítica. Construyó allí cerca una ermita y un aposento adjunto en el que vivió muchos años entregada a la vida de piedad y oración, hasta que murió el 9 de abril de 1075.

Santa María de Cleofas

Santa-Maria-de-Cleofas


Este Descenso de la Cruz, que proviene de un retablo del siglo XV, muestra a la Virgen María, María Salomé y María de Cleofás, así como a María de Magdala, San Juan Evangelista y José de Arimatea.

Nació probablemente en Palestina, contemporánea de Jesús. Pudo haber sido su tía, ya que al parecer estaba emparentada con la Virgen y San José. La María que se venera hoy era esposa (o quizás hija) de un hombre llamado Cleofás. El Evangelio de San Juan (19:25) la menciona como parte de los testigos de la Crucifixión. Pertenecía, por lo tanto, al círculo más íntimo de los discípulos de Jesús.

Según los demás Evangelios, ella era la madre del apóstol Santiago el Menor (Marcos, 15:40), por lo que a veces se le menciona como María la de Santiago.

Santa María de Cleofás se encontraba entre las mujeres que acudieron a la tumba de Jesús para ungir su cuerpo, pero fue entonces que se les apareció un ángel anunciándoles que el cadáver ya no estaba ahí. Fue así una de las primeras personas que testificó la Resurrección (Marcos, 16:1).

Santa María de Cleofás tuvo la dicha de compartir de cerca la vida de Jesús.

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martes, 8 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 08-04-14

Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce.
Primera Lectura. Números (21,4-9)

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom.
El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo."
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes."
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla."
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Palabra de Dios.

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Moises-serpiente-Moses-snake Numeros
Salmo Responsorial 101,2-3.16-18.19-21

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.

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Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (8,21-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros."
Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?"
Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?"
Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él."
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada."
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

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Dionisio de Corinto, obispo (+ c. a. 180)

Dionisio


Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesarea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.

Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.

Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos. Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.

Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del "misterio" y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa -como uno más- para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!

Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, -junto al istmo y al golfo del mismo nombre- que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento. Entre los miles que van vienen, de vez en cuando un cristiano se acerca, contacta, trae noticias y lleva nuevas a otro sitio del Imperio. ¡Cómo aprovechó Dionisio sus posibilidades! Porque resalta su condición de escritor. Que se tengan noticias, mandó cartas a los cristianos Lacedemonios, instruyéndoles en la fe y exhortándoles a la concordia y la paz; a los Atenienses, estimulándoles para que no decaiga su fe; a los cristianos de Nicomedia para impugnar muy eruditamente la herejía de Marción; a la iglesia de Creta a la que da pistas para que sus cristianos aprendan a descubrir la estrategia que emplean los herejes cuando difunden el error. En la carta que mandó al Ponto expone a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras, les aclara la doctrina sobre la castidad y la grandeza del matrimonio; también los anima para que sean generosos con aquellos pecadores que, arrepentidos, quieran volver desde el pecado. Igualmente escribió carta a los fieles de Roma en tiempos del papa Sotero; en ella, elogia los notables gestos de caridad que tienen los romanos con los pobres y testifica su personal veneración a los Vicarios de Cristo.

La vida de este obispo griego -incansable articulista- terminó en el último tercio del siglo II.

Sin moverse de Corinto, ejerció un fecundo apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel, la pluma y el mar Mediterráneo fueron sus cómplices generosos en la difusión de la fe.

Santa María Rosa Julia Billiart

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Santa María Rosa Julia Billiart (1752-1816) nació en Cuvilly, en Oise, Francia, en el seno de una familia de comerciantes venidos a menos, por lo que tuvo que trabajar desde muy pequeña para ayudar a su familia.

De niña la pequeña Julia aprendió el catecismo de memoria, y todos los días se la oía alabar a Dios. A los 22 años estuvo presente cuando su padre sufrió un atentado contra su vida, y debido a la impresión le sobrevino una parálisis de ambas piernas.

Pero esto no la desanimó, y bajo la conducción de su párroco se dedicó a la práctica de la caridad y a enseñar el catecismo a los niños.

Durante la Revolución Francesa fue acusada de dar albergue a sacerdotes y por el cargo de brujería; los revolucionarios pretendían quemarla viva, pero ella consiguió escapar, refugiándose finalmente en Amiens tras largas y penosas tribulaciones.

En 1804 funda en Amiens el Instituto de Hermanas de Nuestra Señora, cuya finalidad era dar a conocer el catecismo a los niños y formar catequetas. De manera milagrosa, ese año Santa María Rosa Julia Billiart recupera la facultad de caminar.

En 1809, sin embargo, tiene que salir de Francia, encontrando refugio en la vecina Bélgica. Ahí funda conventos en Namur, Gante y Tournai. Para 1816 su salud es ya muy deficiente. Santa María Rosa Julia Billiart falleció un día como hoy mientras recitaba el Magnificat.

Fue beatificada por San Pío X en 1906, y canonizada por Paulo VI en 1969.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

lunes, 7 de abril de 2014

Lecturas y Santoral 07-04-14

Ahora tengo que morir, siendo inocente.
Primera Lectura. Daniel (13,1-9.15-17.19-30.33-62)

Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios; sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos. Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo." Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos. Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla. Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios. Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín. No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.
Dijo ella a las doncellas: "Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme."
En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella, y le dijeron: "Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas."
Susana gimió: "¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor."
Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
Y dijeron en presencia del pueblo: "Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín."
Mandaron a buscarla, y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes. Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían. Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
Los ancianos dijeron: "Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas. Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos. Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó. Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven. No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos."
La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.
Entonces Susana gritó fuertemente: "Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí."
El Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, que se puso a gritar: "¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!"
Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: "¿Qué significa eso que has dicho?"
Él, de pie en medio de ellos, respondió: "¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel? ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!"
Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad."
Daniel les dijo entonces: "Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré."
Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo." Con que, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos."
Respondió él: "Bajo una acacia."
"En verdad –dijo Daniel– contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio."
Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: "¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad. Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?"
Él respondió: "Bajo una encina."
"En verdad –dijo Daniel– tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros."
Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.

Palabra de Dios.

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Daniel 13 Susana Joaquin ancianos
Salmo Responsorial 22,1-3a.3b-4.5.6

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

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El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan (8,1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?"
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra."
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor."
Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

Palabra de Dios.

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Jesus-pecadora-adultera-ancianos-lapidacion-libre-de-pecado

San Juan Bautista de la Salle

Juan Bautista de la Salle


Nació en Reims (Francia) el año 1651 de padres nobles pero no ricos. Su familia era profundamente cristiana y su padre, Luis de la Salle, era consejero de Luis XIV.

Culminó sus estudios en la Sorbona de París, residiendo en San Sulpicio. Ordenado de sacerdote en 1678, renunció al canonicato para dedicarse a las clases sociales más pobres y en particular a la educación de los niños, dando así inicio a lo que llegarían a ser los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por cuya existencia y desarrollo hubo de soportar innumerables dificultades.

Comenzó por formar bien a los maestros. El método pedagógico innovador que adoptó, que incluía la pedagogía racional, eliminando elementos tradicionales ya inútiles, y el uso de la lengua materna en lugar del latín, le procuró de momento muchas contrariedades, aunque luego alcanzó gran difusión.

Murió en Saint-Yon, cerca de Ruán, el 7 de abril de 1719. León XIII lo canoniza en 1900. Pío XII lo proclamó "Patrono de los educadores".

Oración: Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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