sábado, 13 de febrero de 2010

Lectura y Santoral 13-02-10

Jeroboán hizo dos becerros de oro
Primera Lectura. Reyes 12, 26-32; 13, 33-34
En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros: «Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.» Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: « ¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto! » Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Levi. Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido. Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los altozanos. Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Salmo Responsorial Salmo 105, 6 7a. 19-20. 21-22
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
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La gente comió hasta quedar satisfecha
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 8, 1-10
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discipulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres dias conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Le replicaron sus discipulos: « ¿Y de dónde se puede sacar pan, aqui, en despoblado, para que se queden satisfechos?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete.» Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discipulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discipulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Se¤or.

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Beato Jordan de Sajonia + 1237
No es cosa fácil dar con otro caso semejante en toda la historia de la Iglesia como este del Beato Jordán. Dios, en su Divina Providencia, tiene preparados todos los caminos, pero somos libres de seguirlos de una manera u otra.

París casi siempre ha sido uno de los nudos más importantes en el devenir de la humanidad. Por el año 1219 se realiza allí un encuentro de estos que forman historia: Un venerable religioso - se llama Domingo de Guzmán y hace furores con sus predicaciones y con los muchos hombres que le siguen desde que hace unos años vino de España - se encuentra con un valiente joven, ya un tanto maduro, más en sabiduría y virtud que en años. Se llama Jordán. De aquel encuentro surgirá una vocación y una llamada a seguir por los caminos que le marca Domingo.

Ya hacía tiempo que él iba buscando acertar con este camino y ahora, sin casi pedirlo él, se lo señalan.

- "Ordénate diácono y sigue a Jesucristo"... Poco después, el mismo Jordán pedirá seguir a Jesucristo pero dentro de la Orden fundada por aquel hombre, la Orden de predicadores o dominicos como se les llamará después.

Ya es novicio. Al año siguiente - 1221 - hay Capítulo General y le nombran Provincial de la provincia de Lombardía, la provincia más importante y difícil de gobernar de toda la Orden.

Muere Santo Domingo, el fundador de aquella gran obra, y el 22 de mayo de 1222, a los dos años de empezado su noviciado, es elegido, por unanimidad, Prior General de toda la Orden Dominicana, como sucesor inmediato del santo fundador... Y fue Superior General hasta su muerte acaecida el 13 de febrero de 1237.

Santo Domingo fue el fundador pero el Beato Jordán fue el consolidador y fecundo propagador de aquella semilla que echara en el surco Santo Domingo.

A distancia de más de siete siglos uno queda admirado cómo pudo - contando con los medios de comunicación que entonces disponían - multiplicarse de modo tan prodigioso. Durante sus años de General se fundaron 249 conventos nuevos, se instituyeron cuatro nuevas provincias y se reforzaron los conventos ya existentes. En el convento donde él moraba eran tantos los jóvenes que ingresaban a vestir el hábito dominicano y los ya profesos que salían de él para abrir nuevas fundaciones, que alguien lo comparó "con una colmena de abejas"...

Entre las nuevas vocaciones que reclutaba para la Orden se contaron hombres muy ilustres en todas las naciones y que dieron un gran prestigio a la Orden. Él mismo predicó en varias catedrales y visitó y dictó lecciones en varias Universidades famosas entonces, no sólo en todas de Italia, sino también en Inglaterra, Alemania, Francia, etc...

Era muy virtuoso. Y por encima de todo, la caridad. Un día encontró un mendigo aterido de frío y le dio su manto. El mendigo al momento lo vendió y se emborrachó. Ante las recriminaciones de los frailes - que conservaban su manto -, Jordán les contestó: "Es preferible perder el manto antes que el amor".

A pesar de tanta bondad también sabía ser duro y firme cuando se trataba de cosas que se referían a algo muy serio en lo que se jugaban intereses de la Iglesia o de la Orden. Así lo fue con Federico II y con los superiores que no trataban de serlo según debían. A un procurador que le pidió lo relevara del cargo le contestó: "Hijo mío, este cargo lleva consigo cuatro cosas: la negligencia, la impaciencia, el trabajo y el mérito; yo te descargo de las dos primeras... pero te dejo las otras dos".

El Beato Jordán, sobre todo, fue dotado de una cualidad especial para conmover a los oyentes. Con este medio supo llenar los conventos de aspirantes a la vocación y hacer que en todos sus conventos se viviera en la perfecta observancia regular que imprimiera el santo fundador Santo Domingo. Expiró en el Señor el 13 de febrero de 1237.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

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