sábado, 7 de diciembre de 2019

Lecturas y Santoral 07/12/2019. Sábado de la primera semana de Adviento

Se apiadará de ti al oír tu gemido.
Primera Lectura. Isaías 30, 19-21. 23-26

Esto dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera el pan de la angustia y el agua de la opresión, ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: "Este es el camino, camina por él."
Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano de la cosecha en el campo será abundante y suculento; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo comerán forraje fermentado, aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña en toda colina elevada habrá canales y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 146, 1-2. 3-4. 5-6
Dichosos los que esperan en el Señor.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.

Dichosos los que esperan en el Señor.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.

Dichosos los que esperan en el Señor.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Dichosos los que esperan en el Señor.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 9, 35-10, 1. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra de Dios.


San Ambrosio Obispo de Milan y Doctor de la Iglesia.


San Ambrosio cuyo nombre significa "Inmortal" es uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad junto con San Agustín, San Jerónimo y San León. Nació en Tréveris (Alemania) hacia el año 340 de familia romana cristiana. Estudió en Roma derecho y retórica, y comenzó una brillante carrera en la administración civil del Imperio.

El año 374, siendo Prefecto de Milán, intervino para impedir tumultos con motivo de la elección del nuevo obispo para la ciudad, y, cuando todavía era catecúmeno y se preparaba para el bautismo, fue elegido él por aclamación para ocupar aquella sede; rápidamente fue bautizado, instruido, y por último ordenado obispo el 7 de diciembre.

Por sus dotes personales y por la formación que adquirió, fue consejero de emperadores, apóstol de la caridad, reformador litúrgico, formador de almas (participó en la conversión de San Agustín y le bautizó), animador de la vida de consagración a Dios, comentarista de la Escritura y autor de numerosas obras de teología y espiritualidad, defensor de la doctrina católica frente al arrianismo y de la libertad de la Iglesia.

San Ambrosio falleció a la edad de 57 años el viernes santo del año 397, 4 de abril, y su memoria se celebra el 7 de diciembre, aniversario de su consagración episcopal.

Oración: Señor y Dios nuestro, tú que hiciste al obispo san Ambrosio doctor esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza apostólica, suscita en medio de tu pueblo hombres que, viviendo según tu voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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