jueves, 10 de diciembre de 2020

Lecturas y Santoral 10/12/2020. Jueves de la segunda semana de Adviento

Yo soy tu liberador, el Santo de Israel
Primera Lectura. Isaías 41, 13-20
Yo, el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio». No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-. tu redentor es el Santo de Israel. Mira, te convierto en trillo nuevo, aguzado, de doble filo: trillarás los montes hasta molerlos; reducirás a paja las colinas; los aventarás, y el viento se los llevará, el vendaval los dispersará. Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la encuentran; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en cumbres desoladas; en medio de los valles, manantiales; transformaré el desierto en marisma y el yermo en fuentes de agua. Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivares; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y alerces, para que vean y sepan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 144,1 y 9.10-11.12-13ab

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas;

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad.

Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad.

No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que oiga».

Palabra de Dios


Santa Eulalia de Mérida

Nació en Mérida (Badajoz, España) a finales del siglo III de familia noble. Cuando arreció en España la persecución del emperador Diocleciano por obra del gobernador Daciano, los padres de Eulalia la llevaron al campo para protegerla, pero una noche ella se escapó de su escondite, volvió a Mérida y se presentó ante el prefecto de la ciudad declarándose cristiana, abominando de los dioses paganos y echando en cara a las autoridades la crueldad con que injustamente trataban a los cristianos. Intentaron hacerla callar y, con halagos, que apostatara de su fe, pero ella la reafirmó y acrecentó los reproches.

Fue condenada y torturada bárbaramente hasta quemarla viva, cuando sólo tenía 12 años de edad, el 10 de diciembre del año 304. El poeta cristiano Prudencio hace una primorosa descripción de su martirio.

Oración: Oh Dios, fuente de todos los bienes, que para llevarnos a la confesión de tu nombre te has servido incluso del martirio de los niños, haz que tu Iglesia, alentada por el ejemplo de santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir, no tema sufrir por ti y desee ardientemente la gloria del premio eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Nuestra Señora de Loreto

Es tradición que, aun viviendo la Santísima Virgen en su casa de Nazareth, en donde había sido criada, y donde el Divino Verbo había bajado para tomar carne en sus purísimas entrañas, fue consagrada por San Pedro en Iglesia, y que en ella celebró Misa el Príncipe de los Apóstoles, por lo que se llama altar de San Pedro el que aún se venera en la Santa Casa de Loreto. Santa Elena, tres siglos después, engrandeció esta casa, llamada entonces de la Encarnación.

En el siglo XIII, apoderados los infieles de los Santos Lugares, el 9 de Mayo de 1291, por ministerio de los ángeles o por un acto de la Divina Omnipotencia, fue arrancada de sus cimientos la Santa Casa y trasladada a Dalmacia.

Tres años después fue llevada de igual modo milagroso, el 10 de Diciembre del 1294, a la Xarca de Ancona, en Italia. La selva en donde fue colocada la Santa Casa era posesión de una noble señora llamada Laureta, de cuyo nombre vino el llamarse despues a aquel famoso santuario Nuestra Señora de Loreto.

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