viernes, 5 de marzo de 2021

Lecturas y Santoral 05/03/2021. Viernes de la segunda semana de Cuaresma

Ahí viene el soñador, vamos a matarlo
Primera Lectura. Génesis 37. 3-4.12-13a. 17b-28
Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: «Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos». José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: «Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en que paran sus sueños». Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: «No le quitemos la vida» Y añadió: «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él» Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua. Luego se sentaron a comer y al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: «¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra» Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo, lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 104, 16-17. 18-19. 20-21

Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.

El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Este es el heredero: venid, lo matamos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Mateo 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo". Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

Palabra de Dios

San Juan José de la Cruz 1654-1734

San Juan José de la Cruz, de la Orden Franciscana de San Pedro de Alcántara. Nace en 1654 en la isla de Ischia, frente a Nápoles, de una familia cristianísima, cuyos cinco hijos se consagran a Dios en la vida religiosa.

Lo mismo de maestro de novicios que de superior provincial y director de almas, San Juan José de la Cruz hace de su vida una Cuaresma de oración y penitencia, con ayunos, y cilicios en cruz, rigurosísimos.

Sobresaliente por su austeridad, insistió en una austeridad igual de estricta para los novicios a su cargo. Incluso tuvo la idea de edificar eremitorios fuera del edificio principal del monasterio, de modo que pudiese practicar una autodisciplina aún mayor. A pesar de su exacta observancia de las reglas de su orden, puso también un especial cuidado en que los novicios tuvieran tiempos regulares de recreo. Entendió, que lejos de ser un lujo, el recreo es una necesidad del espíritu humano.

En su amor a la pobreza, llega a ser llamado "el Padre Cien Remiendos". A su hábito lo considera como la túnica de Cristo, signo de su consagración a él.

Y hasta su muerte en Nápoles, con 80 años, el 5 de marzo de 1734, acata siempre la Providencia de Dios; persuadido de que un ser como el hombre, con poco más de tres dedos de frente, no puede abarcar los insondables designios divinos.

Santos Adrián y Eubulo, Mártires

En el sexto año de la persecución de Diocleciano, siendo Firmiliano gobernador de Palestina, Adrián y Eubulo fueron de Batenea a Cesarea para visitar a los confesores de la fe. Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el motivo de su viaje, los mártires respondieron sin rodeos que habían ido a visitar a los cristianos. Inmediatamente fueron conducidos ante el gobernador, quien los mandó azotar y desgarrar las carnes con los garfios de hierro, para ser arrojados después a las fieras.

Dos días más tarde, durante las fiestas de la diosa Fortuna, Adrián fue decapitado, después de haber sido atacado por un león. Eubolo corrió la misma suerte, uno o dos días después. El juez le había prometido la libertad a este último, con tal de que sacrificara a los ídolos, pero el santo prefirió la muerte.

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