Al ver la cara de Moisés, no se atrevieron a acercarse a él.
Primera Lectura. Éxodo (34,29-35)
Palabra de Dios
Santo eres, Señor, Dios nuestro.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Santo eres, Señor, Dios nuestro.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor,
y él respondía.
Santo eres, Señor, Dios nuestro.
Dios les hablaba
desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos
y la ley que les dio.
Santo eres, Señor, Dios nuestro.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Santo eres, Señor, Dios nuestro.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra."
Palabra de Dios
Nació en La Mure (Francia) el año 1811. Ordenado de sacerdote en 1834 y después de ejercer el ministerio pastoral algunos años en la diócesis de Grenoble, ingresó en la Sociedad de María (Maristas). Pronto se convirtió en el principal colaborador del fundador, el P. Colin.
Estando en el santuario mariano de Fourvièr en Lyon, tuvo una profunda experiencia espiritual que lo hizo sentirse llamado a fundar una congregación religiosa destinada a fomentar y propagar el culto al Santísimo Sacramento, del que era muy devoto. Dejó su Congregación y fundó otras dos, la de los Presbíteros del Santísimo Sacramento y la de las Siervas del Santísimo Sacramento.
Sus sacerdotes se dedicaban a la adoración y apostolado del Santísimo y también a la atención de los pobres de los barrios periféricos de París, así como al cuidado de los sacerdotes que se encontraban en dificultades.
Murió el 1 de agosto de 1868 La Mure.
Oración: Oh Dios, que concediste a san Pedro Julián un amor admirable hacia el sagrado misterio del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos benigno que merezcamos participar de este divino convite, comprendiendo, como él, su riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
La ermita de Santa María de los Ángeles, situada en el paraje llamado Porciúncula, a pocos kilómetros de Asís, fue el lugar sagrado preferido por san Francisco. En la ermita y sus alrededores se desarrollaron muchos hechos decisivos de la vida y obra del Santo. Allí comenzó la Orden Franciscana, allí inició santa Clara su aventura evangélica, allí tenían los frailes su casa solariega, allí murió Francisco.
Pero antes, en 1216, obtuvo allí de Cristo, por intercesión de la Virgen, el privilegio del “Perdón de Asís” o “Indulgencia de la Porciúncula”, confirmado por Honorio III a partir del 2 de agosto de aquel año, renovado y extendido luego por otros papas.
En el siglo XVI, para acoger a los numerosos fieles que acudían a lucrar la indulgencia, se construyó el grandioso templo, que alberga en su centro la humilde ermita, declarado en 1909 basílica patriarcal. Las condiciones para ganar la indulgencia son: visitar una iglesia franciscana, rezar un padrenuestro y un credo, confesar y comulgar y orar por las intenciones del Papa.
Oración: Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los Ángeles, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Nació en Cerdeña (Italia) a principios del siglo IV. Abrazó el estado clerical en Roma y el año 345 fue elegido primer obispo de Vercelli (Piamonte). Con su predicación sobre todo en el medio rural contribuyó a incrementar la religión cristiana y a mantener la fe ortodoxa. Introdujo en su diócesis la vida en común del clero diocesano, iniciativa que luego se extendió por todas partes.
Fue perseguido por los arrianos por su defensa y esclarecimiento de la divinidad de Jesucristo. El emperador Constancio lo desterró a Escitópolis a causa de la fe, y allí padeció amenazas, malos tratos, cárcel, hambre y toda clase de vejámenes.
El año 361 lo enviaron a Capadocia y luego a la Tebaida. Al regresar a su patria, siguió trabajando denodadamente contra la herejía de Arrio y en la restauración de la fe.
Murió en Vercelli el 1 de agosto del año 371.
Oración: Concédenos, Señor, Dios nuestro, imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro, merezcamos un día participar de la vida divina de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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