Nació en Wolodymir (Ucrania) hacia el año 1580 en el seno de una familia ortodoxa. En Vilna conoció a los católicos uniatas (cristianos de rito oriental en comunión con la Sede romana) y se unió a ellos. En 1604 ingresó allí en la Orden de San Basilio y se ordenó de presbítero en 1609. Celoso sacerdote y religioso, fue superior del monasterio de Byten y luego archimandrita de Vilna.
Fue elegido obispo de Polotsk en 1617. Trabajó infatigablemente por la unidad entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, impulsó entre sus fieles el deseo de la unidad católica, cultivó el rito bizantino eslavo.
Desplegó con gran celo el culto y la disciplina de la Iglesia, restauró la catedral, convocó cada año el sínodo y ayudó cuanto pudo a los pobres.
La nación de Lituania es ahora de gran mayoría católica. Pero en un tiempo en ese país la religión era dirigida por los cismáticos ortodoxos que no obedecen al Sumo Pontífice. Y la conversión de Lituania al catolicismo se debe en buena parte a San Josafat. Pero tuvo que derramar su sangre, para conseguir que su país aceptara el catolicismo.
En 1595 los principales jefes religiosos ortodoxos de Lituania habían propuesto unirse a la Iglesia Católica de Roma, pero los más fanáticos ortodoxos se habían opuesto violentamente y se habían producido muchos desórdenes callejeros. Ahora llegaba al convento el que más iba a trabajar y a sacrificarse por obtener que su nación se pasara a la Iglesia Católica.
Sus enemigos, los que no admitían la existencia de los uniatas, lo asesinaron cruelmente en Vitebsk (Bielorrusia). Cuando sus enemigos se lanzaron contra él, le atravesaron de un lanzazo, le pegaron un balazo, y arrastraron su cuerpo por las calles de la ciudad y lo echaron al río Divina. Era el 12 de noviembre de 1623. Meses después los verdugos se convirtieron a la fe católica y pidieron perdón de su terrible crimen.
Fue mártir de la unidad de la Iglesia y de la verdad católica. El Papa ha declarado a San Josafat, Patrono de los que trabajan por la unión de los cristianos. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos (Tertuliano).
Oración: Aviva, Señor, en tu Iglesia, el Espíritu que impulsó a san Josafat, obispo y mártir, a dar la vida por su rebaño, y concédenos, por su intercesión, que ese mismo Espíritu nos dé fuerza a nosotros para entregar la vida por nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Millán de la Cogolla abad (574)
Santo español, nacido en el año 473 en Berceo (La Rioja). Hijo de una familia campesina de origen hispanorromano, siendo en su juventud pastor de ovejas. Decidió dedicarse a la vida contemplativa, por lo que pasó a ser uno de los discípulos del monje Félix, retirado en los montes de Bilibio, cerca de Haro, donde llevó una vida solitaria y penitente. Sujetó a la disciplina monacal, pero encontrándola demasiado holgada, se retiró a la soledad durante cuarenta y cuatro años en los montes Distercio, soportando allí las inclemencias del tiempo y la dureza de condiciones del lugar.
Su fama de santidad se extendió de tal manera que todos los que estaban en dificultades espirituales acudían a él y fue llamado por el obispo de Tarrazona, Dídimo, quien no consintió que tanta virtud se perdiese en la soledad del monte, le ordenó sacerdote y le puso al cargo de la parroquia de Santa Eulalia, en su pueblo natal Berceo.
El paso por la parroquia resultó un estruendoso fracaso ya que las tareas administrativas no parecían encajar con su carácter y entregaba todas las donaciones propiedad de la parroquia a los necesitados por lo que fue acusado de malversación del dinero parroquial por sus hermanos sacerdotes y reprendido por el obispo, quien lo destituyó del cargo.
Decide volver a su soledad y se retira al valle de Suso o de arriba, cercano a su pueblo, donde transcurre la última etapa de su vida. En torno al santo va formándose una comunidad de hermanos y hermanas que formarán un oratorio primitivo, sus nombres son: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Oria y Potamia.
San Millán es visitado, consultado y venerado. Salió al parecer muy poco de su eremitorio. La última salida que hace es para anunciar la destrucción de algunas ciudades de Cantabria. La tradición le atribuye numerosos milagros tanto en vida como después de su muerte, acaecida el 12 de noviembre del 574, con ciento un años, fue enterrado en el suelo del oratorio. Los monjes eligieron otro abad y permanecieron como ermitaños alrededor del sepulcro de San Millán, formando después de la muerte de San Millán el gran Monasterio de San Millán de la Cogolla, en la actualidad declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
No dejó nada escrito, y fue hacia el 650 cuando el obispo de Zaragoza, San Braulio escribió Vita Sancti Emiliani, primera biografía de San Millán basándose en los relatos que había escuchado de su hermano Fronimiano, monje en la Cogolla y más tardíamente Gonzalo de Berceo escribió la Historia del Señor San Millán.
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"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."