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martes, 30 de marzo de 2021

Lecturas y Santoral 30/03/2021. Martes Santo - Semana Santa

Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra
Primera Lectura. Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré». Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17

Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame.

Mi boca contará tu salvación, Señor.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Mi boca contará tu salvación, Señor.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías.

Mi boca contará tu salvación, Señor.

Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

Mi boca contará tu salvación, Señor.

Uno de vosotros me va a entregar... No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: - «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: - «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: - «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: - «Lo que vas hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: - «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir"» Simón Pedro le dijo: - «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: - «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: - «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: - «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra de Dios

San Juan Clímaco + 649

San Juan Clímaco vivió en la segunda mitad del VI y primera del VII. El monje Daniel nos cuenta que Juan era un joven antioqueno de mucho porvenir. Parece que llegó a ser abogado en Antioquía, por lo que fue llamado El Escolástico. Pero un buen día renuncia a todo, sube como Moisés y Elías a la cumbre del Sinaí, entra en la nube de las divinas comunicaciones, que luego comunicaría en un hermoso libro, y allí se quedó.

El bíblico Sinaí estaba lleno de monasterios y de cuevas, habitadas por monjes, que se regían por la regla de San Basilio y la legislación de Justiniano. Así lo contempló Eteria, nuestra monja peregrina. Todavía queda el monasterio de los Cuarenta Mártires y el célebre de Santa Catalina, con su famosa biblioteca, donde se descubrió el Códice Sinaítico del siglo IV.

Tres años pasó Juan de noviciado con el santo monje Martirio. Muerto su maestro, se fue a vivir al extremo del monte, en una pequeña laura, como un anacoreta. Allí pasó cuarenta años, dado al estudio y al trabajo, silencio y soledad, largas oraciones y corto sueño, parco en comer y prolongadas vigilias, como un serafín, embebido en las divinas alabanzas. Su deseo era vivir completamente aislado. "¡Oh beata solitudo, sola beatitudo!" Pero pronto corrió la fama de sus virtudes y su sabiduría y acudían muchos a pedirle consejo. Juan les atendía, pues entendía que no debía "ocultar la luz bajo el celemín". El demonio le tentó con fuerza – lo hace en especial con los anacoretas – pero el Señor le ayudó.

Cuando murió el abad de Monte Sinaí, los monjes, conocedores de la virtud y discreción del anacoreta, le rogaron que aceptara sucederle. Juan se oponía. Pero fue tal la insistencia que aceptó. Y acertaron, pues el nuevo abad obró siempre con sabiduría y fue un ejemplo para todos.

San Juan Clímaco es el más popular de los escritores ascéticos de aquellos siglos, debido a su única obra Escala del paraíso. Escala es Clímax en griego, y de ahí viene a nuestro Santo el apellido Clímaco. La Escala se compone de treinta grados, que son otros tantos capítulos en los que se explican las virtudes y los vicios del monje con aforismos y sentencias.

Se sirve de ejemplos prácticos. Viendo a un cocinero muy recogido, le pregunta el autor cómo puede conseguirlo. El cocinero le responde: "Cuando sirvo a los monjes me imagino que sirvo al mismo Dios en la persona de sus servidores, y el fuego de la cocina me recuerda las llamas que abrasarán a los pecadores". (También entre los pucheros anda el Señor: Sta. Teresa).

En los primeros grados de la Escala habla de la renuncia al mundo y a los afectos terrenos, la penitencia, el pensamiento de la muerte, y el don de lágrimas. Los grados siguientes hablan de la dulzura, perdón, huir de la maledicencia, de la mentira y de la pereza, amor al silencio, a la templanza y a la castidad. "La castidad, dice, es un don de Dios, y para obtenerlo conviene recurrir a él, pues a la naturaleza no la podemos vencer con sólo nuestras fuerzas". En los últimos grados habla de la pobreza, del sueño, del canto de los salmos, de la paz, de la oración, de la humildad. El último grado del libro esta dedicado a las virtudes teologales.

El santo abad, tan dedicado a las cosas de Dios, hizo edificar una hospedería cerca del monasterio, para atender a los peregrinos. Enterado de ello el papa San Gregorio Magno, le envió una buena cantidad de dinero para ayudarle en la construcción y manutención. San Juan Clímaco, cumplida su misión, subió raudo por la escala de sus buenas obras al paraíso.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Lecturas y Santoral 17/03/2021. Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma

Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país
Primera Lectura. Isaías 49, 8-15
Esto dice el Señor: «En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos; miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin. Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados». Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado». ¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 144, 8-9. l3cd-14. 17-18

El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

El Señor es clemente y misericordioso.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre tiene vida, en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra de Dios

San Patricio Arzobispo de Armagh (c. 385-461) patrono de Irlanda

San Patricio es el apóstol de Irlanda. En cualquier punto del universo en que se instalen comunidades irlandesas – desde los Estados Unidos de América a Australia – llevan consigo el culto de San Patricio.

No era irlandés de origen y debió de nacer de padres cristianos en la costa noroeste de la Inglaterra romanizada hacia el 385, pero hacia los dieciséis años cayó en manos de unos piratas y vivió como esclavo en Irlanda, posiblemente haciendo de pastor hasta que una noche huye y se embarca hacia Francia.

Se hace religioso y se forma junto a los obispos San Amador y San Germán de Auxerre. Convive la soledad de los monjes, en la isla de Lerins; y el apostolado de la lglesia, junto a San Juan de Letrán. en Roma.

Es ordenado sacerdote, y el papa Celestino I, después de ser consagrado obispo, le encarga la evangelización de Irlanda. Llega a Inglaterra con San Gregorio y parte para Irlanda. En sus sueños, creía ver a los hijos de los paganos irlandeses extendiendo a él sus brazos y diciendo con voz angustiosa: "Ven a nosotros, discípulo de Cristo, a traernos la salvación".

De regreso a Irlanda como obispo misionero decidido a consagrar su vida a la evangelización de la isla, toda vez que la fe cristiana aún no había penetrado en las distintas tribus del país. Se empleó con ardor en dar a conocer a Cristo, adaptándose a las condiciones sociales y políticas de los celtas. Puso en ello, sobre todo la fe de un hombre cuya oración constante y cuyas austeridades llamaron la atención del pueblo.

Por eso es el apóstol nacional, Hibernorum Apostolus, el santo que triunfa sobre las artes mágicas de los druidas, expulsa de Irlanda las serpientes venenosas, símbolo del paganismo, y establece su sede episcopal en Armagh.

Desde entonces su nombre será sinónimo de irlandés y se le dedicará no sólo la catedral (hoy protestante) de Dublín, sino también – por la gran afluencia de emigrantes de la isla – la catedral católica de Nueva York.

En Irlanda se considera a san Patricio un misionero que tiene poder en el ultramundo, y se supone que volverá el día del Juicio Final para juzgar al lado de Jesucristo a los irlandeses. Se le invoca también para abreviar las penas del Purgatorio, y leyendas posteriores explotaron literariamente ese aspecto misterioso y poético tan del gusto de la tradición celta.

Enseña la oración a través de fórmulas prácticas, como la que se llamará "coraza de San Patricio". Cristo escúdame este día: Cristo esté conmigo, Cristo ante mí, Cristo tras de mí, Cristo en mí, Cristo bajo mí, la oración dice luego: Cristo en la calma y en el peligro, Cristo en los corazones de todos los que me aman, Cristo en la boca de amigo y extraño.

Su fiesta, que anuncia la inminente llegada de la primavera, es el día del trébol, emblema de la verde Erín, que el santo utilizaba para explicar el misterio de la Santísima Trinidad. Patricio, tan irlandés y tan romano por su nombre, es como la iglesia de Irlanda, inconfundible, peculiarísima y siempre fiel a Roma.

Su popularidad taumatúrgica es inmensa. Su oración y penitencia ejemplares. Pasados 9 años, visita al Papa San León Magno, que bendice su obra y le agrega misioneros. Y regresa de nuevo hasta su muerte a aquella su misión que será por siglos la isla de San Patricio.

A su muerte (hacia el año 461), acaecida en Down (Ulster), la Iglesia estaba ya sólidamente implantada en Irlanda, brillaba ya en ella una llama apostólica y la verde Eire se aprestaba a convertirse en la Isla de los santos.

Oración: Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que anunciara tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus méritos, a cuantos se glorían de llamarse cristianos, la gracia de proclamar siempre tus maravillas delante de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San José de Arimatea

Los cuatro evangelistas le mencionan, aunque muy brevemente, y todos coinciden en señalar su intervención en el mismo episodio, el único por el cual este notable de Jerusalén, miembro del Sanedrín, "hombre rico" según Mateo, "ilustre" según Marcos, aparece de un modo fugaz en la historia de Cristo.

José pide permiso a Pilatos para sepultar a Jesús, y una vez concedido, con la ayuda de Nicodemo desclava el cuerpo de la cruz y lo lleva a un nuevo sepulcro excavado en la roca (por eso la tradición cristiana le hace patrón de embalsamadores y sepultureros). Es cuanto se nos dice de él.

¿Quién fue este piadoso personaje? "Persona buena y honrada", le describe san Lucas, "que aguardaba el reino de Dios", o sea "que era también discípulo de Jesús" (Mateo), "pero clandestino, por miedo a las autoridades judías" (Juan). Un discípulo vergonzante que ahora, "armándose de valor", precisa Marcos, reclama el cuerpo del Maestro.

Jesús acababa de morir ignominiosamente, Pedro ha renegado de Él por tres veces en público, los apóstoles, acobardados y vencidos por el desaliento, se esconden o se dispersan, y en la prueba el único que da la cara, el único que se arma de valor, es un discípulo secreto que hasta ahora no se atrevía a declarar su condición.

José de Arimatea inspira un gran respeto, y la leyenda (que le hace recoger en el Gólgota, con el santo Grial, la sangre de Cristo) subraya esa dignidad del que sale de la sombra en el peor momento con una valentía que no tuvieron los más fieles. Él, quizá mal visto por los apóstoles, que podían reprocharle que no se comprometiera, tiene el incontenible arrojo de los tímidos, la impensada serenidad de los nerviosos, la brusca decisión de los titubeantes, y por eso se le venera, por haber hecho valientemente misericordia con el Señor.

miércoles, 24 de junio de 2020

Lecturas y Santoral 24/06/2020. Miércoles la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario. Natividad de San Juan Bautista

Te hago luz de las naciones
Primera Lectura. Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré». Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 138, 1-3. 13-14. 15
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Señor, tú me sondeas y me conoces. 
Me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Tú has creado mis entrañas, 
me has tejido en el seno materno. 
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, 
porque son admirables tus obras. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente 
Mi alma lo reconoce agradecida, 
no desconocías mis huesos. 
Cuando, en lo oculto, me iba formando, 
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Juan predicó antes de que llegara Cristo
Segunda Lectura. Hechos de los apóstoles 13, 22-26
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”. Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».

Palabra de Dios


Juan es su nombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella. A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡ No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Palabra de Dios


Nacimiento de San Juan Bautista

Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.

San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses – el 24 de diciembre – estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.


Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".

El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".

Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo".

"Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo".

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí".

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo".

Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".

Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.

Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio".

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista".

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".


Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir del rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".

Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.

martes, 7 de abril de 2020

Lecturas y Santoral 07/04/2020. Martes Santo - Semana Santa

Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra
Primera Lectura. Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17
Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Uno de vosotros me va a entregar... No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
«Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
«Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
“Donde yo voy, vosotros no podéis ir”».
Simón Pedro le dijo:
«Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra de Dios.


San Juan Bautista de la Salle


Nació en Reims (Francia) el año 1651 de padres nobles pero no ricos. Su familia era profundamente cristiana y su padre, Luis de la Salle, era consejero de Luis XIV.

Culminó sus estudios en la Sorbona de París, residiendo en San Sulpicio. Ordenado de sacerdote en 1678, renunció al canonicato para dedicarse a las clases sociales más pobres y en particular a la educación de los niños, dando así inicio a lo que llegarían a ser los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por cuya existencia y desarrollo hubo de soportar innumerables dificultades.

Comenzó por formar bien a los maestros. El método pedagógico innovador que adoptó, que incluía la pedagogía racional, eliminando elementos tradicionales ya inútiles, y el uso de la lengua materna en lugar del latín, le procuró de momento muchas contrariedades, aunque luego alcanzó gran difusión.

Murió en Saint-Yon, cerca de Ruán, el 7 de abril de 1719. León XIII lo canoniza en 1900. Pío XII lo proclamó "Patrono de los educadores".

Oración: Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 19 de enero de 2020

Lecturas y Santoral 19/01/2020. Domingo de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación.
Primera Lectura. Isaías 49, 3. 5-6

Me dijo el Señor:
«Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y ahora habla el Señor, el que me formo desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi fuerza era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 39, 2 y 4ab. 7-8a. Sb-9. 10
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
«- Como está escrito en mi libro -
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

A vosotros gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Segunda Lectura. Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-3

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.


Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: ”Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net

San Canuto Rey de Dinamarca (+ 1086)


Fue San Canuto hijo y sucesor de Suenón, rey de Dinamarca. Luego que entró en la posesión de su reino, se dio del todo a promover y adelantar los intereses de la Religión, acrecentando las rentas de las iglesias, adornándolas y enriqueciéndolas con ricos dones, y con celo de propagar la Religión católica hizo justa guerra a muchas bárbaras e idólatras naciones que venció y conquistó para Cristo, sujetándolas al yugo del Evangelio. Afligía su cuerpo y domaba su carne con ayunos y otras ásperas penitencias.

Olavo, su hermano se conjuró contra él con los grandes del reino, ofendidos del Santo, así por haber reprimido sus insolencias y honrado tanto a los eclesiásticos, como por volver en el gobierno de Clavo a la libertad que antes gozaban. Finalmente, por defender la justicia, estando el Santo rey en la iglesia de San Albano, hincado de rodillas delante del altar, extendidos los brazos al Cielo, rogando a Dios por sus enemigos, le atravesaron con una lanza, y en este martirio dio su alma a su Creador el 7 de Enero del año de Cristo de 1077.


San Jose Sebastián Pelczar


Nació en 1842 en Korczyna (Polonia), cerca de Krosno. Desde niño mostró aptitudes extraordinarias para el estudio. Ordenado de sacerdote en Przemysl, completó sus estudios en Roma.

Al regresar a su patria, fue profesor de teología en el seminario de su diócesis y en la Universidad Jaguellónica de Cracovia, de la que llegó a ser rector. Además, trabajó de forma incansable en la difusión de la cultura en su pueblo y en obras sociales. El 18 de abril de 1893 hizo la profesión de terciario franciscano ante la tumba de San Francisco en Asís.

En 1894 fundó la congregación de Esclavas del Sagrado Corazón, con el fin de proclamar su Reino mediante el amor a las jóvenes, los enfermos y todos los necesitados. En 1899 fue nombrado obispo de Przemysl y, durante 25 años, actuó como un valiente y celoso pastor en obras apostólicas y sociales. Fue autor de numerosos escritos.

Murió en Przemysl el 28 de marzo de 1924. Su memoria se celebra el 19 de enero. Lo canonizó Juan Pablo II el año 2003.

lunes, 24 de junio de 2019

Lecturas y Santoral 24/06/2019. Lunes de la decimosegunda semana de Tiempo Ordinario. Natividad de San Juan Bautista

Te hago luz de las naciones.
Primera Lectura. Isaías 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Salmo Responsorial. 138, 1-3. 13-14. 15
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
Juan predicó antes de que llegara Cristo.
Segunda Lectura. Hechos de los apóstoles 13, 22-26

En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: "Encontré a David, hijo de Jesé, 'hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos'.
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía: 'Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies'.
Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Juan es su nombre.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Nacimiento de San Juan Bautista


Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.


San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses – el 24 de diciembre – estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.

Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".

Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".

El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".

Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo".

"Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo".

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí".

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo".

Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".

Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.

Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio".

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista".

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir del rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".

Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.

Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.


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