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lunes, 3 de febrero de 2020

Lecturas y Santoral 03/02/2020. Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Huyamos ante Absalón. Dejad que Semeí me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor.
Primera Lectura. Samuel 15, 13-14. 30; 16, 5-13a

En aquellos días, alguien llegó a David con esta información:
«El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón».
Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén:
«Levantaos y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente no sea que se apresure, nos de alcance, precipite la ruina sobre nosotros y pase la ciudad a filo de espada».
David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que le acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando.
Al llegar el rey David a Bajurin, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba caminando y lanzando maldiciones. Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo:
«Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre desalmado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario».
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey:
«¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza».
El rey contesto:
«¿Qué hay entre vosotros y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: 'Por qué actúas así'?».
Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores:
«Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día».
David y sus hombres subían por el camino.

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6 -7
Levántate, Señor, sálvame.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios.»

Levántate, Señor, sálvame.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Levántate, Señor, sálvame.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

Levántate, Señor, sálvame.
Espíritu inmundo, sal de este hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?».
El respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra de Dios


San Blas obispo de Sebaste y mártir 316


Nació en Sebaste (Armenia) en la segunda mitad del siglo III. Según la tradición fue médico y cristiano ejemplar. Lo eligieron obispo de su ciudad natal, y fue pastor prudente y celoso, intrépido protector de sus fieles en las terribles persecuciones del Imperio Romano de principios del siglo IV.

Tuvo que huir a las montañas donde se entregó a la penitencia y la contemplación. Lo apresaron, y su traslado ante el prefecto constituyó una apoteosis popular, acompañada de milagros. Ante su negativa a renunciar a la fe, lo sometieron a toda clase de tormentos, y murió decapitado en su ciudad natal, con toda probabilidad el año 316.

Su culto se extendió por toda Europa y es invocado como intercesor en las enfermedades de garganta. Se le atribuye el milagro de la espina atravesada en la garganta de un niño al que Blas salvó tocando el lugar del atragantamiento.

Oración: Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que hoy te invoca apoyado en la protección de tu mártir san Blas: concédenos, por sus méritos, la paz en esta vida y el premio de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 19 de noviembre de 2019

Lecturas y Santoral 19/11/2019. Martes de la trigesimotercera semana de Tiempo Ordinario

Legaré un noble ejemplo para que aprendan a arrostrar una muerte noble, por amor a nuestra Ley.
Primera Lectura. Segundo libro de los Macabeos 6, 18-31

En aquellos días, Eleazar era uno de los principales maestros de la Ley, hombre de edad avanzada y semblante muy digno. Le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Quienes presidían este impío banquete, viejos amigos de Eleazar, movidos por una compasión ilegítima, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la ley santa dada por Dios, respondió coherentemente, diciendo enseguida:
«¡Enviadme al sepulcro! No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a los noventa años ha apostatado y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo.
Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no me libraría de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable ley».
Dicho esto, se fue enseguida al suplicio.
Los que lo llevaban, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola de poco antes.
Pero él, a punto de morir a causa de los golpes, dijo entre suspiros:
«Bien sabe el Señor, dueño de la ciencia santa, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y que en mi alma los sufro con gusto por temor de él».
De esta manera terminó su vida, dejando no sólo a los jóvenes, sino a la mayoría de la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6-7
El Señor me sostiene.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios».

El Señor me sostiene.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

El Señor me sostiene.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

El Señor me sostiene.
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, se puso de pie, y dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».


Palabra de Dios.

Santa Matilde Hackeborn


Nació en Helfta (Sajonia, Alemania) hacia el año 1240, en el seno de una de las familias más nobles y poderosas de Turingia, los Hackeborn. A los siete años la llevaron al monasterio benedictino de Rodardsdorf, donde su hermana mayor Gertrudis era monja, y en él se crió y educó, y más tarde profesó.

Gertrudis pasó al monasterio de Helfta, cerca de Eisleben, del que fue abadesa muchos años, y con ella marchó su hermana. Allí se encontrarían más tarde con santa Gertrudis la Magna, amiga y confidente de Matilde. Ésta, formada en el ambiente literario y espiritual de su convento y muy inteligente, fue nombrada directora de la escuela monacal y también directora del canto litúrgico de la comunidad.

El Señor le concedió el don de la contemplación mística y experiencias místicas extraordinarias que quedaron plasmadas en uno de los libros más notables de la mística medieval, el Libro de la Gracia Especial.

Murió en su monasterio de Helfta el 19 de noviembre de 1298.

Oración: Oh Dios que, en tu piedad, revelaste a santa Matilde los esplendores de la soberana economía; concédenos llegar a disfrutar cara a cara, en la visión celestial, de lo que ya conocemos por la verdad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Crispín de Viterbo (1668-1750)


Nació en Viterbo (Lazio) el año 1668. Huérfano de padre, la madre se ocupó de su educación religiosa. Hasta los 25 años trabajó en el taller de un tío suyo que era zapatero. En 1693 vistió el hábito capuchino. Optó por ser hermano lego para imitar a san Félix de Cantalicio.

Estuvo en diversos conventos ejerciendo tareas domésticas hasta que, en 1709, fue trasladado a Orvieto, donde comenzó a ejercer el oficio de limosnero, en el que permaneció casi cuarenta años, dando admirables ejemplos de amor a Dios, devoción a la Madre de Jesús y caridad hacia el prójimo, en especial los pobres.

Desde siempre se le ha llamado y con razón el santo de la alegría franciscana. Murió en Roma el 19 de mayo de 1750.





Abdías profeta


Abdías es el cuarto de los profetas menores. Se cree que fue posterior a Joel, Oseas y Amós, también profetas en tiempos del rey Ozías. San Jerónimo dice que gracias a él sobrevivieron los cien profetas a quien Jezabel mandó exterminar: los ocultó en las cavernas de las montañas, a lo largo de Samaría.

Se dice que su sepulcro era venerado, junto con el del profeta Eliseo y el del Bautista, en la ciudad de Sabaste, y que Dios obraba en él prodigios.

La profecía de Abdías aparece en la Biblia en un solo capítulo de 21 versículos y anuncia la ruina de Edom, enemiga de Judá. También anuncia la venida del Mesías.

lunes, 29 de enero de 2018

Lecturas y Santoral 29/01/2018. Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario.

Huyamos ante Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor
Primera Lectura. Primer libro de Samuel 15, 13-14. 30; 16, 5-13a

En aquellos días, alguien llego a David con esta información:
"El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón".
Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén:
"Levantaos y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente no sea que se apresure, nos de alcance, precipite sobre nosotros la ruina sobre nosotros y pase la ciudad afilo de espada".
David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que le acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando.
Al llegar el rey David a Bajurin, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba caminando y lanzando maldiciones. Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo:
"Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre desalmado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario".
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey:
"¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza".
El rey contesto:
"¿Qué hay entre vosotros y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: 'Por qué actúas así?'".
Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores:
"Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día".
David y sus hombres subían por el camino.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6 -7
Levántate, Señor, sálvame.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios"

Levántate, Señor, sálvame.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Levántate, Señor, sálvame.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

Levántate, Señor, sálvame.
Espíritu inmundo, sal de este hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
"¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes".
Porque Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu inmundo, sal de este hombre".
Y le preguntó:
"¿Cómo te llamas?".
El respondió:
"Me llamo Legión, porque somos muchos".
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
"Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos".
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
"Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti".
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra de Dios


San Sulpicio Severo obispo de Borges (¿511?-591)

Poco se sabe de la primera parte de la vida de este disciplinado clérigo, nacido probablemente en Agen, en la actual Francia. Es motivo de confusión el hecho de que dos siglos antes haya vivido un escritor que llevó precisamente el nombre de Sulpicio Severo. A San Sulpicio se le apoda "Severo" para distinguirlo de otro obispo de Bourges, San Sulpicio Pío.

Una tradición cuenta que nuestro Sulpicio contrajo matrimonio y estuvo casado muchos años, sin embargo siempre abrigó la inquietud de dedicar su vida al servicio de Dios.

A la edad de 35 años se decidió a comunicar a su esposa su decisión definitiva, y a partir de ahí pasa su vida rezando, en penitencias, escribiendo y estudiando a San Paulino de Nola, a San Jerónimo y a muchos autores de la Iglesia.

En 584 es nombrado Obispo de Tours, y de ahí traslada su sede a Bourges, en Aquitania (Francia). Convocó a un concilio provincial en Auvernia. También participó en el Concilio de Macon de 585. Murió en santa paz, posiblemente a la edad de 80 años.

San Constancio, obispo de Perugia y mártir, 178

Es recordado el 29 de enero por el martirologio Gerominiano. Según la leyenda, de la cual cuatro escrituras existen, estaba tras el cónsul de Lucio durante la persecución de Antonino y el bárbaro Flagellated, indio trabado que vivía arriba con otros compañeros, uno de guisa que fue quemado cuando salió ileso. Conducido a la cárcel, convirtió a sus vigilantes que le ayudaron a escaparse.

Abrigando en su casa a un cristiano seguro llamado Anastasio, con éstos, de nuevo fue arrestado. Después de varias vicisitudes en las cárceles de Asís y de Spello, fue decapitado cerca de Foligno.

Las varias escrituras del Evangelio de la pasión se convienen en asignar su martirio a la época de Antonino en un lugar cerca de Foligno llamado "el Trivio". San Perugio tenía en el hecho en esta ciudad, vecino a la puerta romana, una iglesia que, segundo el Iacobilli, fue demolida en 1527. Éstos afirman por otra parte que, a su tiempo, tal lugar todavía fue llamado "campaña de San Constancio".

En 1781 fue hecho un reconocimiento de sus reliquias y en 1825, con gran solemnidad, la traslación fue igual como unas nuevas y antiguas, en los ejecutados siempre en la iglesia de San Constancio.

San Sabiniano, Mártir

La diócesis de Troyes lo venera como primer apóstol y mártir de la ciudad del mismo nombre. El santo nació en la isla de Samos; su conversión al cristianismo fue gracias a que leyó la Biblia, y luego se dirigió a Galia para predicar el Evangelio.

Sin embargo, el emperador Aureliano ordenó su captura ante las numerosas conversiones de romanos y paganos por obra de San Sabiniano.

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

martes, 21 de noviembre de 2017

Lecturas y Santoral 21/11/2017. Martes de la trigesimotercera semana de Tiempo Ordinario

Legaré un noble ejemplo para que aprendan a arrostrar una muerte noble, por amor a nuestra Ley
Primera Lectura. Macabeos 6, 18-31
En aquellos días, Eleazar era uno de los principales maestros de la Ley, hombre de edad avanzada y semblante muy digno. Le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Quienes presidían este impío banquete, viejos amigos de Eleazar, movidos por una compasión ilegítima, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la ley santa dada por Dios, respondió coherentemente, diciendo enseguida:
"¡Enviadme al sepulcro! No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a los noventa años ha apostatado y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo.
Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no me libraría de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable ley".
Dicho esto, se fue enseguida al suplicio.
Los que lo llevaban, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola de poco antes.
Pero él, a punto de morir a causa de los golpes, dijo entre suspiros:
"Bien sabe el Señor, dueño de la ciencia santa, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y que en mi alma los sufro con gusto por temor de él".
De esta manera terminó su vida, dejando no sólo a los jóvenes, sino a la mayoría de la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/


Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6-7
El Señor me sostiene.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios".

El Señor me sostiene.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

El Señor me sostiene.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

El Señor me sostiene.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
"Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa".
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
"Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador".
Pero Zaqueo, de pie, y dijo al Señor:
"Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más".
Jesús le dijo:
"Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/



La Presentación de la Santísima Virgen María

Hoy, celebramos junto con toda la Iglesia, la Presentación en el Templo de la niña Santa María.

Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de Santiago". Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios. También las visiones de la beata Ana Catherinne Emmerich sobre la vida de la Virgen María refieren de manera semejante esta parte de su vida.

Históricamente, el inicio de esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543. Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde el siglo VI, inclusive el emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una Constitución de 1166.

Más adelante, en 1372, el canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

En verdad, lo que hoy celebramos es la consagración que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.

En esta fecha son muchas las personas que renuevan las promesas de consagración religiosa, recordando la oblación primordial que hizo María de sí misma.

Oración:
Santa Madre María,
tú que desde temprana edad te consagraste al Altísimo,
aceptando desde una libertad poseída
el servirle plenamente como templo inmaculado,
tú que confiando en tus santos padres,
San Joaquín y Santa Ana,
respondiste con una obediencia amorosa
al llamado de Dios Padre,
tú que ya desde ese momento
en el que tus padres te presentaron en el Templo
percibiste en tu interior el profundo designio de Dios Amor;
enséñanos Madre Buena a ser valientes seguidores de tu Hijo,
anunciándolo en cada momento de nuestra vida
desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios.
Amén

Oración: Te rogamos, Señor, que a cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, nos concedas, por su intercesión, participar, como ella, de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, aciprensa.com, corazones.org, caminando con Jesus, mercaba, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, www.corazones.org, vatican.va, catholic.net, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

lunes, 1 de febrero de 2016

Lecturas y Santoral 01-02-16. Lunes, 4ª semana del Tiempo Ordinario

Huyamos de Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor
Primera Lectura. Segundo libro de Samuel 15, 13-14. 30; 16, 5-13a
En aquellos días, alguien llego a David con esta información: - "El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón". Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén: - "Levantaos y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente no sea que se apresure, nos de alcance, precipite sobre nosotros la ruina sobre nosotros y pase la ciudad a filo de espada". David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que le acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurin, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba caminando y lanzando maldiciones. Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo: - "Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre deslamado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario". Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: - "¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza". El rey contestó: - "¿Qué hay entre vosotros y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: "Por qué actúas así?". Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores: - "Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día". David y sus hombres subían por el camino.

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/

2-Samuel-15-Semei-apedrea-David
Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6 -7
Levántate, Señor, sálvame.
Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: "Ya no lo protege Dios."

Levántate, Señor, sálvame.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito, invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo.

Levántate, Señor, sálvame.
Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.

Levántate, Señor, sálvame.
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Espíritu inmundo, sal de este hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: -"¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes". Porque Jesús le estaba diciendo: -"Espíritu inmundo, sal de este hombre". Y le preguntó: -"¿Cómo te llamas?" El respondió: -"Me llamo Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: -"Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos". Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: -"Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti". El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra de Dios.

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Gerasenos-piara-de-cerdos-endemoniados
Santa Brigida de Irlanda 450-523

Santa Brigida de Irlanda

La señora de Erín, The Lady of Erin, Brígida es la santa nacional irlandesa, patrona de la isla después de san Patricio, y su culto se propagó por Escocia, Inglaterra y Gales.

Nació aparentemente en una pequeña aldea llamada Faughart, o Forthairt, cerca de Dundalk, en Irlanda, en una época en la que se estaba llevando a cabo la evangelización de Europa. Su padre es un jefe irlandés y su madre una sirvienta.

Ya de muy joven Brígida respondió a la llamada del Señor a la vida religiosa. Era muy generosa con los pobres. Fue muy querida en su tierra y fundó varios conventos, aunque el más importante fue sin duda el de Kildare, o Kill-dara, que quiere decir "templo del encino" que fundó a la edad de 20 años. Se hizo famoso como lugar de devoción y formación. Santa Brígida vio necesario el vínculo entre la Fe y el intelecto.

Santa Brígida fue una santa "del pueblo" llevando el Evangelio a la vida real de los Celtas en un tiempo en el que solo podían disponer de él con mucha dificultad. Un hombre de carácter duro y guerrero se estaba muriendo; él había oído que esta jovencita era una virgen de vida santa y aunque él no era cristiano y no creía, la llamó para que viniera a su lecho de muerte. Ella se arrodilló a su lado y trató de confortarlo. Él le preguntó: "¿Quien es ese Dios tuyo, ese Jesucristo del que hablas?". En el suelo había juncos esparcidos para dar calidez y confort a la casa de dura piedra fría; Brígida cogió algunos y los unió formando una cruz simple y le dijo "¿Ves esta Cruz? En esta cruz Jesucristo murió por tí. Él murió por amor a tí. Él es tu Dios, acógelo en tu corazón por el Amor que te tiene y la muerte que sufrió por tí. Y aquel hombre fue convertido por mirar aquella cruz hecha de juncos, y murió entregando su alma a Jesucristo.

A Santa Brígida se le atribuyen numerosos milagros, como devolver la vista a personas ciegas, aplacar las pestes, multiplicar el alimento, e incluso convertir agua en cerveza para apagar la sed en alguna celebración religiosa. Se cuenta que sanó a un anciano enfermo dándole leche de una vaca que cuando ella la ordeñaba producía inagotablemente el nutritivo líquido. Por eso se le representa generalmente con una vaca a sus pies y se le conoce como patrona de los lecheros.

Beata Viridiana de Attavanti

Viridiana-Attavanti

Nació en Castelfiorentino (Florencia) hacia 1180/82. Desde joven llamó la atención de sus paisanos por su piedad y sus virtudes humanas y cristianas. Peregrinó a Roma y a Santiago de Compostela. A su regreso, decidió vivir como reclusa. Le construyeron una celdita junto a una capilla de san Antonio abad, cerca del pueblo.

Hizo voto de reclusión en la parroquia, vistió la túnica de penitente y, acompañada del clero y del pueblo, marchó a su choza, donde permaneció encerrada treinta cuatro años dedicada a la oración y la penitencia.

Muchas personas acudían a ella en busca de consuelo o de consejo, y le llevaban alimentos, que luego ella distribuía a los pobres que la visitaban.

Se dice que en 1221 san Francisco fue a visitarla y la admitió en su Tercera Orden. Murió en su pueblo natal el 1 de febrero de 1242.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, franciscanos.org, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com

"La Palabra de nuestro Señor es lámpara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."

martes, 17 de noviembre de 2015

Lecturas y Santoral 17-11-15

Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley
Primera Lectura. Macabeos 6, 18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido:
-"¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley."
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
El, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:
-"Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él. "
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.

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Macabeos 6 martirio de Eleazar
Salmo Responsorial. 3, 2-3. 4-5. 6-7
El Señor me sostiene.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mi;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios."

El Señor me sostiene.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

El Señor me sostiene.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

El Señor me sostiene.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
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El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
-"Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
-"Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
-"Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."
Jesús le contestó:
-"Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

Palabra de Dios.

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Zaqueo
Santa Isabel de Hungría (1207-1231)



Nació en Sárospatak, en el norte de Hungría, en una familia de la alta nobleza con una estirpe de santidad. Santa Isabel fue hija del rey de Hungría Andrés II y de Gertrudis de Carintia y Andechs-Meran. Su tía Santa Eduvigis, y una sobrina nieta suya habría de convertirse más tarde en Santa Isabel de Portugal.

Por motivos políticos, cuando Isabel tenía cuatro años de edad fue prometida en matrimonio con Hermann, el hijo del landgrave de Turingia, que tenía once. Así, desde pequeña fue enviada a esa ciudad, donde recibió formación alemana. Lamentablemente, antes de que la boda se celebrara, Hermann falleció, al igual que su padre. El heredero fue entonces el menor, Luis de Turingia, quien recibió la heredad como Luis IV, y enamorado de la prometida de su difunto hermano, se casó con Isabel cuando esta tenía 15 años (él tenía 20 años).

Aún en medio de la corte, Santa Isabel fue un ejemplo de bondad y amor al prójimo. Sin que le importase su condición de princesa y reina, socorría a enfermos y mendigos; de día, de noche, en invierno y en verano, en su propio palacio o en la más humilde choza. Con frecuencia se la veía llevar cántaros de leche, hogazas de pan, frutas y medicinas a cualquier persona que estuviese en cama postrado por las fiebres, la lepra o cualquier otra enfermedad. También fue una esposa devota y muy amorosa. Como exprimía el tesoro real en beneficio del pueblo sus enemigos conspiraban contra ella ante su esposo, príncipe heredero de Turingia.

Santa Isabel quedó viuda a los veinte años, pues su marido, Luis IV, falleció en Otranto al unirse a Federico II para la Cruzada en Tierra Santa.

Santa Isabel, sin embargo, aceptó con resignación los designios de Dios, y en vez de contraer matrimonio nuevamente, decidió entregarse al servicio de los desamparados y vivir ella misma en pobreza. Con los bienes que le correspondieron como viuda fundó un gran hospital para pobres. Imitando a San Francisco de Asís hizo voto de renuncia y cambió su atuendo de princesa por un hábito sencillo de franciscana ingresando en la tercera orden de los Franciscanos. Durante cuatro años Santa Isabel de Hungría dedicó su vida a atender a los pobres y enfermos en el hospital que había fundado, viviendo en una humilde choza adjunta, dedicándose a todo tipo de labores de servicio.

Su fama de santidad recorrió numerosas comarcas, e incluso fue admirada por el propio emperador.

Apenas con 24 años de edad, Santa Isabel falleció repentinamente en el año 1231. A sus funerales acudió una enorme multitud de todas las clases sociales y de varias nacionalidades, al frente de la cual iba el mismísimo emperador Federico II.

Entre varios milagros que se le atribuyen, se cuenta que justo el día de su muerte, un religioso que se había roto un brazo la vio pasar vestida elegantemente, y ella le había explicado que iba a la gloria; y tocándole el brazo, al instante quedó sanado.

Apenas a los cuatro años de su muerte, Santa Isabel de Hungría fue canonizada por el papa Gregorio IX en 1235. Es la santa patrona de Turingia, así como de los viudos, los huérfanos y los pobres. La Iglesia Católica ha visto en ella un modelo admirable de donación de bienes y vida a favor de los pobres y enfermos.

Isabel reconoció y amó a Cristo en la persona de los pobres - Conrado de Marburgo
De una carta escrita por el director espiritual de santa Isabel (Al Sumo Pontífice, año 1232: A. Wyss, Hessisches Urkundenbuch 1, Leipzig 1879,31-35)


Pronto Isabel comenzó a destacar por sus virtudes, y, así como durante toda su vida había sido consuelo de los pobres, comenzó luego a ser plenamente remedio de los hambrientos. Mandó construir un hospital cerca de uno de sus castillos y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos; a todos los que allí acudían en demanda de limosna les otorgaba ampliamente el beneficio su caridad, y no sólo allí, sino también en todos los lugares sujetos a la jurisdicción de su marido, llegando a agotar de tal modo todas las rentas provenientes de los cuatro principados de éste, que se vio obligada finalmente a vender en favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos.

Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos sus enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, a los cuales daba de comer, les hacía la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos muchos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, ella, aspirando a la máxima perfección, me pidió con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta.

En el mismo día del Viernes santo, mientras estaban denudados los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por la gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aun en contra de mi voluntad: allí, en la ciudad, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados.

Afirmo ante Dios que raramente he visto una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa, ya que algunos religiosos y religiosas vieron más de una vez cómo, al volver de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como unos rayos de sol.

Antes de su muerte, la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser sepultada. Recibió luego el cuerpo del Señor y después estuvo hablando, hasta la tarde, de las cosas buenas que había oído en la predicación: finalmente, habiendo encomendado a Dios con gran devoción a todos los que la asistían, expiró como quien se duerme plácidamente.

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lunes, 3 de febrero de 2014

Lecturas y Santoral 03-02-14

Huyamos de Absalón. Dejad a Semeí que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor
Primera Lectura. Segundo libro de Samuel (15,13-14.30;16,5-13a)

En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: "Los israelitas se han puesto de parte de Absalón."
Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: "¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población."
David subió la cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía.
Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos –toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey–, y le maldecía: "¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino."
Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: "Ese perro muerto ¿se pone a maldecir a mi señor? iDéjame ir allá, y le corto la cabeza!"
Pero el rey dijo: "¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?"
Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: "Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy."
David y los suyos siguieron su camino.

Palabra de Dios.

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Samuel-15-Semei-David-huye-de-Abasalon
Salmo Responsorial 3,2-3.4-5.6-7

Levántate, Señor, sálvame.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
"Ya no lo protege Dios."

Levántate, Señor, sálvame.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Levántate, Señor, sálvame.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

Levántate, Señor, sálvame.
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Espíritu inmundo, sal de este hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos (5,1-20)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes."
Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre."
Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?"
Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos."
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.
Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos."
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia."
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra de Dios.

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Marcos 5 - endemoniado de gerasa piara de cerdos gerasenos
San Blas obispo de Sebaste y mártir 316

San Blas obispo de Sebaste y mártir


Nació en Sebaste (Armenia) en la segunda mitad del siglo III. Según la tradición fue médico y cristiano ejemplar. Lo eligieron obispo de su ciudad natal, y fue pastor prudente y celoso, intrépido protector de sus fieles en las terribles persecuciones del Imperio Romano de principios del siglo IV.

Tuvo que huir a las montañas donde se entregó a la penitencia y la contemplación. Lo apresaron, y su traslado ante el prefecto constituyó una apoteosis popular, acompañada de milagros. Ante su negativa a renunciar a la fe, lo sometieron a toda clase de tormentos, y murió decapitado en su ciudad natal, con toda probabilidad el año 316.

Su culto se extendió por toda Europa y es invocado como intercesor en las enfermedades de garganta. Se le atribuye el milagro de la espina atravesada en la garganta de un niño al que Blas salvó tocando el lugar del atragantamiento.

Oración: Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que hoy te invoca apoyado en la protección de tu mártir san Blas: concédenos, por sus méritos, la paz en esta vida y el premio de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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martes, 19 de noviembre de 2013

Lecturas y Santoral 19-11-13

Aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.
Primera Lectura. Segundo libro de los Macabeos (6,18-31)

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: "iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley."
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: "Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él."
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
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Macabeos-6-Martirio-Eleazar
Salmo Responsorial 3,2-3.4-5.6-7

El Señor me sostiene.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: "Ya no lo protege Dios."

El Señor me sostiene.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

El Señor me sostiene.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

El Señor me sostiene.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
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Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas (19,1-10)

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."
Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

Palabra de Dios.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/bible/reading

Lucas 19 Zaqueo

Santa Matilde Hackeborn

Santa-Matilde


Nació en Helfta (Sajonia, Alemania) hacia el año 1240, en el seno de una de las familias más nobles y poderosas de Turingia, los Hackeborn. A los siete años la llevaron al monasterio benedictino de Rodardsdorf, donde su hermana mayor Gertrudis era monja, y en él se crió y educó, y más tarde profesó.

Gertrudis pasó al monasterio de Helfta, cerca de Eisleben, del que fue abadesa muchos años, y con ella marchó su hermana. Allí se encontrarían más tarde con santa Gertrudis la Magna, amiga y confidente de Matilde. Ésta, formada en el ambiente literario y espiritual de su convento y muy inteligente, fue nombrada directora de la escuela monacal y también directora del canto litúrgico de la comunidad.

El Señor le concedió el don de la contemplación mística y experiencias místicas extraordinarias que quedaron plasmadas en uno de los libros más notables de la mística medieval, el Libro de la Gracia Especial.
Murió en su monasterio de Helfta el 19 de noviembre de 1298.

Oración: Oh Dios que, en tu piedad, revelaste a santa Matilde los esplendores de la soberana economía; concédenos llegar a disfrutar cara a cara, en la visión celestial, de lo que ya conocemos por la verdad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Crispín de Viterbo (1668-1750)

San-Crispin-de-Viterbo

Nació en Viterbo (Lazio) el año 1668. Huérfano de padre, la madre se ocupó de su educación religiosa. Hasta los 25 años trabajó en el taller de un tío suyo que era zapatero. En 1693 vistió el hábito capuchino. Optó por ser hermano lego para imitar a san Félix de Cantalicio.

Estuvo en diversos conventos ejerciendo tareas domésticas hasta que, en 1709, fue trasladado a Orvieto, donde comenzó a ejercer el oficio de limosnero, en el que permaneció casi cuarenta años, dando admirables ejemplos de amor a Dios, devoción a la Madre de Jesús y caridad hacia el prójimo, en especial los pobres.

Desde siempre se le ha llamado y con razón el santo de la alegría franciscana. Murió en Roma el 19 de mayo de 1750.








Abdías profeta

Abdias-profeta


Abdías es el cuarto de los profetas menores. Se cree que fue posterior a Joel, Oseas y Amós, también profetas en tiempos del rey Ozías. San Jerónimo dice que gracias a él sobrevivieron los cien profetas a quien Jezabel mandó exterminar: los ocultó en las cavernas de las montañas, a lo largo de Samaría.

Se dice que su sepulcro era venerado, junto con el del profeta Eliseo y el del Bautista, en la ciudad de Sabaste, y que Dios obraba en él prodigios.

La profecía de Abdías aparece en la Biblia en un solo capítulo de 21 versículos y anuncia la ruina de Edom, enemiga de Judá. También anuncia la venida del Mesías.

Santoral confeccionado consultando el preparado por: Vidas de los Santos de Butler, web católico de Javier, santoral-virtual.blogspot.com, Archidiócesis de Madrid, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, franciscanos.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, catholic.net, oremosjuntos.com, devocioncatolica.blogspot.com