jueves, 15 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 15-04-10

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo
Primera Lectura. Hechos 5,27-33
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: -«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.» Pedro y los apóstoles replicaron: - «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 33, 2 y 9. 17-18. 19-20
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
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El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
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Santas Basilisa y Anastasia mártires
Las ilustres y venerables matronas romanas santa Basilisa y santa Anastasia, habían recibido la luz de la fe y la gracia de nuestro Señor Jesucristo por mano de los gloriosos príncipes de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

Quedaron tan devotas suyas, que ni aun después que ellos padecieron el martirio, quisieron dejar por temor humano de reverenciarles; antes, recogiendo con todo cuidado las venerables reliquias de aquellos santísimos Maestros de nuestra fe, les dieron secretamente honrada sepultura.

Mas como por este oficio de piedad fuesen acusadas delante del impío y cruelísimo Nerón, este primer perseguidor y fiera sanguinaria, sin respeto de la virtud y nobleza de aquellas piadosas matronas, mandó que las prendiesen y las presentasen a su tribunal cargadas de cadenas.

Pretendió el bárbaro emperador apartarlas del nuevo instituto y vida cristiana que les habían enseñado los santos apóstoles, mas ellas con gran fortaleza confesaron a Jesucristo, diciendo que era verdadero Dios, por el cual ellas estaban dispuestas a confesarle también, derramando la sangre y muriendo si fuese menester.

Entonces mandó el tirano que sacasen de su presencia a aquéllas damas tan principales y las encerrasen en la cárcel hasta el día siguiente, en el cual se les concedía nueva audiencia. Venida la hora de comparecer de nuevo al tribunal, mostráronse tan constantes e invencibles en la confesión de Cristo, que luego ordenó el ferocísimo emperador matarlas bajo tormentos.

Azotáronlas con bárbara inhumanidad, colgáronlas en un potro, y abrasaron sus delicadas carnes con hachas encendidas; y viendo los verdugos que todo, esto sufrían ellas sin quejarse, y que no cesaban de invocar el nombre de Cristo Jesús, con gran furor les "sacaron las lenguas de la boca y se las cortaron. Cortáronles después los pechos y las atormentaron cruelísimamente hasta que se cansaron de hacer en aquellos santísimos cuerpos la más horrible y sangrienta carnicería, y como no pudiesen quebrantar un punto la constancia maravillosa de aquellas flacas mujeres y fortísimas mártires del Señor, las condenó el tirano a ser degolladas, y así confirmaron con su sangre y con su muerte la doctrina de Dios que habían recibido de los bienaventurados Príncipes y esclarecidos Maestros de la Iglesia romana.

La edición antigua del Martirologio Romano recordaba a Santas Basilisa y Anastasia el 15 de Abril, más luego de las últimas reformas en esta materia se unieron a todos los mártires de Roma en una sóla celebración el 30 de junio.

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miércoles, 14 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 14-04-10

Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo
Primera Lectura. Hechos 5, 17-26
En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos-, llenos de envidia, mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la celda y los sacó fuera, diciéndoles: - «Id al templo y explicadle allí al pueblo íntegramente este modo de vida.» Entonces ellos entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con los de su partido, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos israelitas, y mandaron por los presos a la cárcel. Fueron los guardias, pero no los encontraron en la celda, y volvieron a informar: - «Hemos encontrado la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas guardando las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro.» El comisario del templo y los sumos sacerdotes no atinaban a explicarse qué había pasado con los presos. Uno se presentó, avisando: - «Los hombres que metisteis en la cárcel están ahí en el templo y siguen enseñando al pueblo.» El comisario salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
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Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por él
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 3, 16-21
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
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Santa Liduvina, virgen 1380-1433
La Divina Providencia a cada uno le señala el camino en el que mejor puede realizar su vida y mediante ello alcanzar la meta de la salvación. Repasando las vidas de los Santos encontramos que la mayor parte de los hombres han tenido una misión más bien hacia fuera: misioneros, fundadores, obispos y papas, escritores, mártires... De las Santas no se puede afirmar lo mismo. La mayor parte de ellas han llevado una vida más bien escondida, entregada a la oración y penitencia y han alcanzado la meta de la perfección mediante el apostolado de la inmolación, ejercido de una o de otra forma. Un caso bien conocido y muy famoso es el de la Santa de hoy.

Eleva su juventud y su vida, inmóvil en el lecho de la enfermedad. Su nombre ha sido transformado en Ludovina y Luz divina.

La más paciente de todo el santoral, con una biografía terrible que espeluzna, y que movió al escritor francés Huysmans a darnos en 1901 uno de sus libros sombríos y refulgentes, con una impresionante mezcla de amor y dolor incomprensibles. Su vida ha de leerse como glosa y complemento de la de Job,

Había nacido en Schidam, de Holanda, muy cerca de la Haya, el Domingo de Ramos de 1380. Su padre era el sereno de la ciudad, eran pobres y tenía ocho hermanos.

A los quince años renuncia al matrimonio, porque desea consagrar su vida a sólo Dios. Poco después un día de fuerte helada, el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor y Purificación de la Virgen María, sufre una violenta caída. A la fractura en el costado derecho, se añade una herida; que, al infectarse, convierte su cuerpo en una llaga viva, durante casi cuarenta años de sufrimiento incesante día y noche.

Los primeros cuatro años, una constante desolación interior ennegrece sus horizontes. Hasta que. un día, escucha de una de sus visitas: "Hasta ahora has meditado poco en la Pasión de Cristo; medita; y verás cómo el yugo del Señor es suave".

"Es imposible no sé lo que es meditación", repite algún tiempo. Pero poco a poco, sus sufrimientos se van uniendo en ella a los de Cristo, hasta construir un ideal redentor.

Un día al traerle la Comunión encuentra a Jesús, como los discípulos de Emaús, tardos de corazón: « ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?". Y en su corazón permanecerá ardiente su apostolado del sufrimiento misionero Con él puede repetir: «Señor, perdón por esos pecados que cometen, contra Tí, los hombres".

Liduvina sabía que el dolor, unido al de Cristo, tiene valor redentor. En el museo de arte de Viena hay un hermoso lienzo titulado "Jesús en la Cruz". El autor es un pintor flamenco, Brueghel el Viejo. Sorprende el título, pues lo que el cuadro representa es un ramillete de hojas. Cada hoja es un medallón, donde se muestra un dolor humano. Allí están todos los dolores humanos. En uno de los medallones está Jesús en la Cruz. Ese medallón da sentido a todos. Todo dolor, unido a la Cruz, tiene valor redentor.

A la humilde casa de la hija del sereno de Schiedam llegaban noticias nada halagüeñas sobre el estado de la Iglesia. Nunca sufrió tanto, ya que estuvo en su tiempo dividida en dos y tres obediencias, con dos y tres Papas a la vez. Por ella, por la Iglesia, por el Papa y por los Obispos y Príncipes cristianos ofrecía generosa sus muchos dolores.

Su vida incorporada a Cristo, se hace una maravilla interior; que merecerá ser presentada, como ejemplo, por Tomás de Kempis.

Liduvina partió para unirse al Divino Crucificado el año 1432.

Sus reliquias están en santa Gúdula de Bruselas.

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martes, 13 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 13-04-10

Todos pensaban y sentían lo mismo
Primera Lectura. Hechos 4, 32-37
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 92, lab. 1c-2. 5
El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder.
El Señor reina, vestido de majestad.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno.
El Señor reina, vestido de majestad.
Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.
El Señor reina, vestido de majestad.
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Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 3, 5a. 7b-l 5
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.» Nicodemo le preguntó: - «¿Cómo puede suceder eso?» Le contestó Jesús: - « Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»
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San Martín I, papa y mártir +656
San Martín fue el último Papa martirizado. Son más de 40 los pontífices que han sufrido el martirio.

Nació en Todi, Italia, y se distinguió entre los sacerdotes de Roma por su santidad y su sabiduría.

Fue elegido Papa el año 649 y poco después convocó a un Concilio o reunión de todos los obispos, para condenar la herejía Monotelistas, que son los herejes que decían que Jesucristo no había tenido voluntad humana, sino solamente voluntad divina.

Como el emperador de Constantinopla Constante II era hereje monotelista, mandó a un jefe militar con un batallón a darle muerte al pontífice. Pero el que lo iba a asesinar, quedó ciego en el momento en el que lo iba a matar, y el jefe se devolvió sin hacerle daño.

Luego envió Constante a otro jefe militar el cual aprovechando que el Papa estaba enfermo, lo sacó secretamente de Roma y lo llevó prisionero a Constantinopla. El viaje duró catorce meses y fue especialmente cruel y despiadado. No le daban los alimentos necesarios y según dice él mismo en sus cartas, pasaron 47 días sin que le permitieran ni siquiera agua para bañarse la cara. Un verdadero martirio que él soportó con especial paciencia. En aquellos días dejó escritas estas palabras: "Me martiriza el frió. Sufro hambre y estoy enfermo. Pero espero que por estos sufrimientos les concederá Dios a mis perseguidores, que después de mi muerte se arrepientan y se conviertan."

En Constantinopla lo expusieron al público como un malhechor, para que las gentes se burlaran de él. Pero lo que consiguieron fue hacer que muchísimos admiraran la virtud de aquel santo varón que todo lo sufría con admirable valor. Un tribunal de herejes lo condenó sin permitirle que dijera ni siquiera una palabra en su defensa. Lo tuvieron tres meses padeciendo en la cárcel destinada a los condenados a muerte, y luego lo sacaron de la cárcel por una petición que hizo el Patriarca Arzobispo de Constantinopla poco antes de morirse, pero lo enviaron al destierro. Martín fue escribiendo en sus cartas lo que le iba sucediendo en aquellos prolongados martirios. En uno de esos escritos cuenta cómo lo llevaron sin las más mínimas muestras de consideración o respeto a Crimea (en el sur de Rusia, junto al Mar Negro) donde estuvo por meses y meses abandonado de todos, sufriendo hambre y desprecios, pero enriqueciéndose para el cielo en el ofrecimiento diario de sus padecimientos a Dios. Sus sufrimientos eran tan grandes que cuando alguien lo amenazó con que le iban a dar muerte, exclamó: "Sea cual fuere la muerte que me den, seguramente no va a ser más cruel que esta vida que me están haciendo pasar". Lo amenazaron con dejar su cuerpo expuesto a que lo devoraran los cuervos y respondió: "En cuánto a mi cuerpo, Dios se encargará de cuidarlo. Dios está conmigo. ¿Por qué me voy a preocupar?". Y dando un suspiro de esperanza añadió: "Espero que el Señor Dios tendrá misericordia de mí y no prolongará ya por mucho tiempo el tiempo de mi vida en este mundo". De veras que sus sufrimientos debieron ser muy grandes para desear más bien morir que seguir viviendo. En su última carta, dice así San Martín: "Estoy sorprendido del abandono total en que me tienen en este destierro los que fueron mis amigos. Y más me entristece la indiferencia total con la que mis compañeros de labores me han abandonado. ¿Qué no tienen dinero? ¿Pero no habría ni siquiera unas libras de alimento para enviarlo? ¿O es que el temor a los enemigos de la Iglesia les hace olvidar la obligación que cada uno tiene de dar de comer al hambriento? Pero a pesar de todo, yo sigo rezando a Dios para que conserve firmes en la fe a todos los que pertenecen a la Iglesia". Murió más de padecimientos y de falta de lo necesario que de enfermedad o vejez, en el año 656. En Constantinopla donde había sido tan humillado, fue declarado santo y empezaron a honrarlo como a un mártir de la religión. Y en la Iglesia de Roma se le ha venido honrando entre el número de los santos mártires. Martín I: después de ser humillado por unos años, ha seguido siendo glorificado por muchos siglos. En él se ha cumplido lo que anunció San Pablo: "Después de un corto sufrir en esta tierra, nos espera un inmenso gozar en la gloria celestial". Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

lunes, 12 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 12-04-10

Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios
Primera Lectura. Hechos 4, 23-31
En aquellos días, puestos en libertad, Pedro y Juan volvieron al grupo de los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oírlo, todos juntos invocaron a Dios en voz alta: - «Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen; tú inspiraste a tu siervo, nuestro padre David, para que dijera: "¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías," Así fue: en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido, para realizar cuanto tu poder y tu voluntad habían determinado. Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan, y da a tus siervos valentía para anunciar tu palabra; mientras tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios, por el nombre de tu santo siervo Jesús.» Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 2, 1-3. 4-6. 7-9
Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo».
Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.»
Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.»
Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
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El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 3,1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: - «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.» Jesús le contestó: - «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.» Nicodemo le pregunta: - «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? » Jesús le contestó: - «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
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San Sabas el Godo + 372
Una carta sobre su martirio escrita muy poco después de su muerte fecha con notable exactitud los sucesos, que debieron de tener por escenario las tierras del norte del Danubio, posiblemente Tirgoviste, en la actual Rumania.

Sabas, al parecer lector en la iglesia, no debía de ser considerado como una lumbrera, y es significativo que de él se nos diga que “no era elocuente en las palabras”; cantaba y decía los oficios del culto divino, pero su elocuencia para incitar a todos a vivir bien residía mucho más en el ejemplo que en la voz.

En el curso de una persecución fue prendido y soltado al poco tiempo por juzgársele persona insignificante; no valía la pena ensañarse con un infeliz como él, quizá de cortas luces o de muy escasa instrucción, en cualquier caso un don nadie en la comunidad cristiana de aquella turbulenta Gotlandia.

Prendido por segunda vez, “le llevaron desnudo por lugares ásperos y espinosos, dándole muchos palos y azotes”, y al ver que su actitud era de mansedumbre y de alegría, una fe tan elocuente exasperó a sus verdugos, que le torturaron hasta dejarle por muerto. Una piadosa mujer le desató de noche y le llevó a su casa, pero volvió a caer en manos de sus perseguidores.

Entonces se le exigió que comiese manjares sacrificados a los ídolos, dando así un testimonio público de apostasía. Es improbable, como sugiere algún hagiógrafo, que en esta ocasión se le desatara la lengua, no era hombre de grandes discursos. Tal vez sólo dijo no o hizo un gesto negativo con la cabeza, aceptando el martirio. Se le ató a un tronco y murió ahogado en el río Buzau.

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domingo, 11 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 11-04-10

Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor
Primera Lectura. Hechos 5, 12-16
Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 117, 2-4. 22-24. 25-27a
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
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Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos
Segunda Lectura. Apocalipsis 1, 9-1 la. 12-13. 17-19
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: - «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias, de Asia. » Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mi y dijo: - «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
Palabra de Dios.
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A los ocho días, llegó Jesús
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegria al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: - «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: - «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: - «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: - «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: - «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: - «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
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San Estanislao de Cracovia (¿1030?-1079)
Nació en Szczepanowski, Polonia, en una familia de la baja nobleza. Sin embargo estudió con los benedictinos de Cracovia, y culminó sus estudios en París.

A su regreso es nombrado sacerdote y canónigo en Cracovia, distinguiéndose por su caridad y su celo para cumplir con sus obligaciones, y en 1071 el papa Alejandro II lo nombra Obispo de esa ciudad.

En esa época gobernaba Polonia el rey Boleslao II, famoso por consolidar el estado polaco gracias a sus triunfos bélicos, pero al que también se le recuerda como un monarca cruel, de vida disoluta, e irrespetuoso con los derechos de los demás.

Con gran valentía, y a pesar de cierta amistad con él, San Estanislao fue de los pocos que se plantaron enfrente del monarca e intentaron ponerle un alto. Y cuando Boleslao raptó con lujo de violencia a la esposa de un noble, de la cual se había enamorado, todo el pueblo polaco se enteró de la injuria.

A San Estanislao no le quedó más remedio que excomulgar al soberano y tirano.

Al poco tiempo sucedió que mientras estaba celebrando una misa, San Estanislao fue atacado y asesinado a la mitad de los servicios religiosos. Se dice que el asesino fue el propio rey, luego de que sus sirvientes se negaron a profanar el sagrado sitio de una iglesia.

San Estanislao de Cracovia comenzó a ser venerado casi desde el momento de su muerte. Fue canonizado en 1253 por el papa Inocencio IV. Es el Santo Patrono de Polonia.

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sábado, 10 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 10-04-10

No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído
Primera Lectura. Hechos 4, 13-21
En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar: - «¿Qué vamos a hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo Jerusalén, y no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos que vuelvan a mencionar a nadie ese nombre.» Los llamaron y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron: -«¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.» Repitiendo la prohibición, los soltaron. No encontraron la manera de castigarlos, porque el pueblo entero daba gloria a Dios por lo sucedido.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 117,1 y 14-15.16-18.19-21
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
La diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
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Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 16, 9-15
Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: - «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»
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San Ezequiel, profeta del AT
El último tercio del siglo VII a. de J. C. es decisivo para la suerte del minúsculo reino de Judá. Asiria ha sido suplantada por el imperio naciente caldeo. Nínive cae en el 612 a. de J. C., y con la gran ciudad se cierra para siempre el ciclo histórico del colosal imperio asirio. El nuevo orden de cosas se estructura bajo la mano férrea del conquistador Nabucodonosor. Primeramente como generalísimo de los ejércitos caldeos atraviesa Palestina en persecución del faraón Necao II. Después, el 605, sube al trono y trata de consolidar las conquistas de su padre Nabopolosar. Una de las regiones recalcitrantes es Palestina, que con Siria y Transjordania busca el medio de sacudir el pesado yugo babilonio. Egipto excita los sentimientos nacionalistas de estos pueblos, sometidos antes a su órbita política. En Jerusalén, después de la muerte trágica del piadoso rey Josías en la batalla de Megiddo (609 a. de J. C.), reina un hijo de éste, por nombre Joaquim, el cual, al principio, procura halagar al coloso babilonio, pero termina por unirse en una coalición de pequeñas potencias contra Nabucodonosor. El profeta Jeremías había dado la voz de alerta, predicando la sumisión a Babilonia, pero en vano. En el 598 los babilonios ponen cerco a Jerusalén, la capital de Judá, que termina por capitular. El precio del desastre es la deportación de una gran parte de la población judía, entre ellos el propio rey Jeconías, hijo de Joaquim, muerto durante el asedio, y un joven llamado Ezequiel, que iba a ser el profeta del exilio. La vida de los desterrados no era dura, pues se les reconocían ciertas libertades, pero la nostalgia de la patria y del templo de Jerusalén nublaba sus ilusiones. No podían creer que Dios les hubiera abandonado definitivamente. Formaban parte del pueblo de las promesas, y Yahvé no permitiría que la catástrofe total de su pueblo se consumase. Siglo y medio antes había permitido la desaparición del reino israelítico del Norte, cuya capital era Samaria, pero Jerusalén significaba demasiado en la historia del pueblo elegido para que sufriera la misma suerte. Yahvé habitaba en Jerusalén y, por tanto, no podía permitir que los enemigos de Judá destruyeran el lugar de su morada. justamente un siglo antes las tropas de Senaquerib tuvieron que abandonar el asedio de la ciudad santa por una intervención milagrosa del ángel de Yahvé. Ahora habría de repetirse el mismo prodigio, Tal era el modo de pensar de los exilados. Ezequiel, como enviado de Yahvé para consolar a los desterrados, no participa de las ideas de sus compatriotas. Jerusalén será tomada por los caldeos y totalmente destruida con su santo templo. Tal es la triste realidad que deben aceptar los exilados, y de ahí la ingrata misión del profeta ante sus connacionales. Para éstos será un pesimista, un derrotista, que no comprende los altos designios del pueblo hebreo. Ezequiel, pues, tendrá que continuar la labor del sufrido e incomprendido Jeremías. Ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador, y no cabe sino aceptar con espíritu de compunción y humildad los designios punitivos de Yahvé. Después vendrá el desquite, la resurrección nacional, la repatriación de los exilados y la inauguración de la comunidad teocrática de los tiempos mesiánicos.

La misión profética de Ezequiel tenemos que dividirla, pues, en dos etapas históricas: antes y después de la destrucción en Jerusalén por los caldeos (598 a. de J. C.). De un lado tiene que hacer frente al falso optimismo -hijo de la presunción- de los exilados, que no creen en la destrucción de la ciudad santa, y por otro, cuando ya la catástrofe se ha consumado, debe levantar los ánimos deprimidos, dando esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Sus compatriotas desterrados creían que Yahvé se había excedido en el castigo, al menos les había hecho cargar con los pecados de sus antepasados. "¡Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera!" Este es el grito unánime de protesta de los exilados ante Ezequiel, el centinela de Yahvé. El profeta tiene que demostrar que Dios ha sido justo en el castigo, y que éste no tenía otra finalidad sino purificar a su pueblo moralmente para prepararle a una nueva etapa gloriosa nacional. Yahvé no había abandonado a su pueblo, sino que estaba con los exilados para protegerlos. La visión inaugural, en la que aparece Yahvé lleno de majestad en su carro triunfal escoltado por los querubines, simboliza la especial providencia que tiene sobre el pueblo exilado, pues se ha trasladado a Mesopotamia para ayudarles y alentarles en el exilio.

Ezequiel era de la clase sacerdotal y desde el punto de vista profético inaugura una nueva etapa en Israel. Sus oráculos difieren también desde el punto de vista literario de los tradicionales preexílicos, tal como aparecen en Amós, Oseas, Isaías y Jeremías. Les falta el frescor y sencillez de éstos, y, por otra parte, se dan la mano con la literatura apocalíptica que va a pulular en la época tardía del judaísmo. Se le ha llamado "profeta de gabinete" en el sentido de que sus escritos resultan demasiado artificiales en comparación con los de sus predecesores. Sin embargo, no se debe exagerar la nota de artificialidad. Ezequiel se halla en una encrucijada histórica, y su personalidad está cabalgando sobre dos épocas: la correspondiente a los últimos años de la monarquía judía y la exílica, con sus implicaciones de cambio de ambiente geográfico y ruptura de tradiciones seculares. Su misión fue la de salvar la crisis de conciencia nacional que siguió a la caída de la monarquía, orientándola hacia una nueva era teocrática de esplendor y triunfo definitivo. Por otra parte, para entender sus escritos debemos tener en cuenta que Ezequiel tenía un temperamento de visionario. Sus enseñanzas, en parte, están expresadas en un lenguaje simbólico, a veces difícil de entender. Tal es la oscuridad de sus visiones que los rabinos no permitían se leyera su libro antes de haber cumplido los treinta años. En el Talmud se dice que el rabino Hanaías gastó trescientos recipientes de aceite estudiando y dilucidando las páginas misteriosas de Ezequiel para que la Sinagoga no lo declarara libro apócrifo.

Una característica de la predicación de Ezequiel es su predilección por las acciones simbólicas o parábolas en acción. Antes de él varios profetas como Oseas y Jeremías habían representado plásticamente sus oráculos en acciones simbólicas para causar mayor impresión en un auditorio de temperamento oriental imaginativo. Al igual que Isaías, Ezequiel se considera personalmente como un "sino para la casa de Israel", viendo en sus propias experiencias personales un sentido profético para su pueblo. Así, para significar los años de la cautividad de Israel y de Judá, se somete a una inmovilidad, acostándose ciento noventa días del lado izquierdo y cuarenta del derecho (4, 4-7). Para significar el hambre que los ciudadanos de Jerusalén han de sufrir durante el asedio, el profeta debe alimentarse de una mezcla racionada de trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, lo que resultaba abominable para un judío, que quería vivir según la Ley mosaica (4, 9-10). Con ocasión de la muerte de su esposa debe abstenerse totalmente de manifestaciones de duelo para simbolizar la actitud de conformidad que deben adoptar los exilados al tener noticias de la destrucción de Jerusalén (24, 15-24). Un día recibe una orden extraña de parte de Yahvé: "Tú, hijo de hombre, dispón tus trebejos de emigración y sal de día a la vista de los exilados... Saca tus trebejos, como trebejos de camino, de día, a sus ojos, y parte por la tarde a presencia suya, como parten los desterrados. A sus ojos horada la pared y sal por ella, llevando a sus ojos tus trebejos, y te los echas al hombro, y sales al oscurecer, cubierto el rostro y sin mirar a la tierra, pues quiero que seas pronóstico para la casa de Israel (12, 3-5). Su huida por la brecha de la pared horadada de su casa debía simbolizar la huida del rey Jeconías, que se escapará por las brechas de las murallas de Jerusalén para huir de los asaltantes caldeos.

Su existencia personal, pues, se confundía con su misión profética ante sus compatriotas desterrados. Por orden divina tiene que encerrarse a temporadas en un mutismo absoluto (3,26.24.27). Todos los detalles de su vida tienen proyección profética en orden a la comunidad de exiliados.

Otra característica de sus escritos es el elemento visionario. Ya en su primera presentación como profeta a la comunidad exilada Ezequiel describe una grandiosa visión que iba a ser clave en su teología:

"El año quinto de nuestra cautividad (593 a. de J. C.), estando yo entre los cautivos en la orilla del río Quobar, se abrieron los cielos... y fue sobre mí la mano de Yahvé. Miré y vi venir de la parte del septentrión un nublado impetuoso, una nube densa, en torno de la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición. En el centro de ella había semejanza de cuatro animales vivientes, cuyo aspecto era éste: tenían semblante de hombre, pero cada uno tenía cuatro aspectos y cada uno cuatro alas. Sus pies eran derechos y la planta de sus pies era como la planta del toro. Brillaban como bronce en ignición. Por debajo de las alas, a los cuatro lados, salían brazos de hombre, todos cuatro tenían el mismo semblante y las mismas alas, que se tocaban las unas con las del otro. Al moverse no se volvían para atrás, sino que cada uno iba cara adelante. Su aspecto era éste: de hombre por delante los cuatro, de león a la derecha los cuatro, de toro a la izquierda los cuatro, y de águila por detrás los cuatro. Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto, dos se tocaban la del uno con la del otro, y dos de cada uno cubrían su cuerpo... Había entre los vivientes fuego como de brasas, encendidas cual antorchas, que discurrían por entre ellos, centelleaban y salían rayos... Sobre las cabezas de los vivientes había una semejanza de firmamento, como de cristal... y por debajo del firmamento estaban tendidas sus alas, que se tocaban dos a dos... Sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas había una apariencia de piedra de zafiro a modo de trono, y encima una figura semejante a hombre que se erguía, y lo que de él aparecía, de cintura arriba, era como el fulgor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplandecía... como el arco que aparece en las nubes en día de lluvia" (c.1).

La majestad de Yahvé aparecía sobre un carro triunfal tirado por seres que eran los reyes del mundo de los vivientes: el hombre, el león, el toro y el águila. Sintetizaban toda la creación que servía de trono al Creador, que iba a visitar a los exilados a Mesopotamia, La comunidad de los exilados no habría de estar desamparada de su Dios. El pueblo judío resucitaría un día para organizarse como pueblo. Su actual estado de postración nacional era pasajero, y un castigo purificador a sus infidelidades. Es la lección de otra visión apocalíptica:

"Fue sobre mí la mano de Yahvé, y llevóme Yahvé fuera, en medio de un campo que estaba lleno de huesos. Hízome pasar por cerca de ellos, y vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo, y enteramente secos. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor Yahvé, Tú lo sabes. Y Él me dijo: Hijo de hombre, profetiza a estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yahvé. Así dice Yahvé: Voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis, y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis... Entonces profeticé yo como se me mandaba, y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne, y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu. Profeticé, y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron de pie, un ejército grande en extremo. Dijo Yahvé: Esos huesos son la entera casa de Israel."

Nada más plástico para anunciar a sus compatriotas exilados la esperanza de una resurrección nacional cierta en los designios divinos. Lejos de dejarse llevar por la desesperación deben orientar sus pensamientos hacia una era venturosa de resurrección nacional; es la hora de la teocracia mesiánica. Los exilados volverán a la patria, y ésta será equitativamente dividida entre las tribus. En el centro geográfico estará el templo y a su lado los sacerdotes y levitas juntamente con el príncipe. Toda la nueva tierra de promisión será feracísima porque saldrá del templo un torrente que regará hasta la zona desértica del mar Muerto, Las aguas de éste se verán pobladas de peces, y una frondosidad edénica de árboles que darán doce frutos al año bordeará sus riberas:

"Y vi que desde el umbral del templo brotaban aguas, que descendían del mediodía del altar... y vi que las aguas salían del lado derecho... y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta los tobillos; midió mil codos, y llegaban hasta las rodillas; midió otros mil codos, llegaban hasta la cintura. Midió otros mil, y era ya un río que me era imposible atravesar, porque las aguas habían crecido de manera que no se podía pasar a nado... Y vi que de una y otra orilla había muchos árboles... Las aguas van a la región oriental y desembocarán en el mar, en aquellas aguas pútridas, y éstas se sanearán, y todos los vivientes que nadan en las aguas vivirán, y el pescado allí será abundantísimo... En las orillas del río se alzarán árboles frutales de toda especie, cuyas hojas no caerán y cuyo fruto no faltará. Todos los meses madurarán sus frutos, por salir sus aguas del santuario, y serán comestibles, y sus hojas medicinales..." (c.47).

Al lado de esta visión sobre el futuro de Israel como colectividad nacional, Ezequiel destaca el sentido de responsabilidad individual. Se le ha saludado como el campeón del individualismo en el Antiguo Testamento. En adelante, y en el nuevo orden de cosas, ya no correrá el proverbio: "Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera"; sino que cada uno será castigado sólo por sus pecados. Antes del exilio al individuo se le consideraba sobre todo como miembro de la comunidad israelita, responsable de los méritos y deméritos de ésta. Después del castigo purificador de la cautividad se organizará una nueva sociedad en la que las responsabilidades individuales serán más aquilatadas y la justicia será la norma de la nueva vida social e individual.

Ezequiel ha sido el instrumento de Dios para salvar la crisis de conciencia surgida al derrumbarse la monarquía israelita. Durante veinte años (593-573) desplegó una amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio. No sabemos nada sobre su muerte, pero su personalidad profética y literaria dejó una profunda huella en la historia de los judíos, como modelador de un nuevo tipo religioso, surgido en horas de desgracia y desesperanza general, En el panegírico dedicado por el autor del Eclesiástico a los antepasados gloriosos de Israel se dice de nuestro profeta: "Ezequiel vio en visión la gloria que el Señor le mostró sobre el carro de los querubes, e hizo mención de Job, el profeta, que perseveró fiel en los caminos de la justicia". La tradición rabínica Posterior le reservó un lugar preferente en el aprecio de los grandes personajes del Antiguo Testamento.

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viernes, 9 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 09-04-10

Ningún otro puede salvar
Primera Lectura. Hechos 4, 1-12
En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y lo saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Le echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron: - «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?» Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: - «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular..
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
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Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: - «Me voy a pescar.» Ellos contestan: - «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: - «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: - «No.» Él les dice: - «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: - «Es el Señor.» Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: - «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: - «Vamos, almorzad.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
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SANTA CASILDA, virgen + 1074
Casilda, adaptación castellana del árabe "casida", eso es, cantar o poema, se supone hija del rey moro de Toledo Aldemón o Almamún, a quien se ha dado también otros muchos nombres, y era al parecer una princesa muy compasiva que se apiadaba de la suerte de los cautivos cristianos.

En un bello lienzo de Zurbarán la vemos entre majestuosos ropajes llevando rosas en el halda, ya que según la tradición daba de comer a los presos, y al sorprenderla su padre y preguntarle qué ocultaba en los pliegues de su vestido, ella dijo que rosas, y en flores se convirtieron las viandas, como también se atribuye a santa Isabel.

Los cristianos le hablaban de Jesucristo, de la Virgen, de su fe... y el Espíritu Santo seguía actuando en el alma de Casilda... Por fin la joven cae enferma, empezó a padecer un flujo de sangre que ningún médico acertó a curar; y le aseguran que no lejos de Burgos y muy cerca de Briviesca hay unas aguas llamadas "de San Vicente" que hacen prodigios y que seguramente allí podrá curarse. Pero la dificultad está en que aquellos "Baños" están en territorio cristiano...

Aldemón consintió en aquel viaje a los reinos cristianos, y Casilda, después de sanar de su mal tras bañarse allí, se bautizó e hizo construir una ermita en aquel mismo lugar donde vivió santamente hasta su muerte.

Llevó una vida de caridad, penitencia y oración. El Señor obró por su medio muchos prodigios. En cuanto murió fue venerada como santa. Era el 1074.

«La virgen mora que vino de Toledo», muy venerada en Burgos, reposa en aquel cerro que domina un valle, en el santuario actual, lugar de peregrinación durante siglos y que no deja de frecuentar la piedad de nuestros contemporáneos.

Se la invoca contra el flujo de sangre, y dicen que basta que una mujer pruebe sus aguas y eche una piedra al lago para tener asegurada la descendencia.

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jueves, 8 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 08-04-10

Matasteis al autor de la vida; pero Dios lo resucitó de entre los muertos
Primera Lectura. Hechos 3, 11-26
En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, la gente, asombrada, acudió corriendo al pórtico de Salomón, donde ellos estaban. Pedro, al ver a la gente, les dirigió la palabra: - «Israelitas, ¿por qué os extrañáis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Como éste que veis aquí y que conocéis ha creído en su nombre, su nombre le ha dado vigor; su fe le ha restituido completamente la salud, a vista de todos vosotros. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta mane-ra lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; a ver si el Señor manda tiempos de consuelo, y envía a Jesús, el Mesías que os estaba destinado. Aunque tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal que Dios anunció por boca de los santos profetas antiguos. Moisés dijo: "El Señor Dios sacará de entre vosotros un Profeta como yo: escucharéis todo lo que os diga; y quien no escuche al profeta será excluido del pueblo." Y, desde Samuel, todos los profetas anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: "Tu descendencia será la bendición de todas las razas de la tierra." Dios resucitó a su siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros, para que os traiga la bendición, si os apartáis de vuestros pecados.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¡Señor, dueño nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
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Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: - «¿Por qué os alarmáis;" ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: - «¿Tenéis ahí algo de comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: - «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: - «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Palabra del Señor.
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SAN FRUCTUOSO DE BRAGA, monje y obispo +665
Las escuelas de los monjes eran palestra de ciencia y santidad. En los siglos primeros de la Iglesia tanto en Oriente como en Occidente se multiplicaron estos centros donde se forjaron hombres de recio temple que descollaron en la vida cristiana. Una de éstas fue la que dirigía el Obispo Conancio de Palencia.

Fructuoso pertenecía a una familia emparentada con algunos reyes visigóticos y su padre era un jefe del ejército. Pero a Fructuoso no era la vida militar la que le atraía. Desde muy niño dio indicios de que la vida monacal sería la que de mayor abrazaría, ya que sentía atracción, nada común a su tierna edad, a la soledad, al silencio y a la oración.

Siendo todavía muy joven renunció a sus posesiones y entregó a los pobres todo cuanto tenía para estar más libre para seguir a Jesucristo.

Pronto oyó el joven Fructuoso hablar del Obispo y pedagogo Conancio de Palencia a algunos jóvenes que se hacían lenguas elogiando su gran sabiduría y su extraordinaria santidad y por ello se encaminó hacia aquella escuela y rogó al Obispo y pedagogo Conancio que le admitiera entre sus discípulos. Pronto llamó la atención a maestro y compañeros por sus adelantos en ambas cosas: sabiduría y virtud... Pasado algún tiempo y viendo que tampoco aquel género de vida le llenaba del todo, se retiró a las soledades del Bierzo donde sus padres poseían una propiedad.

Pronto corrió la voz de la vida de austeridad y oración que llevaba Fructuoso y fueron agregándose jóvenes de aquellas comarcas o de lejanas tierras, que vagaban por aquellos contornos, y llegó a ser una familia numerosa. Todos admiraban la prudencia, la sabiduría y, sobre todo, la bondad, caridad y piedad de Fructuoso. Hasta familias enteras acudían a ponerse bajo su custodia y dirección.

En muchas ocasiones intentó alejarse de aquel género de vida porque eran ya tantos los que acudían a él que no le dejaban tiempo para entregarse a la oración, pero sus monjes se lo impedían y le obligaba a abrir nuevas fundaciones en el norte de España y Portugal, por Galicia y el Bierzo, sobre todo. Eran tantos los hombres que le seguían que hasta los reyes y jefes de aquellos contornos temían quedarse sin hombres y con el peligro de no poderse defender en caso de ser atacados por sus rivales.

A todos los que intentaban seguirle Fructuoso era tajante y claro: Había que someterse a su Regla y quien no fuera capaz de observarla que abandonara el monasterio. La Regla hacía hincapié, sobre todo, en dos cosas: La vida de comunidad que era el quicio de toda su vida monacal y el profundo sentido de obediencia. En estas dos cosas nadie podía flaquear.

Fue muy amante de hacer peregrinaciones a lugares sagrados en plan penitencial y parece que entre estos lugares hasta llegó a visitar Tierra Santa. Los biógrafos cuentan las maravillas que obraba durante estos viajes y cómo la Divina Providencia le sacó siempre de las más terribles dificultades. Acudían por todas partes que pasaba a oír sus palabras y a ver los milagros y prodigios que obraba arrastrando a muchas almas al buen camino.

San Braulio, el célebre Obispo de Zaragoza y gran amigo de San Isidoro de Sevilla, le llamó a Fructuoso "Brillante faro de la espiritualidad española". Por ello le obligaron a ordenarse sacerdote y fue nombrado obispo de Dumio y después metropolitano de Braga... Siguió su misma línea de piedad, austeridad y amor a la soledad, pero entregado también al cuidado de la grey que le encomendaron. El gran renovador de la espiritualidad en el siglo VII llegó a final de sus días y murió como había vivido, santamente, y llorado por sus discípulos el 665.

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miércoles, 7 de abril de 2010

Lecturas y Santoral 07-04-10

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar
Primera Lectura. Hechos 3, 1-10
En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: - «Míranos.» Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo: - «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.» Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9
Que se alegren los que buscan al Señor.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas.
Que se alegren los que buscan al Señor.
Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.
Que se alegren los que buscan al Señor.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.
Que se alegren los que buscan al Señor.
Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.
Que se alegren los que buscan al Señor.
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Lo reconocieron al partir el pan
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 24, 13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: - «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?» Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: - «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: - «¿Qué?» Ellos le contestaron: - «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.» Entonces Jesús les dijo: - «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: - «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída,» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: - «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: - «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.» Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
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San Juan Bautista de La Salle, presbítero 1651-1719
Nació el 1651 en Reims, sus padres se llamaron Luis y Nicolette. Él fue el primogénito de siete hermanos. Su padre fue un alto dignatario y muy buen cristiano, pero quien mayor impronta dejó en su alma fue, sin duda alguna, su santa madre. Desde muy niño sintió inclinación hacia el sacerdocio cosa que no obstaculizaron sus cristianos padres, más aún, lo vieron como una gracia que el Señor derramaba sobre su familia. Cursando todavía sus estudios en el Seminario de San Sulpicio, cuando no contaba más que quince años, el día 17 de enero de 1667, fue nombrado canónigo de la catedral de Reims. Hubo una gran fiesta. Desde ahora un jovencito bien apuesto se sentaría en el coro entre los ya maduros Monseñores para cantar las alabanzas al Señor. Sus rezos corales los alterna con sus estudios a los que se entrega de lleno para su más digna formación sacerdotal. Todo iba viento en popa cuando llegó la primera y más dura prueba que mucho le ayudará a madurar en el sacrificio y disciplina. En poco tiempo mueren su padre y su madre, y él, como hermano mayor, se ve obligado a abandonar su vida de seminario y volver al hogar familiar para tomar las riendas de la casa. Durante este tiempo se entrega totalmente al servicio de sus hermanos y a la custodia del patrimonio familiar. Es modelo para todos. Todos le obedecen y siguen sus orientaciones. Aquello marcha bien. El fruto más copioso será que la mitad de sus hermanos abrazarán la vida religiosa como él, arrastrados, sin duda, por su ejemplo. El joven canónigo de veintiocho años que, en 1679, abría en su pueblo una escuela para los niños pobres, llevaba a cabo una obra de innovador. Sin duda que la Iglesia no había esperado a que él llegara para dar una doctrina al pueblo, mas Juan Bautista de La Salle es quien pensó primero en Francia en ofrecer a los hijos del pueblo una enseñanza popular y no una simple copia de las humanidades grecolatinas. Así, después de haber abierto unas escuelas en Reims, fue preciso pensar en continuar la tarea, primero en París (1688) y luego en Rouen (1705) y otras ciudades. Semejante obra suponía que los mismos maestros fueran formados a su vez en la escuela de Cristo. Renunciando a todos sus bienes, Juan Bautista de La Salle ideó, de conformidad con esa iniciativa, formar una agrupación: los Hermanos de las Escuelas Cristianas (1684). El fundador llevará una vida cada vez más austera, más penitente y con mayor oración, aplicándose ante todo a la paciencia y al amor. Mas la cruz más pesada que hubo de soportar, al correr de los años, le vino de sus propios hermanos. No se le escatimaron calumnias y defecciones. Pero supo sufrirlo todo en el silencio de Jesús en su pasión. Murió en Rouen el Viernes Santo, 7 DE ABRIL de 1719. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas son hoy en la Iglesia una de las Congregaciones religiosas que más trabajan en el campo de la educación de la juventud, y asimismo se cuenta entre las más numerosas. Este fue el fruto más sazonado de Juan Bautista de La Salle. Desde siempre fue el Dejad que los niños vengan a Mí, de Jesús, lo que llenaba el corazón de nuestro Santo.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es