martes, 19 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 19/05/2020. Martes de la sexta semana de Pascua

Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 16, 22-34
En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran los vestidos y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos los escuchaban. De repente, vino una terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo: «No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí». El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?». Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia». Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios. 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 137, 1bcd-2a. 2bcd-3. 7c-8
Tu derecha me salva, Señor. 
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; 
porque escuchaste las palabras de mi boca; 
delante de los ángeles tañeré para ti, 
me postraré hacia tu santuario. 

Tu derecha me salva, Señor. 
Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. 
porque tu promesa supera tu fama 
Cuando te invoqué, me escuchaste, 
acreciste el valor en mi alma. 

Tu derecha me salva, Señor. 
Tu derecha me salva. 
El Señor completará sus favores conmigo: 
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. 

Tu derecha me salva, Señor.
Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado». 

Palabra de Dios.


San Celestino V 1214-1296

San Pedro Morone, más tarde Celestino V, nació en los Abruzzos, Italia. “Mis padres, cuenta en su Autobiografía, tuvieron doce hijos, como Jacob, y su mayor deseo era ofrecer alguno al Señor. Fue escogido el undécimo, (él mismo), que se llamaba Pedro, como fue escogido José, en casa de Jacob”. Pedro repetía con frecuencia a su madre “Quiero ser un buen siervo de Dios”.

Pedro era la humildad personificada. Sus deseos se inclinaban a la vida de los anacoretas. Marchó a una montaña y se quedó en una cueva, dedicado totalmente a la oración. Después cavó un hoyo bajo una roca, para mayor austeridad. Se alternaban grandes tentaciones con altas consolaciones.

Acudían muchos a consultarle. Le animaban a que recibiera el sacerdocio. Accedió y fue a Roma a recibirlo. De vuelta, se quedó otros cinco años en otra cueva para vivir en soledad con Dios. Tenía dudas sobre la celebración de la Misa. Pensaba que si celebraba acudirían muchos y perdería la soledad. Además se sentía indigno. La voz del cielo se dejó oír. – Celebra Misa, hijo. – Pero San Benito y otros Santos no se atrevieron. No soy digno. – Nadie es digno. Celebra Misa con temor y temblor. Y quedó tranquilo.

Marchó al monte Morone, que le ha dado el apellido, buscando mayor soledad. Pero crecía la fama de santidad y tenía el carisma de los milagros. Acudieron muchos que querían ser sus discípulos. Se resistía pero al fin cedió, y nació la Orden de los Celestinos, luego unida a los benedictinos.

Un día llegó una visita inesperada. Era el arzobispo de Lyón con varios prelados, embajadores del cónclave, notificándole que había sido elegido Sumo Pontífice. Rondaba ya los 80 años. Era el año 1294. Muchos se alegraron de esta elección. Hacía falta un Papa santo, que rompiera las intrigas de los Orsinis y Colonnas en el Sacro Colegio. Además era necesario terminar con el largo interregno de más de dos años sin Papa.

Pedro Morone cedió y tomó el nombre de Celestino V. Montado humildemente en un borriquillo entró en Aquila, como Jesús en Jerusalén. Recibió el homenaje de los cardenales, la consagración episcopal y la coronación como Papa. No quiso ir a Roma, sobresaltada por luchas ciudadanas. Se fue al Palacio Real de Nápoles e hizo construir una cabaña dentro de sus habitaciones para vivir mejor la soledad. Pero le influía demasiado el rey de Nápoles, y los asuntos de la Curia iban de mal en peor.

Su temperamento poco sociable, el desconocimiento de las cosas humanas, le acarrearon graves dificultades. Además todo eran intrigas y ambiciones. Entonces se convenció de su incapacidad para el cargo y dio un gran ejemplo de humildad y desapego de las grandezas y honores terrenos.

Constituyó una comisión para estudiar la posibilidad de renuncia. Dado el visto bueno, reunió a los cardenales y leyó la bula de abdicación. Fue una escena única en la historia. Es “la gran renuncia” que Petrarca le alabará y Dante le reprochará hasta hundirlo en el infierno. Había gobernado – más bien, había ocupado el Solio pontificio – unos cinco meses.

Poco después era elegido su sucesor Bonifacio VIII, que encerró a Pedro Celestino en el castillo de Monte Fumone, junto a Anagili, por temor a un cisma. Allí vivió como un simple monje, según era su deseo. Allí continuó su vida de oración, soledad y penitencia, hasta mayo de 1296 en que murió. El Papa Clemente V lo elevó al honor de los altares en Avignon el 1313.

San Ivón de Bretaña o Yves de Kenmartin

San-Ivon-de-Bretana

Sacerdote secular, terciario franciscano. Ivón Hélory de Kermartin nació en su casa solariega próxima a Tréguier (Bretaña, Francia) el año 1253.

Estudió teología en París, en la escuela de San Buenaventura, y derecho en Orleáns. En cuanto jurista, trabajó como juez en tribunales eclesiásticos y aplicó la justicia sin distinción de personas y favoreciendo la concordia; pero se consagró sobre todo, como abogado, a la defensa de las causas de los huérfanos, de las viudas y de los pobres y marginados de su tiempo.

Acogía en su casa a los indigentes. Ordenado de sacerdote, regentó algunas parroquias y se dedicó a la predicación y formación cristiana del pueblo. Ya mayor, se retiró a su casa solariega donde vivió entregado a la oración, hasta su muerte acaecida el 19 de mayo de 1303.

Santo patrón de los juristas.

lunes, 18 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 18/05/2020. Lunes de la sexta semana de Pascua

El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 16, 11-15
Nos hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que se había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa». Y nos obligó a aceptar. 

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
El Señor ama a su pueblo. 
Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 
que se alegre Israel por su Creador, 
los hijos de Sión por su Rey. 

El Señor ama a su pueblo. 
Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras; 
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes. 

El Señor ama a su pueblo. 
Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas, 
con vítores a Dios en la boca; 
es un honor para todos sus fieles. 

El Señor ama a su pueblo.
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 15, 26-16, 4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho». 

Palabra de Dios.

San Juan I, papa y mártir

Nació en Toscana (Italia), y fue elegido papa el año 523. Su breve pontificado trascurrió en los reinados del emperador de Constantinopla Justino, católico, y Teodorico, rey de los ostrogodos, arriano, que dominaba Italia, con los consiguientes problemas políticos y religiosos.

Teodorico lo envió como legado suyo a Constantinopla para que pidiera al emperador Justino la libertad religiosa de los arrianos. Fue recibido con grandes honores en la Navidad del año 324, meses después celebró la Pascua en Santa Sofía diciendo la misa en latín, y coronó de nuevo al emperador. Pero no logró del todo el objetivo de su misión. Cuando volvió a Italia fue detenido y encarcelado porque su gestión no había sido del agrado de Teodorico, el cual lo encerró en Rávena, donde murió el año 526, por su constancia en defender la fe católica.

Oración: Oh Dios, remunerador de las almas fieles, que has consagrado este día con el martirio del papa san Juan, escucha las oraciones de tu pueblo y concédenos imitar la constancia en la fe de aquel cuyos méritos veneramos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Félix de Cantalicio

Nació en un pueblecito del centro de Italia, Cantalice (Rieti), el año 1515, de una familia modesta. Pronto se puso al servicio de una familia acomodada, primero como pastor y luego en faenas del campo. Ya maduro ingresó en los capuchinos, hizo el noviciado como hermano lego y profesó en 1545.

Poco después lo destinaron a Roma, donde permaneció hasta su muerte, recorriendo de continuo sus calles como limosnero, lo que aprovechaba para consolar y aconsejar a las gentes, visitar a los enfermos, ayudar a los más pobres, explicar el catecismo a los niños y enseñarles a cantar las alabanzas de Dios.

Profesaba una particular devoción a la Virgen. Fue un fraile de talante místico y asidua oración. Brilló por su candor y sencillez evangélica, su buen humor y su cercanía a toda persona. Estuvo adornado de carismas celestiales. Trabó una gran amistad con san Felipe Neri y san Carlos Borromeo.

Murió en Roma el 18 de mayo de 1587.

Oración: Oh Dios, que diste a tu Iglesia y a la Orden franciscana un ejemplo vivo de candor y sencillez evangélica en san Félix de Cantalicio, concédenos, te rogamos, seguir sus huellas para buscar y amar intensamente a Cristo. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 17 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 17/05/2020. Domingo de la sexta semana de Pascua

Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
Primera Lectura. Hechos de los apóstoles 2, 42-47
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. 

Palabra de Dios.

Salmo Responsorial. 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20
Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera; 
tocad en honor de su nombre, 
cantad himnos a su gloria. 
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» 

Aclamad al Señor, tierra entera. 
Que se postre ante ti la tierra entera, 
que toquen en tu honor, 
que toquen para tu nombre. 
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. 

Aclamad al Señor, tierra entera. 
Transformó el mar en tierra firme, 
a pie atravesaron el río. 
Alegrémonos en él. 
Con su poder gobierna eternamente. 

Aclamad al Señor, tierra entera. 
Los que teméis a Dios, venid a escuchar, 
os contaré lo que ha hecho conmigo. 
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica 
ni me retiró su favor. 

Aclamad al Señor, tierra entera.
Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu
Segunda Lectura. Primera carta del apóstol san Pedro 3, 15 -18
Queridos hermanos: Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo. Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal. Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por lo pecados, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu. 



Palabra de Dios
Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de https://www.buigle.net

San Pascual Bailón, Religioso (1540-1592)

Nació en Torrehermosa, en Aragón, España, el día de Pentecostés, y falleció en Villarreal, Valencia, también en día de Pentecostés.

Segundo de seis hijos de los Bailón, una familia campesina muy pobre, San Pascual fue pastor de ovejas desde muy niño hasta los 24 años de edad. Durante sus estancias en el campo aprendió a amar a Dios en la naturaleza.

Su fuerte vocación religiosa le hizo buscar el convento franciscano de frailes menores en Alvatera, en 1564. Fue rechazado en una primera instancia por su condición rústica y su escasa educación, pero gracias a la profundidad teológica de sus inocentes comentarios, sobre todo en torno a la sagrada eucaristía, finalmente fue admitido.

En el convento trabajó como barrendero, portero y cocinero. Siempre se destacó por su humildad, su amor al prójimo y su voluntad de servicio, y prefirió permanecer como hermano laico, pues no se consideraba digno de ejercer el sacerdocio.

Se dice que alguna vez fue sorprendido en la cocina, mientras preparaba los alimentos, bailando frente a una imagen de la Virgen, ofreciéndole su danza como ofrenda. También que era presa de arrebatos místicos, en los que extasiado contemplaba un cáliz con la eucaristía flotando sobre su cabeza.

Hacia 1576, sus superiores, apoyados en la sencillez de su persona, le encomendaron la peligrosa misión de llevar importantes documentos a París, pues calvinistas belicosos habían ocupado gran parte de Francia.

A pesar de que hablaba poco, en el camino se vio inmerso en una discusión con un grupo de protestantes en la que argumentó sesudamente a favor de la eucaristía, lo cual casi le costó morir lapidado. Pero la experiencia le hizo escribir un libro sobre el tema, que luego hizo llegar al Papa.

Cuando falleció, una nutrida multitud fue a despedirse de él, venerando ya desde entonces su santidad, pues comenzaron a atribuírsele milagros. San Pascual Bailón es el santo patrono de los cocineros y de los congresos eucarísticos. Fue canonizado por el papa Alejandro VIII en 1690.

jueves, 14 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 14/05/2020. Jueves de la quinta semana de Pascua. San Matías, Apóstol

Le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 1, 15-17. 20-26
En aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos (había reunidas unas ciento veinte personas) y dijo: «Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús, pues era de nuestro grupo y le cupo en suerte compartir ministerio. Y es que en el libro de los Salmos está escrito: “Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella”, y también: “Que su cargo lo ocupe otro”. Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en el que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección». Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezando dijeron: «Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado, del que ha prevaricado Judas para marcharse a su propio puesto». Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial. 112,1-2.3-4.5-6.7-8
El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo. 
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. 
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. 

El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo. 
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. 
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. 

El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo. 
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas 
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? 

El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo. 
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, 
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. 

El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros». 

Palabra de Dios

San Matías, Apóstol

Matías significa: "Regalo de Dios". Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Matías fue elegido "apóstol" por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó.

No conocemos a San Matías más que por el relato de su elección en los días que mediaron entre la Ascensión y Pentecostés. Por lo demás esa circunstancia es la razón de que se celebre su fiesta al final del tiempo pascual. Pero la alocución de Pedro antes de la elección de Matías es de la mayor importancia, en primer lugar que los Apóstoles eran conscientes de pertenecer a un grupo aparte, el colegio de los Doce, explícitamente establecido por Jesús para continuar su propia misión.

Después de la Ascensión del Señor, Pedro propuso a los hermanos: "Hace falta que se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor". Propusieron dos nombres: José, llamado Barsabás, y Matías. Rezaron al Señor diciendo: "Tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este servicio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas". Echaron suertes, le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles (Hch 1,15-26).

Al haber fallado uno de los Doce, era menester remplazarlo, puesto que el número era sagrado: el nuevo pueblo de Dios se edifica sobre los Doce Apóstoles lo mismo que el antiguo Israel procede de los doce hijos de Jacob. Además, para ser elegido como Apóstol, es necesario haber seguido a Jesús desde su bautismo hasta la ascensión, a fin de "hacerse testigo de su resurrección".

El haber vivido junto a Cristo, escuchando sus enseñanzas, compartido su vida, y más tarde haber comido y bebido con él tras su resurrección de entre los muertos, es la experiencia irremplazable que permitirá a los Apóstoles hablar con seguridad y les otorgará la fuerza para sellar su testimonio con su propia sangre.

San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.

Oración: Oh Dios, que quisiste agregar a san Matías al colegio de los apóstoles, concédenos, por sus ruegos, que podamos alegrarnos de tu predilección al ser contados entre tus elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 13/05/2020. Miércoles de la quinta semana de Pascua. Nuestra Señora de Fátima

Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 15, 1-6
En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo: «Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés». Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto. 

Palabra de Dios



Salmo Responsorial. 121, 1bc-2. 3-4b. 4c-5
Vamos alegres a la casa del Señor. 
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! 
Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. 

Vamos alegres a la casa del Señor. 
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. 
Allá suben las tribus, las tribus del Señor. 

Vamos alegres a la casa del Señor. 
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; 
en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. 

Vamos alegres a la casa del Señor.
El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos». 

Palabra de Dios


Nuestra Señora de Fátima

A partir del 13 de mayo de 1917, la Virgen María se estuvo apareciendo a los niños Francisco, su hermana Jacinta y su prima Lucía, en Cova de Iría, lugar de Fátima, en Portugal. Los videntes habían nacido en Ajustrel, caserío de Fátima, eran niños normales y sanos, piadosos y cercanos a la parroquia, y se dedicaban al pastoreo. A diario cuidaban de sus ovejas, jugaban y rezaban el Rosario.

Ya habían tenido apariciones de un ángel, cuando aquel día se les apareció la Señora vestida de blanco sobre un carrasco; las apariciones se repitieron. Nadie daba fe a lo que decían los niños, que tuvieron que pasar un tiempo en la incomprensión y una cierta persecución. En sus mensajes, la Virgen llamaba a los fieles a la oración por los pecadores y a la conversión íntima de los corazones.

Oración: Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pedimos la conversión de los pecadores. Amén.

San Pedro Regalado

Nació en Valladolid el año 1390. Atraído por la predicación de Pedro de Villacreces, que lideraba una reforma de la Orden franciscana, ingresó muy joven en el convento de La Aguilera (Burgos), donde, bajo la guía del P. Villacreces, progresó en una vida de pobreza y de oración semejante a la de los orígenes franciscanos.

Ya sacerdote, marchó en 1415 a la fundación del convento de El Abrojo, cerca de Valladolid. Allí se entregó de lleno a la estricta vida de conversión evangélica, que alternaba con la predicación por los pueblos cercanos. Muerto Villacreces, le sucedió al frente de la reforma emprendida. Promovió la fiel observancia de la Regla de San Francisco y se distinguió por su ruda austeridad y altísima contemplación. Al mismo tiempo, se desvivió por los enfermos, especialmente los leprosos. Gozó de extraordinarios dones místicos, y los focos principales de su devoción fueron la Eucaristía, la Santísima Virgen y la pasión del Señor.

Murió el 30 de marzo de 1456 en La Aguilera.

Oración: Dios todopoderoso, que concediste a tu siervo san Pedro Regalado, mortificado en la carne, el don de la contemplación, concédenos, por su intercesión, el gozo de contemplarte eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 12 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 12/05/2020. Martes de la quinta semana de Pascua

Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 14, 19-28
En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándole por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos. 

Palabra de Dios


Salmo Responsorial. 144, 10-11. 12-13ab. 21
Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado. 
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. 
Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. 

Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado. 
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. 
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. 

Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado. 
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás. 

Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Mi paz os doy
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo». 

Palabra de Dios

San Pancracio

Nació en la región de Frigia, Asia Menor (en la actual Turquía), de padres de la nobleza pagana y, al quedar huérfano, su tutor lo llevó a Roma, donde se convirtió a Cristo, porque le convenció el ejemplo de los mártires, y recibió el bautismo.

Pronto compartió su suerte pues a los catorce años de edad fue decapitado, durante la persecución de Diocleciano, a principios del siglo IV. La matrona Octavilla lo sepultó en una propiedad suya, en el segundo miliario de la vía Aurelia de Roma, donde se levanta la basílica a él dedicada por el papa Símaco.

En la antigüedad y en la Edad Madia fue intenso el culto de san Pancracio, como lo muestran, entre otras cosas, los dos monasterios levantados en Roma en honor suyo.

Oración: Señor, que se alegre tu Iglesia, confiada en la protección de san Pancracio, y que por los ruegos de tu mártir se mantenga fiel a ti y se consolide en la paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Santo Domingo de la Calzada

Nació en Vitoria (Burgos, España) hacia la mitad del siglo XI. Primero fue pastor, luego ermitaño y por último se dedicó a ayudar a los peregrinos de la ruta de Santiago. Intentó sin éxito ser recibido en el monasterio benedictino de Valvanera y luego en el de San Millán de la Cogolla.

Cuando el papa Benedicto IV envió a Navarra y La Rioja como legado a Gregorio de Ostia, lo acompañó y estuvo con él cuatro años y, cuando murió, se quedó en la vega riojana. Recibida la ordenación sacerdotal, volvió a colaborar con los peregrinos y se dedicó a mejorar los caminos, construyendo puentes y carreteras empedradas.

Además, movido por su gran piedad, construyó un albergue para los peregrinos jacobeos, provisto de salas destinadas a socorrerlos, en el que hacía de hospedero y enfermero. En torno al albergue fueron construyéndose casas que dieron origen a la actual ciudad de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja). Allí murió el año 1109, lleno de obras de caridad, este benefactor de la humanidad. Para albergar su sepulcro se construyó una preciosa catedral.

Santos Nereo y Aquiles

Según refiere san Dámaso, eran soldados del ejército romano en tiempo de Diocleciano, adscritos a un tribunal y encargados de las torturas y de las ejecuciones capitales, prontos a obedecer, por temor, las órdenes impías del magistrado.

Impresionados por el ejemplo y la fortaleza de los mártires cristianos, se convirtieron al verdadero Dios y abrazaron la religión cristiana. Depusieron las armas, abandonaron el campamento militar y confesaron su fe en Cristo. Por ello fueron arrestados y ejecutados en Roma a finales del siglo III o principios del siglo IV. Sus cuerpos fueron depositados en el cementerio de Domitila, en la vía Adreatina de Roma.

Oración: Dios todopoderoso, concédenos sentir la piadosa protección de los gloriosos mártires Nereo y Aquiles, que nos han dado en su martirio un valeroso testimonio de fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



La Beata Imelda

Esta niña angelical nació en la ciudad de Bolonia en 1322. Era hija de los Condes de Lambertini, ilustres en nobleza y en virtud. La condesa, desconsolada porque no tenía hijos, había rogado fervorosamente para que le fuese concedida una hijita, y, según se dice, obtuvo tal merced del Cielo por medio del Santísimo Rosario, del cual era devotísima.

La pequeña Imelda pronto llamó la atención por sus celestiales inclinaciones. Cuando lloraba, se sentía consolada al oír los nombres de Jesús y de María; cuando comenzó a hablar, fueron estos nombres dulcísimos los que pronunció con más frecuencia. A veces, la encontraban con las manos levantadas al cielo, en oración, y con los ojos anegados en lágrimas de ternura .

Permanecía largos ratos sobre las rodillas de su madre, aprendiendo las primeras oraciones. Era muy devota de la Madre de Dios, y, sobre todo, de la Sagrada Eucaristía. Pasaba muchas ho­ras delante del Sagrario, como extasiada, y, con mu­cha frecuencia, se alejaba de las fiestas de familia, y se iba al oratorio del palacio, prefiriendo a todo bullicio el encanto de aquel altarcito, que ella misma arreglaba y adornaba con flores. Más de cuatro veces se habían preguntado sus parientes: “¿Qué llegará a ser, con el tiempo, esta niña?.

Apenas tenía nueve años cuando ya la voz de Dios se había dejado oír claramente en su alma, y la había invitado al recogimiento del claustro. Es cierto que era todavía muy jovencita para ser religiosa, pero su falta de edad era compensada por sus bellas cualidades y por su juicio de persona mayor. En aquella época, varios niños y niñas habían entrado en algunos conventos.

Así fue como Imelda pudo satisfacer pronto sus ansias de unirse con Jesucristo. Sin hacer caso de las advertencias de los parientes, ni de ninguna consideración humana, entró bien decidida y con el corazón lleno de alegría, en el monasterio dominico de Val di Pietra. No había hecho aún la Primera Comunión, pues los niños, en aquel tiempo, no eran tan dichosos como ahora, cuando, por voluntad de la Santa Iglesia, pueden comulgar tan pronto. Por esta causa suspiraba siempre por el día más feliz de su vida, y era tan grande el concepto que tenía de la Eucaristía, que no sabía entender cómo era posible no morir de amor al recibir el Pan de los Ángeles. Reiteradamente había suplicado al sacerdote que la dejase comulgar, pero no obtuvo esta gracia; su edad lo impedía; era demasiado pequeña.

Mas, he aquí que, el día 12 de mayo de 1333, cuando ya habían comulgado todas las monjas y cuando ya había sido cerrada la puerta del Sagrario y estaban apagados los cirios del altar, mientras las religiosas se dirigían a sus ocupaciones, Imelda se quedó postrada en tierra, en el coro, con gran desconsuelo. De repente, el coro se iluminó con una luz milagrosa y se llenó de un aroma suavísimo, que, esparciéndose por todo el convento, atrajo otra vez hacia la iglesia a todas las monjas. Una Hostia se movía sola, en el aire, y parecía que quería ir hacia la monja-niña, que se derretía de amor, temblorosa y con las manos juntas, bajo la influencia del Sol de las almas. Al ver tal milagro, el sacerdote entendió claramente la voluntad de Dios, se revistió de nuevo, y tomando la Hostia que flotaba en el espacio, administró a Imelda la Sagrada Comunión.

Entonces Imelda cerró los ojos a toda cosa exterior, juntó las manos, inclinó la cabeza… y pareció quedar dormida. Pero pronto su color rosado se transformó en un color ligeramente blanquecino, y pasaron varias horas sin que se desvaneciera el encanto. Entonces las monjas presintieron lo que sucedía; se acercaron a ella, la llamaron, pero no respondió; estaba muerta, muerta de amor a Jesús, tal como se había imaginado.

Un gran gentío acudió a Val-di-Pietra para ver el cuerpo de la joven novicia. Y nadie dudó en venerarla enseguida como bienaventurada. Cada año, el día 12 de mayo se celebra en el convento con toda solemnidad. Los Papas vieron siempre con buenos ojos este culto, hasta que, por fin, un decreto de León XII, en 1826, la declaró Beata, autorizando su oficio litúrgico y Misa propia.

La Beata Imelda es la patrona de las niñas de Primera Comunión.

(P. Zacarías de Lloréns, O.F.M.Cap., en “Flores Eucarísticas”).

lunes, 11 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 11/05/2020. Lunes de la quinta semana de Pascua

Os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 14, 5-18
En aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio. Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca habla podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta: «Levántate, ponte derecho sobre tus pies». El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: «Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos». A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio. Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo: «Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo “que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen”. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera por su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia». Con estas palabras, a duras penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran sacrificio. 

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 113 B, 1-2. 3-4. 15-16
No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria. 
No a nosotros, Señor, no a nosotros, 
sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad. 
¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? 

No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria. 
Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. 
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. 

No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria. 
Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. 

No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria.
El Paráclito, que enviará el Padre os lo enseñará todo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?». Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». 

Palabra de Dios.


San Francisco de Jeronimo

San Francisco nació en Grottaglie, cerca de Taranto, en 1642. Este elocuente misionero jesuita, al que llamaban "el apóstol de Nápoles", se distinguió por su ilimitado celo en favor de la conversión de los pecadores y por su amor a los pobres, los enfermos y los oprimidos.

En 1666, antes de cumplir los 24 años de edad, San Francisco recibió la ordenación sacerdotal. Durante los cinco años siguientes, enseñó en el "Collegio dei Nobili", que los Jesuítas tenían en Nápoles. A los 28 años ingresó en la Compañía de Jesús. De 1671 a 1674, ayudó en el trabajo misional al célebre predicador Agnello Bruno.

Al concluir sus estudios de teología, los superiores le nombraron predicador de la Iglesia del Gesú Nuovo, de Nápoles. Se dice que convertía por lo menos a unos 400 pecadores al año. El Santo visitaba las prisiones, los hospitales y no vacilaba en seguir a los pecadores hasta los antros del vicio, donde algunas veces fue brutalmente maltratado.

San Francisco murió a los 74 años de edad y fue sepultado en la Iglesia de los Jesuítas de Nápoles. Su canonización tuvo lugar en 1839.






San Mamerto de Vienne obispo(¿400?-475)

Nació probablemente en Vienne, Francia; se especula que pertenecía a una acaudalada familia gala de las cercanías de Lyons.

A pesar de que se ignoran casi todos los hechos biográficos de San Mamerto hasta antes de ser nombrado Obispo de Vienne, en 461, se sabe con certeza que tuvo un hermano teólogo, llamado Claudiano.

Ambos hermanos se distinguieron por sus conocimientos tanto en asuntos profanos como sacros; es probable que San Mamerto haya estado casado antes de ser nombrado obispo.

En 463 San Mamerto se vio involucrado en una disputa con el papa, San Hilario, con relación a los límites de las provincias eclesiásticas de Arlés y de Vienne. Eventualmente, bajo el riesgo de infringir los derechos del obispado vecino, San Mamerto consagró a un obispo para la villa de Die (la actual Dea).

Recordemos que en esas épocas las comunicaciones eran lentas y difíciles, y muchas veces era necesario tomar decisiones inmediatas, que no podían esperar meses para ser consultadas en otras partes.

Sucedió que el rey Gundiaco de Borgoña se quejó con el Papa de dicha consagración, lo cual concluyó en un sínodo que falló en contra de San Mamerto, quien acató la disposición con obediencia.

De regreso en su diócesis de Vienne, surgió la amenaza de una plaga. San Mamerto instituyó entonces en esa ciudad, en el año 470, el solemne triduo de letanías como preparación para la Ascención del Señor.

Se trataba de procesiones para prevenir calamidades y pedir la intercesión divina. Estas letanías se extendieron por toda la Galia y la Hispania.

A partir de su muerte, San Mamerto de Vienne comenzó a ser venerado como santo.

viernes, 8 de mayo de 2020

Lecturas y Santoral 08/05/2020. Viernes de la cuarta semana de Pascua

Dios ha cumplido su promesa resucitando a Jesús
Primera Lectura. Hechos de los Apóstoles 13, 26-33
En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial. 2,6-7.8-9. 10-11
Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. 
Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo». 
Voy a proclamar el decreto del Señor; 
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. 

Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones, 
en posesión, los confines de la tierra: 
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza».

Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. 
Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, 
los que regís la tierra: servid al Señor con temor, 
rendidle homenaje temblando. 

Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

Palabra de Dios.


Beato Luis Rabata confesor (+ 1490)

La iconografía suele pintar o esculpir a nuestro beato de pie y con una palma en la mano y en la frente clavada una flecha que le causó la muerte.

Nació en Erice (Trápani-Italia) en el año 1443. No sabemos muchas cosas de su nacimiento, niñez y juventud. Dicen los Procesos de su Beatificación de los años 1533 y 1573 que sus padres eran muy buenos cristianos y de humilde posición. Educaron a Luis y a todos sus demás hijos en el santo temor de Dios. Sobre todo su santa madre influyó en su alma inspirándole una tierna devoción a Jesús Eucaristía y a la Virgen María. Fueron siempre estas dos devociones las que mayormente vivió y desplegó en su celo sacerdotal.

De muy tierna edad, ingresó en la Orden del Carmen en el convento de la Anunciación de Trápani.

Hizo su noviciado con grandes anhelos de perfección, entregándose más tarde por su profesión, al servicio de dios con admirable generosidad.

Allí permanecían vivos los ejemplos maravillosos de San Alberto que, como él, había abrazado, siendo aún muy niño, la vida religiosa y que había gozado de tiernas apariciones de Jesús Niño. El joven Luis procuró imitar las virtudes de este gran Santo y, a decir de sus superiores y compañeros, parecía un doble del Santo tal como había llegado hasta ellos la historia de su vida.

Su humildad sufrió dura prueba cuando los superiores le mandaron se ordenara de sacerdote, pues, en su anonadamiento, nunca se juzgó digno de tan excelsa dignidad.

Una vez ya sacerdote, fue encargado por los superiores de la misión de predicar la palabra de Dios. Fuego eliano ardía en su corazón y no se daba descanso. Recorrió la mayor parte de los pueblos de Sicilia dejando en todos destellos de santidad. Ruidosas conversiones se realizaron por medio de su ardorosa palabra. Los milagros le acompañaban por todas partes. Muchos pecadores abandonaron sus caminos de perversión y no pocos incluso llegaron a abrazar la vida religiosa.

Su prudencia y santidad de vida eran tan notorias que los superiores sometieron de nuevo su humildad a prueba nombrándole prior del convento de Randazzo, que era uno de los conventos llamados "reformados", en los que se vivía con rigurosidad en la observancia regular: mortificación, silencio, oración. Luis era modelo para todos sus hermanos a pesar de que todos allí emulaban la más elevada virtud y luchaban por cumplir con la máxima fidelidad la Regla carmelita.

Los Procesos de canonización (1533 y 1573) documentan la santa vida de nuestro Beato como ferviente religioso, que supo conciliar los deberes de una observancia impecable con los de su amor al prójimo, al que le obligaba su deber sacerdotal siempre iluminado por la caridad.

Al ver tanta santidad en un humilde religioso lleno de celo apostólico contra el vicio, un hombre perverso, Antonio Cataluccio, aprovechando la ocasión de que el Beato volvía de su postulación le arrojó una saeta a la cabeza, que lo dejó gravemente herido.

Malamente pudo llegar a su convento y aunque pidieron al Beato que denunciara al agresor, nunca quiso decirlo sino que de todo corazón lo perdonó e hizo por él especial oración.

Sufrió durante algunos meses fuertes dolores, que no le impidieron dedicarse a la más subida contemplación.

El Señor le reveló su cercano fin y el término de sus trabajos. Recibidos los últimos sacramentos sin perder la paz y su total conformidad con la voluntad de Dios, exhaló su último suspiro el 8 de mayo de 1490.

El papa Gregorio XVI, el 1842, aprobó su culto.

Aparición de San Miguel Arcángel en Nápoles (492)

Entre varias apariciones que de San Miguel se leen en las historias eclesiásticas, la más señalada es la que hoy celebra la Iglesia, y que sucedió en tiempo del papa Gelasio I, en el monte Gargano, en el reino de Nápoles, y fue de este modo. Hacia el fin del quinto siglo, gobernando la Iglesia de Dios el Papa Gelasio, apacentaba su ganado un pastor sobre la cima del Monte Gárgano. Desmandóse un novillo, y metióse en una cueva ó caverna; el pastor, para obligarle a que saliese de allí, le disparó una flecha, la cual, retrocediendo con la misma violencia con que había sido disparada, hirió al pastor. Quedaron atónitos los circunstantes a vista de tan asombroso suceso, cuya noticia llegó presto a la ciudad de Siponto, que está a la falda del monte, y hoy se llama Manfredonia. Informado el Obispo, creyó desde luego que en aquel milagro se ocultaba algún misterio; y para conocer lo que Dios quería dar a entender por aquel prodigio, ordenó un ayuno de tres días en todo su obispado, exhortando a los fieles a que juntasen la oración con el ayuno, pidiendo a Dios se dignase descubrir su voluntad.

Oyó el Señor las oraciones del santo Obispo. Al cabo de los tres días se le apareció San Miguel, y le declaró ser la voluntad de Dios que el Ángel tutelar de su Iglesia fuese singularmente reverenciado en el mismo sitio donde acababa de suceder aquella maravilla, para encender y animar la devoción y confianza de los fieles, experimentando particularmente en aquel lugar los dulces efectos de su poderosa protección. Penetrado el Obispo de los más vivos movimientos de agradecimiento y de piedad, juntó al clero y al pueblo; declaróle la visión que había tenido, y fue procesionalmente con todos al paraje donde había sucedido el milagro. Encontraron en él una caverna ó una cueva bastantemente capaz, en forma de templo; la bóveda natural muy elevada, y sobre la entrada, en la misma peña, una especie de ventana por donde le entraba bastante luz. Erigieron un altar; consagróle el Obispo y celebró el santo sacrificio de la Misa.

Hízose después la dedicación de la iglesia con la mayor solemnidad y devoción; concurrieron todos los pueblos de la comarca, y duró la fiesta muchos días. Enriquecida la nueva iglesia con preciosísimos dones, no se evacuó por algún tiempo; cantábanse en ella las alabanzas del Señor, y se celebraban los divinos Oficios con singular piedad en honor del Patrono tutelar de la Iglesia, aumentándose cada día más desde aquel tiempo la devoción de los fieles con el Arcángel San Miguel.

No tardó mucho el Señor en manifestar con prodigios cuan grata le era esta devoción, autorizándola muy presto con multitud de milagros. Hízose famoso el santuario del Monte Gárgano, siendo una de las más frecuentes peregrinaciones de la Cristiandad; y los favores que el Señor dispensaba en él á los que le visitaban aumentaron por mucho tiempo el concurso de todas las naciones, venerándose como lugar santo la gruta en que sucedió esta maravilla.

Refiere Pedro Damiano que por los años 1002, habiendo el emperador Otón III quitado la vida a un senador de Roma, llamado Crescencio, contra la fe de su palabra imperial, deshonrando después a la viuda del difunto, con escándalo de toda la Iglesia; arrepentido de sus culpas, se fue a echar a los pies de San Romualdo, quien le ordenó fuese desde Roma hasta el Monte Gárgano con los pies descalzos a visitar la iglesia de San Miguel, para dar a Dios y al mundo esa satisfacción por sus pecados; lo que ejecutó el penitente Emperador, con grande edificación de toda la Cristiandad, siendo éste un admirable testimonio de la particular veneración que se profesaba a aquel prodigioso santuario.

Para eternizar esta veneración y para perpetuar con provecho la memoria del insigne milagro con que quiso Dios manifestar a los hombres la poderosa protección del Arcángel San Miguel, y animar su confianza con esta aparición, instituyó la Iglesia esta fiesta, señalando para ella el día de hoy, como se ve en los sacraméntanos antiguos.

Beato Antonio Bajewskki

Es uno de los 108 Mártires de la II Guerra Mundial (1940-43) beatificados por Juan Pablo II en 1999. Nació en Vilna (Lituania) el año 1915. En 1934 ingresó en la Provincia polaca de los Hermanos Menores Conventuales. Hizo el noviciado en Niepokalanów y completó sus estudios en Cracovia, donde recibió la ordenación sacerdotal en 1939. Volvió a Niepokalanów y fue un estrecho colaborador de san Maximiliano Kolbe.

Sacerdote diligente, de fe profunda, piadoso y atento con la gente, por su delicada salud pasó a la enfermería de Lasek, donde fue arrestado por la Gestapo el 17 febrero de 1941, y trasladado, con el P. Kolbe y otros religiosos, a una cárcel de Varsovia. A principios de abril lo internaron en el campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, donde, enfermo y maltratado, ayudaba material y espiritualmente a sus compañeros de infortunio.

En medio de los sufrimientos repetía: "Quiero ser clavado con Cristo en la cruz". Al acercarse la muerte pidió a uno de los prisioneros: "Cuenta a mis hermanos de Niepokalanów que he muerto aquí, fiel a Cristo y a la Inmaculada". Murió exhausto el 8 de mayo de 1941.