sábado, 20 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 20-02-10

Cuando partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz en las tinieblas
Primera Lectura. Libro de Isaías 58, 9b-14
Así dice el Señor Dios: «Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas. Si detienes tus Pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob.» Ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 85, 1-2. 3-4. 5-6
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
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No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: - «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: - «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»
Palabra del Señor.
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San Euquerio + 738
A este joven de Orleáns la lectura de san Pablo le cambió la vida: «La sabiduría del mundo es necedad ante Dios», hay que invertir, pues, el orden de valores, lo que todos aprecian no vale nada, y lo que se desdeña como vil, renunciar a las cosas por el amor más alto que no se ve, es el camino de la eternidad. Por eso Euquerio se hizo monje en la abadía normanda de Jumieges.

«Fue tan grande la luz de su santa vida y la opinión que todos tenían de él», dice un hagiógrafo, que a la muerte de su tío Suavarico, obispo de Orleáns, el pueblo le eligió para sucederle, y ante su resistencia tuvo que intervenir Carlos Martel, cuya autoridad le obligó a aceptar, aunque no sin desconsuelo, pues es tradición que lloraba copiosamente al ser consagrado.

Fue un buen obispo, y por serlo se opuso a las pretensiones de Carlos Martel, quien expoliaba a la Iglesia para atender las necesidades de sus campañas; el choque de ambos acabó con el destierro de Euquerio, primero en Colonia y luego en Lieja, siempre rodeado de una inmensa veneración, y acabó en un monasterio benedictino.

La leyenda de que tuvo una visión en la que pudo ver a Carlos Martel en el Infierno no merece siquiera el esfuerzo de ser refutada, ya que el abuelo de Carlomagno sobrevivió a nuestro obispo, y no es más que una piadosa superchería para infundir saludable temor a los que se apoderaban de bienes eclesiásticos.

San Euquerio obró numerosos milagros después de morir - curaciones inexplicables, lámparas que ardían sin consumir aceite -, pero su vida es ejemplar sobre todo por esa extraña carambola de la Providencia que le arranca del claustro - llorando - para hacerle pastor de una gran diócesis, y que le devuelve al claustro a viva fuerza por el simple cumplimiento de sus deberes. La sabiduría de este mundo, que es mucho más mecánica y torpe, nunca hubiese podido prever una combinación tan inesperada, divinamente maquiavélica y feliz.

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viernes, 19 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 19-02-10

El ayuno que quiere el Señor
Primera Lectura. Libro de Isaías 58, 1-9a
Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 50, 3-4. 5-6a. 18-19
Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.
Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias.
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Cuando se lleven al novio, entonces ayunarán
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: - «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: -«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunaran.»
Palabra del Señor.

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San Álvaro de Córdoba
No hay que confundirlo con el conocidísimo Álvaro de Córdoba (Paulo) que vivió en el gran siglo IX de los mártires cordobeses y que fue íntimo amigo del mártir san Eulogio, desempeñando un gran papel de apologeta en la España mozárabe de los Omeyas, carteándose con su maestro Espeaindeo, dejando escritos -aunque en bajo latín- que defendían los misterios de la fe cristiana con un apasionamiento y una fortaleza inusual aún cuando ponía en peligro su vida. Éste fue un hombre casado y con hijos, fuerte en la fe, íntegro en la verdad de la coherencia, intelectual vibrante hasta el agotamiento que vivió practicando la vida de fe que profesaba en un continuo alentar a los creyentes en Cristo en tiempo realmente muy cuesta arriba que llevó a bastantes, incluso a pastores cualificados, a la apostasía de la fe. Nunca admitió la componenda ni el rebaje de los compromisos adquiridos. Estuvo al lado de sus hermanos sufrientes, minusvalorados, arrinconados, maltratados socialmente, a veces perseguidos y algunos martirizados. Murió en pobreza con la entereza de la fe. Quizá mereciera ser llevado a los altares y servir de ejemplo y ayuda para los audaces que en todo tiempo y en cualquier lugar del mundo se ven forzados a defender su condición cristiana. Pero eso no nos corresponde a nosotros. De hecho, la grandeza de este Álvaro es notable; pero no ha sido invocado como santo en la Iglesia universal y no aparece, a pesar de su grandeza, entre los santos de su tiempo que pasaron por el martirio dejando su sangre. Pertenece al numerosísimo grupo de santos anónimos que hicieron «los moros» mientras tuvieron al cordobés dominado.

Álvaro de Córdoba, el beato, es otro no menos insigne en sus obras, santidad y apostolado, no menos grande por lo difícil que lo tuvo en las circunstancias del siglo XV, ni menos incisivo en la repercusión posterior de su obra. Nació a finales del siglo XIV y murió en el año 1430.

Pasa primero su vida entre el claustro y la docencia en la Universidad de Salamanca. En los albores del siglo XV deja la cátedra para recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia, vibrante de inquietud y con dinamismo paulino, aguijoneado por la urgencia del apostolado. Los tiempos son difíciles, malos; pasó la peste negra asolando Europa y dejando los conventos vacíos que luego intentaron llenarse con gente no preparada con lo que decayó la tensión religiosa. La corrupción de costumbres es en hecho generalizado; los pastores sestean. Hay, con ínfulas de legitimidad, tres tiaras; unos obedecen como legítimo al papa de Avignón, otros al de Roma y otros al que está en Pisa. A Álvaro le duele el alma; predica, observa, reza y hace penitencia por la unidad tan deseada.

A su vuelta a España lo nombran confesor de la reina Catalina de Lancáster y de su hijo Juan II. Pero Álvaro deja pronto la corte porque anhela la reforma dominicana. Ya obtiene los permisos para establecer conventos reformados en los reinos de España; Martín V lo hace prior de todos los conventos dominicos reformados en España; funda Escalaceli a siete kilómetros de Córdoba, primero de los reformados de la Orden dominicana que muy pronto se extenderá con Portaceli en Sevilla. Enamorado de la Pasión de Cristo -la que le llevó a Tierra Santa- planta pasos que recuerdan la Pasión de Jesús en la sierra de Córdoba desde Getsemaní hasta la cruz del Gólgota; piadosamente reza, medita y recorre una y otra vez los distintos momentos o pasos o estaciones del itinerario doloroso del Señor. Era para Álvaro y sus religiosos la Vía dolorosa recordadora. Luego, el holandés Adricomio y el P. Daza darán la forma y fijarán en catorce las estaciones al primer Via Crucis que Leonardo de Porto Mauricio populizará más adelante también en Italia, importándolo de España.

Escalaceli es centro de peregrinaciones de las gentes que, cada vez desde sitios más distantes, pasan noches en vela, rezan, lloran sus pecados, piden perdón, expían y luego cantan. De ella recibió buen influjo y enseñanza la devoción del pueblo andaluz por sus Macarenas, su Cristos crucificados y sus «pasos» de Semana Santa. Sí, aquello abrió tan profundo surco en la cristiana alma andaluza como las heridas que hicieron en la madera las gumias de Martínez Montañés, Juan de Mesa y Cristóbal de Mora.

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jueves, 18 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 18-02-10

Hoy te pongo delante bendición y maldición
Primera Lectura. Libro del Deuteronomio 30, 15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para conquistarla. Pero, si tu corazón se aparta y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella. Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra; te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, pegándote a el, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que había prometido dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
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El que pierda su vida por mi causa la salvará
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y, dirigiéndose a todos, dijo: -«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»
Palabra del Señor.

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Santa Bernardita Soubirous + 1879
"No ha hecho más que llorar. Será mala". Así dijo alguien después de haber recibido el bautismo la primogénita de nueve hijos del matrimonio formado por Francisco y Luisa. Sus padres eran muy buenas personas y fieles cristianos, luego no tenía visos de cumplimiento aquella mala profecía hecha a causa de los lloros de la pequeña Bernardita.

Bernardita no llamó nunca la atención ni de niña ni de mayor. Crecía un tanto debilucha. Apenas pudo frecuentar la escuela porque debía cuidar de sus hermanitos más pequeños, pues su madre debía atender a otras necesidades de aquel pobre hogar. Vivían en una pobre covacha en la calle Petits-Fossés que los vecinos conocían como "La Mazmorra".

Sus conocimientos eran pocos y pobres. El día 2 de junio del año de las apariciones la examinó el P. Pomián, su confesor y capellán del hospicio: "Bernardita ¿qué sabes? - El Padre nuestro, Ave María y el Credo. - "Es bastante para rezar el Rosario". Y a fe que sí lo era, la Virgen ya se le había aparecido y seguiría haciéndolo hasta dieciocho veces mientras las dos juntas rezaban esta corona de Ave Marías...

La Virgen tenía sus planes. Hacía cuatro años que el Papa Pío IX había declarado el dogma de la Inmaculada Concepción de María y como si quisiera el cielo aprobar lo hecho en la tierra la envió a visitarla. Y tomó como instrumento a esta niña aldeana. Era el frío día 11 de febrero de 1858. La despejada niña Juana, de doce añitos, compañera de clases de Toneta, hermana de Bernardita, propuso a la mamá de ésta si les dejaba ir a las tres a recoger un poco de leña para calentarse en aquellos días tan fríos. La buena de Luisa les dio su permiso pero advirtiendo antes a Bernardita que por nada del mundo se mojara los pies, pues ya sabía que enseguida se constipaba...- "Así lo haré, madre, pierda cuidado".

Cómo sucedieron las Apariciones ya lo hemos recordado en el día 11 de este mismo mes que fue el día de la primera de las dieciocho. La pequeña Bernardita creía ver un fantasma... Reveló el secreto a su hermana y amiguita con la condición de que a nadie lo dijeran, pero ¡cosa de niñas! en cuanto llegaron a casa lo descubrieron. Allí empezó el calvario para la pobre Bernardita: Prohibiciones, castigos, interrogatorios, palizas... burlas de ellas, etc... todo lo soportó con paz y hasta con alegría por la fuerza que recibía de parte de aquella Visión que en la decimosexta aparición se le reveló como lo que era: "Yo soy - dijo - la Inmaculada Concepción". En otras ocasiones le manifestó lo que deseaba de los sacerdotes y de todos los cristianos: Un templo y mucha reparación con la oración y penitencia. Ella no se hizo el sordo a estos deseos de la Madre del cielo y toda su vida puede decirse que no fue otra cosa que esto: Oración y Penitencia.

Quiso ser religiosa carmelita de clausura y por su poca salud no la admitieron. Abrazó después el Instituto de Nevers en el que fue tratada "como una escoba". "No sirve para nada. ¿Qué vamos a hacer de ella?"... Se cumplían así a la perfección las palabras que en una aparición le había hecho la Virgen: "No te haré feliz en este mundo, sino en el otro".

Desempeñó algunos cargos en la Congregación, sobre todo el de enfermera y enferma. Ambos los llevó con una entrega y servicio maravillosos. Todos admiraban su mucha virtud, y, sobre todo, su gran humildad ya que nunca hablaba de sus apariciones y se sentía la última de todas. Bernardita no llamaba la atención por sus cualidades de ningún tipo, por ello alguna superiora llegó a decir: "No entiendo cómo la Virgen se ha fijado en Bernardita cuando las hay más agraciadas que ella en todos los aspectos"... Por fin, repitiendo estas palabras: "Ruega por mí, pobre pecadora, ahora y en la hora de la muerte", expiró. Era el 16 de abril de 1879. El 8 de diciembre de 1933 era canonizada.

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 17-02-10

Rasgad los corazones y no las vestiduras
Primera Lectura. Profecía de Joel 2, 12-18
«Ahora - oráculo del Señor convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: -«Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Sal 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
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Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable
Segunda Lectura. 2ª Carta Pablo Corintios 5, 20-6,2
Hermanos. Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Palabra de Dios.
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Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 6, 1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»
Palabra del Señor.

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Los siete santos Fundadores de los Servitas
La amistad ha sido siempre cantada en la Sagrada Escritura. "El mejor tesoro es un buen amigo". Hoy más que nunca se habla y escribe de fraternidad y solidaridad. Buen reclamo, pues, estos siete Santos Fundadores, con su mensaje para este mundo que tanta necesidad tiene de verdadera amistad y de generosa entrega.

Estamos en el siglo XIII y en la rica y artística ciudad de Florencia. Es este un caso insólito en la vida de la Iglesia, que ella celebre en su liturgia a tan elevado número de Santos, sin preocuparse de sus nombres ni de sus vidas, siendo que no murieron mártires como en tantos casos través de los siglos de la Iglesia. Mártires si que los hay en grupo y sin saber sus nombres. Entre los demás, no.

El siglo XIII estuvo dominado por un gran movimiento evangélico, en el que se destacan los nombres de Santo Domingo y San Francisco, pero que tuvo no pocas ramificaciones más. Dentro de esta floración de grupos evangélicos es donde hay que situar la iniciativa tomada por los Siete Hermanos hacia el año 1233. Estos seglares florentinos, comerciantes en lanas, renunciaron al mundo para retirarse al Monte Senario - a 18 kilómetros de Florencia - a fin de vivir en pobreza individual y penitencia, bajo la Regla de San Agustín, y entregarse allí misrno a la contemplación.

Un racimo de santos que la propia Virgen convocó para su servicio en el seno de una ciudad turbulenta y dividida por discordias civiles; en la Florencia de la primera mitad del siglo Xlll, guelfos y gibelinos se hacían implacablemente la guerra, y de esta lucha fratricida iba a salir una orden religiosa cuyos fines eran la plegaria, la humildad y la devoción a la Reina de la Paz.

Siete jóvenes mercaderes se reunían a la caída de la tarde en una asociación mariana de alabadores de la Santísima Virgen, y el día de la fiesta de la Asunción, el 15 de agosto de 1233, se les apareció Nuestra Señora «con gesto de dolor, vestida de luto y velada de negro la cabeza, como una Madre dolorosa, porque el Amor no era amado y la caridad estaba herida» (P. Bargellini).

Los siete se retiraron a hacer penitencia como ermitaños en Monte Senario, no lejos de la ciudad, para acabar convirtiéndose en una orden mendicante, la de los Siervos de la Bienaventurada Virgen María o servitas, que no tardaría en dar un gran santo a la Iglesia, san Felipe Benicio.

Pero no se puede vivir según el evangelio sin sentir la preocupación por los demás. Por eso, los «Siervos de María» trabajaron por la reconciliación de sus conciudadanos divididos con excesiva frecuencia. Semejante ideal no dejó de suscitar vocaciones y, desde mediados de siglo, se ve cobrar auge en la Toscana a la Orden de los Servitas.

De estos fundadores, canonizados colectivamente en 1888, recordamos especialmente al primer superior de la comunidad, Bonfiglio Monaldi, quien tras regir la orden durante dieciséis años, dimitió de su cargo para dedicarse a la vida retirada y a la oración; y al más joven de todos, Alessio Falconieri (1200-1310), que moriría superados los cien años en 1310, el 17 de febrero según la tradición y que rehusó por humildad ser sacerdote y fue tan sólo hermano lego que recogía limosnas y se ocupaba de las tareas más oscuras. Pero tal vez sea injusto hacer distinciones entre quienes no quisieron otra que la de ser espejos de la paz de las almas a imitación de María.

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martes, 16 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 16-02-10

Dios no tienta a nadie
Primera Lectura. Carta del apóstol Santiago 1, 12-18
Queridos hermanos: Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 93, 12-13a. 14-15. 18-19
Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros.
Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón.
Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.
Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
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Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían mas que un pan en la barca. Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.» Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.» Dándose cuenta, les dijo Jesús: -«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?» Ellos contestaron: -«Doce.» -« ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?» Le respondieron: -«Siete.» Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»
Palabra del Señor.

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Santa Juliana S. III
Otro mártir, la doncella de Nicomedia (Asia Menor), cuyas reliquias dieron origen y nombre a la ciudad santanderina de Santillana del Mar, con un culto muy antiguo tanto en Oriente como en Occidente, y a la que sólo conocemos por una «pasión» no poco legendaria y muy tardía.

Como en tantos otros casos, la verdad está enmascarada por un repertorio de clichés hagiográficos que se repiten hasta la más completa inverosimilitud: cúmulo de perfecciones, resistencia heroica a las asechanzas del mundo, tormentos sin fin que no hacen mella en su cuerpo y, tras la manifestación de la evidente ayuda sobrenatural que la asiste, muerte ejemplar a filo de espada.

Hija de paganos, según se nos cuenta, querían casarla con el rico y poderoso Eleusio, a quien ella, para ganar tiempo, impuso la condición de que alcanzase el cargo de prefecto; cuando fue prefecto, le pidió que abrazara el cristianismo, y aquí empieza la historia martirial.

En ella hay un notable episodio: cuando Juliana está en su mazmorra, se le aparece el Maligno en figura de ángel del Cielo y le aconseja que acceda a las pretensiones de Eleusio; la virgen comprende que allí hay engaño, y su oración encadena al Diablo, quien ahora es visible en toda la monstruosidad de su naturaleza.

Sofer, que así se llama el ministro de Satanás, debidamente interrogado confiesa todos sus crímenes - él fue el inductor de Caín y de Judas -, y después de oírle, Juliana, diríase que satisfecha ya su natural curiosidad femenina, le lleva atado hasta el lugar del suplicio, mientras Sofer se lamenta del ridículo que hace ante las gentes y del descrédito que significa aquella humillación para su oficio diabólico. Antes de entregarse al verdugo la santa le echa a un estercolero, y muere decapitada a los dieciocho años.

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lunes, 15 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 15-02-10

Al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia, y seréis perfectos e íntegros
Primera Lectura. Carta del apóstol Santiago 1, 1 -11
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas. Hermanos mios, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de sabiduria, que se la pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se la dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más minimo, porque quien titubea se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no se piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo. El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor, y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
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¿Por qué esta generación reclama un signo?
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 8, 11-13
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: _«¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.» Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor.

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San Claudio de la Colombiere +1683
La "llamada" a la vida religiosa es un misterio. El Señor se sirve de miles de caminos para conseguir lo que quiere. El pequeño Claudio había recibido una muy esmerada educación cristiana de aquella familia que en los Anales de la Visitación se llama "familia de santos", especialmente de parte de su buena madre que con visión profética le dijo en el lecho de muerte: -"Hijo mío, tú tienes que ser un santo religioso".

A pesar de ello, como después él mismo escribirá en sus apuntes espirituales, no era este el género de vida por el que sentía inclinación Claudio, más bien todo lo contrario. Escribió: «Cuando me hice religioso tenía una grandísima aversión a la vida que iba a abrazar. Los planes que se trazan para servir a Dios, nunca se realizan sino a costa de grandes sacrificios. He ingresado en la Compañía de Jesús por el aprecio que siempre he tenido de sus Reglas; y por haber visto que los Superiores saben exigir de tal manera su observancia, que estoy persuadido ser cosa fácil santificarse uno mismo y ayudar con la palabra y el ejemplo a la santificación de los demás ».

A sus dieciocho años, el 1658, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en la ciudad de los Papas, Aviñón. El Maestro de novicios dio al P. Provincial este informe del joven novicio Claudio: "Es un joven con una prudencia superior a lo que corresponde a su edad. De juicio sólido, de rara piedad y las más altas virtudes no le parecen excesivas a su fervor". Durante el año de la tercera Probación hizo el voto de guardar con exactitud todas las Reglas y Constituciones de la Compañía, y añadió: "Hago el propósito firme de cumplir cuanto me sea posible con toda fidelidad todos los deberes de mi estado y ser fiel al Señor aun en las cosas más mínimas; romper de un golpe y para siempre las cadenas del amor propio, quitándole toda la esperanza de ser alguna vez tenido en consideración; adquirir en poco tiempo los méritos de una vida larga; reparar las irregularidades pasadas; dar a Dios una prueba de gratitud por las infinitas gracias recibidas, y hacer de mi parte cuanto pueda para ser de Dios sin reserva alguna"...

Mientras su alma se transforma, otra alma gemela, la futura Santa Margarita María de Alacoque recibe durante una visión este aviso que tanta alegría proporciona a su alma: "No temas, muy pronto te enviaré a mi amigo y siervo fiel para que guíe tus pasos y te ayude en la misión que te voy a encomendar".

Hechos los votos solemnes el 2 de febrero de 1675, fue enviado como superior a la Casa de la Compañía en Paray-le-Monial. Allí, en el convento de la Visitación estaba de religiosa Margarita María de Alacoque que ya había recibido especiales luces de lo alto... pero se sentía temerosa si aquello era o no de Dios... Pronto fue a visitarles el nuevo superior jesuita y al verlo oyó como una voz interior que le decía a Margarita: "Ese es mi amigo fiel que te traigo para que te ayude en la misión que te tengo encomendada"... Poco después le abría "su alma totalmente, tanto lo bueno como lo malo..." Escribió después la Santa: "El padre tuvo que sufrir mucho por mi causa. Decíase que yo pretendía engañarle con mis ilusiones, pero él no se preocupaba de las habladurías y no dejó de ayudarme mientras estuvo en la ciudad y no ha dejado nunca de ayudarme"...

Lo mismo en Avignon que en París y Lyón, se esfuerza por "ser fiel al Señor aún en las cosas más pequeñas, adquirir en poco tiempo los méritos de una vida larga... y ser de Dios sin reserva alguna".

Como Superior de Paray-le-Monial, impulsa el año 1675 la consagración de la vida y de los hombres a Cristo todo Corazón, con un amor pleno y reparación máxima de las faltas a ese amor; como corresponde a un "siervo fiel y amigo perfecto"; y con los mismos ideales de Santa Margarita María de Alacoque.

Esta devoción al Corazón de Jesús tiene ocasión de difundirla en Inglaterra, hasta que su apostolado se trunca violentamente, al ser detenido y torturado en la Torre de Londres.

Por la intervención del Rey de Francia le es conmutada la pena de muerte por el destierro; pero sólo para morir con 43 años en Paray-le-Monial, tras aquellos sufrimientos; a su juicio "una de las mayores misericordias que Dios le había concedido".

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domingo, 14 de febrero de 2010

Él está ahí... contigo - Karl Rahner

Cuando cae el hombre en la cuenta de que está sepultado, dos reacciones son posibles. O bien se defiende con la angustia del náufrago o del enterrado vivo, y se abalanza a toda forma de actividad que disipe la negrura del horizonte; o bien cae en una auténtica desesperación, unas veces confesada a gritos, otras remansada en una fría calma, en la que maldice, se odia a sí y al mundo, y dice "no hay Dios".

Dice no hay Dios porque ha cambiado el verdadero Dios por aquello que él tenía por Dios. Y en el fondo de su pensamiento hasta tiene razón; su Dios, el de él, ése no existe; el Dios de la seguridad terrena, el Dios que asegura e inmuniza contra las decepciones de la vida; el Dios que asegura el que los hijos no lloren y que la justicia se instale en el mundo y ahorre lágrimas a la tierra; el Dios que da garantías al amor humano para que no acabe en terrible desengaño..., ese Dios en verdad no existe.

Pero quienes así piensan tampoco hacen frente en realidad a la desesperación. Creen haber sacadao valiente y honradamente las consecuencias de su experiencia vital; pero lo cierto es que no han comprendido bien la desesperación, pues han visto en ella la muerte de Dios, en vez de ver en ella su verdadero advenimiento.

Así es realmente deja en ese trance del corazón que la deseperación te arrebate aparentemente todo; en realidad, de verdad, se habrá llevado sólamente lo finito, lo que es nada e intrascendente, aunque se presente grande y admirable, y aun se haya llevado a tí mismo; a tí con tus ideales, con tus presupuestos vitales que fueron calculados por tí muy prudente, exacta y luminosamente; a tí con tu idea de Dios que se te inoculó en lugar de la verdadera idea del Incomprensible. Lo que te puede ser quitado no es jamás Dios. Ciérrate todas las salidas; te cerrarás sólo las salidas a la finitud, las vías a lo descaminado. No te atemorice quedarte solo en el desamparo de tu cárcel interior, que ahora aparece como ocupada solamente por a impotencia, la desesperanza, el cansancio y el vacío. ¡No temas!

Porque mira: si aguantas firme y dejas con denuedo que te anegue la desesperación y, al desencantarte de todos los anteriores ídolos de tu vida, vitales o espirituales, hermosos y dignos (sí, lo son), a los que tú llamaste "Dios", no desesperas del verdadero Dios; si, en efecto, resistes firme (y esto es ya un milagro de la gracia que se te da a tí), de repente caerás en la cuenta, de que en realidad no estás sepultado entre ruinas, que tu cárcel solo tiene cerrojos para la nada y la finitud, que su mortal vacío es sólo falsa apariencia de una espléndida interioridad de Dios, que su silencio lóbrego está colmado por la palabra sin palabra, por Aquel que es sobre todo nombre, por Aquel que es todo en todas las cosas. Y su silencio te dice que Él está ahí.

Y esto es lo segundo que has de hacer en tu desesperación; advertir que Él está allí, saber que Él está contigo. Tener conciencia de que en el profundo calabozo de tu corazón hace ya tiempo que te esperaba; darte cuenta de que de mucho atrás escuchaba en silencio y aguardaba a que te desprendiera por fin de todo el barullo de tu quehacer vital y de toda esa palabrería que pomposamente llamabas tu filosofía de la vida curada de ilusiones, la que acaso tomaste tú por tu oración y en la que te entretuviste tú contigo mismo; aguardaba a ver si después de todos tus ayes desesperados y necios gemidos sobre las miserias de la vida, eras al fin capaz de callar ante Él, de ponerte al habla con Él, con la Palabra que para el hombre que tú hasta ahora fuiste sólo sonaba a silencio de muerte.

Debes sentir que no te hundes en el abismo cuando te sueltas de la convulsiva y tiránica angustia por tí y por tu vida, que no está todo perdido cuando dudas de tí, de tu ciencia, de tu fuerza y aun de tu capacidad de ayudarte a tí mismo para conseguir la vida y la libertad del gozar. Por el contrario, sentirás como por encanto, de repente y por un milagro que se ha de repetir cada día sin hacerse rutina, sentirás que estás con Él. Experimentarás de repente que la pétrea faz de tu desesperanza no era más que la aurora de Dios en tu alma, que las tinieblas del mundo no eran sino el resplandor de Dios, que no conoce sombra; que la aparente cerrazón de horizontes y caminos era la auténtica inmensidad de Dios que no necesita caminos, porque Él está ya allí.

Comprenderás en seguida que no es propiamente que Él haya de venir a tu corazón sepultado, sino que no has de empeñarte tú en huir de ese corazón, porque Él está allí y no hay motivo alguno para salir de esa bendita desesperación a buscar un consuelo fuera, que no lo sería y que no lo hay. Notarás que tú, el sí libre de tu fe y de tu amor, debe encerrarse en el corazón sepultado para encontrar allí al que ya siempre estuvo allí y esperaba, al Dios vivo y verdadero.

Eso es lo segundo. Él está en tu sepultado corazón. Él solo. Pero Él, el que lo es todo, y por eso parece como si no fuera nada. Él está allí, aun cuando tú no estés; y sin Él nada tendrías tú, ni a ti mismo.

Karl Rahner
De la necesidad y don de la Oración, 18-20
Dios, amor que desciende. Escritos espirituales
Sal Terrae

Lecturas y Santoral 14-02-10

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Primera Lectura. Jeremías 17, 5-8
Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. »
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
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Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido
Primera Lectura. Pablo 1ª Corintios 15, 12. 16-20
Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.
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Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: - «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor.

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San valentín + 270
San Valentín era un sacerdote que hacia el siglo III ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras . El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador Claudio se enteró y como San Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a Palacio. San Valentín aprovechó aquella ocasión para hacer proselitismo del cristianismo.

Aunque en un principio Claudio II mostró interés, el ejército y el Gobernador de Roma, llamado Calpurnio, le persuadieron para quitárselo de la cabeza.

El emperador Claudio dio entonces orden de que encarcelasen a Valentín. Entonces, el oficial Asterius, encargado de encarcelarle, quiso ridiculizar y poner a prueba a Valentín. Le retó a que devolviese la vista a una hija suya, llamada Julia, que nació ciega. Valentín aceptó y en nombre del Señor, le devolvió la vista.

Este hecho convulsionó a Asterius y su familia, quienes se convirtieron al cristianismo. De todas formas, Valentín siguió preso y el débil emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de Febrero del año 270. La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.

La fecha de celebración del 14 de febrero fue establecida por el Papa Gelasio para honrar a San Valentín entre el año 496 y el 498 después de Cristo. Los restos mortales de San Valentín se conservan actualmente en la Basílica de su mismo nombre, que está situada en la ciudad italiana de Terni (Italia). Cada 14 de febrero se celebra en dicho templo, una acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren contraer matrimonio al año siguiente.

La costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor el 14 de febrero nació en Gran Bretaña y en Francia durante la Edad Media, entre la caída del Imperio Romano y mediados del siglo XV.

Los norteamericanos adoptaron la costumbre a principios del siglo XVIII. Los avances de la imprenta y el bajón en los precios del servicio postal incentivaron el envío de saludos por San Valentín. Hacia 1840, Esther A. Howland comenzó a vender las primeras tarjetas postales masivas de San Valentín en Estados Unidos.

Aunque sean los enamorados los que principalmente celebran este día, sin embargo hoy en día se festeja también a todos aquellos que comparten la amistad, ya sean maestros, parientes, compañeros de trabajo y todo el que siente, tenga la edad que tenga, el olor del amor que, como flor de primavera, nunca debe perder su agradable perfume. ¡Feliz día de los enamorados y de la amistad!

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sábado, 13 de febrero de 2010

Lectura y Santoral 13-02-10

Jeroboán hizo dos becerros de oro
Primera Lectura. Reyes 12, 26-32; 13, 33-34
En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros: «Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.» Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: « ¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto! » Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Levi. Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido. Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los altozanos. Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 105, 6 7a. 19-20. 21-22
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
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La gente comió hasta quedar satisfecha
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 8, 1-10
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discipulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres dias conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Le replicaron sus discipulos: « ¿Y de dónde se puede sacar pan, aqui, en despoblado, para que se queden satisfechos?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete.» Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discipulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discipulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Se¤or.

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Beato Jordan de Sajonia + 1237
No es cosa fácil dar con otro caso semejante en toda la historia de la Iglesia como este del Beato Jordán. Dios, en su Divina Providencia, tiene preparados todos los caminos, pero somos libres de seguirlos de una manera u otra.

París casi siempre ha sido uno de los nudos más importantes en el devenir de la humanidad. Por el año 1219 se realiza allí un encuentro de estos que forman historia: Un venerable religioso - se llama Domingo de Guzmán y hace furores con sus predicaciones y con los muchos hombres que le siguen desde que hace unos años vino de España - se encuentra con un valiente joven, ya un tanto maduro, más en sabiduría y virtud que en años. Se llama Jordán. De aquel encuentro surgirá una vocación y una llamada a seguir por los caminos que le marca Domingo.

Ya hacía tiempo que él iba buscando acertar con este camino y ahora, sin casi pedirlo él, se lo señalan.

- "Ordénate diácono y sigue a Jesucristo"... Poco después, el mismo Jordán pedirá seguir a Jesucristo pero dentro de la Orden fundada por aquel hombre, la Orden de predicadores o dominicos como se les llamará después.

Ya es novicio. Al año siguiente - 1221 - hay Capítulo General y le nombran Provincial de la provincia de Lombardía, la provincia más importante y difícil de gobernar de toda la Orden.

Muere Santo Domingo, el fundador de aquella gran obra, y el 22 de mayo de 1222, a los dos años de empezado su noviciado, es elegido, por unanimidad, Prior General de toda la Orden Dominicana, como sucesor inmediato del santo fundador... Y fue Superior General hasta su muerte acaecida el 13 de febrero de 1237.

Santo Domingo fue el fundador pero el Beato Jordán fue el consolidador y fecundo propagador de aquella semilla que echara en el surco Santo Domingo.

A distancia de más de siete siglos uno queda admirado cómo pudo - contando con los medios de comunicación que entonces disponían - multiplicarse de modo tan prodigioso. Durante sus años de General se fundaron 249 conventos nuevos, se instituyeron cuatro nuevas provincias y se reforzaron los conventos ya existentes. En el convento donde él moraba eran tantos los jóvenes que ingresaban a vestir el hábito dominicano y los ya profesos que salían de él para abrir nuevas fundaciones, que alguien lo comparó "con una colmena de abejas"...

Entre las nuevas vocaciones que reclutaba para la Orden se contaron hombres muy ilustres en todas las naciones y que dieron un gran prestigio a la Orden. Él mismo predicó en varias catedrales y visitó y dictó lecciones en varias Universidades famosas entonces, no sólo en todas de Italia, sino también en Inglaterra, Alemania, Francia, etc...

Era muy virtuoso. Y por encima de todo, la caridad. Un día encontró un mendigo aterido de frío y le dio su manto. El mendigo al momento lo vendió y se emborrachó. Ante las recriminaciones de los frailes - que conservaban su manto -, Jordán les contestó: "Es preferible perder el manto antes que el amor".

A pesar de tanta bondad también sabía ser duro y firme cuando se trataba de cosas que se referían a algo muy serio en lo que se jugaban intereses de la Iglesia o de la Orden. Así lo fue con Federico II y con los superiores que no trataban de serlo según debían. A un procurador que le pidió lo relevara del cargo le contestó: "Hijo mío, este cargo lleva consigo cuatro cosas: la negligencia, la impaciencia, el trabajo y el mérito; yo te descargo de las dos primeras... pero te dejo las otras dos".

El Beato Jordán, sobre todo, fue dotado de una cualidad especial para conmover a los oyentes. Con este medio supo llenar los conventos de aspirantes a la vocación y hacer que en todos sus conventos se viviera en la perfecta observancia regular que imprimiera el santo fundador Santo Domingo. Expiró en el Señor el 13 de febrero de 1237.

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viernes, 12 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 12-02-10

Se independizó Israel de la casa de David
Primera Lectura. Reyes 11, 29 32; 12, 19
Un día, salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán: «Cógete diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: "Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel."» Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 80, 10 11 ab. 12-13. 14-15
Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto.
Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos.
Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.
Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
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Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 7, 31 37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
Palabra del Señor.

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Eulalia de Barcelona, virgen y mártir (┼ 304)
Dos ciudades, Mérida y Barcelona, se glorían de tener entre sus antecesores egregios una santa mártir con el mismo nombre. Hay quien soluciona un posible problema histórico con la consideración de que la santa barcelonesa es un doblete de la santa emeritense. Cierto que las circunstancias en las que tuvo lugar el martirio, la época, las personas, el mismo nombre de la santa, su juventud y las mismas referencias consecuentes a su partida del mundo de los vivos, propician considerarla como un único martirio narrado en dos lugares diferentes y contrapuestos en la geografía hispana, unificando la persona de la mártir. Si esto fuera así, significaría el gran impacto social que debió causar el acontecimiento y la ejemplaridad que proporcionó a la sufrida comunidad cristiana en aquellos tiempos difíciles. No obstante, esto no daría explicación suficiente a los testimoniados sucesos ocurridos milagrosamente en Barcelona cuando se descubre el sepulcro de la santa y su culto posterior.

La época es el comienzo del siglo IV, durante la persecución de Maximiano y Diocleciano, siendo Decio el pelele macabro que pone mártires cristianos en los lugares que pisa con la ilusión de extirpar del Imperio ese nombre. En todas las épocas hubo -también hoy- sujetos que, amparados por la fuerza que da el poder y detrás del velo del cumplimiento del deber legal, niegan al hombre la posibilidad de ser o de ser personas libres con el derecho a la inviolabilidad de su conciencia individual. A estos, la Historia los llama tiranos. También en todas las épocas -y más en las que más lo necesitan- aparecen con vehemencia personas que en su aparente debilidad muestran con sus palabras y obras lo indomable e irreductible del hombre y la fuerza arrolladora de la verdad. A estos, la Iglesia los llama santos. Esa es obra de Dios y ellos o ellas el espejo para el seguro caminar.

Eulalia de Barcelona es la niña-joven que ha nacido en buena familia. Su niñez de cristiana ha sido un continuo aprender en su casa con la mirada puesta en el buen Jesús; en la iglesia doméstica que es su familia aprendió el ABC de la Salvación. Se han publicado edictos de persecución; ya algunos han sido forzados por la autoridad y se habla de sangre vertida por fidelidad. Un día madruga, sale de casa con el sol, hace el camino tan largo como animoso. Espontáneamente se sitúa ante el gobernador y aquí es difícil separar lo que fue hecho y lo que es adición posterior del comentario que sublima la quintaesencia de la entrega a Dios. La joven-niña no insinúa, afirma, en el diálogo con su interlocutor: los dioses paganos son falsos, inútiles, y no pasan de ser demonios; quien les sirve ofende al único Dios y será castigado por Él. «Yo soy sierva de Cristo, rey de reyes y señor de señores». Sí, y no hay autoridad que le haga cambiar; en el sufrimiento será asistida por su Amor. La arrogancia del poder se queda sin fuerza ante los hechos que avalan palabras; no han servido las palabras blandas, ni las amenazas crueles, ni los azotes, ni el potro, ni las uñas arrancadas, ni el fuego en su blanca carne que hasta quemó a sus propios verdugos. Una paloma blanca salió de su boca cuando murió. El asombro de los que lo han visto todo es estupor. Al poderoso del mundo solo le queda la rabia de su derrota que intenta inútilmente compensar crucificando el cuerpo muerto y dejarlo sin enterrar. Una nevada oportuna quiso cubrir la desnudez de Eulalia.

Sea como fuere el asunto de Eulalia de Barcelona, de Eulalia de Mérida, de una misma o de dos Eulalias -el estado actual de la investigación no permite ir más allá de la constatación aceptada de dos santas vírgenes mártires-, el hecho es que tanto en una ciudad como en la otra se honra a Dios por la fortaleza intrépida de una joven cristiana que proclama la verdad ante el mundo y cuyo nombre era Eulalia.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

jueves, 11 de febrero de 2010

Lecturas y Santoral 11-02-10

Por haber sido infiel al pacto, te voy a arrancar el reino de las manos; pero dejaré a tu hijo una tribu, en consideración a David
Primera Lectura. Reyes 11, 4 13
Cuando el rey Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor como el corazón de David, su padre. Salomón siguió a Astarté, diosa de los fenicios, y a Malcón, ídolo de los amonitas. Hizo lo que el Señor reprueba; no siguió plenamente al Señor como su padre David. Entonces construyó una ermita a Camós, ídolo de Moab, en el monte que se alza frente a Jerusalén, y a Maleón, ídolo de los amonitas. Hizo otro tanto para sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban en honor de sus dioses. El Señor se encolerizó contra Salomón, porque había desviado su corazón del Señor Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y que precisamente le había prohibido seguir a dioses extranjeros; pero Salomón no cumplió esta orden. Entonces el Señor le dijo: «Por haberte portado así conmigo, siendo infiel al pacto y a los mandatos que te di, te voy a arrancar el reino de las manos para dárselo a un siervo tuyo. No lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre David; se lo arrancaré de la mano a tu hijo. Y ni siquiera le arrancaré todo el reino; dejaré a tu hijo una tribu, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, mi ciudad elegida.»
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Salmo Responsorial Salmo 105, 3 4. 35 36. 37 y 40
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mi por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres; adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas. La ira del Señor se encendió contra su pueblo, y aborreció su heredad.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
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Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: -«Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.» Pero ella replicó: -«Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.» Él le contestó: -«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija.» Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
Palabra del Señor.

Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Nuestra Señora de Lourdes
El 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Como queriendo indicar que el cielo ratificaba lo que había hecho en la tierra el Vicario de Jesucristo, el 11 de febrero de cuatro años después -1858 - la Virgen María se aparecía a la hija de unos humildes molineros, Bernadette Soubirous, de 14 años.

Nació el 1844 y fue la mayor de seis hermanos. Era una chica sencilla, sin apenas preparación ni cultura pues sus padres, sumamente pobres, no pudieron enviarla a hacer estudios especiales.

Un día va con su hermana y una amiga a buscar leña seca. Cuando ella se dispone a atravesar un brazo del río Gave, escucha de repente como un fuerte viento, que la obliga a levantar la cabeza.

En la abertura de la roca de Massabielle se alza ante su vista una joven, inmóvil y silenciosa "tan bella que cuando se la ha visto una vez se querría morir para volverla a ver". El vestido blanco, un cinturón azul, y el rosario entre los dedos.

«Me saludó, inclinando la cabeza creyendo engañarme, me restregué los ojos; pero alzándolos, vi de nuevo a la joven, que me sonreía y me hacía señas de que me acercase. Pero yo no me atrevía. Y no es que tuviera miedo, porque cuando una tiene miedo, huye; y yo me hubiera quedado allí, mirándola, toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar, y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la joven se santiguaba... Mientras yo rezaba, ella iba pasando las cuentas de su Rosario, sin decir nada. Y cuando yo dije: Gloria al Padre..., también Ella lo dijo. Terminado el Rosario me sonrió otra vez, se elevó un poco, y desapareció».

Esta cita de Massabielle se repetiría 18 veces. En la sexta, el 21 de febrero, «dirigió un momento la mirada por encima de mi cabeza, para recorrer el mundo. Después, volviéndola llena de dolor sobre mí, me dijo: "Ruega a Dios por los pecadores". Igualmente, varias veces después: Penitencia, penitencia. En la undécima, este encargo: Vete a decir a los sacerdotes que hagan construir aquí una capilla.

Y dos días más tarde: Deseo que se venga aquí en procesión.

El 4 de marzo una madre sumerge a su hijo enfermo en el manantial nuevo. que se ha abierto al lado de la gruta; y proclama la primera su alegría, al sentir sano a su hijo.

El 25 de marzo «viéndola tan amable, le pregunté su nombre. Me sonrió. Se lo volví a preguntar, y volvió a sonreírse. Insistí de nuevo, y me dijo: "Soy la Inmaculada Concepción". El 16 de julio, más hermosa que nunca, sonriendo con dulzura inefable, inclinó la cabeza en señal de despedida y desapareció".

Desde entonces Lourdes, a pesar de las dificultades, se presentó pronto como una cita mundial de la plegaria eucarística, ante la Virgen; por los cuerpos, y, sobre todo, por las almas.

Al aparecérsele la Virgen Inmaculada a Bernadette Soubirous en aquel ambiente del siglo XIX, en el que la incredulidad y el materialismo dominaban por todas partes, quiso convertir a Lourdes en un signo evangélico. A los pocos años se iba a ver afluir allá a cuantos andaban en busca de perdón, de la salud de cuerpo y alma y a los pobres que llegaban para escuchar la Buena Nueva. Desde entonces, y gracias al desarrollo de los medios de comunicación, la Gruta de Massabielle se ha convertido en un lugar privilegiado de reunión para los cristianos de todas las naciones, que gozan allí de la experiencia del amor vivido entre hermanos y sellan su unidad en la Eucaristía.

María, en la que la Iglesia reconoce la imagen de la Ciudad santa recibe así el honor junto a la ribera del Gave de una inmensa multitud que prefigura a su vez a la nueva Jerusalén, abierta no sólo a los cristianos, sino también a aquellos que proceden de los más lejanos horizontes: peregrinos musulmanes o budistas, incrédulos atraídos por la huella de lo misterioso...

Quien la visita una vez sale con el firme propósito de volver una y más veces para poder experimentar la presencia sobrenatural que allí se respira. Son muchos los milagros que desde la Gruta de Massabielle obra la Virgen María en cuantos acuden a Ella.
Santoral confeccionado consultando: el preparado por la parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es