miércoles, 10 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 10-03-10

Poned por obra los mandatos
Primera Lectura. Deuteronomio 4, 1.5-9
Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 147,12-13.15-16.19-20
Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
Glorifica al Señor, Jerusalén.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza.
Glorifica al Señor, Jerusalén.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.
Glorifica al Señor, Jerusalén.
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Quien cumpla y enseñe será grande 
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Palabra del Señor.
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Beata María Eugenia de Jesús Milleret de Brou, fundadora de las religiosas asuncionistas, Francia († 1898)
Beata María Eugenia de Jesús Milleret de Brou, fundadora de las religiosas asuncionistas, Francia († 1898). En Metz, en el número 12 de la calle de "Haut-Poirier", en una gran casa visible todavía en nuestros días, es donde nació Eugenia Milleret, en la noche del 25 al 26 de agosto de 1817, día de San Luís.

La familia Milleret desciende de una familia italiana, Miglioretti, que estaba al servicio de Francia bajo Francisco I. Las armas de la familia: una fortaleza, un águila, dos estrellas y un tallo de mijo, en italiano "miglio" o "miglioretti", probablemente. La divisa del blasón: "Nihil sine fide" (Nada sin la fe).

Jacques Milleret (padre de Eugenia) conoce a Eléonore Eugénie de Brou en Luxemburgo. Sorprendido por la gracia de esta joven, pidió su mano en matrimonio y se casaron. Ella tiene diecinueve años, él tiene veintidós. Cinco hijos nacen de este matrimonio: tres niños y dos niñas. Ana María Eugenia es la penúltima. Más tarde le gustará recordar el rico patronazgo de Santa Ana, de la Virgen María y de la joven mártir Eugenia.

Ana Milleret de Brou nació en Metz, Francia, el 25 de agosto de 1817. Recibe el bautismo el 5 de octubre en la capilla neogótica de Preisch, dedicada a María Magdalena. Recibió educación católica pero por una grave enfermedad tuvo que abandonar los estudios a los 13 años y comenzó una vida frívola, alejada de la religión. Pero al acercarse a misa durante una Cuaresma, quedó impactada por la homilía y cambió su vida hasta fundar más tarde el "Instituto de la Asunción de María", dedicado a la enseñanza. Falleció el 10 de marzo de 1898.

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martes, 9 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 09-03-10

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde
Primera Lectura. Profecía de Daniel 3, 25. 34-43
En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo: - «Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 24, 4-5ab. 6 y 7bc. 8-9
Señor, recuerda tu misericordia.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
Señor, recuerda tu misericordia.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
Señor, recuerda tu misericordia.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
Señor, recuerda tu misericordia.
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Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará  
Evangelio de nuestro Se¤or Jesucristo - Mateo 18,21-35
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: - «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: - «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado,arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la Perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Palabra del Señor.
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Santa Francisca Romana religiosa 1384-1440
Desde los lejanos días de Inés, Cecilia, Sabina, Prisca y Balbina, Roma no había visto crecer entre sus muros a ninguna santa.

Por eso la Ciudad Eterna de la que es patrona, venera con gran honor a Santa Francisca, cuya vida entera discurrió entre la localidad de Navona - en la que fue bautizada (1384) --, el Transtevere - en donde vivió durante treinta y siete años con su marido.

Pertenecía a una familia de las aristocracia feudal, casó con un noble, un Ponziani, a los doce años. Tuvo tres hijos, dos murieron de corta edad, y tal herida nunca se cicatrizó en su corazón. La familia conoció los azares de la política, sufriendo en gran manera con tal motivo; mas Francisca, estrechamente unida a su marido, lo soportaba todo con entusiasmo y tras muchas penalidades debidas a la guerra con Nápoles (destierro del marido, confiscación de sus bienes), fundó la congregación de las oblatas de Tor'de'Specchi, la Torre de los Espejos, aprobado en 1433 por el Papa Eugenio IV, agrupando a unas piadosas mujeres que se consagraban a Dios sin abandonar del todo el mundo.

Singular experiencia la suya, la vida monástica dentro del matrimonio, siguiendo la regla benedictina; permaneció casada durante cuarenta años y enviudó muy poco antes de su muerte.

Antes de ofrecer «un modelo de vida monástica», según el espíritu de San Benito, como madre de las Oblatas, Santa Francisca presentó durante la mayor parte de su vida «un modelo de vida matrimonial». Tal fue la vida de esta mujer rica, que tomó en serio las Bienaventuranzas.

Pasaba sus días dirigiendo su casa, y después, en compañía de su cuñada Vanozza - que era a la vez su amiga -, visitando las iglesias y atendiendo a los pobres. Santa de visiones, éxtasis y prodigios, contemplativa que ejerció influencia sobre el papa Eugenio IV.Su afán de caridad especialmente en el Hospital del Santo Espíritu, admira y arrastra.

Destacó por sus dones de oración, poco a poco el Señor la fue adornando con gracias excepcionales, hasta vivir en constante intimidad con su ángel de la guarda.

¿Os habéis encontrado alguna vez con gente tan atareada trabajando para la Iglesia que descuida las necesidades de su propia familia? Se pasan horas sirviendo en este comité y presidiendo aquel proyecto. Organizan excursiones y viajes de comida y dirigen servicios de oración. Ayudan a cualquiera que viene pidiendo ayuda. Mientras tanto, sus propias familias se sienten descuidadas y olvidadas. Lo más triste de tales personas es que a menudo creen estar haciendo justamente lo que Dios espera que hagan.

Santa Francisca de Roma nos da un consejo diferente. Aunque dedicó mucha de su vida a la oración, la penitencia, y las buenas obras, fue también una esposa y madre ejemplar. Parte de los motivos para que fuera tan querida por su familia fue que mantuvo claras sus prioridades. «Una mujer casada debe, cuando se la requiere, abandonar sus devociones a Dios en el altar, para encontrarlo en sus asuntos caseros», dijo.

Su vida queda como un ejemplo, para la mujer, en todos los estados.

Muere en Tor de Especchi rodeada de sus hijas, las Oblatas (1440).

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lunes, 8 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 08-03-10

Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio
Primera Lectura. 2º Libro de los Reyes 5, 1-15a
En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: - «Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria: él lo libraría de su enfermedad.» Naamán fue a informar a su señor: - «La muchacha israelita ha dicho esto y esto.» El rey de Siria le dijo: - «Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.» Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: - «Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad.» Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: - «¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.» El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: - «¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.» Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: - «Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará, limpia.» Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: - «Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría- al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: - «Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.» Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: - «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
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Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 4, 24-30
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: - «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor.
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San Juan de Dios, religioso (1495-1550)
La presencia de los Hermanos de San Juan de en tantos hospitales o centros psiquiátricos ha difundido por el mundo entero el nombre de aquel que les confirió el impulso de su caridad, sin haber imaginado nunca él mismo que fundaba una Orden religiosa.

«Si se perdiese la misericordia, se hallaría en vos», le dijo alguien cierta vez, y el comentario le define, pero antes de descubrirse a sí mismo Juan Ciudad, porque éste era su nombre, iba a vivir en el aturdimiento de quien busca lo que no sabe que anda buscando.

Nacido de padres menestrales en la población portuguesa de Montemayor el Nuevo, en la diócesis de Évora, a los ocho años dejó a los suyos para ver mundo, es pastor en Oropesa, provincia de Toledo, quieren casarle con la hija del amo, y él vuelve a echarse a los caminos prefiriendo la aventura de la guerra. Aunque triunfa su Tercio, él se ve a punto de ser ahorcado por no haber sabido guardar un depósito militar. Y vuelve a Oropesa. Cuatro años después se alista en otro Tercio que acude a rechazar de Austria y Hungría al gran turco Solimán II.

Regresa por mar a la Coruña y peregrina a Santiago de Compostela. Llega a Montemor, pero sus padres han muerto. En Ayamonte, atiende a los enfermos del Santo Hospital. Trabaja una temporada en un cortijo de Sevilla y después en la fortificación de Ceuta como peón albañil para ayudar a una familia necesitada.

Finalmente se hace vendedor de libros piadosos y estampas desde Gibraltar y Algeciras a Granada. ¿Será el fin de tanto ir y venir? Sus padres han muerto, y ese hombre inquieto y sin arraigo continúa sus vagabundeos cada vez más movido por la piedad y la caridad.

A los 42 años llega a Granada. Allí se realizó su conversión. "Granada será tu cruz", le dice el Señor. Desde ahora se llamará Juan de Dios. Predicaba en Granada San Juan de Ávila, y con tales colores y tonos predicó sobre la belleza de la virtud y sobre la fealdad del pecado, con tantos ardores habló sobre el amor de Dios, que Juan se sintió como herido por un rayo. Se tiraba por el suelo, mientras repetía: "Misericordia, Señor, misericordia". Quemó los libros que vendía de caballería, repartió los piadosos, lo dio todo, y corrió por las calles de la ciudad descalzo y gritando sus pecados y su arrepentimiento como uno que ha perdido el juicio.

Los niños le seguían burlándose: ¡Al loco, al loco! Nadie entendía aquella divina locura y llegan a internarle en un manicomio. Sólo Juan de Ávila que le animó a encauzar aquellos arrebatos en alguna obra permanente de caridad. Y Juan concentró ahora todo su entusiasmo en una nueva Orden: La Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios.

Sus primeros compañeros los reclutó el fundador entre la gente más desarrapada: un alcahuete, un asesino, un espía y un usurero. Esa es la fuerza del amor. Un converso que saca del fango a cuatro truhanes y los hace héroes cristianos. Sobre estas cuatro columnas apoyará su obra.

Peregrina a Guadalupe. Vuelve a Granada y con la ayuda del arzobispo de Granada recoge en un asilo a los desesperados de todas clases: enfermos, viudas, huérfanos, ancianos, inválidos, locos, hambrientos, vagabundos, prostitutas, y va a pedir limosna por las calles con una espuerta y dos marmitas colgadas al cuello, andrajoso y gritando: «Hermanos, haced bien para vosotros mismos», recoge los primeros enfermos. Es el precursor de la beneficencia moderna. Acoge a los enfermos, los cura, los limpia, los consuela, les da de comer. Todo es limpieza, orden y paz en la casa. Por la noche mendiga por la ciudad para los enfermos.

Todos se le abren. Todos le ayudan. Es muy expresivo el cuadro de Murillo: va el Santo con el cesto lleno por la ciudad, carga con un enfermo ulceroso que representa a Jesucristo y un ángel le sostiene y le guía.

Un día se declaró un incendio en el Hospital. Había peligro de que todos los enfermos quedaran abrasados. Juan de Dios, desoyendo a los prudentes, se metió en el fuego, dispuesto a dar la vida, cogió uno a uno sobre sus espaldas y los salvó a todos. A él únicamente se le chamuscaron los vestidos. Las llamas de su amor fueron más fuertes que el fuego.

Los enfermos crecían. Salió Juan a colectar por Andalucía, y por Toledo hasta Valladolid. Felipe II le favoreció regiamente. Al volver enfermó. Se enteró que el Genil arrastraba mucha madera. Bien le vendría para sus enfermos. Se levanto y se lanzó al río. Vio además que un joven se ahogaba. El esfuerzo supremo que hizo por salvarle acabó de agotar sus fuerzas.

Su lecho fue un desfile continuo de gentes que querían ver a su padre y bienhechor, hasta los gitanos del Sacromonte y del Albaicín. Esperó la muerte de rodillas, y mirando al crucifijo dejó de latir su ardiente corazón.

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domingo, 7 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 07-03-10

«Yo soy» me envía a vosotros
Primera Lectura. Libro del Éxodo 3, 1-8a. 13-15
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: - «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza. » Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: - «Moisés, Moisés.» Respondió él: - «Aquí estoy.» Dijo Dios: - «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» Y añadió: - «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: - «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» Moisés replicó a Dios: - «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» Dios dijo a Moisés: - «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy' me envía .a vosotros".» Dios añadió: - «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".»
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.
El Señor es compasivo y misericordioso.
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La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro
Segunda Lectura. 1ª carta Pablo Corintios 10, 1-6. 10-12
No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
Palabra de Dios.
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Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 13, 1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: - « ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: - «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»
Palabra del Señor.
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Santas Perpetua y Felicidad + 203
Las órdenes de Septimio Severo contra los cristianos ,contra los convertidos y contra los prosélitos, se extendían a todo el Imperio. También a Turba, muy cerca de Cartago. Allí fueron detenidas dos jóvenes casadas, Perpetua y Felicidad, y otros tres jóvenes, Revocato, Saturnino y Secúndulo. El diácono Saturio, su catequista, se unió a ellos para seguir su misma suerte.

El padre de Perpetua, que era pagano, intentaba convencer a su hija para que sacrificara a los ídolos. Si no, él y toda la familia quedarían deshonrados. "Hija mía, ten compasión de mis cabellos blancos, acuérdate de que has sido siempre mi preferida. Piensa en tu madre, en tus hermanos, en tu tía, en tu niño pequeño, tu tesoro, que no podrá vivir sin tus cuidados".

Estas palabras taladraban las entrañas de Perpetua. Pero, con temple inconcebible para el que no tenga una gran fe, le tranquilizaba a su padre diciéndole que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios. Tomando un vaso en la mano, le pregunta: "¿Puedes darle a este vaso otro nombre que el que tiene? Pues yo tampoco puedo llamarme más que cristiana".

Y como no cediese ni ella ni sus compañeros, fueron encerrados en un hediondo calabozo, sometidos a las humillaciones y caprichos de los carceleros, esperando el día en que habían de ser lanzados a las fieras.

Felicidad estaba en el octavo mes de su embarazo. Esto preocupaba a los demás, por si no podría mantenerse fiel. Le llegaron entonces los dolores del parto, y como diese grandes alaridos, un carcelero le dijo: "Si ahora no puedes soportar los sufrimientos ¿qué será cuando seas echada a las bestias?"- "Ahora, respondió la mártir, soy yo quien sufro, pero en el momento del suplicio otro sufrirá por mí, porque yo sufriré por Él".

Los Jueces, verdugos y espectadores quedaban asombrados ante la actitud serena, segura e incluso irónica a veces de los mártires. Mirad nuestros rostros, les decían, para que nos conozcáis en el día del juicio. Tú nos juzgas a nosotros, pero Dios te juzgará a ti, le decían al juez.

Con Perpetua y Felicidad habían sido encarcelados los catecúmenos Saturnino, Revocato y Secúndolo. Así logran ser bautizados los cinco por el diácono Saturio. Secúndulo muere en la misma cárcel. A los demás, después de azotados. los llevan al circo del Castro, por celebrarse allí el 7 de marzo con juegos el cumpleaños del Emperador.

Revocato y Saturnino aguantan los zarpazos de un oso. Saturio, las dentelladas sangrientas de un leopardo. El martirio de Perpetua y Felicidad fue más lento. Soltaron contra ellas una vaca furiosa. Zarandeó primero a Perpetua que cayó a tierra. Ella, noble y digna, recogió los pliegues de la túnica y se arregló los cabellos, para morir con decoro "más preocupada del pudor que del dolor". Vio a Felicidad en el suelo, y olvidándose de sí misma, se acercó, le dio la mano y la levantó.

El pueblo estaba conmovido. Perpetua, olvidada de sus heridas, decía a los cristianos que contemplaban la escena: "Permaneced firmes en la fe. Amaos los unos a los otros. No os escandalicéis de nuestros sufrimientos".

Pronto el pueblo, ebrio de sangre, se olvidó de la compasión hacia las mártires, y quería ver terminar el sangriento espectáculo. Las mártires se dieron el beso de paz y aguardaban el golpe final serenamente. Era primerizo el gladiador, y temblaba más que las mártires, de inexperiencia o de emoción. Falló el primer golpe. Perpetua se recogió el cabello con noble dignidad, y le dirigió la mano al verdugo para que no fallara otra vez. Pronto van a recibir la corona.

Según San Agustín, que tanto gustaba de los ingeniosos Juegos de palabras, iban a realizar su nombre: la perpetua felicidad, pues se llamaban aquello a lo que todos somos llamados.

Las actas de este martirio tienen el encanto de una autobiografía. La novela más ingeniosa no se la podría comparar. Es uno de los documentos más luminosos y emocionantes de la antigüedad cristiana.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

sábado, 6 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 06-03-10

Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos
Primera Lectura. Profecía de Miqueas 7,14-15.18-20
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
El Señor es compasivo y misericordioso.
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Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 15,1-3.11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud" Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Palabra del Señor.
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San Olegario 1060-1136
"Guardián celosísimo y maestro de castidad, afable para con todos, generoso con los pobres, esquivo de la vanagloria, despegado de la pompa mundanal y amante fidelísimo de la paz no fingida." Debió de ser así, como le describe su primer biógrafo.

San Olegario - en catalán Oleguer - nació en Barcelona, hijo de noble familia, el año 1060. Su padre, Olegario, era gran valido del Conde de Barcelona, Ramón Berenguer I. Su madre, Guilia, descendía de la nobleza goda. Crecía el niño y crecían a la par sus virtudes. Tanto las teologales como las cardinales. En todas sobresalía. Era muy asiduo en la oración, muy devoto en la Misa.

Tenía el Conde de Barcelona tres hijos y, queriendo el mejor ejemplo para ellos, consiguió que Olegario estudiase en su compañía para que les sirviese de estímulo y no se dejasen llevar por la molicie de la corte.

A los diez años entró Olegario en el gremio de los canónigos de la catedral de Barcelona. Muy joven era en la edad, pero muy dispuesto para adelantar en toda obra buena. Se distinguió por la piedad, por la austeridad, por el adelantamiento en los estudios. Era sobre todo muy aficionado a la lectura de los Santos Padres, por lo que se convirtió en una gran maestro, doctor y predicador famosísimo. De todas partes acudían a oírle.

D. Beltrán, obispo de la ciudad condal, fundó, no lejos de la ciudad, en San Adrián, junto al río Besós, un convento de canónigos regulares de San Agustín. Conociendo Olegario la vida ejemplar de aquellos santos varones, sintió una santa emulación y deseo de imitarles. Rompió con los lazos que le ataban a vanidades y prebendas y entró como miembro de la comunidad.

Al comprobar sus compañeros su virtud y discreción, pronto lo hicieron prior de la comunidad. Él prefería practicar la obediencia en el anonimato. Marchó a un convento de la Provenza, pero también lo hicieron abad.

Faltó entonces el obispo de Barcelona. Doña Dulce, esposa de Ramón Berenguer III, que conocía muy bien las virtudes de Olegario, instó para que fuera elegido sucesor. El clero y el pueblo así lo deseaba y de muchas maneras lo manifestó. Olegario, asustado, logró huir y se escondió. El papa Pascual II envió un legado con la orden expresa de que Olegario aceptase la sede de Barcelona. Por fin Olegario, viendo la voluntad de Dios aceptó.

Como obispo, fue el pastor solícito de la grey que se le había encomendado. Predicaba continuamente con oportunidad y sin ella, imponía justicia, reconciliaba a los enemistados, reedificaba iglesias, levantaba centros para atender a los necesitados, repartía grandes limosnas.

Dirige espiritualmente y sin discriminaciones: al hombre del campo y de la ciudad; al conde Ramón Berenguer III, a quien asiste el año 1131 en la última hora; y a sus sacerdotes, con quienes convive en sínodo los últimos días de su vida.

Acudió a Roma a prestar obediencia al nuevo papa Gelasio II, como entonces era costumbre. De nuevo contra su resistencia, fue trasladado a la sede de Tarragona. Asistió a los concilios de Tolosa, Reims, y al Lateranense I, noveno de los ecuménicos. Enviado por el papa Inocencio II al concilio de Clermont, coincidió allí con San Bernardo y San Buenaventura. La elocuencia de sus argumentos logró la excomunión del antipapa Anacleto. Buscando siempre la paz entre los príncipes cristianos, fue a Zaragoza y reconcilió a D. Alfonso VII, rey de Castilla, y a Ramiro II, rey de Aragón.

Fue toda su vida muy piadoso y devoto. Le gustaba visitar los sepulcros de los santos. En sus últimos años tuvo el consuelo de visitar en Tierra Santa los lugares principales donde se había desarrollado la vida de Jesús. Viendo ya muy cercana la hora de su muerte, de lo que había tenido una premonición, intensificó su vida de piedad y se desprendió de todos sus bienes. Rezando a la Virgen María, de quien era muy devoto, y pronunciando las palabras de Jesús en la cruz: "A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu", entregó su alma a Dios el 6 de marzo del año 1137.

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viernes, 5 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 05-03-10

Ahí viene el de los sueños, vamos a matarlo
Primera Lectura. Génesis 37, 3-4.12-13a. 17b-28
José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: -«Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.» José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: - «Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños.» Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: - «No le quitemos la vida.» Y añadió: - «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él.» Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: «¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.» Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Éstos se llevaron a José a Egipto.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 104, 16-17. 18-19. 20-21
Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo.
Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó.
Recordad las maravillas que hizo el Señor.
El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones.
Recordad las maravillas que hizo el Señor.
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Éste es el heredero: venid, lo mataremos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 21, 33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: - «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: - «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» Y Jesús les dice: - «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que deshecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.
Palabra del Señor.
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San Juan José de la Cruz 1654-1734
San Juan José de la Cruz, de la Orden Franciscana de San Pedro de Alcántara. Nace en 1654 en la isla de Ischia, frente a Nápoles, de una familia cristianísima, cuyos cinco hijos se consagran a Dios en la vida religiosa.

Lo mismo de maestro de novicios que de superior provincial y director de almas, San Juan José de la Cruz hace de su vida una Cuaresma de oración y penitencia, con ayunos, y cilicios en cruz, rigurosísimos.

Sobresaliente por su austeridad, insistió en una austeridad igual de estricta para los novicios a su cargo. Incluso tuvo la idea de edificar eremitorios fuera del edificio principal del monasterio, de modo que pudiese practicar una autodisciplina aún mayor. A pesar de su exacta observancia de las reglas de su orden, puso también un especial cuidado en que los novicios tuvieran tiempos regulares de recreo. Entendió, que lejos de ser un lujo, el recreo es una necesidad del espíritu humano.

En su amor a la pobreza, llega a ser llamado "el Padre Cien Remiendos". A su hábito lo considera como la túnica de Cristo, signo de su consagración a él.

Y hasta su muerte en Nápoles, con 80 años, el 5 de marzo de 1734, acata siempre la Providencia de Dios; persuadido de que un ser como el hombre, con poco más de tres dedos de frente, no puede abarcar los insondables designios divinos.

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jueves, 4 de marzo de 2010

Lectura y Santoral 04-03-10

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Primera Lectura. Libro de Jeremías 17,5-10
Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitar la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un  árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará  verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones."
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita, su ley día y noche.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Será  como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
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Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»
Palabra del Señor.
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San Casimiro 1458-1484
San Casimiro, hijo de Casimiro IV, rey de Polonia y duque de Rutenia y de Lituania, nació en el castillo de Wawel, en Cracovia en 1458,. Era de la dinastía de los Jaguellones, ambiciosos y violentos. Casimiro en cambio era un eslavo dulce y sensitivo. Vivía en un ambiente de lujo, propio de la corte, pero él no se dejaba encadenar. Sabía montar a caballo y manejar la espada, pero encontraba más gusto en escuchar a su madre, la reina Isabel, las piadosas historias de San Ladislao y Santa Eduwigis.

Pasó su infancia en los castillos de Cracovia y Vilna. Allí se aplicó sobre todo a las lenguas clásicas, a la historia y a la filosofía. Su gran maestro fue el canónigo Juan Dlugloss y otros humanistas italianos.

A los 15 años le ofrecen el reino de Hungría. No le atraían las glorias humanas. Pero se resigna y se dirige hacia Hungría con un poderoso ejército. Había otro competidor, Matías Corvino, con más ambiciones que él. Casimiro, enemigo de intrigas y luchas, abandona la contienda.

Al marchar su padre a Lituania, se hace cargo, a sus 21 años, del gobierno de Polonia, de 1479 a 1483; y es llamado "el padre y defensor de los necesitados".

Era devotísimo de la Pasión de Cristo, del Santísimo Sacramento y de la Virgen María. Era también muy desprendido y socorría a manos llenas a todos los necesitados.

Las gentes querían con pasión a su príncipe. Sabía comprender sus necesidades y secar sus lágrimas. Cuando Casimiro recorría las iglesias, todos le bendecían y los pobres le rodeaban, pidiendo limosna y justicia contra los atropellos de los nobles. No caían sus palabras en vano. Casimiro las escuchaba con interés y pronto veían los resultados.

Pero un día ya no volvieron a verle por la calle. ¿Se habría olvidado de ellos? El príncipe estaba enfermo de tuberculosis. Los pobres rezaban y lloraban. Los galenos no encontraban remedio.

Conforme a sus deseos, es enterrado dentro de la capilla de la Virgen, en la catedral de Vilna Lituania; apretando entre los dedos el texto de sus plegarias a la Virgen, titulado: Cada día, invoca a María. Será el Patrono de Lituania y de Polonia.

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 03-03-10

Venid, lo heriremos con su propia lengua
Primera Lectura. Libro de Jeremías 18, 18-20
Dijeron: - «Venid, maquinemos contra Jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos.» Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 30, 5-6. 14. 15-16
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu tú, el Dios leal, me librarás.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
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Lo condenarán a muerte
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 20, 17-28
En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: - «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: - «¿Qué deseas?» Ella contestó: - «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: - «Lo somos.» Él les dijo: - «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: - «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»
Palabra del Señor.
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Santos Emeterio y Celedonio + 295
Los Santos Emeterio y Celedonio son la honra y gloria más limpia que tiene Calahorra. No hay muchos datos exactos sobre su vida, pues, como dice el historiador Eusebio, y confirma el vate cristiano Prudencio, Diocleciano mandó destruir las Actas de los mártires para que no quedase ningún recuerdo de su heroicidad y de su ejemplo para los cristianos.

No se sabe bien dónde nacieron ni cómo crecieron en la fe de Cristo. Bien pudo ser en la misma Calahorra, pues allí se reclutaban soldados para el Imperio. Suetonio lo confirma cuando escribe que el mismo Augusto había elegido calagurritanos para su propia guardia personal.

Parece que ambos pertenecían a la Legión VII Gemina Pía Félix que estuvo acampada cerca de lo que actualmente es León, tal vez eran hermanos, aunque no nos consta tal hecho, y lo que sí es indudable es que fueron degollados en el antiguo arenal que bañaba el río Cidacos.

Pero, si no se conoce exactamente el lugar del nacimiento, sí que conocemos datos de su vida, y sobre todo de su martirio, tan bellamente cantado por Aurelio Prudencio en su primer himno de las Coronas de los Mártires. En el mismo baptisterio de la catedral de Calahorra proclama un dístico de Prudencio: "Aquí dos varones, por el nombre del Señor sufrieron martirio sangriento, en una muerte gloriosa".

"Sucedió entonces, prosigue el poeta, que el cruel emperador del mundo ordenó que todos los cristianos se llegaran a los altares a sacrificar a los negros ídolos y dejaran a Cristo". Tenían pues ante sí, o la apostasía o abandonar el ejército. Nuestros santos no lo dudaron.

Seguirían, como era costumbre, los interrogatorios de los jueces, con sus insidiosas promesas de regalos y pingues beneficios y cargos honoríficos para conseguir la apostasía, y si no la conseguían, les amenazaban con crueles sufrimientos, torturas y el martirio. "Dulce cosa parece a los Santos el ser quemados vivos, dulce el ser atravesados por el hierro".

Prudencio pone en boca de los Santos hermosas reflexiones: "¿Por ventura hemos de ser entregados al demonio, nosotros que somos creados para Cristo, y llevando la imagen de Dios hemos de servir al mundo? No, el alma celestial no puede mezclarse con las tinieblas. Ya es tiempo de dar a Dios lo que es propio de Dios", exclaman a coro, haciendo alusión a la vida que habían llevado antes en la milicia, al servicio del César.

Entonces llovieron sobre ellos mil tormentos, y el rigor airado del tirano ata con ligaduras ambas manos y una cadena rodea con pesados círculos los cuellos ensangrentados de los mártires de Cristo.

El verdugo, airado, levanta su criminal brazo para sacrificarlos con la espada. La tierra, por donde hoy está la bella catedral, se tiñó de sangre, y las almas de Emeterio y Celedonio "volaron como dos regalos enviados al cielo e indicaron con sus fulgores que tenían abierto el camino de la gloria". Así narra Prudencio su gloriosa muerte.

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martes, 2 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 02-03-10

Aprendan a hacer el bien; busquen la justicia
Primera Lectura. Libro del profeta Isaías 1, 10.16-20
Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma, atiendan a la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
"Lávense, purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien. Busquen el derecho, protejan al oprimido, socorran al huérfano, defiendan a la viuda. Luego vengan y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean de un rojo intenso, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana blanca. Si obedecen y hacen el bien, comerán los frutos de la tierra; si se resisten y son rebeldes, los devorará la espada. Lo ha dicho el Señor".
Palabra de Dios.
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Salmo Responsorial Salmo 49, 8-9.16bc-17.21 y 23
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
No te reprendo por tus sacrificios, pues tus holocaustos están siempre ante mí; pero no aceptaré un novillo de tu casa, ni un cabrito de tus corrales.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
"¿Por qué recitas mis mandamientos, y tienes siempre en tu boca mi alianza, tú que detestas la corrección y no tienes en cuenta mis palabras?
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
Esto haces tú, ¿y me voy a quedar callado? ¿Piensas quizás que soy como tú? Yo te acuso y te lo echo en cara.
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
El que me ofrece un sacrificio de alabanza, es el que me da gloria; al que rectifique su camino yo le mostraré la salvación de Dios".
Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.
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Los fariseos dicen una cosa y hacen otra
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Obedézcanles y hagan lo que les digan, pero no imiten su ejemplo, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de la gente; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas. Todo lo hacen para que los vea la gente: exageran sus distintivos religiosos y alargan los adornos del manto; les gusta el primer lugar en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, el ser saludados por la calle y que los llamen maestros. Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno es su maestro, y todos ustedes son hermanos. Ni llamen a nadie padre en la tierra, porque uno solo es su Padre: el del cielo. Ni se dejen llamar jefes, porque uno solo es quien los conduce: el Mesías. El primero de ustedes será el que sirva a los demás. Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido".
Palabra del Señor.
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Simplicio, papa (┼ 483)
Natural de Tívoli, en el campo de Roma. Es hijo de Castino. Le vemos formando parte del clero romano y sucediendo al papa san Hilario en la Sede de Roma, en marzo del año 467.

Le toca vivir y ser Supremo Pastor en un tiempo difícil por la herejía y la calamidad dentro de la Iglesia que aparece como inundada por el error. En Occidente, Odaco se ha hecho dueño de Italia y es arriano como los godos en las Galias, los de España y los vándalos en África; el panorama no es muy consolador, no. Los ingleses aún están en el paganismo. Para Oriente no van mejor las cosas, aunque con otros tonos, en cuanto a la vida de fe: el emperador Zenón y el tirano Basílico favorecen la herejía de Eutiques; los Patriarcas han resultado ambiciosos de poder y las sedes patriarcales son una deseada presa más que un centro de irradiación cristiana. ¡Lamentable estado general de la Iglesia que está necesitando un buen timonel!

El nuevo papa adopta en su pontificado una actitud fundamental: atiende preferente al clero. Procura su reforma, detectando el error y proponiendo el remedio con la verdad sin condescendencias que lo acaricien; muestra perseverancia firme y tesón férreo cuando debe reprimir la ambición de los altos eclesiásticos.

Modera la Iglesia que está en Oriente siendo un muro de contención frente a las ambiciones de poder y dominio que muestra Acacio, Patriarca de Constantinopla, cuando pretendía los derechos de Alejandría y Antioquía. No cedió a las pretensiones del usurpador Timoteo Eluro, ni a las del intruso Pedro el Tintorero. Defendió la elección canónica de Juan Tabenas como Patriarca de Alejandría frente a las presiones de Pedro Mingo protegido por el emperador Zenón.

Gobierna la Iglesia que está en Occidente mandando cartas a otro Zenón -obispo de Sevilla-, encargándole rectitud y alabando su dedicación permanente a la familia cristiana que tiene encomendada. También escribe a Juan, Obispo de Rávena, en el 482, con motivo de ordenaciones ilícitas: «Quien abusa de su poder -le dice- merece perderlo». En el año 475 manda a los obispos galos Florencio y Severo corregir a Gaudencio y privar del ejercicio episcopal a los que ordenó ilícitamente al tiempo que da orientaciones para distribuir los bienes de la Iglesia y evitar abusos.

En su diócesis de Roma se comporta como modelo episcopal, entregándose al cuidado de sus fieles como si no tuviera en sus hombros a la Iglesia Universal. Aquí cuida especialmente la instrucción religiosa de los fieles, facilita la distribución de limosnas entre los más pobres y dicta normas para atender primordialmente la administración del bautismo. Aún tuvo tiempo para dedicar el primer templo en el occidente a San Andrés, el hermano del apóstol Pedro, iuxta sanctam Mariam o iuxta Praesepe, sobre el monte Esquilino.

También convocó un concilio para explicitar la fe ante los errores que había difundido Eutiques, equivocándose en la inteligencia de la verdad, pues, en su monofisismo, sólo admitía en Cristo la naturaleza divina con lo que se llegaba a negar la Redención.

Los datos exactos de su óbito no están aún perfectamente esclarecidos, si bien se conoce que fue en el mes de Febrero del año 483. Sus reliquias se conservan en Tívoli.

Los contemporáneos del santo conocieron bien la austeridad de su vida y su constante oración hasta el punto de afirmar que rezó como un monje y se mortificó como un solitario del desierto. Sin esos medios su labor de servicio a la Iglesia hubiera resultado imposible.

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es

lunes, 1 de marzo de 2010

Lecturas y Santoral 01-03-10

La vergüenza es nuestra porque hemos pecado contra tí
Primera Lectura. Libro del profeta Daniel 9, 4-10
En aquellos días, imploré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: "Señor Dios, grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidades, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas. No hemos hecho caso a los profetas, tus siervos, que hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que ahora soportan los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo Israel, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti. Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. De nuestro Dios, en cambio, es el tener misericordia y perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él, y al no seguir las leyes que él nos había dado por medio de sus siervos, los profetas, no hemos obedecido su voz".
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es
Salmo Responsorial Salmo 78
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
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Con la misma medida con que midan, serán medidos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo - Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos".
Palabra del Señor.
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San Rosendo, obispo y monje 907-977
El siglo X - el siglo oscuro del Pontificado, la edad de hierro del cristianismo - cuenta entre sus glorias a San Rosendo, el patriarca de los monjes del noroeste de España.

Nace en Salas de Galicia, el año 907, hijo del conde don Gutierre Méndez, que era uno de los condes más poderosos que rodeaban a Alfonso el Magno. Su madre, la condesa Santa Ilduara, ya antes de darle a luz, había sentido la premonición de que su hijo sería "santo delante de Dios y grande delante de los hombres". A Rosendo, desde muy pronto, se le vio más inclinado al silencio y a la piedad que a la corte y a la espada.

Se forma en la escuela episcopal de Mondoñedo. Sigue la vida religiosa en el monasterio de Caveiro. Era allí ya prior, cuando es elevado a obispo de Dumio. Todos le admiraban por su sabiduría y su bondad. Estaba muy preparado en las letras y en las ciencias. Se había adentrado en el conocimiento de las Sagradas Escrituras y en los Santos Padres.

Todavía muy joven, fue nombrado obispo de Dumio y luego de Mondoñedo. Trabajó mucho en la abolición de la esclavitud. Consiguió en este campo grandes frutos.

Funda la abadía de San Salvador de Celanova, no lejos de Orense, donde los hombres puedan «permanecer día y noche en las batallas del Señor. Como fanales «limpísimos en los que tú, Señor, te complazcas habitar; y habitando los santifiques, como quienes han dejado el mundo para seguirte a Ti.

A Rosendo le iba más el monasterio que la silla episcopal. Un día se presentó ante el abad Franquila, le pidió el hábito y se quedó en Celanova. Allí trabajaba y servía como el último de los monjes. Su emblema era una cruz, de cuyos brazos colgaba un compás y un espejo. La cruz, explicaba Rosendo, es el compás de nuestra vida y el espejo de nuestras almas.

Había encontrado el "almo reposo", de que nos habla fray Luis de León, libre de los trajines de la corte. Pero el rey Ordoño III le rogó que aceptase el gobierno de la provincia que antes había regido su padre. Rosendo, siempre dispuesto a servir, aceptó. Actuó de Virrey en tiempos difíciles, de invasiones de normandos por mar, y de moros por tierra.

Como buen Pastor, dispuesto a dar la vida por sus ovejas, acompaña a sus ejércitos. El triunfo es celebrado en Santiago con grandes fiestas. El monje gobernador actuó con prudencia y energía. Pacificada la provincia, volvió otra vez a su cenobio.

De nuevo le sacan de allí para ponerle al frente de la diócesis de Santiago, pues había sido depuesto, por sus desmanes, el obispo Sisnando. Entre otras actividades, asistió a un concilio en León con San Pedro Mezonzo. Sisnando. logró volver, y Rosendo se retiró feliz a su monasterio.

Los últimos años los pasa retirado, primero como un religioso más y después como abad en el Monasterio de Celanova hasta su muerte santa el 1 de marzo del año 977. Su testamento es una oración: "Salvador de los hombres, destruyendo cuanto encadena mi alma a la vida presente, dame valor para seguir tus pisadas con ánimo generoso y asiduo vencimiento". Viendo que se acercaba la muerte, firmó su testamento, que es una ferviente oración, confesión de fe y efusión de amor. El testamento nos revela la suave fisonomía de su alma piadosa y llena de fe. Recuerda a sus monjes la fundación del monasterio y la organización de una comunidad tan numerosa. Les da normas concretas para no caer en la mediocridad.

Los monjes, a su lado, le piden que les siga protegiendo desde el cielo. Rosendo les pide que pongan en Dios toda su confianza, y que se mantengan unidos junto a su abad.

Como emblema de su vida había trazado una Cruz; de cuyos brazos colgaban un compás y un espejo; porque "la Cruz es compás de nuestra vida y espejo de nuestras almas".

Santoral confeccionado consultando: el preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, Aciprensa.com, archimadrid.es