Primera Lectura. Comienzo del libro de la Sabiduría 1, 1-7
Amad la justicia, gobernantes de la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con sencillez de corazón.
Porque se manifiesta a los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían de él.
Los pensamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, puesto a prueba, confunde a los necios.
La sabiduría no entra en alma perversa, ni habita en cuerpo sometido al pecado.
Pues el espíritu educador y santo huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y es ahuyentando cuando llega la injusticia.
La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al blasfemo: inspecciona las entrañas, vigila atentamente el corazón y cuanto dice la lengua.
Pues el espíritu del Señor llena la tierra, todo lo abarca y conoce cada sonido.
Palabra de Dios.
Porque se manifiesta a los que no exigen pruebas y se revela a los que no desconfían de él.
Los pensamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, puesto a prueba, confunde a los necios.
La sabiduría no entra en alma perversa, ni habita en cuerpo sometido al pecado.
Pues el espíritu educador y santo huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y es ahuyentando cuando llega la injusticia.
La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al blasfemo: inspecciona las entrañas, vigila atentamente el corazón y cuanto dice la lengua.
Pues el espíritu del Señor llena la tierra, todo lo abarca y conoce cada sonido.
Palabra de Dios.
Lecturas obtenidas de www.archimadrid.es y www.ciudadredonda.org
Official readings of the Liturgy in English at http://www.usccb.org/
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Salmo Responsorial. 138, 1-3a. 3b-6. 7-8. 9-10
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Guíame, Señor, por el camino eterno.
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Si siete veces en un día vuelve a decirte: "Me arrepiento", lo perdonarás.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Me arrepiento", lo perdonarás".
Los apóstoles le dijeron al Señor:
"Auméntanos la fe".
El Señor dijo:
"Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", y os obedecería".
Palabra de Dios.
"Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Me arrepiento", lo perdonarás".
Los apóstoles le dijeron al Señor:
"Auméntanos la fe".
El Señor dijo:
"Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", y os obedecería".
Palabra de Dios.
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San Estanislao de Kostka (1550-1568)
Nació en Polonia, a principios del siglo XVI. Aquel adolescente polaco de noble familia era un muchacho que desconcertaba por su recogimiento y su piedad, y cuando pasó a estudiar con su hermano Pablo en el colegio vienés de los jesuitas todo el mundo esperaba que cambiase amoldándose a los usos discretamente libertinos de los mozos de su condición. No fue así, y los cuatro años de humanidades que cursó en Viena fueron también una dura escuela de malos tratos, desprecios y humillaciones.
Sucedió que el emperador de Austria, Maximiliano, descontento con los progresos que la Compañía de Jesús estaba haciendo en Austria decidió cerrar todos los colegios de la Compañía. Esto apenó mucho a Estanislao quien, convencido de que la Compañía hacía una gran labor, llegó a la conclusión de que la medida tomada por el emperador era injusta. Entonces a sus 17 años solicitó ingresar en ella; su decisión estaba tomada, ser jesuita. Su padre noble caballero polaco se negaba a que se hiciera religioso, y en el colegio, temiendo las iras de su padre, no parecían dispuestos a aceptarle. El padre de Estanislao le hizo internar en su palacio de Kimbercker. No pudo resistir el cautiverio pues quería servir a Dios y, decidido a ser religioso, se escapó vestido como un mendigo.
Disfrazado así, recorrió setecientos kilómetros a pie, perseguido por los suyos, hasta que consiguió llegar al colegio Jesuita de Tréveris. Allí encontró a un jesuita capaz de comprenderle y a quien no parecía importar el escándalo si era por una causa justa, el holandés san Pedro Canisio, provincial de Alemania.
Él le recomendó al padre general de la Compañía, un ilustre español, Francisco de Borja, y también éste supo apreciar lo que valía aquel jovencito. Estanislao fue admitido.
Devotísimo de la Virgen, "la Gran Señora" de los polacos, y espejo de todas las virtudes, cultivaba de un modo especial la de la obediencia, que sabía matizar muy bien, como se advierte por la definición que se le atribuye: "Más vale hacer cosas pequeñas por obediencia que cosas grandes siguiendo la propia voluntad".
Tenía arrebatos místicos en los que con el rostro transfigurado prorrumpía en alabanzas a la Virgen María. Este joven polaco, moría a los dieciocho años siendo novicio jesuita la madrugada del día de la Asunción; había redactado un amoroso mensaje a la Madre de Dios. Le había pedido a su protector, San Lorenzo, que le consiguiera de la Virgen María la gracia de poder celebrar ese año la Fiesta de la Asunción en el cielo.
Muerte dichosa de San Estanislao de Kotska (Texto extraído de "Las Glorias de María", de San Alfonso María de Ligorio)
Mientras vivía este santo joven, consagrado por completo al amor de María, sucedió que el primero de agosto de aquel año oyó un sermón del P. Pedro Canisio en el que éste, predicando a los novicios de la Compañía de Jesús, inculcó a todos el gran consejo de vivir cada día como si fuera el último de su vida, después del cual dijo san Estanislao a sus compañeros que aquel consejo tan especial para él había sido como la voz de Dios, pues iba a morir ese mismo mes. Dijo esto o porque Dios se lo reveló o porque tuvo una especie de presentimiento interior, como se verá por lo que acaeció.
Cuatro días después fue, en compañía del P. Sa, a Santa María la Mayor, y hablando de la próxima fiesta de la Asunción le dijo: "Padre, yo pienso que en ese día se ve en el cielo un nuevo paraíso al contemplarse la gloria de la Madre de Dios coronada como reina del cielo y de la tierra y colocada muy cerca del Señor sobre todos los coros de los ángeles. Y si es verdad que todos los años, como lo tengo por cierto, se renueva la fiesta en el cielo, espero presenciar la de este año en el paraíso". Habiéndole tocado en suerte a san Estanislao por su protector del mes el glorioso mártir san Lorenzo, ese día escribió una carta a su madre María en que rogaba le obtuviera la gracia de contemplar su fiesta en el paraíso.
El día de san Lorenzo comulgó y suplicó al santo que presentara aquella carta a la Madre de Dios interponiendo su intercesión para que María santísima le escuchase. Y he aquí que al terminar el día tuvo un poco de fiebre, que aunque ligera él tomó como señal cierta de que había obtenido la gracia de la próxima muerte. Al acostarse dijo, sonriente y jubiloso: "Ya no me levantaré de esta cama". Y al padre Acquaviva le añadió: "Padre mío, creo que san Lorenzo me ha obtenido de María la gracia de encontrarme en el cielo en la fiesta de la Asunción". Pero nadie hizo caso de estas cosas. Llegó la vigilia de la fiesta y el mal seguía leve, pero el santo le dijo a un hermano que la noche siguiente ya estaría muerto, a lo que el hermano le respondió: "Más milagro se requiere para morir de tan pequeño mal que para curar". Pero pasado el mediodía le asaltó un mortal desfallecimiento, con sudor frío y decaimiento general de fuerzas.
Acudió el superior, al que Estanislao suplicó le hiciera poner sobre la tierra desnuda para morir como penitente. Para contentarlo, lo pusieron en el suelo sobre una estera. Luego se confesó y recibió el santo viático, no sin lágrimas de los presentes, pues al entrar en la estancia el Santísimo Sacramento lo vieron resplandeciente y destellando por los ojos celestial alegría y la cara inflamada de santo ardor que lo asemejaba a un serafín. Recibió también la santa unción, y entre tanto alzaba los ojos al cielo y otras veces contemplaba y estrechaba con afecto contra su pecho la imagen de María. Le dijo un padre que para qué aquel rosario en la mano si no podía rezarlo, y le respondió: "Me sirve de consuelo siendo cosa de la Virgen María". "Cuánto más –le respondió el padre– le consolará el verla y besar su mano en el cielo".
Entonces el santo, con el rostro arrebolado, elevó las manos, manifestando de ese modo el ansia de encontrarse presto en su presencia. Luego se le apareció su amada Madre, como él mismo lo declaró a los presentes, y poco antes del alba del día 15 de agosto expiró sin estertores, como un santo, con los ojos fijos en el cielo. Los presentes le acercaron la imagen de la Virgen y viendo que no hacía ninguna demostración comprendieron que su alma había volado al cielo junto a su amada Reina.
Nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla) hacia 1400, de familia humilde. Muy joven abrazó la vida eremítica en la serranía de Córdoba, entregándose a la oración y al trabajo.
A la edad de 30 años ingresó en la Orden franciscana como hermano laico; era analfabeto y se dedicó a los oficios más humildes como hortelano, enfermero, portero. Residió en varios conventos de su Provincia, promoviendo con su ejemplo el movimiento de la observancia.
En 1441 partió como misionero a las islas Canarias, donde evangelizó, enseñó a cultivar la tierra y defendió los derechos de los nativos; lo nombraron superior del convento de Fuerteventura, pero se vio abrumado de dificultades.
En 1450 se trasladó a Roma, donde atendió a apestados, a pobres y enfermos, curando con su oración a muchos. Pasó sus últimos años en Alcalá de Henares (Madrid), edificando a todos con su santidad y sabiduría evangélica. También es famoso por los milagros que Dios obró por su medio. Los últimos años de su vida pasaba días enteros dedicados a la oración y al ver un crucifijo quedaba en éxtasis. Su amor por la Virgen Santísima era inmenso y untaba a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de la Virgen, y éstos se curaban.
Murió en Alcalá el 12 de noviembre de 1463. En su sepulcro se obraron muchos milagros. Fue canonizado en 1588.
Oración: Dios omnipotente, que derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes, concédenos imitar la humildad de san Diego de Alcalá, para hacernos partícipes de su gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
El año 578 fue nombrado arzobispo de Sevilla. Sufrió persecución y destierro por su empeño en la conversión a la fe católica del pueblo visigodo que profesaba la herejía arriana. Presidió el Concilio III de Toledo (año 589), en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la unidad católica de la nación.
Murió en Sevilla el 13 de marzo del 599. San Isidoro, su hermano y sucesor en la sede hispalense, hace de él esta semblanza: "Leandro era hombre de condición apacible, de extraordinaria inteligencia y de preclarísima prudencia. La conversión de los visigodos, de la herejía arriana a la fe católica, fue fruto de su constancia y prudencia".
Oración: Oh Dios, que por medio de tu obispo san Leandro mantuviste en tu Iglesia la integridad de la fe, concede a tu pueblo permanecer siempre libre de todos los errores. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, franciscanos.org, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com
Nació en Polonia, a principios del siglo XVI. Aquel adolescente polaco de noble familia era un muchacho que desconcertaba por su recogimiento y su piedad, y cuando pasó a estudiar con su hermano Pablo en el colegio vienés de los jesuitas todo el mundo esperaba que cambiase amoldándose a los usos discretamente libertinos de los mozos de su condición. No fue así, y los cuatro años de humanidades que cursó en Viena fueron también una dura escuela de malos tratos, desprecios y humillaciones.
Sucedió que el emperador de Austria, Maximiliano, descontento con los progresos que la Compañía de Jesús estaba haciendo en Austria decidió cerrar todos los colegios de la Compañía. Esto apenó mucho a Estanislao quien, convencido de que la Compañía hacía una gran labor, llegó a la conclusión de que la medida tomada por el emperador era injusta. Entonces a sus 17 años solicitó ingresar en ella; su decisión estaba tomada, ser jesuita. Su padre noble caballero polaco se negaba a que se hiciera religioso, y en el colegio, temiendo las iras de su padre, no parecían dispuestos a aceptarle. El padre de Estanislao le hizo internar en su palacio de Kimbercker. No pudo resistir el cautiverio pues quería servir a Dios y, decidido a ser religioso, se escapó vestido como un mendigo.
Disfrazado así, recorrió setecientos kilómetros a pie, perseguido por los suyos, hasta que consiguió llegar al colegio Jesuita de Tréveris. Allí encontró a un jesuita capaz de comprenderle y a quien no parecía importar el escándalo si era por una causa justa, el holandés san Pedro Canisio, provincial de Alemania.
Él le recomendó al padre general de la Compañía, un ilustre español, Francisco de Borja, y también éste supo apreciar lo que valía aquel jovencito. Estanislao fue admitido.
Devotísimo de la Virgen, "la Gran Señora" de los polacos, y espejo de todas las virtudes, cultivaba de un modo especial la de la obediencia, que sabía matizar muy bien, como se advierte por la definición que se le atribuye: "Más vale hacer cosas pequeñas por obediencia que cosas grandes siguiendo la propia voluntad".
Tenía arrebatos místicos en los que con el rostro transfigurado prorrumpía en alabanzas a la Virgen María. Este joven polaco, moría a los dieciocho años siendo novicio jesuita la madrugada del día de la Asunción; había redactado un amoroso mensaje a la Madre de Dios. Le había pedido a su protector, San Lorenzo, que le consiguiera de la Virgen María la gracia de poder celebrar ese año la Fiesta de la Asunción en el cielo.
Muerte dichosa de San Estanislao de Kotska (Texto extraído de "Las Glorias de María", de San Alfonso María de Ligorio)
Mientras vivía este santo joven, consagrado por completo al amor de María, sucedió que el primero de agosto de aquel año oyó un sermón del P. Pedro Canisio en el que éste, predicando a los novicios de la Compañía de Jesús, inculcó a todos el gran consejo de vivir cada día como si fuera el último de su vida, después del cual dijo san Estanislao a sus compañeros que aquel consejo tan especial para él había sido como la voz de Dios, pues iba a morir ese mismo mes. Dijo esto o porque Dios se lo reveló o porque tuvo una especie de presentimiento interior, como se verá por lo que acaeció.
Cuatro días después fue, en compañía del P. Sa, a Santa María la Mayor, y hablando de la próxima fiesta de la Asunción le dijo: "Padre, yo pienso que en ese día se ve en el cielo un nuevo paraíso al contemplarse la gloria de la Madre de Dios coronada como reina del cielo y de la tierra y colocada muy cerca del Señor sobre todos los coros de los ángeles. Y si es verdad que todos los años, como lo tengo por cierto, se renueva la fiesta en el cielo, espero presenciar la de este año en el paraíso". Habiéndole tocado en suerte a san Estanislao por su protector del mes el glorioso mártir san Lorenzo, ese día escribió una carta a su madre María en que rogaba le obtuviera la gracia de contemplar su fiesta en el paraíso.
El día de san Lorenzo comulgó y suplicó al santo que presentara aquella carta a la Madre de Dios interponiendo su intercesión para que María santísima le escuchase. Y he aquí que al terminar el día tuvo un poco de fiebre, que aunque ligera él tomó como señal cierta de que había obtenido la gracia de la próxima muerte. Al acostarse dijo, sonriente y jubiloso: "Ya no me levantaré de esta cama". Y al padre Acquaviva le añadió: "Padre mío, creo que san Lorenzo me ha obtenido de María la gracia de encontrarme en el cielo en la fiesta de la Asunción". Pero nadie hizo caso de estas cosas. Llegó la vigilia de la fiesta y el mal seguía leve, pero el santo le dijo a un hermano que la noche siguiente ya estaría muerto, a lo que el hermano le respondió: "Más milagro se requiere para morir de tan pequeño mal que para curar". Pero pasado el mediodía le asaltó un mortal desfallecimiento, con sudor frío y decaimiento general de fuerzas.
Acudió el superior, al que Estanislao suplicó le hiciera poner sobre la tierra desnuda para morir como penitente. Para contentarlo, lo pusieron en el suelo sobre una estera. Luego se confesó y recibió el santo viático, no sin lágrimas de los presentes, pues al entrar en la estancia el Santísimo Sacramento lo vieron resplandeciente y destellando por los ojos celestial alegría y la cara inflamada de santo ardor que lo asemejaba a un serafín. Recibió también la santa unción, y entre tanto alzaba los ojos al cielo y otras veces contemplaba y estrechaba con afecto contra su pecho la imagen de María. Le dijo un padre que para qué aquel rosario en la mano si no podía rezarlo, y le respondió: "Me sirve de consuelo siendo cosa de la Virgen María". "Cuánto más –le respondió el padre– le consolará el verla y besar su mano en el cielo".
Entonces el santo, con el rostro arrebolado, elevó las manos, manifestando de ese modo el ansia de encontrarse presto en su presencia. Luego se le apareció su amada Madre, como él mismo lo declaró a los presentes, y poco antes del alba del día 15 de agosto expiró sin estertores, como un santo, con los ojos fijos en el cielo. Los presentes le acercaron la imagen de la Virgen y viendo que no hacía ninguna demostración comprendieron que su alma había volado al cielo junto a su amada Reina.
San Diego de Alcalá, hermano lego
Nació en San Nicolás del Puerto (Sevilla) hacia 1400, de familia humilde. Muy joven abrazó la vida eremítica en la serranía de Córdoba, entregándose a la oración y al trabajo.
A la edad de 30 años ingresó en la Orden franciscana como hermano laico; era analfabeto y se dedicó a los oficios más humildes como hortelano, enfermero, portero. Residió en varios conventos de su Provincia, promoviendo con su ejemplo el movimiento de la observancia.
En 1441 partió como misionero a las islas Canarias, donde evangelizó, enseñó a cultivar la tierra y defendió los derechos de los nativos; lo nombraron superior del convento de Fuerteventura, pero se vio abrumado de dificultades.
En 1450 se trasladó a Roma, donde atendió a apestados, a pobres y enfermos, curando con su oración a muchos. Pasó sus últimos años en Alcalá de Henares (Madrid), edificando a todos con su santidad y sabiduría evangélica. También es famoso por los milagros que Dios obró por su medio. Los últimos años de su vida pasaba días enteros dedicados a la oración y al ver un crucifijo quedaba en éxtasis. Su amor por la Virgen Santísima era inmenso y untaba a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de la Virgen, y éstos se curaban.
Murió en Alcalá el 12 de noviembre de 1463. En su sepulcro se obraron muchos milagros. Fue canonizado en 1588.
Oración: Dios omnipotente, que derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes, concédenos imitar la humildad de san Diego de Alcalá, para hacernos partícipes de su gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Leandro de Sevilla
Nació en la provincia romana de Cartagena hacia el año 540. Es hermano de los santos Fulgencio, Florentina e Isidoro. Su familia, expulsada de Cartagena, tuvo que refugiarse en Sevilla, donde él se hizo religioso.El año 578 fue nombrado arzobispo de Sevilla. Sufrió persecución y destierro por su empeño en la conversión a la fe católica del pueblo visigodo que profesaba la herejía arriana. Presidió el Concilio III de Toledo (año 589), en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la unidad católica de la nación.
Murió en Sevilla el 13 de marzo del 599. San Isidoro, su hermano y sucesor en la sede hispalense, hace de él esta semblanza: "Leandro era hombre de condición apacible, de extraordinaria inteligencia y de preclarísima prudencia. La conversión de los visigodos, de la herejía arriana a la fe católica, fue fruto de su constancia y prudencia".
Oración: Oh Dios, que por medio de tu obispo san Leandro mantuviste en tu Iglesia la integridad de la fe, concede a tu pueblo permanecer siempre libre de todos los errores. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Santoral confeccionado consultando el preparado por: catholic.net, franciscanos.org, santoral-virtual.blogspot.com.es, www.churchforum.org, magnificat.ca, aciprensa.com, mercaba.org, archivalencia.org, vatican.va, www.enciclopediacatolica.com, corazones.org, caminando con Jesus, El almanaque, monover.com, Arhidiócesis de Madrid, web católico de Javier, la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo, oremosjuntos.com
"La Palabra de nuestro Señor es lampara para nuestros pasos, y el ejemplo de los Santos de la Iglesia que se nos regala cada día, como una sucesión interminable de fiestas, es estímulo y fuerza continua; por eso me encanta preparar y compartir las lecturas cada día y disfrutar con su enseñanza."